Partida Rol por web

Gabby tenía tanto miedo que estaba a punto de que le temblaran las canillas. Podría sentir a su hermano tenso, alerta, a su lado, listo para entrar en combate si las cosas se torcían. De lo que dijera podría depender vidas. Amigos o desconocidos, humanos o qunaris, eran vidas al fin y al cabo. Incluso disponer de la vida del Tal'vahoth le daba auténtico pánico. ¿Cómo podría encontrar valor la Heroína de Ferelden cuando de sus decisiones dependían tantísimas vidas?

Gabby tragó saliva y se esforzó en tratar de controlar los ánimos.

—Asit tal-eb —le dijo al Karasten y lo tradujo inmediatamente para todos:—, porque está en mi naturaleza, Karasten.

Esperaba que ese giro lo impresionara. Dentro lo que alguien podría impresionar a un qunari.

—Está en mi naturaleza buscar la justicia. Porque no hay nada más triste en la vida que conocer lo que es justo y no hacerlo. Para mi es inasumible estar contemplando una injusticia y cruzarme de brazos sin asumir una posición —dijo, y les echó una mirada de reproche incrédulo a Sion y a Derek antes de continuar. Sion era, al fin y al cabo, un desconocido. Pero estaba dolida con su hermano.

—Tal'vashoth, ¿has dicho que el espíritu del Karashok había abandonado su cuerpo? —le preguntó, antes de volverse al Karasten—. He oído eso antes Karasten, ¡lo he vivido antes! Probablemente se trate de una posesión demoníaca; vuestro Karashok se podía haber convertido en una abominación. Es un destino horrible: te conviertes en una carcasa vacía, una marioneta cuyos hilos son manejados por un demonio. Dejas de ser tú mismo y te conviertes en un peligro para todos lo que te rodean. Incluso para aquellos que un día fueron tus amigos y compañeros. Especialmente para ellos.

Volvió la mirada al Tal'vashoth.

—Si es lo que yo me temo, el Tal'vashoth dice la verdad cuando afirma que no lo ha asesinado. Tiene razón cuando dice que estaba muerto mucho antes de clavarle la espada, os puedo asegurar que ya no era él. Si queréis justicia no tendréis que buscarla más lejos. Este kossith le dio a vuestro Karashok un final justo, el final de un guerrero que seguro que él respetaba, y no una lenta agonía en manos de un demonio del Velo.

Derek acusó la mirada de su hermana con incredulidad. ¿Qué más le daba a ella? ¡Eran qunaris! Lo único que importaban eran ellos, los humanos. Ella, su hermana. El resto podía irse al infierno. ¿Qué importaba si el karkartkar lo que sea mataba a uno de sus Qun o lo que fuese? ¿Qué demonios podía hacerles entrar en una diatriba como esa sólo por "la justicia"?

Maldita sea, a veces detestaba justo lo que más apreciaba de Gabby. Ahora estaba molesto con ella por estar molesto con él. Su hermana nunca había estado en una batalla de verdad. Sí, todo eso de la Angustia y la Batalla de la Torre podrían considerarse pruebas duras, pero estaba seguro de que no había visto a los engendros tenebrosos asesinando a personas inocentes, o personas asesinando otras personas. Y en esas condiciones sólo cabían dos cosas: huir o luchar para defenderte. La justicia caía muy lejos de la memoria y intentar buscarla sólo traía más desgracia y odio. Así era el mundo real.

Y si estaba intentando protegerla de él, salvarle el pellejo y el ánimo, era precisamente porque había visto ese mundo real. Y era mucho más horrible de lo que Gabrielle pensaba. Pero si alguna vez se daba cuenta, dejaría de ser su Gabby... Al final, por mucho que doliese admitirlo, sólo estaba uno y lo que amaba frente a un mundo de dolor y de desgracias.

¿Marioneta, posesión, demonios? Sonaba tan difícil de creer que forzosamente debía ser cierto. Aunque cada uno de esos nombres solo los había escuchado en cuentos y susurros, con la magia de por medio poco podía asegurar, era algo incomprensible para él.

Pero había más formas de perder la cordura y volverse algo totalmente distinto al ser que eras en vida. Ignoraba si los Qunari era susceptibles a contraer la enfermedad de la ruina y si era el caso los efectos que tendría. No conocía nada quitando los guardias grises que pudieran ignorar la plaga, con los restos de la horda aun muy recientes la idea no le resultaba muy descabellada

- Tal vez contrajera la enfermedad de la Ruina, es algo que tristemente se ve mucho en estos tiempos. Si le dio muerte antes de que la plaga lo dominará le "salvó" de una existencia tan miserable que no hay palabras para imaginar. -

Karasten frunció el ceño más con gesto meditativo que con enfado y miró a Sion.

—Si los qunari no estamos ciegos nos quitamos la vida antes de que la Ruina nos la robe—dijo—. Nuestro Karashok no estaba ciego.

Pero entonces se dirigió a Gabrielle otra vez y se llevó una de las enormes manos a la barbilla, pensando.

Lynn agarró a Gabrielle por los hombros, le frotó los brazos y le sonrió durante un fugaz instante, quedándose detrás de ella como si se hubiera dado cuenta de alguna cosa o algo así.

—Bas Saarebas—dijo el qunari que estaba junto a Karasten como alguien sorprendido por descubrir algo que no le hace mucha gracia—. Hablas de demonios, los has visto, conoces lo que hacen. Eres Bas Saarebas.

Entonces añadió en un murmullo desconcertado

—¿Basalit-an Bas Saarebas?—parecía más bien un pensamiento en voz alta para si mismo—. Inesperado.

—Oh, genial... por si no tuviéramos poco con los bandidos, las bestias salvajes y los restos de la Ruina. Ahora resulta que también quedan demonios por ahí sueltos.

El guardia del bigote suspiró con desmayo.

Karasten finalmente volvió a hacer el gesto con los dos dedos.

—Eres Basalit-an y soportas el peso de la verdad. Dices que un demonio poseyó a nuestro Karashok. Lo creeremos, porque ignoramos—sentenció—. Pero con demonios o no, el Tal'vashoth levantó la espada contra nuestro Karashok. Ya no podrá ser más qunari.

Extendió el brazo para señalarlo.

—Mató su cuerpo y salvó su espíritu, su castigo no será la muerte, será el destierro. Así lo contempla el Qun—añadió—. Que las leyes de este reino lo juzguen como si fuera uno de los suyos, porque ya no es uno de los nuestros.

Dicho esto, cruzó los musculosos brazos sobre el ancho pecho y se quedó mirando a los presentes.

Chuleta para los que saben qunari:

Bas Saarebas: "Saarebas" ("cosa peligrosa") es la palabra y título que los qunari utilizan para referirse a los magos. Un "Bas Saarebas" es un mago no-qunari.

- Tu vida está ahora en manos de tus actos.

De nada servía decirle a aquel exiliado que Dreren estaba deacuerdo con su anterior decisión en parte, y era sólo en parte, porque confiaba en otras posibilidades. Según los templarios, esas posibilidades sólo llevarían a Dreren a convertirse precisamente en eso, en una abominación. ¿En la cabeza de que loco cabía que pudiese llegar a controlarse a un demonio del velo?

Si...quizás aquel mago encapuchado estuviese loco, tanto como aquel qunari solo ante un mundo lleno de peligros.

Miró a los guardias.

- Esta joven ha defendido tu verdad. - le explicó cortés - ¿Cuál será tu camino ahora?

Le preguntó, quizás algo incauto, al desterrado.

Parecería que Gabrielle se había criado entre qunaris, y ya no tanto entre abominaciones, había sabido exactamente que decir y como hacerlo...eso hacía que fuese más útil de lo que alguien sin demasiada inteligencia hubiese considerado. Era una suerte que Irving fuese un mago tan excepcional.

A Dreren no le importaría que el Tal'vashoth, aunque seguramente optase por seguir su propio y orgulloso camino. Los guardias querrían librarse de él, eso estaba bastante claro en aquella situación.

¿O el deber les llevaría a encerrarlo?

Tener a un qunari en una prisión para que hable no era una idea descabellada...aunque si cruel...

Gabby le sonrió a Sion, aliviada por el giro que había dado a su juicio y a sus palabras. Gabby sabía que rectificar era difícil: no sólo era de sabios, sino de valientes, porque había que renunciar a parte del orgullo en el proceso. En cambio su hermano... no le gustaba la intensidad con la que la miraba. Le recordaba a un mabari agazapado, listo para saltar. Se asustó de su propio pensamiento y eludió su mirada, agradeciendo el abrazo de Lynn.

Tenía tantos nervios y tanto miedo que se sentía a punto de vomitar. Hacía unos días sólo era una aprendiza tonta del Círculo. Hoy era una maga por derecho propio, y la vida de dos personas habían estado en sus manos en nada de tiempo.

—Meravas. Gracias, Karasten —le contestó con sinceridad Gabby.

Los qunari habían dado, en su opinión, una valiosa lección a todos los presentes. Provenían de una sociedad mucho más rígida que la Fereldena y, aún así, se habían esforzado por ver la otra cara de la moneda, por no condenar a los demás por no ser o pensar igual que ellos. Sí... su hermano tenía mucho que aprender del Karasten.

Pero del mismo modo, sabía que muchos qunari preferían morir antes de abandonar el Qun y convertirse en Tal'Vashoth. ¿Le había hecho un favor a aquel kossith, o el fin acabaría siendo el mismo y se arrojaría sobre su espada? Aterrorizada ante la perspectiva de asistir a un suicidio, se aferró aún más a Lynn y aguardó a su respuesta.

Meravas: que así sea.

Derek se cruzó de brazos y miró hacia otro lado. Así que al final la bondad de su hermana había dado frutos. Quizá sí que tuviese razón, pero ya era tarde para admitirlo. Era en los brazos de Lynn en quien había buscado refugio, no en los suyos. Oh, cómo habían cambiado las cosas... Cómo le dolía...

Y cuánta vergüenza sentía por ello.

—Panahedan, Basalit-an—Karasten asintió. Con aquella cabeza astada casi parecía un toro al que le faltase escarbar con las pezuñas delanteras en tierra—. Puesto que ahora nadie posee nada que nos pertenece, nosotros no tomaremos nada que no nos pertenece.

Se volvió hacia los demás y alzó una mano ladrando un par de palabras en su extraño lenguaje. El resto de qunari ni protestaron, parecieron aceptar como una sola conciencia el razonamiento de aquél. Gabrielle, Derek, Sion, Dreren y compañía no pudieron menos que preguntarse si sería el segundo al mando o si realmente aquella raza estaba tan perfectamente coordinada que hasta sus pensamientos coincidían.

El quinteto de gigantes se apartó del puente y echó a andar en la dirección por la que habían venido.

Gabrielle: 200 PX
Dreren: 200 PX
Derek: 90 PX
Sion: 90 PX

El Tal'vashoth recibió la sentencia como si realmente lo hubieran condenado a muerte puesto que ni la más mínima expresión de alegría cruzó por su rostro (aunque, por otra parte, ninguna otra expresión cruzaba por su rostro desde que lo habían visto) Observaba a Gabrielle con los ojos entornados en un ceñudo e hierático gesto pero cuando Dreren habló, lo miró a él.

—Incierto—respondió con aquella voz profunda.

No, definitivamente los qunari no eran muy dados a deshacerse en palabras.

—Eh... un momento, ¿cómo que en sus manos?—titubeó el guardia de bigote mirando a su compañero—. ¿No se supone que debe juzgarlo la ley?

El guardia joven se encogió de hombros.

—¿Y a mí qué me dices? Nosotros estábamos intentando evitar que esos tíos se tomaran la justicia por su mano, no investigando un crimen—dijo—. Yo qué sé si es culpable o no. Además, por si no te has dado cuenta, los supuestos "testigos" acaban de largarse sin presentar cargos. ¿Qué coño le vas a decir al capitán? ¿Que traemos un qunari acusado de asesinato por nadie?

Nolan levantó de nuevo la mano desde el pescante de la carreta mientras sonreía irónicamente.

—De nada, ¿eh?

El guardia del bigote miró al orlesiano ceñudo, luego carraspeó diplomáticamente y se dirigió al grupo.

—Ejem... Sí, les agradecemos profundamente su colaboración, messeres. No sé cómo podría haber acabado la cosa si no llegan a aparecer. Mal, supongo.

El guardia joven cambió el peso del cuerpo de pierna.

—Bueno. Alguna... ¿sugerencia de lo que podemos hacer con este tipo?—se atrevió a decir tragándose su orgullo profesional—. Técnicamente, a ojos de la ley ahora mismo nadie le acusa de nada.

Chuleta para los que saben qunari:

Panahedan: Adiós.

- Quizás no sea mala idea que decida él lo que quiere hacer.

 sonrió ampliamente Dreren a los guardias. Se había despedido cortés de los qunari, pero casi prefería que estuviesen lejos por un tiempo. Hasta Wish sacó la cabecita por el cuello de la túnica del mago para observar con un continuo parpadeo, casi con incredulidad.

 Hizo un guiño a Gabrielle mientras Dreren estaba "ocupado".

 - Si no está acusado podemos suponer que es libre. ¿No es así?

 Hablaba con los guardias más que con el restante qunari, visto lo visto, era mejor no dedicarles demasiadas palabras.

 - Ah...por cierto. - siguió sonriendo muy levemente - una amiga nuestra se ha adelantado, es una mujer pelirroja, más o menos de mi estatura.

 No la habreis visto, ¿verdad?

 Desde luego, diciendolo así, no pensaba que pudiese parecer alguien en busca y captura.

El qunari era libre, Dreren no le diría algo más claro, sabía a quien le debía todo aquello, y si había tenido iniciativa para actuar contra un superior por un bien mayor o por lo que sea que le moviese en ese momento, comprendería que tenía una oportunidad única de devolver el favor...si es que lo considerase así.

 Curiosas criaturas estos qunari...