Tras varios minutos de viaje, el constante golpeteo sordo de los cascos de los caballos sobre la tierra aplanada del camino y el suave chirriar de la madera de la carreta se habían convertido en un sonido de fondo acostumbrado.
Lynn observaba curiosa los alrededores por la parte trasera del vehículo, sentada sobre la pasarela de carga plegada y balanceando las piernas suavemente en el aire. Derek, Sion y Dreren habían hallado un hueco en el que sentarse y no resultaban tan expresivos como la clériga. Balaena permanecía recostada entre el mullido montón de mantas, dando cabezadas de vez en cuando.
Gabrielle se acercó a ella y estuvieron hablando un rato (durante el cual el Señor Keefles aprovechó para hacer gala de sus encantos gatunos y ganarse unas cuantas caricias) finalmente, la muchacha se recostó un poco más entre las mantas como si quisiera descansar un rato.
Gabrielle se arrodilló junto a Balaena. Cuando Balaena abrió los ojos, la maga le dedicó una cálida sonrisa.
—¿Cómo te encuentras?
Balaena no debía haberse dado cuenta de que se le habían cerrado los ojos porque en cuanto los volvió a abrir se sorprendió de que hubieses "aparecido de la nada" al lado de ella.
—Oh, me... mejor—contestó tratando de espabilarse aunque no había precisamente entusiasmo en su voz. De hecho fué la única respuesta que te dió hasta que, varios segundos después, pareció obligarse a añadir algo más—. Eres maga, ¿verdad? Ni si quiera te pregunté tu nombre.
—No te preocupes, es comprensible —replicó Gabby, restándole importancia—. Estabas gravemente herida, al borde de la inconsciencia. ¡Como para preocuparse de las formalidades! Me llamo Gabrielle, y sí, soy una maga del Círculo de Ferelden. Nolan dijo que te llamabas Balaena, ¿verdad?
Balaena bajó la vista y se acarició el costado como quien recuerda el dolor espantoso que un día sufrió allí y del que ahora se ha librado. Había algo mustio en la mirada de la chica que, en lugar de responder con la voz, lo hizo asintiendo.
Tras otro lapso de silencio, volvió a levantar la cabeza para observar de soslayo al resto de personas que había desperdigadas por el interior de la carreta.
—¿Vais... juntos?—preguntó—. ¿Sois todos compañeros o sólo habéis coincidido?
Fue a mirarte pero se dió cuenta de que había un gatito cerca de ella, enroscado en la cálida comodidad de una de las mantas. Hizo ademán de estirar una mano para tocarlo con cautela porque no parecía tener ni idea de dónde había salido.
El Señor Keefles levantó la cabeza y decidió que le apetecían los mimos de una mujer. Se desperezó, se acercó a Balaena y se puso panzarriba para que la chica lo rascase.
—Pues mira: Derek, el templario, es mi hermano. Lynn es mi mejor amiga —dijo, dedicándole a la Hermana una sonrisa radiante—. Y Dreren también viene del Círculo de Magos.
Gabby suspiró cuando vio al Señor Keefles patas arriba.
—Y este es mi familiar mágico, el Señor Keefles. A veces me pregunto quién de los dos sabe más.
El gatito emitió un ronroneo arrebatador a modo de respuesta.
—¿Y qué hay de ti? No tienes acento orlesiano como Nolan.
Balaena acarició al gato esbozando una sonrisa lánguida cuando vio que el animal parecía estar de acuerdo con que lo tocasen.
—Qué suerte tenéis...
Musito aquello y el gesto le fué cambiando a uno triste, casi amargo. Hubo un punto en que apretó los dientes y se llevó la otra mano a la cara, cubriéndose los ojos.
—P-Perdona.
Se frotó la punta de la nariz con el dorso y cogió aire aunque la pregunta pareció sorprenderla porque parpadeó abriendo los ojos otra vez.
—¿Eh? No, claro que no. ¿Por qué iba a tenerlo?—contestó algo confundida—. Soy de Ferelden.
—¿Entonces? —parpadeó—. ¿Cómo conociste a Nolan y a Sion?
Balaena dudó unos segundos antes de hablar, como si no estuviera segura de poder hacerlo sin que la voz la traicionase.
—Nolan es... era... nuestro guarda de caravana desde hace mucho—titubeó—. Bueno, supongo que sigue siéndolo.
No te resultaba raro pensar que, tal y como debían estar los caminos en la actualidad según había dicho Irving, llevar guardias de caravana fuese algo común. Balaena siguió acariciando con suavidad al Señor Keefles.
—A Sion lo recogimos en Gondwan, dijo que viajaba a Denerim y como nosotros íbamos a Lothering se ofreció a ayudarnos con la mercancía y la seguridad a cambio del viaje.
Gabby enarcó una ceja.
—...¿Nuestro? ¿Viajaba alguien más contigo a parte de Nolan y Sion?
Motivo: lo que necesitas es azúcar
Tirada: 1d20
Dificultad: 16+
Resultado: 4(+5)=9 (Fracaso)
Balaena guardó silencio, no parecías haberla molestado pero sí haber tocado algo de lo que no se la veía muy dispuesta a hablar. O al menos a juzgar por el brillo aguanoso de sus ojos y lo escueto de la respuesta:
—Sí.
Se acurrucó un poco más en la manta sobre la que estaba recostada con un suspiro.
Gabby la observó durante unos momentos.
—Creo que he metido la pata —dijo, mordiéndose el labio—. Lo siento, no era mi intención.
Balaena se pellizcó el puente de la nariz.
—Tranquila, no es culpa tuya—dijo—. Es que no... he dormido en toda la noche, y tengo los nervios de punta. N... No ha sido un viaje fácil.
Balaena: Amistad (+3)
—L-lo entiendo. Qué tonta soy —esbozó una sonrisa de circunstancias—. Nadie mejor que yo debería saber que lo que necesitas ahora es descansar. Si necesitas que te traiga algo, o que te mire la herida, sólo dímelo. ¿Vale?
Tras asegurarse de que Balaena estuviera bien y no necesitara sus atenciones se sentó junto a su hermano con una sonrisa pintada en la cara.
—¡Bueno... tienes que ponerme al día! ¿Qué tal por Risco Rojo? Escuché que hubieron batallas muy importantes allí.
Derek no pudo evitarse sentirse un poco resentido por la aparente parsimonia que tenía su hermana para atenderlo. Si hubiese sido él habría dejado cualquier cosa que tuviese entre manos para ir con ella, pero... también comprendía que Gabby no sentía algo tan fuerte como él. Por otro lado, aquello hacía que se enorgulleciera de la pequeña Gabby, haciendo cosas buenas y bonitas. Derek nunca había sido una persona generosa y entregada, y que ella lo fuese le daba alegría. En verdad era única.
Cuando la tuvo al lado buscó su mano y la retuvo entre las suyas. ¡Tan delicada comparada con sus manazas encallecidas por la espada!
-Hubo batallas, es cierto. Yo mismo participé en primera línea, junto a la Heroína. Salvamos al pueblo mientras el Arl estaba enfermo. Me hirieron, pero me puse bien. En realidad era un novato, pero se necesitaban guerreros y me ofrecí. -No era del todo verdad; había habido un poco de coacción por parte de sus compañeros-. Te he echado mucho de menos, Gabby. No te puedes imaginar cuánto.
Gabby sonrió y abrazó a su hermano.
—Claro que me lo imagino, yo también te he echado mucho de menos. Me encantaba recibir tus cartas —le dijo, y le pasó una mano por la mejilla—. Eres muy valiente. Yo estuve muerta de miedo con todo lo que pasó en el Círculo. ¿Cómo es luchar junto a la Heroína? Wynne me ha contado muchas historias sobre ella.
-Era... era raro. Nadie pensaba que fuese a hacer nada. Todos creían que los Guardias Grises eran unos traidores y al principio la veían con suspicacia, pero cuando vencimos fue... increíble. Bueno, aunque yo estaba en la enfermería. Me dejaron una buena cicatriz en un brazo. Cuando acampemos te la enseño.
Derek olfateó su aroma extasiado. Cuando te abrazaba te dejaba el olor en la ropa, era delicioso.
-Cuando escuché lo del Círculo yo... Intenté ir a por ti -Derek se ruborizó-. Me pelee con mis superiores. La verdad es que me metí en problemas... Sólo de pensar que estabas en peligro y que no podía hacer nada para ayudarte me ponía enfermo.
—Mi valiente caballero —sonrió Gabby—. Yo también estuve muy preocupada por ti, y por papá y mamá. Cuando me enteré de que estabais todos vivos me quité un gran peso de encima. Es casi un milagro, en estos tiempos oscuros que corren. Le doy gracias al Hacedor todos los días. ¿Crees que podremos ir a verlos en algún momento?