Camino a Helgen, mes de Helada
Todos comenzaron a hablar, algunos más, otros menos, pero es interesante escuchar como cada uno de ellos tiene algo que decir. Es como un gran puzzle que se empieza a completar gracias al esfuerzo conjunto de todas las memorias. Así es como averiguo realmente qué son los Akaviri y de donde provienen. Entiendo quien era bien ese sacerdote de Akatosh e incluso lo que se supone que querían hacer, aunque sin entender realmente:
- "¿Quién es el Perdido?"
Pienso un poco en todo lo que han dicho y me devuelvo a las palabras de Bjorn, por lo que pregunto también aquella duda:
- "¿Alguien conoce el idioma de los Akaviri? Porque sé donde hay uno vivo para ser interrogado, pero no habla nuestro idioma."
Lo que dicen me hace saber entonces que el akaviri que está cautivo en Helgen no era Titus en realidad pues no es una enfermedad o condición, sino que es una raza. Eso no me trae muchas esperanzas tampoco pues la idea de que hubiesen transformado a Titus en una serpiente me haría por lo menos saber su posición. Ahora no sé donde está y solo me queda esperar lo peor.
Camino a Helgen
Fruncí el ceño -Sí, estoy segura de que ésas fueron sus palabras exactas, y como hijo de Akatosh, supongo que Julkooruth sabría algo así- sostuve la mirada del caballero. No me molestaba que cuestionara mis palabras, sino su repentina frialdad y dureza.
-¿Y por qué razón no iba a creerlo?- pregunté, visiblemente molesta -Pudo acabar con nosotros y, en vez de éso, nos advirtió sobre Mnemoli y el Tiempo. Estaba malherido y el ataque de los akaviri selló su destino- apreté la mandíbula en un intento por controlarme. No sería bueno permitir que una chispa alimentada por la angustia y las emociones provocara un incendio entre los presentes - y, aún así, nos contó lo del sacerdote y su gran interés en Alto Rothgar, antes de llamar a su hermano, Paanthurnax, con un grito que lo sepultó bajo su propio cubil, para que le contáramos lo que hoy habéis escuchado aquí.
Miré mis manos, tenía los puños cerrados y no me había dado cuenta. Abrí los dedos y me puse ls manos enguantadas bajo las axilas.
-Al final, Julkooruth, a pesar de todo el mal que causó, quería advertirnos a todos- dije, seria, pero más calmada, con un ligero brillo de admiración en los ojos. Suspiré y guardé silencio, concentrando mi mirada una vez más en el fuego, preguntándome si de haber llegado antes a Alto Rothgar con Paanthurnax, habría cambiado algo.
Escuché hablar a Seretide, quien aportó nueva información. No la cuestioné, pues hablaba con convencimiento y, sin duda, sabría mucho más que yo, una simple cazadora a la que una sierpe moribunda le había dado un mensaje en su lecho de muerte. No interrumpí, pero sí sentí cierto alivio, aunque con sabor amargo, al escucharla decir que lo acontecido era inevitable, lo cual restaba algo de peso a mi propia carga.
Luego Einar intervino y lo miré sin ocultar mi sorpresa cuando dijo que sabía dónde encontrar a un hombre-serpiente vivo, que podría ser interrogado, aunque la barrera del habla era un impedimiento. Fruncí el ceño, pues tampoco podía ayudar en esa cuestión, a no ser...
-Dices que los akaviri provienen de la tierra de los dragones- dije, mirando al caballero -. ¿Es posible que su lenguaje derive del de las grandes sierpes o que éstas los entiendan?- pregunté -Porque, de ser así, quizá Paanthurnax pudiera ayudarnos.
Camino a Helgen
Bjorn miró al guerrero. Sabía dónde encontrar a un Akaviri. Eso reduciría mucho el tiempo de búsqueda. Pero ante su pregunta negó con la cabeza. No conocía el extraño lenguaje.
El nórdico escuchó el reproche de la cazadora y alzó las manos lentamente en un gesto de calma.
- Mis disculpas, Hati. – Dijo lentamente, pronunciando el nombre de la mujer en voz alta casi por primera vez. – No tengo motivos para dudar de tu palabra. – Admitió. – No volveré a hacerlo – añadió llevándose un puño al pecho – lo juro. –
Hati no lo sabía, pero el motivo principal de la reacción de Bjorn era el dolor. Dolor y frustración, pues todo en cuanto creía se desvanecía como un castillo de humo. No era para nada porque el nórdico tuviera algo en su contra… En ese instante Bjorn sólo podía disculparse. Ya trataría de ahondar en el tema más adelante, y en privado.
Volvió a asentir después. – Sí, provienen de la tierra de los dragones. – Se encogió de hombros. – Ignoro si su lenguaje proviene de las sierpes… pero es algo muy probable. – Comentó. La idea de la cazadora era buena.
- Supongo que no perdemos nada por probar. -
Las palabras de Seretide habían aliviado un poco la presión que sentía el nórdico. Pero si Akatosh ya no podía ver el futuro… ¿qué les deparaba?
- Deberíamos buscar guía… Sabiduría. – Sugirió. – Alguien que conozca más de todos estos temas. – Miró a todos los presentes por si a alguno se le ocurría alguien.
- Yo intentaré hablar con los patriarcas de mi orden. Con toda esta información quizá puedan unir piezas… quizá se les ocurra algo más. -
Camino a Helgen
Al final habiamos sobrevivido.
Sin entender bien porque, aqui seguiamos tras tanta muerte y destruccion. La piedra, la luna, los barba grises e incluso los lagartos junto con todas sus victimas que arrastraron en su empresa y tras ella porque aun veiamos el resultado de sus acciones a cada paso y por mucho tiempo mas.
Poco habia conversado con mis compañeros de escape que ahora se sentian mucho mas como hermanos de armas y de lucha aunque yo no estuviese consagrada para la guerra me sentia unida a ellos y ahora colmaban mis plegarias nocturnas.
Lamenté no poder dar iluminacion o sabiduria en las incertidumbres que nos acompañaban dejandome un sentimiento de impotencia propio de mi ingenuidad en temas religiosos y otros menesteres, pero colabore con el grupo durante todo el trayecto en todo lo que pude.
- Tal vez pueda contactar a mis hermanas en Markath, estan lejos lo se, pero si alguien puede saber mas acerca de lo sucedido es mi hermana La Sibila de Dibella.
Comprometida con el grupo expresé mi intencion de ayudar tan pronto llegasemos a Helguen para conseguir mas informacion.
Camino a Helgen
Mientras algunos hablaban de sandeces mágicas que el no comprendía se dedico a repasar el asedio en su mente,
de poder tener algo de información quizá podrían saber si vendrían mas peligros apocalípticos por delante, la mención de un tal perdido le dio mala espina, pero se reservo lo comentarios.
En tono frió afirmo lo que era obvio: seguramente alguna de esas sabandijas escapo con vida, si veo alguno tratare de darle caza, si mal no recuerdo dos cayeron dormidos a las puertas de la fortaleza, y se que Garrosh que descanse en paz despacho uno antes de entrar a la estancia, no se si alguno remato al otro o si escapo cuesta abajo, como sea dudo que sus fuerzas estuvieran concentradas en su totalidad.
El cazador calentó sus manos en el fuego y escucho a los demás héroes, al parecer esta gente tenia contactos y el solo a la gente que lo vio crecer, aun así sentía que era lo mas importante por ahora y su deber era tratar de salvar a quien mas pudiera.
Camino a Helgen
Escruté el rostro del caballero, manteniendo mi semblate serio, mas cuando se disculpó resoplé y desvié la mirada -No hay nada que perdonar- dije, calmada, pero reflejando cierto dolor reprimido en mi voz -. Lo que ha pasado nos afecta a todos en mayor o menor medida, así que no has de disculparte conmigo. Lo entiendo- quizá no conocía las verdaderas razones de Bjorn, pero sí las mías y cómo una parte de mí rabiaba impotente por dentro.
Guardé las flechas afiladas en el carcaj mientras Bjorn continuaba. Con tono amargo, dije: -Los únicos sabios que bien podían aconsejarnos, yacen en Alto Rothgar, me temo- fruncí los labios -. Otra opción es el hechicero de Helgen, Silgurf Mano Centelleante- me incorporé, cogiendo el arco y el carcaj -. Disculpadme.
Estaba demasiado abrumada y necesitaba pensar, pero no podía con tantas personas hablando. Así que me alejé un poco del grupo, que no del grueso de la caravana.
Camino a Helgen
- Me temo que para tal pregunta no tengo una respuesta certera, Einar. Sólo sospechas.-dijo, encogiéndose levemente de hombros- Podría ser Alduin, el mismísimo Mehrunes Dagon... O incluso el propio Dagoth Ur. -enumeró, estremeciéndose- No lo sé. Sólo puedo decirte, que sé que a tal figura se le llama el Perdido. Y que trae consigo el vacío, y el miedo.-explicó.
- Deberíamos esperar la respuesta del dragón. Llegará, tarde o temprano.-indicó, acercando las manos al fuego, para calentarlas- Mientras, no creo que podamos hacer mucho más, salvo recomponernos en la medida de lo posible.
Camino a Helgen, mes de Helada
Las palabras de Seretide me confunden un poco pero también me dan escalofríos. Entiendo que el Perdido podría ser alguien muy malo y muy poderoso. Algún daedra cuyo poder podría causar incluso más daño que lo que estamos viviendo ahora. Me cuesta imaginar tanta destrucción, incluso de haber visto a una de las lunas estallar y a los muertos reanimarse.
Asiento quedo a lo que dice y respondo:
- "Entiendo. Espero que jamás sepamos quien es ese perdido y que siga así."
Me pongo de pie antes de continuar:
- "Creo que deberíamos dormir. Aún nos queda para llegar a Helgen y no sabemos que tan mal puede estar el camino. Buenas noches a todos."
Acto seguido, me dirijo a mi tienda de campaña y entro para dormir en ella. Esa noche me asaltarán muchas pesadillas, en las que seré devorado por no-muertos y destrozado por seres de otros planos. No me importa pues, así como va el mundo a nuestro alrededor, probablemente la realidad es peor que mis más terribles pesadillas.