Partida Rol por web

No alcancé a evadir su patada. Fuí empujado hacia atrás, aún después de haber hecho el movimiento hacia atrás. Movimiento que, por extraño, y peculiar que fuese, no era la primera vez que hacía. Resultó un interesante y casi cinematográfico modo de iniciar la pelea.

Tras eso, no alcancé a caer. Me sujetó del brazo, ante lo que miré sorpredido, exaltado, por no decirlo de otra manera. Poco pude hacer ante su agarre, ya que había sido preciso e inesperado. Fuí movido, sacudido más bien, y después atrapado por una hábilmente ejecutada llave de piernas. Por unos segundos admiré bastante su, aún si esperable, agilidad a la hora de hacer el movimiento, así como la movilidad necesaria para capturarme de esa forma.

No era un rostro que estuviese enojado con ella, sino uno que más bien reaccionaba físicamente así debido a la presión que ocurría sobre mi cuerpo. Además, logré fijarme en que sus piernas estaban pegadas a mi cuerpo, y sus... Panties se veían directamente. Traté de contener la cantidad de sentimientos que se encontraban posicionados en mi cuerpo en dicho momento. ¡Pero qué difícil era! Medio tambaleando, traté de sujetar sus dos piernas, y con toda la fuerza que se me ocurriera, empujarlas hacia atrás para hacerla caer, mientras, a su vez, trataba de bajar mi cabeza para zafarme del agarre, en un extraño, y algo arriesgado movimiento de cuello.

"Ojalá que funcione"

Pense ampliamente, sin decir nada a Ryomou, y tratando de hacer algo por esa batalla.

Sensei-sama, trato de utilizar mi "Poder" para poder influir en el logro del movimiento anterior!

Me sonrío al ver que no puede con mi llave. Pronto comenzaría a sufrir la incontinencia antes de quedarse inconsciente. Pero no era una buena idea dejar a mi cita desmayada. Apoyo los pies en sus hombros y lo empujo hacia atrás. Subiéndome encima de el.

-¿Ya tienes suficiente...o quieres mas...?-

Le digo en tono suave. Todavía sentía la adrenalina de la pelea aunque había sido corta. El no era un guerrero como yo y definitivamente iba a terminar vapuleado por mi. Mantengo la sonrisa al mirarlo mientras aguardo su respuesta, aun encima de el. Lamiendome uno de los dedos, disfrutando del momento.

No fueron suficientes, mis vanos intentos, por lograr, de su atrapada, salirme. Mi rostro, presionado por ella, pasó de parecer tenso, a mostrarse sorprendido, suficiente como para no alcanzar a reaccionar en el tiempo en que ya estaba mirando hacia arriba. Se pudo escuchar algo, tosco, contundente, sonando contra el piso al momento de mi caída. Quizá tuvo que ser alguno de mis huesos en contraste con el asfalto de aquel tejado. Ser arrastrado, sacudido, y apaleado tanto por Suzumiya ha tenido sus utilidades, supongo. Sólo un gesto de cerrar mis ojos por unos segundos, en el golpe, se ve, para luego abrirlos rápidamente, en pos de a Ryomou ver.

Me costó evitar mirarla directamente, de la forma en que estábamos posicionados. Su cuerpo, sus piernas, sus muslos, torneados debido a su nivel de ejercicio, que suponía riguroso, su figura en general preciosa, y su rostro, malicioso, sonriéndose, lamiéndose, ¡Sexymente!. Si, confirmaba mis sospechas, es semejante a Haruhi, en apariencia, pero más centrada, y quizá igual de excéntrica, ¡Paradójicamente! Quizá podría solucionar esto de la misma manera que... ¡No! ¡Nuri da! ¡Imposible! Además, tan sólo tocarla, significaba masacre para mí. Tenía que descartar las opciones menos viables, y tomar las mas factibles. Mi rostro en aquel momento, cuando ella decía eso, se tornó algo... Contrariado.

Traté de responderle lo mejor que pude, dentro de todo lo que estabamos pasando... Juntos.

- Etto... Creo que ha quedado claro quién es la vencedora, y quién es el vencido...

Sabía admitir la derrota, normalmente. Supongo que se podría considerar como honor, o algo así. Teniendo a sujetos como Itsuki Koizumi con sus constantes mentiras a un lado tuyo, recordándote sus personalidades, termina por producir eso. Honor. Sin embargo... Ahora es cuando venía la siguiente dicotomía. Ser o no ser. Hacer o no hacer. Sócrates. Platón. ¡Que indecisión!

Finalmente, tomé una opción.

Lentamente, hice el ademán de ir levantando... Mi pelvis. Si, lo cual haría que hubiese un pequeño roce, entre... Lugares específicos. Me sonroje al notar como eso ocurría, pero por otro lado, era necesario, para poder producir ese pequeño espacio...

¡Y zafarme!

Rápidamente mis brazos me ayudaron, posicionadas mis manos en el piso, a que mi cuerpo se saliera, logrando así demostrar que no era tan débil, después de todo. No quería que ella no me admirara, aunque fuese... Un poquito. Sin embargo, tras hacerlo, sujetaría sus brazos, en pos de que ella no cayera tan súbitamente con su parte inferior contra el piso. Aún sabiendo que ella podría perfectamente balancear su caída, sentí ganas de evitar que sufriera daño...

Me estremezco con sus movimientos. ¿Estaba intentando pasarse de vivo? Entrecierro los ojos. No era tan tonto como parecía. Lo mejor seria andarme con cuidado. Parecía tener ases bajo la manga, no podía confiarme de que fuese débil

Cuando se safa y me ayuda me quedo sentada en el piso en la misma posición. Observándolo y analizándolo. ¿Que era este chico? Entrecierro los ojos nuevamente. ¿Que había pasado para que tuviese esas habilidades? Era algo que iba a tener que descubrir.

-Bien hecho...por lo menos lograste mas que los otros...-

Le digo poniéndome de pie con calma. Sacudiendo el polvo de mi uniforme. Por suerte no había terminado roto como muchos otros.

-¿Y ahora?-

Le pregunto mirándolo tranquila a ver que nuevas ideas proponía para la cita. Que sin duda hasta ahora estaba interesante.

Me logré zafar al fin. Pero al parecer no había sido algo tan efectivo como pensaba. Quizá hubiese sido bueno quedarme atrapado bajo el encanto de Ryomou, tal vez hubiese sido bueno seguir su juego, y dar rienda a su dominancia, tal, exactamente como pasaba con Haruhi. Sin embargo... No. Ya ha sido, ya he hecho lo que he hecho, y no he pasado suficientes problemas temporales como para arrepentirme ahora de algo hecho previamente. Sería ridículo. ¡Absurdo!

Sin embargo, no era momento de decepcionarme. No ahora, no que había logrado algo con una chica tan difícil, e interesante. Me sonreí a mi mismo, no podía evitar aceptar, en mi interior, que si me gustaban difíciles, y complejas, tal como todos, incluso ese idiota de Taniguchi me decían. Miré hacia el fondo del tejado, y ví lo que se encontraba afuera del hotel. Ahí fué donde encontré mi respuesta.

- ¿Que tal si vamos a la playa, Ryomou-san? Podríamos estar en paz, charlar, o simplemente escuchar música...

Dije con confianza. Aparté el tema anterior, debido a que no quería molestarla, ni adentrarme más en ello. Ni yo mismo sabía muy bien como lo había logrado. Tenía una sospecha... Pero eso era todo. Al final ella era la que había ganado, definitivamente. Posé mis manos tras mi nuca y miré confiado hacia la playa, que se veía sin duda paradisiaca.

Noté además, que se hacía de noche. Si, ir a la playa de noche era bastante buena idea. No sólo sería relajante, sino que además algo lograble para ambos. Para mí principalmente porque me había acostumbrado a estar en la piscina siendo hastiado por mis primos pequeños, motivo por el que me acostumbré a la humedad. Y suponía que Ryomou-san no tendría problemas con un poco de frío y humedad.

Además, sería un ambiente romántico, claro. Fuí viendo como el sol caía, a medida que pretendía que volvieramos hacia abajo, para preparar la siguiente parte de nuestra cita... No sabía que diría ella, pero de algún modo, me sentía... Confiado.

Aunque... Sólo un poco.

Me pongo de pie, sacudiéndome el polvo de la ropa. Sin duda había sido interesante. Ahora el fuego en mi interior se apagaba y me estaba relajando. Observo el atardecer y el paisaje. Sin duda era hermoso.

¿Playa? Si podría ir, aunque no traía bañador. Solo tenia mi uniforme y mi ropa interior. No me apetecía nadar pero podía tirarme en la arena. Por lo menos no me preocupaba de que Hakufu me enterrara como siempre hacia.

-Es una buena idea...vamos...-

Comienzo a caminar. A mi paso normal apresurado. No me gustaba estar quieta demasiado tiempo.

Lo miro de reojo, haciendo un gesto con la cabeza de que continuemos el camino hacia la playa.