Partida Rol por web

Natalija se había pasado toda la noche en vela, esperando el regreso de su hijo Ivalic. Acariciaba los cabellos sucios de su pequeña Katta mientras la niña dormía en su regazo. Aquella noche en las cuevas bajo el cementerio, la última de luna llena, no se escucharon los ecos de los aullidos de los elfos lobo. Seguramente, la tribu de licántropos tenía sus propias luchas internas.

Helene terminó de leer el libro que había empezado. El diario del párroco Danovich. Había un bloque de letras alineadas:

T C A L Y

U D B M Z

V E C N A

Contaba el diario que un muerto viviente llamado Tcaly le entregó el Liber Blaspheme para darle los conocimientos necesarios para traer de entre los muertos a su difunto hijo Doru. Danovich teorizaba que tras el nombre de Tcaly se ocultaba uno de los avatares del Guardián de los Secretos, el dios llamado Vecna, que había sido absorvido por las Brumas. Caído en desgracia, o por voluntad propia, Tcaly se puso a las órdenes del vampiro Strahd.

Danovich creó un nuevo cuerpo con partes de Doru y partes de otros cadáveres que el sacerdote profanaba de las tumbas del cementerio tras el templo del pueblo. No logró que ese Frankenstein cobrase vida, hasta que un grupo de aventureros mató a Tcaly cuando el no-muerto venía a visitarle. El cuerpo de Tcaly fue enterrado en una fosa común, tras el cementerio, de modo que Danovich no tuvo problemas para recuperarlo. Según creía, el ojo y la mano de Vecna tenían poderes especiales, y los transplantó al cadáver de Doru, logrando así su objetivo de reanimarlo con el influjo de las dos piezas de recambio.

Doru permaneció en el sótano desde entonces, y Danovich se afanó por mantener alejados a los fisgones, a veces cerrando la puerta de la iglesia en las narices, a veces colaborando con los aventureros.

El diario también hablaba de un tiempo en el que Danovich era un ferviente seguidor de la Justicia y el Bien. En aquella época ofrecía su colaboración a cualquier aventurero que necesitase ayuda, y en sus investigaciones presuponía que podría ser importante para derrotar a Strahd robarle su libro de magia, aunque los héroes que se aventuraron en el castillo para conseguirlo, jamás regresaron. Ayudó a preparar la fuga de Gabrielle, la ayudante de alquimia del castillo, para poner a salvo la Espada Solar. Determinó por presagios y oráculos que el bebé de una niña encontrada en el bosque era la reencarnación de Tatyana Federovna, y para ocultarla de Strahd propuso a la familia Indirovich cambiarlo con su propio hijo y criar a Irina en la seguridad de la mansión, dando a Parriwimple a Bildrath. Y así en una larga lista de logros...

Un ruido en el túnel les hizo ponerse en guardia. Falsa alarma. No era un enemigo, sino tres caras amigables. Urik blandía la espada solar, pero sus ojeras eran prueba de todas las horas de vigilia y rezo que había gastado en ello. Ivalic hizo sonreír de nuevo a Natalija, y todo presagiaba que sería el portador de la espada corta de plata fabricada por el herrero Paolo. Y Firan... Firan aún tenía los conocimientos sobre la entrada secreta al castillo de Strahd, información transmitida de un Uthurlan a otro. Los tres tenían un papel importante que realizar en el futuro.

Por lo demás, la lista de tareas pendientes se había reducido drástricamente:

-Disponían de dos prisioneros: el cuervo Hurrn y la frutilla roja Idalecia.

-Las seguidoras del Amo del Verdor habían sido contenidas en las ruinas del monasterio, y Baba Zelenna tardaría en volver a reconstruir su secta.

-Los licántropos se habían mantenido en los pantanos, y no tenían noticias de si se mantenía su alianza con el hada Valicia.

-En el campamento vistana, Madame Eva, Doru y el párroco Danovich también estaban manteniendo un perfil bajo.

-En la catarata del Tser, seguía pendiente acabar con los huargos y explorar la gruta que según Merquo Iluminador les podría llevar a una sima demoniaca en la que conseguir hierro frío.

-Gertruda, Jaqueline Montarri y su esbirro el señor Sykes seguían desaparecidos desde hace días, así como el padre de Vjelkus desde hace meses y el padre de Ivalic desde hace años.

-Tenían una invitación para el baile de gala en el Castillo de Strahd que se celebraría la noche del cinco de diciembre. Precisamente en el castillo se había refugiado de los elfos lobo medio pueblo, incluyendo a Bildrath, tío de Parriwimple, y la familia Myljana que vendió su casa a los Yanoff.

Por primera vez en mucho tiempo, no había nada apremiante ni ningún peligro inminente que afrontar.

Lo más llamativo de mi figura cuando llego de regreso junto con Ivalic y el último de los Uthurlan es la ausencia de mi capa majestuosa, de la alabarda de plata de Herr Arik y de la espada mágica de Frau Ashlyn.

Porto mi armadura, dos reliquias sagradas de mi orden (el Símbolo de Ravenkind y el Icono de Ravenloft), y una nueva espada que antes no tenía.

Estoy ojeroso y obviamente cansado, pero también sonrío contento al verlos a todos bien, incluso a la respondona de Frau Helene.

- "Saludos, compañeros." -

Ivalic frunció el ceño enfadadísimo por las palabras de Firan, no solo se había quedado dormido sino que además lo insultaba.

¡¿Caranchoa?! ¡Pero como se atreve!

Aquello era más de lo que un niño podía aguantar, todo el mundo tenía sus límites y Firan parecía tener un talento especial para sobrepasar los de Ivalic. Su primer impulso fue darle un bofetón, de esos que los padres daban a los hijos cuando hacían algo realmente malo, que sonaban en todo el pueblo y dejaban la mejilla roja y los cinco dedos marcados. Se lo daría con todas sus fuerzas.

-¡¿Caranchoa me has dicho?!

No, aquello era el peor insulto del mundo, a Ivalic no le importaba lo que significaba, no sabía ni si las anchoas tenían cara, pero solo por el tono de Firan debía ser lo más terrible que se le podía decir a un niño. Una bofetada era poco, aquello era motivo para que Herr Urik estrenara su espada solar cortando la lengua a aquel desvergonzado insultador. Claro que seguramente el paladín no estaría de acuerdo con su idea y tampoco quería que pensara que era un mal portaantorchas.

-¡Pues tu eres un caracalamar! ¡Has estado durmiendo todo el rato!

Miró a Herr Urik esperando su aprobación, al fin y al cabo Ivalic tan solo se había dormido un poquito y a penas se había notado. Además nada malo había pasado y no tenían que lamentar ninguna desgracia. Ivalic se cruzó de brazos enfurruñado y frustrado por no poder darle su merecido a aquel niño insolente, esperaba que Herr Urik reprendiera su actitud. Además debía aguantar a Firan si quería aprender sus trucos mágicos, el interés a veces era demasiado cruel y había que sacrificarse.
Intentando calmarse dejó atrás a Firan y volvió a acercarse a Herr Urik mientras el paladín le explicaba los pormenores del segundo ritual que debían llevar a cabo.

-Vaya... Ese será más complicado... en la iglesia del castillo... vaya...

Sería peligroso. Y mientras pensaban en todos los riesgos que deberían correr para lograrlo el camino les llevó hasta las ruinas del que había sido su pueblo. Seguía sin haber ninguna casa habitable así que se dirigieron a las cuevas donde se habían refugiado la noche anterior esperando que sus amigos y familiares estuvieran allí, como así fue.
El niño sonrió orgulloso al reencontrarse con todos, habían regresado y con el objetivo cumplido.

-¡Mama! ¡Katta! ¡Señora Helene! ¡Vjelkus! ¡Parriwimble! ¡Hemos vuelto! ¡Lo hemos conseguido! ¡Tenemos la espada! -El niño se volvió hacia Her Urik.- ¡Enseñasle la espada! ¡Ya veréis, es magnífica!

Era cierto que habían tenido que sacrificar la capa chula y guay y muchas otras posesiones de Herr Urik, pero parecía que el resultado había merecido la pena.

-Herr Urik enterró a la mujer colgada y esperamos a que volviera a la vida muy atentos. -Omitió el hecho que él y Firan se habían quedado dormidos de agotamiento y se habían despertado en el último momento cuando el resplandor los iluminó.- Y entonces Herr Urik hizo así con la alabarda de plata de Arik. -El niño hizo frenéticos y exagerados movimientos con sus brazos portando una alabarda imaginaria, que nada tenían que ver con los que había hecho Herr Urik, responsable de una ejecución perfecta.- Y le cortó la cabeza y la mató. Entonces la hoja solar salió flotando... ¡Alucinante! Y después Herr Urik tuvo que velar durante muchas horas mientras realizaba el ritual, pero ha gastado la mayoría de sus cosas en él. Nosotros vigilábamos mientras lo hacía para que no le pasara nada, bueno Firan no, que se quedó dormido. -Le había llamado caranchoa pues ahora merecía el escarnio público de todos, poco importaba que Ivalic también se hubiera quedado dormido durante la vigilancia.- Ahora si que tenemos un arma capaz de enfrentarse a cualquier monstruo. ¿No es genial?

​- "Vamos, Ivalic, es mejor que no hablemos mucho de eso ahora. Como sabes, nuestro enemigo tiene espías en todas partes. Nunca podemos saber dónde tiene puestos ojos y oídos.

Eso me lleva a maese Hurnn, quizá si le liberamos de la maligna influencia del Conde pudiera brindarnos información valiosa.

Necesitamos además recuperarnos. Herr Parriwimple se encuentra afectado por una enfermedad perniciosa, y yo mismo fui alcanzado por el toque gélido de un fantasma y desde entonces dudo de todas mis decisiones incluso más que antes, y me pregunto si obro con la necesaria sabiduría o tan sólo con una creciente imprudencia.

En estas lides del cuerpo y del alma, Frau Helene, dependemos enteramente de vos." -

Parriwimple se hace acompañar de Ida, y va presentando a la misma a la gente del pueblo, indicando que les ha ayudado a rescatar a Katta y que es amiga suya. Y que gracias a ella no se ha hecho un ritual malvado que hubiera causado daño a la gente. También aprovecho para comprobar que están bien, e interesarme, sinceramente, por cada uno de ellos. Si les faltan familiares, si están heridos. Ese tipo de cosas.

La llegada de Urik supuso un evidente alivio para el gigantón que no las tenía todas consigo, y que recibió al paladín, a Ivalic... e incluso a Firan, con un gran abrazo a cada uno de los implicados.

- Parriwimple contento. Parriwimple pensar separarse no bueno. Temer pasar algo amigos. Parriwimple jefe, decir siempre. Pues Parriwimple decidir fuera del pueblo nunca separarse más- dice en tono firme para luego escuchar las explicaciones confusas (sobre todo para su frágil intelecto) de Ivalic, y ver como Urik explica lo ocurrido. Por lo que entiende, las cosas han ido bien. Sin embargo se encuentra... raro. No puede dejar de pensar en las manos de Guiseppe*

Ivalic asintió ante las advertencias de Herr Urik, sería mejor no hablar demasiado, hacerle caso al paladín era lo más sensato. Por otro lado la idea de poder librar al cuervo Hurrn de su hechizo no solo les reportaría un nuevo aliado sino también mucha tranquilidad al saber que no les delataría al Conde.

-Tiene razón Herr Urik, y sería bueno que pudiéramos deshechizar al cuervo Hurnn. Señora Helene ¿Usted puede hacerlo?

Desde luego la Señora Helene se había convertido en parte fundamental del grupo y entre todos formaban un pintoresco mosaico de gente, aunque parecía que podían arreglarse bien si colaboraban, por eso no podia estar más que acuerdo con las palabras de su amigo Parriwimple.

-No pasó nada Parriwimple, pero tienes razón, creo que sería mejor si fuéramos juntos.

Helene alzó la vista del diario cuando escuchó el suspiro de alivio de Natalija. Reconoció aquel sonido como algo muy íntimo y tan solo tuvo que desviar la mirada hacia donde ella miraba para comprobar que su hijo, Ivalic, se acercaba sonriente. Escuchó pacientemente, sin interrumpir a nadie, ni hacer comentarios desafortunados acerca de la imprudencia de llevar a dos niños a una aventura de ese tipo desoyendo las peticiones de Parriwimple. Al final, todos hacían lo que podían. En verdad, la lectura del diario de Danovich había sido reveladora y había meditado acerca de lo desafortunado del camino de quienes se aferraban al orgullo y no a la compasión, a la piedad y al perdón.

-Habéis hecho un buen trabajo. Me alegro por vos, Herr Teudeldorf. Habéis logrado vuestro ansiado premio. Pero, ¿habéis comido algo? Lo dudo. Sería conveniente que cenarais algo y después descasarais. Todos y sin excepción. ¿Entendido? -su tono maternal pareció ascender un grado y resultaría difícil obligar al cuerpo a no cabecear afirmativamente ante tan imperiosa orden-. En cuanto a vuestros males, aflicciones y maldiciones, haré cuanto esté en mi mano por ayudaros. Deberé dedicar unas horas al estudio y a la meditación y rezar intensamente para obtener el poder necesario. Y en cuanto a lo que dices, Parriwimple, estoy de acuerdo contigo. Juntos podemos ayudarnos. Separados, somos débiles en este mundo lleno de horrores.

- "Os lo agradezco enormemente, Frau Helene.

Creo que, por primera vez en mucho tiempo, siento algo parecido al optimismo. Quizá sea una locura sentir algo como la esperanza en este mundo en el que vivimos, pero creo en poderes superiores, en Poderes Benignos, como el Padre Cuervo, que se oponen a la oscuridad y, de algún modo, iluminan nuestro sendero.

Es probable que cada uno de nosotros tenga sueños y esperanzas, cuya persecución pueda redundar en nuestra causa común.

Por mi parte, he cumplido al menos tres de mis objetivos principales, tan sólo resta uno, pero puede ser peligroso, aunque ya hemos estado allí, en la Capilla del Castillo, donde rompimos aquella impía vidriera.

Antes de volver a meternos en la boca del lobo, tal vez podamos sopesar nuestras tareas pendientes y planear nuestro siguiente paso. Una vez hayamos descansado y nos hayamos recuperado física, mental y espiritualmente, claro está." -

Gertruda...

Mary Bogoescu, la Loca Mary, era la que más había llamado la atención de Parriwimple. A veces, como ahora, se quedaba con la mirada perdida, viendo fijamente las paredes de la caverna. Susurraba el nombre de su hija de modo perturbador. En otras ocasiones, molestaba al resto de refugiados diciéndoles que su hija había ido a hacer un recado, y que pronto volvería... o que estaba desaparecida, preguntando si la habían visto.

A Ivalic le gustó comprobar como la Señora Helene y Herr Urik se ponían de acuerdo. Era importante para el grupo que estuvieran unidos y ellos habían tenido sus más y sus menos en el pasado, el niño esperaba que a partir de ese momento todo fuera diferente. La Señora Helene le recordó que no había comido y sus tripas empezaron a protesta.

-Tengo hambre. Mamá, ¿Que hay de cena? O... de desayuno... ¿Que hora es? -No tenía claro que se hacía a esa hora.- Vjelkus, Firan ¿Queréis comer algo vosotros?

Ivalic se paseó por la cueva curioso, comprobando cuanta gente estaba allí y como estaban. Vio a la madre de Gertruda que parecía seguir obsesionada con su pobre hija.

¿Estará bien? Ojalá podamos ayudarla...

Además eso alegraría a su amigo Parriwimple también, aunque ahora desde que estaba Ida parecía más centrado en la ex fruto rojo.

Helene se giró hacia la voz de Mary. Llevaba así un buen tiempo y lo cierto es que si bien la señora era conocida como la Loca, su hija estaba desaparecida y su agonía resultaba perturbadora. Se acercó a ella y la tomó con delicadeza por los codos y la llevó hacia donde estaba el grupo, invitándola a sentarse.

-Señora Mary, ¿qué recado fue a hacer Gertruda? -preguntó al tiempo que apriovechaba para hacer un reconocimiento de la mujer, intentando detectar las razones de su locura y tormento-. ¿A dónde la envió?

Parriwimple tomó de la mano a Ida y se acercó hasta donde estaban Mary Bogoescu y Helene. Asintió a las palabras de Helene y miró a Ida.

- Gertruda hija Mary- le explicó- Buena amiga. Creer estar castillo vampiro malo, pero no saber seguro. Preocupados por ella.

Tras esto el gigantón escuchó con paciencia a Helene y lo que pudiera responder la madre de Mary.

- "Sí, todas las informaciones que tenemos apuntan a que está viviendo en el Castillo Ravenloft, trabajando como criada. Pensábamos investigarlo antes o después, aunque no sé si estamos todavía preparados..." -

Me quedo pensativo un momento.

- "Tal vez debamos aceptar la invitación para el baile de gala y comprobar en persona si Gertruda se encuentra bien. El problema es... ¿dónde esconderemos nuestras armas y armaduras? Si vamos exclusivamente con ropa de baile y completamente desarmados... puede que no salgamos de allí con vida." -

La señora Helene trajo esto.

Margarita enseñó la caja de raciones de campaña al hambriento Ivalic. La abrió. Estaba vacía. La cerró, la giró y la volvió a abrir. Por arte de magia, en la segunda ocasión, la caja tenía todo tipo de viandas.

Es difícil saber qué hora es aquí abajo, pero por cómo duerme la gente, deben de ser entre las seis y las diez de la mañana.

Eso me recuerda... Ten, Ivalic. Con las dos campanillas que me disteis, solo tenía materiales para forjar una pequeña espada corta. Es más adecuada para una mano pequeña...

Paolo mostró una espada corta de gran calidad. Serviría contra los elfos lobo, pero para los vampiros deberían encantarla primero.

Mary se giró hacia Helene.

¿Eh? ¿Qué recado? Déjame que recuerde... Tal vez la mandé a los Ultramarinos, ¿o era a la zapatería del viejo Edrich?

Edrich murió hace años. Su zapatería cerró. Me temo que no váis a sacar nada en claro de lo que diga la Loca Mary.

Ir en busca de Gertruda podía ser el siguiente paso del grupo, pero tal y como Herr Urik indicaba sería algo peligroso, aún aprovechando la invitación al baile.

-Podemos meter las armas y las armaduras en las mochilas mágicas...

Parriwimple e Ivalic tenían y allí se podían esconder un montón de cosas, el niño ni siquiera sabía el límite de lo que entraba en la suya, pero podía ser una forma de introducir material de guerra en el castillo de una forma discreta. Mientras los adultos pensaban en ello Ivalic atendió a Margarita que vino con una caja, pero para su desazón estaba vacía. Pero luego al cerrarla, girarla y volver a abrirla la caja tenía todo tipo de alimentos.

-¡Ala! ¡Como mola! -Se giró hacia su amigo Vjelkus, sin duda algo así debía ser su sueño.- ¿Has visto Vjelkus? Tu madre tiene una caja mágica que se llena de comida, así nunca pasaremos hambre... ¿Que te parece, Firan? ¿A que tu no puedes hacer algo así? ¡Gracias Margarita! ¡Y gracias Señora Helene!

Ivalic cogió algo de comida y disfrutaba su sabor mientras también disfrutaba metiéndose con el niño mago, todavía no le había perdonado lo de caranchoa.
Pero cuando Paolo se acercó con la que sería su nueva espada el niño abrió mucho los ojos ante lo que le parecía una gran obra de arte.

-Mi propia espada de plata... ¡Guaalaaaa! ¡Mire Herr Urik! ¿Que le parece? Con esto ya podré enfrentarme a los monstruos. ¡Gracias Paolo, eres el mejor herrero!

-Es un regalo de Ludovico para ayudar a las gentes del pueblo en estos tiempos de dificultades. Fue generoso y su regalo no está hecho para ser desperdiciado. Proporciona unas pocas raciones diarias -declaró un tanto frustrada por la respuesta de Mary y su incapacidad para detectar qué podía ocurrirle a aquella mente transtronada-. ¿Entre las seis y las diez? -su gesto fue de preocupación-. Confiemos en que no haya amaneceido aún o no podré regenerar mi poder. Si me disculpáis, voy a concentrarme en lo importante -sañaló retirándose a orar para recuperar un poder cada vez más necesario si querían conseguir algo positivo.

Parriwimple estaba perplejo. ¿Por qué insistían todos en ir a donde estaban los vampiros? Le parecía... tonto. Y eso que él no era muy listo. Estuvo a punto de decirlo, en voz alta, pero prefirió, finalmente, guardar silencio. Helene decía que tenía que rezar, y rezar era bueno.

Ya comentaría algo sobre eso cuando Helene dejara de rezar.