Partida Rol por web

—¿Qué…? Eh… —Por unos momentos, me pensé si decirle lo que había ocurrido de verdad o no. Sabiendo lo impaciente y terco que era mi hermano, decidí mentirle por ahora—. ¿Qué más da? Lo importante es que funcionó, ¿no? Gracias a eso conseguí derrotar a ese delemental gigante.

Al oír el resto del relato, chasqueé la lengua y puse los ojos en blanco. La jefa lo había obligado a dejarme allí… Tanto preocuparse por nosotros y prohibirnos ponernos en peligro y luego, cuando de verdad necesitaba ayuda, va y decide abandonarme.

Sin embargo, mientras continuaba, fui abriendo cada vez más los ojos con perplejidad. Por lo que decía, era casi como si Kyrie supiese todo lo que iba a pasar. Pero lo más extraño era… ¿cómo sabía la jefa que yo necesitaba piezas? ¿Y cómo supo Naysse que Allen estaba en camino? Mi cara se quedó congelada.

—Allen… ¿Pediste permiso a la jefa para ir a por mí? ¿Quiénes sabían que habías salido en mi busca? —pregunté tras varios segundos de parálisis total.

Cuando Allen no supo cómo responder a mi indirecta, temí por momentos que no lograse seguirnos la corriente. Los engaños nunca habían sido lo suyo.

A la par que toda esa conversación, Rogelio trataba de convencer a los guardias, y… parecía que la cosa se complicaba. ¿Estaría dispuesto a hacerse responsable de lo que pudiera pasar? Pero lo peor era que, a juzgar por su reacción, no tenía los papeles.

—Vamos a ver, no es un mercader. Es Rogelio Rankin, el fundador de El Acero Errante. Porque conocéis El Acero Errante, ¿no? —Si los guardias parecían no estar seguros, yo me llevaría la mano a la cara, con dramatismo exagerado—. ¡No puede ser que no hayáis oído hablar de El Acero Errante! ¡Vende armas y armaduras a toda Trayerta! ¡La mitad de las armas y armaduras de los soldados vienen de allí! ¿De verdad necesitáis ver un papelito? —Solté un sonoro suspiro—. ¡Es a vuestros propios compañeros a quienes abastece! ¡Vosotros veréis si queréis importunar su negocio por un pequeño tecnicismo burocrático! —exclamé intentando sonar todo lo indignada de lo que era capaz.

La actitud de los guardias y su desconocimiento le molesto al herrero en gran medida. Aunque bien cierto es que hacia falta el permiso de mercader para demostrar que lo eres le sorprendio que no lo hubiesen reconocido al instante cuando la mitad del ejercito o mas de Trayerta consiguen su armaduras y armas en su negocio.

Realmente en otra ocasión no le hubiese importado ir a por los papeles a su negocio. Pero no confiaba en dejar al hermano de su compañera con los guardias (debido a su temperamento, ya demostrado) ni dejar algo tan valioso como a la par de peligroso sin supervisión.

Rogelio ante las pocas opciones iba a intentar convencerlos, incluso intimidarlos… No olvidemos que el orgulloso herrero aun estaba ofendido por la falta de conocimiento básico de los guardias. Iba a abrir la boca cuando Ellyn aportó su pequeña ayuda.

-Realmente me he sentido un poco ofendido. Entiendo vuestra preocupación, pero siempre he ofrecida las mejores armas y armaduras con los mejores descuentos al ejercito de Trayerta. Supongo que es algo que tendré que comentar a vuestros superiores los cuales, la mayoría son clientes habituales. Me pregunto como se tomará Demian la falta de respeto ocurrida aquí. Todo lo que decía Rogelio lo decía con desdén y un tono de cabreo ya que la ofensa para el fue real. Pero sobre todo intentaba reforzar lo que dijo su nueva compañera para que sonara más convincente.

Y así en lo más recóndito del barrio más criminal de Trayerta, en la zona más oscura, empezaste a acercarte a aquel negocio de donde salió la voz de tu amo tan enajenado que no era tan normal. Por suerte, eras pequeña, y que el negocio estuviera camuflado como una tienda de hierbas, te hizo poder ocultarte entre las macetas y plantas que había por el lugar para ver a Gauche y al mismo tiempo espiar su conversación, aunque más bien en tu cabeza no estabas espiando.

Allí, un anciano decrepito y que parecía ciego, o al menos desde un ojo según tu podías verlo, alzó tras aquel enorme grito del ladrón la mirada hacia los ojos del truhan. Ojos que parecían mirar más allá de la propia superficie, que parecían perforar el alma de Gauche y sacar toda su esencia, pero solo en apariencia se quedaba y nada más.

-DIMELO - Volvió a gritar Gauche, golpeando la mesa que lo separaba del viejo, aunque con un rastro de preocupación y duda en su grito.

-No debieras exigir algo que tanto ansias - Mencionó entonces con una voz algo debil el señor mayor cuyo nombre desconocías - Pues podrías ponerlo a tu contra, Gauche - con toda la tranquilidad que hubiera en todo los mundos conocidos, aquel hombre se movía casi como si pudiera sacar de quicio a la persona más paciente - Ya deberías saber que a estas alturas, no hay nada que yo no pueda conseguir, y te di tanto plazo que incluso tu has tardado en venir a por lo que deseabas. Antes de nada ¿Tienes el pago? Recuerdalo: Si no consigues realizar el pago, no obtendrás tu petición. - El ladrón se vió contra las cuerdas, con tan solo unas palabras. Tan solo chasqueó la lengua y empezó a rebuscar en su morral.

Saca algo envuelto en una tela y lo coloca en la mesa con cuidado, antes de rebuscar otra vez y sacar esta vez una daga adornada con lo que habías visto cientos de veces: Motivos de Freigalon, una daga que sin duda era para que los que podían visitar aquella ciudad, supieran que quien la poseyera era miembro de aquel gremio de criminales tan grande y escondido que nadie había sido capaz de localizar... Ni siquiera tu a pesar de haber estado tantas veces allí, pues Gauche te había llevado "dormida" en tu caja. Aquella daga la clavó contra la mesa con algo de ira.

El anciano sin embargo seguía mirando a Gauche mientras este se cruzaba de brazos. Extendió los brazos para buscar los objetos y notó con su diestra la daga, la cual repasó para reconocer con su tacto aquellos motivos antes de sonreir. Con su zurda, encontró el paño el cual aproximó a su vera y entonces abrió lentamente. Una especie de sensación de escalofrio recorrió todo tu cuerpo cuando lo abrió, aunque no por que fuera a ocurrir algo malo, sino por el objeto que le había entregado. Era el broche negro de una espada. Al verlo el anciano sonrió y dejó escapar un murmullo de asombro - Sabía que solo el mejor ladrón de Trayerta podría conseguirlo.

El ladrón confuso preguntó - Es eso ¿No? Cuando lo tomé y noté lo que hacía pensé que te referías a esto, por eso he venido hoy. Decir que buscabas algo que cortaba sin necesidad de cortar y que está en Trayerta no son pistas fáciles de seguir ¿Sabes? - Se quejó pese a todo

-Sin duda alguna lo es. El broche de Clay... Uno de los mayores objetos malditos sacado de la guerra de los dioses. - Antes de que pudiera seguir, Gauche lo interrumpió - Me da igual el broche, su dueño o la maldición que contenga. Te he dado mi pago, ahora dame el mio - El anciano sonrió más, y desde tu posición podía notarse que su sonrisa solo podía ser maliciosa, pues aunque tratara de sonreir de otra manera, su aspecto procuraría verse como una persona tenebrosa. - Los jovenes seguis sin aprender, que la paciencia es la clave de la victoria en la vida. - Con un poco de esfuerzo, el viejo arrancó la daga de la mesa y guardó ambos objetos fuera de tu vista. Sin embargo, no sacó nada más.

-Al norte, noroeste del continente conocido - Al empezar a decir esto, Gauche se extrañó, pues estaba claro que el esperaba otro pago distinto - Allí donde la nieve no para de caer, pero el frio no lo hace glacial, y donde un gran arbol lleno de vida cubre de raices y tierra viva su alrededor, hallarás lo que buscas. - Frustrado y enajenado ante la respuesta, Gauche se lanzó a agarrar del cuello de la túnica al viejo, siendo que este no reaccionó más que sonriendo.

-ME ESTAS TOMANDO POR IMBECIL. ESCUCHAME VIEJO, TENIAMOS UN TRATO, YO TE ROBABA EL ESTUPIDO BROCHE Y LA DAGA DE LOS SOLDADOS DE FREIGALON Y TU - El anciano lo interrumpió alzando la voz - Y YO, te trataría de obtener algo que te ayudara con tu Mimali. Nunca pediste que te lo entregara, ni tampoco que fuera algo que funcionara al cien por cien, pero es la única oportunidad que tienes, y yo solo he podido juntar la información de lo que querías. Si tanto ansias y deseas lograr lo que quieres hacerle a tu Mimali - Poco a poco acercó su propio rostro decrepito al de Gauche cerrando el ambiente a uno donde el parecía tener todo el control -, entonces suerte tratando de obtenerlo, pues quien lo intente le perseguirá la muerte. - Gauche fue abatido por solo palabras de nuevo, chasqueando la lengua, apretando los dientes y mostrando la mayor cara de frustración que jamás le habrías visto.

Con un leve impulso, soltó al anciano y se dió la vuelta - No me volverás a timar viejo... Si me mientes... Pienso volver y destruirte - Poco a poco Gauche iba saliendo de la tienda, y por suerte su ira era tan grande que ni reparó en donde te escondías, igual que la felicidad del anciano parecía serlo como para no verte, aunque parecía ciego. 

Eso si, si te quedabas unos segundos más luego que Gauche se saliera escucharías una frase más del anciano que parecía decirla para si mismo - Eso solo pasará si no mueres al tratar de obtener lo que tanto deseas, compañero de la heredera de Marine. - dejando aquel misterio en el aire.

Con el tremendo sigilo que tenías, pudiste acercarte tranquilamente flanqueando al pequeño principe para verlo entre los matorrales, ensuciandose sus ropajes al estar arrodillado en el suelo, con su libro abierto y una mano levantada mientras leía el libro y miraba a Lilith durante el primer combate.

De su boca, empezaron a salir palabras arcanas que sin el tiempo necesario para analizarlas, nadie podría entender a lo rápido, salvo los magos que ya supieran el hechizo. En tu caso no tardaste demasiado en entenderlo, aunque no lo pillaste a la primera. Los hechizos que estaba lanzando Max eran de protección, potenciación, velocidad, etc. Todo con el objetivo de ser Lilith en el primer combate. Claro que al demostrar tu ilusión por ver todo aquello, El principé perdió la concentración y te miró de reojo para luego sorprenderse justo al empezar el combate de su hermana y querer ayudarla a ella. - BUA. 

Con la mala suerte de aquel grito y del intento de retroceder, la mano apoyada en el libro hizo que este resbalara en el suelo y Max acabara tirado en el suelo, para luego nerviosamente tratar de cerrarlo y con preocupación mirarte con una disculpa - Por favor no se lo digas a nadie - Incluso se inclinó para rogarte tu silencio - N-no quería influirlas pe-pero... Esa mujer demonio, n-no es mala y... también necesita ayuda. I-igual que mi hermana. Ambas merecen ganar, ambas merecen obtener el favor del rey. M-mi hermana tiene que convertirse en Guardia real y... Esto... La mujer... quería ayudar a la gente buena del abismo. E-es justo que ganen ¿No? - La justicia, al mismo tiempo el lema, el peso y la maldición de la familia Yaran.

Una doctrina que debían de seguir, aprender y enseñar en la linea familiar de aquella casa real. Un concepto que se podría ver de muchisimas, practicamente infinitas, maneras, y jamás, o practicamente, de una sola. Max dudaba de hacer lo correcto, pero quería justificar con la justicia el sueño de su hermana y el deseo de la mujer demonio. ¿Tan perdido estaba un niño que lo tenía todo?

-¿Y QUE SI FUNCIONO? - Alertado Allen agarró a Ellyn de los hombros para zarandearla - TE JURO QUE COMO LO VUELVAS A HACER, SALGA MAL Y MUERAS, VOY A RESUCITARTE PARA MATARTE YO MISMO - Quizás tanto hablar de muerte delante de los guardias no era bueno, pero al ser exagerando no repararían en ello.

Lo que si más confundió al hermano de la Uromaki, fue escuchar aquella pregunta, haciendole incluso enarcar una ceja - ¿Eh? Pues claro que no ¿Por qué debería pedir permiso para salir a por mi hermana perdida? - La segunda si que no le sentó con tanta confusión, aunque sin duda trató de pensar - Humm... Pues, si no me equivoco, tan solo Alya, que fue la que terminó de repararme a Ignis cuando lo tomé, y Natia que llevaba la comida de Alya... La cual se la robé... Ahora me siento mal... La pobre lleva sin salir ya más de un mes del taller. - No sabiais el tiempo exacto, realmente ninguno de los tres lo sabía, pero desde hacía un tiempo, Alya decidió dedicar cuerpo y alma al proyecto que tenía en el propio taller, uno que parecía no ver la luz nunca. - Oh, si... Y puede que Touko. Tras salir tuve un aviso de un arma apuntandome, pero poco después desapareció. Imagino que se creyó que era un enemigo - Dijo más tranquilo encogiendose de hombros con una sonrisa algo traviesa.

Ninguno era Kyrie después de todo.

Pero centrandonos en los guardias, Allen se quedó un poco sorprendido cuando empezó a escuchar a su hermana hablar tan bien de la tienda de Rogelio, hasta tal punto que empezó incluso a retroceder con un poco de terror. Los guardias, por otro lado escucharon un poco impasibles los comentarios de Ellyn que los hicieron dudar un poco de sus acciones, pero al ser apoyadas por las de Rogelio sumó en peso hundiendo a cada uno de los guardias, haciendo que se acercaran entre si para susurrar cosas por lo bajo.

Cuando terminaron, pronto dejaron de estar en guardia y se inclinaron - Viendo la situación y la importancia de tales artefactos y el lugar al que van, no será necesario presentar ningún aval. Además, ser conocidos del general Demian es más que suficiente para excusar el aval de un mercader - Dijo el que estaba hablando, antes de que el otro dijera la verdadera razón - Además de que no queremos tener problemas con su majestad si dejan de venir armas y armaduras de nuestra principal fuente de recursos - Obviamente eso les puso en jaque.

Puestos así, los guardias volvieron a sus puestos en la puerta y dejaron que os llevarais el Golem. Por supuesto Allen fue corriendo a montarse - GENIAL. ¿Y ahora a donde? ¿Vamos al castillo? No sabía que este tuviera tanto trato con el rey del reino humano - dijo señalando con un ligero gesto despectivo a Rogelio

Las palabras de Gauche me sorprenden. Me sorprenden y me asustan. ¿Qué es lo que quiere hacerme? Descubro que una lágrima rueda por mi cara imaginando todo tipo de cosas horribles. Pero soy su herramienta, soy de su propiedad, no debería tener que hacerme nada.

El pinchazo que siento en la cabeza me recuerda que últimamente no soy yo misma. Quizá es por eso que busca... lo que sea que busca. No, soy de su propiedad, no tengo derecho a temer por lo que quiera hacerme. Puede hacerme lo que quiera, eso es lo que siempre me han dicho. Entonces, ¿por qué las malditas lágrimas siguen cayendo?

Porque le amas me dice una voz interior, le amas y te está traicionando.

Quizás sea cierto, quizá es por eso por lo que me pasa todo esto, pero sigo siendo su herramienta. La daga sería demasiado evidente, pero el broche...

Me quedo observando un rato más el viejo hasta comprobar si en algún momento lo saca de dónde lo ha metido. Si en algún momento lo saca y lo abandona aunque solo sea un segundo, un segundo en el que tenga contacto visual pero no lo esté sujetando, utilizaré mi magia de teletransporte para llevarlo directamente a mi bolsa.

Allen se estaba tomando muy en serio lo de mi supuesto plan suicida, tanto que empezaba a sentirme culpable. Me zarandeó con tanta fuerza que me mareé un poco.

—¡Vale, vale, Allen! ¡Tranquilo! Te prometo que no volveré a hacerlo. Solo lo hice porque era una situación desesperada e hice lo primero que se me ocurrió —dije rápidamente para intentar tranquilizarlo.

Luego me explicó quiénes sabían que había partido. Parecía que muy pocas personas lo sabían… ¿Sería uno de ellos quien envió el mensaje a Naysse? No tenía forma de saberlo. Era todo un misterio.

—¿Le robaste la comida a Alya? ¡Muy mal! —regañé negando la cabeza con desaprobación—. Espero que te disculpes cuando vuelvas a verla.

Después, me esforcé todo lo que pude en convencer a los guardias, y creo que lo hice bastante bien. Al final, entre Rogelio y yo logramos convencerlos y todo salió bien.

—No. Mejor vamos a la taberna El Séptimo Elemento. Nosotros te guiamos. —Cuando hizo ese gesto, yo fruncí un poco el ceño—. Gracias a él han dejado pasar a Ignis y las herramientas —le reproché—. Venga, vamos.

Al terminar la batalla entre Lilith y Anya, cada cual volvió a sus puestos, no sin antes detenerse la demonio ante las palabras de Hans - No se lo exijo, debe aprender aceptarse a si misma... Y yo ya lo hago, la diferencia está en quien nos ven. - Con aquella frase se retiró al lado donde estaba Demian para que luego este fuera a la arena tras la batalla de Maxine y Max

La batalla de Demian estaba por empezar tras que Denis recogiera al pequeño topo para restaurarlo. Por supuesto prometía ser algo sin igual esta batalla, pues lejos de las dos feroces demonios, o incluso del gigantesto geomali y la princesa guerrera, esta batalla correspondían a un valeroso paladin y un fiero espadachin.

El combate iba a estar bastante forzado, pues si bien Senca empezó realmente fuerte, Demian no se detendría ante nada y se recuperaría con rapidez parando más tardes golpes con su escudo dando una experiencia pareja en la batalla para no decepcionar ni al publico ni a su oponente, además que se notaba por sus esfuerzos que Demian tenía un sueño también que cumplir.

Huelga decir que mientras transcurría la batalla, quedaban alrededor de la arena, tan solo Hans, Denis, Anya y Senca. Gauche no se encontraba allí ni Tiki tampoco. Rogelio y Ellyn habían desaparecido, y Tea no parecía andar cerca.

Tea ofreció su mano para ayudar a Max a levantarse. - Tenéis mi palabra. Todos lo que se presentan, tienen buenas razones - asintió intentando hablar de forma cándida y dulce. No juzgaba a Max, sólo trataba hacerle ver las cosas desde otro prisma.

- Un gran poder conlleva una gran responsabilidad -añadió parafraseando a Bastian. -Ellas ya cuentan con el favor del Rey... o al menos de un futuro Rey - le dedicó una sonrisa haciendo gala de su lado mas "Cute". - No soy quien para judgar a nadie. Sólo se que todos se esfuerzan y que el éxito obtenido se convertiría en amargas cenizas en su boca, si descubrieran que todo por lo que tanto han luchado y se ha convertido en fruto del engaño - susurró suavemente. -Sería una injusticia arrebatarles, lo que por derecho se han ganado. Una victoria justa y de la que puedan estar orgullosas. ¿No os parece?- preguntó con aire dubitativo y tono bajo, como si pensara en "voz alta" para si misma.

Parecía que el combate no iba mal, tuve la iniciativa aunque sin mucho éxito, pues Demian me vio aparecer tras él como el buen guerrero que era y paraba cada ataque con su escudo, sin embargo, golpe a golpe el calor que la esencia de la delemental había infundido en mi espada iba poco a poco calentando el escudo hasta que, de solo defender tuvo que soltarlo. 

El combate siguió con la espada, sin embargo, aunque más que igualado, parecía estar en desventaja en el uno contra uno. En un momento de tranquilidad mi postura cambió a una mucho más defensiva, aún no había desbloqueado la unión de esa postura con la esencia de fuego, pero esa posición me permitía soportar los golpes de una forma mucho más fuerte, esquivaba unos, paraba otros dando paso a paso hacia atrás, 

El tiempo parecía eterno hasta que, tras una estocada de Demian, aprovechando que la espada estaba demasiado lejos del soldado, el escudo, del que ya apenas salía humo estaba en el suelo, el brazo del guerrero extendido y sus piernas decididas para ese golpe, mi postura cambió a la anterior, había visto mi última oportunidad, pues con el tiempo acabaría siendo yo el que caería como ese escudo, Demian cambió su mirada al ver de nuevo la primera posición, la de ataque. Rápidamente, Demian intentó volverse y devolver su espada a una posición de defensa pero no le dio tiempo. Antes de que la estocada impactara en mí, desaparecí de la vista ante los ojos atentos de Demian, el cual, aún con su velocidad, no pudo volver a su posición y solo pudo ver como aparecí frente a sus ojos, casi en su espalda apoyando la espada sobre su hombro, quemando con los últimos ápices de la esencia de Anya la junta de su armadura, dejando una pequeña mella de la que salía un poco de humo antes de que la espada se acabara, y con ella el combate. 

Has sido fuerte. Gracias a ti respeto un poco más a los soldados de Trayerta. Quizá este sitio sea un lugar mejor gracias a ti, pero yo también tengo unos objetivos. Te respeto. Dije en un tono neutro. Al fin y al cabo parecía haber acabado, pero ¿ahora qué?

Simplemente Rogelio, dejo que Allen pilotase el golem hasta donde estaba la taberna. Con respecto a los guardias sencillamente se despidió con una sonrisa y una reverencia un poco burlesca. Y se marcho junto a los dos uromakis.

Le sonrió a Ellyn ante su complicidad presente, pero la cara cambió justo ante el comentario del otro uromaki. Soltando un pequeño suspiro.

Miro al uromaki y sin ningún temor por el objeto que estaba montando le lanzó una mirada afilada. Rogelio no llevaba un buen día en general y el hecho de ser tratado así por la persona que ayudo no mejoraba su humor.

-Como dice tu hermana gracias a mí, estas aquí y gracias a mí has podido ver a tu hermana sin ningún problema. Espero no tener que arrepentirme de haber puesto mi confianza en ti.

Con un tono más tranquilo pero serio, e intentando hablar solo para el y su hermana soltó un ultimo comentario que quizás ninguno comprendía y era de vital importancia.

-Según lo que pase hoy, podría ser la diferencia entre un enfrentamiento bélico con Trayerta o no. Y si eso pasa mucha gente inocente moriría en ambos bandos. Parecía que el excéntrico herrero comprendía perfectamente la importancia de estas “trivialidades” y que se preocupaba de corazón por lo que le pasase a la gente. Pero quizás su buen fondo se vería distorsionado también por sus siguientes palabras. ¿Y a quien le vendería yo mis armas y armaduras entonces?

Y siguió para adelante con los dos uromakis, sin ser consciente de la imagen actual de el después de esa conversación.

-Así que esa es la razón - Mientras el viejo iba haciendo sus cosas, en cierto punto alzó la voz como si estuviera hablandole a alguien, aunque allí solo estaba el - Amor es lo que sientes en tu interior - Aunque con algo tan especificio, era difícil ignorar a quien le estaba hablando.

-No obtendrás el broche, ni siquiera aunque lo ponga en la mesa y quede lejos de su alcance, aquí o más bien ahora, no tienes poder. - Realmente tenía razón. Si intentabas realizar algún hechizo para algo, este simplemente no se invocaría, siendo que te dejaría completamente desprotegida frente al anciano, pero realmente tampoco parecía amenazante desde su disposición. Poco a poco incluso el viejo, se volvió a sentar frente a la mesa y dejó algo sobre ella, una especie de silla en miniatura - ¿Por qué no sales de tu escondite, heredera del sello de Marine, y hablamos más tranquilamente? No puedo darte lo que quieres, pero igual puedo ayudarte con lo que anhelas. Es tu decisión - Sin mirar a donde estabas escondida, extendió una mano hacia la silla pequeña que había puesto en la mesa.

¿Realmente sería seguro seguirle la corriente? ¿Podría ayudarte con algo ese anciano realmente? Igual lo mejor sería irse con Gauche aunque... El ahora a unos metros más allá de la entrada de la tienda, estaba congelado en el tiempo, igual que todo alrededor, con un ambiente esteril y artificial. No podías estar segura de que pasaba, pero podías notar que todo lo que ocurría, era obra de el viejo. ¿Tan poderoso sería?

Max al escucharte decir todo aquello, simplemente se sintió abatido y derrotado y dejó de lanzar aquellos hechizos a su hermana y Lilith - Yo... Tienes... Tienes razón... ¿Pero entonces que puedo hacer? Quiero ayudar a mi hermana a ser una guardia real, pero... No puedo ayudarla de ninguna forma. La ley se lo prohibe, según nuestro padre, será la futura reina, y no tengo ni idea de como actuar frente a todo lo que sucede - La voz de Max se quebraba, casi cayendo en redondo al suelo con todo el cuerpo.

-Mis hechizos no son suficientes, o las situaciones que se presentan, no buenas para usarlos. Las historias y conocimientos de los libros de la biblioteca inútil, incluso mis practicas con Iramus también lo son. No se que hacer Tea, para que mi hermana logre alcanzar su sueño, y eso realmente me parece más injusto - El pobre niño tenía deseos puros e inocentes, pero por lo mismo le faltaba la experiencia de la vida al vivir siempre entre cuatro paredes fortificadas.

Aunque también todo lo que el deseaba, era para otros, lo cual lo hacía ser una persona de gran corazón. ¿Qué mayor ambición puede haber que la de querer ayudar a los que realmente lo merecen?

-¿Eh? Pe-pero... ¿Tu sabes lo lejos que está Trayerta? Era normal que cogiera algo de comida, y tenía prisa - Mirando a su hermana Allen podía empezar a mostrarse un poco asustado, así que al final decidió ceder para que la regañina no fuera a más - Va-vale... Le pediré perdón cuando volvamos. - La verdad es que había tenido poco cuidado al prepararse para este viaje, pero por suerte estaba aquí que era lo menos que podiais pedir.

Entonces mientras ibais caminando y conversando del tema en especifico que tan solo los Uromakis podían sacar, un poco el racismo a otras especies, Allen se quedó un tanto extrañado por la respuesta de su hermana y luego se quedó observando al herrero. Tan extraño le pareció que lo elogiara de aquella manera que estuvo un cierto tiempo estudiando que pasaba allí, lejos de la mirada fija y todo lo demás. Ambos lo sabían: Rogelio era el hijo de Lucio, un sabio que no todos miraban con agrado, menos a su hijo a quien llegó a proteger tanto, y por si fuera poco amigo de Helga, que aunque fuera una Uromaki, causó problemas a los de su raza, incluso corrompiendo un signo sagrado para ellos como era el ojo que estos poseían. Sin embargo, ahora sentía algo distinto entre Ellyn y Rogelio y aún no lo podría identificar.

Aunque finalmente las palabras de Rogelio consiguieron romperle aquella concentración y ponerle nervioso - Ey, ey, ey. Que yo no quería organizar ninguna reyerta. Ya lo que faltaba, que la jefa me echara la bronca de una guerra contra los humanos. Ni en broma. Además los habeis apaciguado a los guardias, no ocurrirá nada malo. ¿Verdad? ¿Verdad Ellyn? - intentaba sacarse aquel peso de encima buscando el refugio en su hermana.

Poco a poco vuestros pasos os llevaron por las calles más anchas de Trayerta por cierto Golem, acercandoos cada vez más a la taberna de Naysse. Allí, estaba la tabernera preparando todo para la hora del almuerzo, siendo que un pequeño olor hizo rugir las tripas de cierto piloto. - L-lo siento... N-no me llevé mucha comida... - Estaba conteniendose para no aguantar una escena, estaba bastante claro, además que no sabía quien era la mujer de la taberna.

- Ningún conocimiento es en vano. Con esa cantidad de información estoy segura de que podrás encontrar algún precedente - sólo imaginarse aquella cantidad inconmensurable de libros e información al alcance de la mano, le hacían temblar las rodillas. - Alguna clase de vericueto legal que haya ocurrido con anterioridad y que podrían sentar jurisprudencia. "La Ley lo prohibe"... que sepamos... pero estoy convencida de que la princesa no es la primera que se enfrenta a una situación semejante en la historia del Reino de Trayerta. Sólo hay que... encontrarlo... - dijo Tea con una sonrisa, como si aquello fuera lo más sencillo del mundo, cuando en realidad podría ser el trabajo de toda una vida.

-  Los magos suelen ser muy hábiles... siempre consultando esos enormes grimorios de conjuros, o al menos eso cuentan. Quizás Iramus, conozca más de un hechizo para buscar lo que desee en la Biblioteca... Un estudiante aplicado y de noble corazón, seguro que podría convencerle de que le enseñara semejante prodigio... ¿verdad? - Tea le guiñó un ojo a Max con complicidad, mientras el rubor coloreaba sus mejillas. Aquello sería su secreto. Ella no había comentado nada con el príncipe. Pero era una posible vía para que el joven pudiera ayudar a su hermana, como tanto deseaba.

Cuando escucho al anciano volver a hablar de esa forma me vuelvo a esconder. Creí que estaba solo, que cuando se fue Gauche se había quedado solo, pero parece que me equivoqué. Sin embargo sus siguientes palabras solo hacen que aumentar mi desconcierto. ¿Me está hablando a mí?

Pruebo a utilizar uno de mis poderes de Manipulación Temporal pero, efectivamente, veo que no funciona. Y sus palabras ya me dejan completamente claro que me está hablando a mí. ¿Pero como demonios ha sabido que estoy aquí? ¿Y por qué habla como si hubiera leído mis pensamientos?

No lo entiendo, simplemente no puedo entenderlo... hasta que me doy cuenta. El tiempo está detenido, no solo Gauche sino que todo se ha detenido en el tiempo. Pero entonces este anciano... Trago saliva y levanto el vuelo para posarme en la mesa. Un placer conocerle, me llamo Tiki digo con mi cara en la que no muestro ninguna expresión para luego sentarme en la silla.

Una vez desde allí miro al anciano. No eres humano digo no como pregunta sino como una afirmación. Ningún humano puede conseguir un efecto como ese. Eso me lleva a pensar que estás por encima de los humanos. Quizá incluso que seas la manifestación de algún dios.

En cualquier caso tampoco importa demasiado. Ya que eres tan bueno leyendo la mente de otros, ¿qué es lo que anhelo? Durante todo este tiempo sigo sin mostrar ninguna emoción, mirando igual que si fuera una muñeca de porcelana que ni siquiera es capaz de reír o llorar. Tan solo los surcos de las recientes lágrimas, apenas visibles, podrían indicar que no soy tan insensible como parece.

Miré a Allen con los ojos entornados mientras justificaba el haber robado la comida. Por suerte, captó rápido el mensaje y no hizo falta que le diera ningún tirón de orejas.

Noté que mi hermano se quedó extrañado cuando defendí al herrero. Independientemente de quién era Rogelio, acababa de sacarnos de un aprieto, por lo que era una estupidez comportarse de manera abiertamente hostil. Además de que, dado que iban a ser compañeros, no era conveniente que estuviesen a malas. Aunque, claro, esto último Allen no lo sabía. Le hice un pequeño gesto con la cabeza de «ya te lo explicaré luego».

Ante la preocupación de Allen, yo disimulé una pequeña risita. Su reacción fue divertida.

—Habrá que ver cómo evoluciona todo, pero… es posible —dije con tono serio, para a continuación soltar una sonora risotada al ver la reacción de Allen—. ¡Qué va! No te preocupes. No va a ocurrir nada —solté rápidamente para calmarlo—. Aunque deberías tener cuidado con Ignis. Si produces daños o hieres a alguien, sí que podríamos tener problemas —añadí, esta vez en serio.

Al llegar a la taberna, quedó claro enseguida que Allen tenía hambre. Por suerte, Naysse no le pondría pegas para darle algo de comer.

—Tranquilo. Puedes comer aquí sin problemas. Naysse no te cobrará —expliqué, y a continuación fui a buscar a la tabernera—. Naysse, estos son Allen, mi hermano, e Ignis, su Golem. Allen, esta es Naysse. Es una de los… —Vale, quizás no era buena idea contarle eso todavía—. ¡Me ha ayudado mucho! Tengo un montón de cosas que contarte…

Sencillamente escucho la conversación entre los dos hermanos mientras iban caminando. No pudo evitar sonreír ante la dulzura de los dos hermanos. Y también se alegró al ver que la hermana también lo advertía. Parecía que pedir disculpas sí que serviría para llevarse mejor.

Aun así, Rogelio no podía dejar de estar preocupado. Sabía perfectamente como eran el resto de uromakis con el resto. Y aunque Ellyn parecía ser más comprensiva... el hermano parecía que podría ser un problema. Pero confiaría en Ellyn por el momento.

Saludo a Naysse con la cabeza. Y cuando llego allí vio su carro y se le ocurrió algo

-Oye, os hará falta ayuda para terminar de reparar el golem. Había pensado que si no os hace falta ayuda. Puedo seguir adelantando algo de trabajo en mi puesto.  Y antes siquiera de que le pudiesen contestar él ya estaba saliendo a su caravana para seguir construyendo los objetos para el resto del grupo. Sobre todo, sabiendo como combatía ya el resto.

Max, un poco más tranquilo, aunque seguía abatido, escuchaba tus palabras con atención, siendo que empezó a negar cuando propusiste una buena forma de encontrar una grieta en la ley - Que se conozca, no ha habido ninguna situación parecida. La ley de Trayerta aplica que el Rey será puesto en el trono por descendencia, concretamente el primogenito. Eso quiere decir que es mi hermana quien obtendrá la corona... Por eso quise aprender de Iramus. El es un gran consejero y hechicero a partes iguales... Pensé que si... Podía ser igual que el para mi hermana, ella podría centrarse en estar en primera linea, pero no es lo mismo, ya que ella debería permanecer cerca del trono aún. - La idea de Max parecía buena, pero de la misma manera, tenía mucho sentido y por ello también hacía aguas frente al deseo de su hermana.

No obstante ante el tema de Iramus, el pequeño erudito bajó la cabeza casi como con vergüenza. - E-eso... es imposible... Iramus es muy fiel a mi padre y a su justicia. Siempre está por detras pensando con fría lógica y una perspectiva de hacero, todo por el bien de mi padre y el reino en conjunto. Si algo se opone a las leyes o los ideales del rey y se lo proponen directamente a el, se negará sin dudarlo - Si ya bien Iramus parecía un tanto siniestro, tanta cercanía e insistencia apegada al rey podría hacer que su misterio creciera. - Todo lo que puedo hacer por ahora... es estar ahí para ayudarla y empujarla. Hacer que sea la mejor guerrera de Trayerta y que nuestro padre trate de comprenderlo pero... No es justo que se tenga que ceñir a una ley ¿No? - Preguntó como queriendo entender si hacía mal en dudar de dichos ideales de su padre.

Viendo que por fin aceptabas el reconocimiento de su palabra ante ti, el viejo de ojos blanquecinos se giró a mirarte. Casi como si de un ciego se tratase, palpó la mesa hasta llegar a la silla para volver a sentarse, frente a ti. Un hombre simple, viejo y decrepito con la mirada perdida y vacia clavada en tu persona, podría ser lo más débil del mundo, y sin embargo, parecía controlar la situación y al menos, por su sonrisa al oirte, hiciste una muy buena aproximación

Quitandose la capucha, dejó revelar sus facciones de humano por completo y lanzó una simple pregunta - ¿De que dios podría ser una manifestación si los únicos seis que existen estan contenidos en distintas personas? - Y acto seguido señaló tu ombligo - Heredera de Marine, la diosa del agua, la diosa de la vida. Tienes razón en algo, no soy humano, ni tampoco superficial. Existo a un nivel extraterrenal, donde los dones pueden ser algo mucho mejor que esforzarse en obtener el poder de un dios. - Declaró pues haciendo gala de una seguridad impávida. - Puedes llamarme anciano, o viejo, como prefieras.

Pero quitandole importancia a las presentaciones, como bien habías hecho, el tema continuó hacia algo mucho más intrinseco de tu personalidad, de tu mundo y eso hizo que el anciano juntara sus manos entrelazando sus dedos clavando sus ojos en los tuyos pareciendo así que estuviera perforando tu ser e intentando ir más adentro de tu simple mirada.

-El amor de tu señor, sería lo más simple de decir, incluso todo lo que el desee. O también el cesar de la agonía que supone el dudar que eres. Lograr por fin volver a ser la muñeca que eras para aquel que te usa como una herramienta a diario, incluso extinguir las voces de tu interior que te dicen tantas cosas, que te hacen sentir tanto en tu interior, que te mantienen en esa debacle de no saber que o quien eres. Pero te diré algo que ni siquiera sabes tu que anhelas heredera de Marine: Lo que más anhelas, es volver a sentir aquel girasol en tu interior. - Diciendo cientos de cosas que podrían ser reales ante lo principal que tu anhelas o no, realmente buscó en lo más hondo de tu interior hasta encontrar lo que estaba tan profundo que tu mente incluso podría haber olvidado.

-Es una pena que las cadenas que te mantienen presa de tu propio ser no te dejen ver la realidad de lo que eres, pero tienes suerte... Digamos que aquel que supone tu esclavitud suprema, también puede ser tu liberación. Dependiendo de sus decisiones o... En caso de que quieras asegurar tu anhelo más profundo, un módico precio. Puedo otorgarte lo que más deseas, a cambio de lo que posees con más valor - Una oferta tentativa y de mucho precio...