Habiendo sido expulsada del grupo y por tanto siendo tachada como "persona no-confiable", Ueno Ayaka no le quedó más remedio que deambular por el pueblo sin nada que hacer más allá de estar molesta consigo mismo y con las demás, en un completo aburrimiento esta muchacha decidiría ir hacia el Arcade.
No era el lugar más elegante de la ciudad, y aunque habría habladurías si la vieran entrando en aquel lugar "para niños", en esos momentos el hecho de no tener a nadie a su alrededor vigilándola era un punto positivo para atreverse a entrar y a revivir viejos recuerdos de la infancia.
Sorpresivamente la puerta no estaba cerrada, por lo que Ueno Ayaka pudo adentrarse en el misterioso mundo del arcade con olor a pizza rancia y otras comidas llenas de frituras mientras podía divertirse canjeando dinero real por dinero imaginario conseguido con sudor y sacrificio en máquinas pegajosas con juegos pasados de moda.
Realmente ese era el sueño de todo niño...
Rebuscando por el mostrador principal de aquel pequeño recibidor antes de entrar a la zona de juegos, Ueno Ayaka se percató de que alguien había dejado una nota debajo de la gorra con el logo del restaurante. Y claro, teniendo en cuenta que se acababa de percatar que ese lugar sin luz era tan valioso como un montón de cajas cuadradas con pantallas negras vacías... hizo lo impensable: Leer la nota.
Realmente la muchacha sí estaba aburrida.
Querido Jefe.
¿Sabes qué? ¡Que lo dejo!.
No voy a ser una simple rata toda mi vida. Voy a cumplir con mis sueños y seré famoso. No voy a ser un actor dentro de un disfraz sudoroso nunca más. Seré reconocido por todo el mundo. Y nadie NUNCA me dirá que no estoy a la altura.
Me voy a tomar unas vacaciones de todo esto con Kenshin-chan. Para lo poco que nos pagas me sorprende no haber tomado la decisión antes. Aguantar a todas esas niñas por menos del salario mínimo es un despropósito.
Y si lee esto alguien que no es el Jefe, no intentes forzar la contraseña del candado de la caja de fusibles, nunca adivinarás que el código es 11037, y no estás cualificado para levantar todos los fusibles salvo el último para encender todas las máquinas recreativas.
Ea, que te den por culo.
Tras explorar un poco por las paredes iluminadas por la luz que entraban por las ventanas del recibidor, Ueno Ayaka logró encontrar la caja de fusibles, cerrada a cal y canto por un candado con una combinación numérica de 5 cifras, por suerte para la muchacha esta logró abrirla colocando la combinación correcta "11037".
Y tras esto, tan solo tuvo que levantar todos los fusibles salvo el último de ellos, tal y como indicaba aquella nota que leyó en un momento de aburrimiento y sin tener nada más que hacer.
Una vez que subió todos los fusibles indicados, las luces se encendieron, las pantallas de todas las arcades aparecieron sus juegos, y la música comenzó a sonar en la lejanía. Realmente toda aquella zona había cobrado vida nuevamente, incluso el letrero de neón del exterior estaba encendido.
Realmente se lo iba a pasar realmente bien, puesto que todo estaba encendido y dispuesto al disfrute de todos los niños, o en este caso, al disfrute de la única niña en todo el pueblo, Ueno Ayaka, por lo que sin esperar demasiado salió corriendo a probar los juegos sin supervisión alguna.
Y excepto el espectáculo de animatrónicos, todo estaba encendido y activado.
Tras echar unas cuantas partidas en las máquinas arcade que eran las más populares para cuando el Arcade se encontraba abierto, la muchacha se sintió lo suficientemente confiada como para probar suerte y explorar un poco por la zona designada como "Solo Empleados" y aunque no encontró nada que pudiera llamarle la atención más allá de un traje de la mascota tirada en el baño, esta se sintió satisfecha por la exploración hecha.
No iba a meterse dentro de aquel disfraz porque, seamos realistas, estaba sudado y olía fatal tanto por dentro como por fuera. Por lo que dejándolo ahí atrás, la muchacha volvió hacia la zona de los juegos arcade esperando batir los récords de ese tal "KNORI".
Mientras Ueno Ayaka regresaba a la zona de los arcades, una mirada se posó en ella, haciendo que esta se sintiera ligeramente incómoda; y tras echar un vistazo en los alrededores se percató que las cortinas del escenario se habían abierto y aquella banda de animatrónicos estaba visible.
Quizás por la curiosidad de que estos volvían a salir a la luz después de un tiempo de estar ocultos tras la cortina con el cartel de mantenimiento, ahora tirado en el suelo; Ueno Ayaka se acercó para ver, más de cerca, aquellas figuras.
¡Hola Pequeña Niña!
¿Qué te pasa?. ¿Estás sola?.
¿Dónde están tus amigas?.
Aquellas preguntas sorprendieron a la muchacha, la cual sabía que la tecnología detrás de esas cosas había avanzado para reconocer patrones, e incluso emociones basándose en las micro-expresiones de la cara, y quizás por eso sus diálogos eran tan acertados.
Quizás fuera por la voz robótica que trataba de pasar por una criatura amigable y juvenil, o quizás fuera porque sus "amigas" habían votado por ella por ser la persona más desconfiable de ese grupo y fuera expulsada, prohibiéndola seguir... y por mucho que esta se dijera a sí misma que así era mejor, que "quién las necesitaba", que "estaba mejor sola", aquel rechazo por parte de las demás chicas le llegó bastante hondo, doliéndole profundamente el comentario.
¡No te pongas triste!
Dijo el robot a la pequeña Ueno Ayaka, probablemente porque los sensores del mismo notaron las micro-expresiones en el rostro de la joven chica que indicaban que, en verdad, le había dolido el comentario porque realmente estaba sola y sin amigos.
¡Ven a que te de un abrazo!
El robot se agachó de aquella tribuna y abrió los brazo para que la muchacha pudiera liberar un poco sus emociones en un fuerte abrazo de alguien que no desconfiaba de ella ni la juzgaba por ser quien era.
Quizás Ueno Ayaka no lo pensó demasiado bien, probablemente por el rechazo previo y ante la posibilidad de sentir confort en los brazos de alguien que decía palabras bonitas y le prometía un futuro mejor, más brillante, esta se acercó.
¡Muy bien!
¡Todo saldrá bien!
El abrazo fue firme, pero a su vez agradable y confortable; aunque al cabo de unos segundos este se hizo demasiado largo, y unos cuantos segundos más allá, siguió el abrazo que en vez de liberarse, este se hacía más y más firme.
A medida que el abrazo se alargaba, este se hacía más incómodo, apretado y doloroso para la joven Ueno Ayaka que ya había comenzado a gritar tratando de apartarse del pecho metálico cubierto por un armazón peludo de la criatura; pero ni los gritos ni los golpes de sus brazos hicieron que el abrazo se detuviera.
Imagine me and you, I do
I think about you day and night, it's only right
To think about the girl you love and hold her tight
A medida que aquel animatrónico cantaba los versos de aquella canción, Ueno Ayaka se sentía cada vez más débil a la par que podía sentir y escuchar como sus huesos lentamente se iban partiendo y desquebrajando; sus órganos se iban punzando contra estos y contra sí mismos, y como los vasos sanguineos comenzaban a estallar.
So happy together
Y con este último verso, la columna de la muchacha se partió por la mitad.
Unos segundos más tarde de que la muchacha dejara de patalear y golpear el pecho del animatrónico, este robot animal la soltó con un rápido movimiento de brazos, dejando que el cuerpo de la muchacha cayera, golpeando el escenario y se deslizara dejando un rastro de sangre y babas hasta el suelo.
If I should call you up, invest a dime
And you say you belong to me and ease my mind
Imagine how the world could be, so very fine
So happy together
Y mientras tanto, el robot seguía cantando aquella cancioncita.
El cuerpo de Ueno Ayaka yacía frente a aquel pequeño escenario, inmóvil y muerto; en un claro contraste con los alegres animatrónicos que seguían tocando y cantando las canciones de fiesta que tenían en su repertorio musical; todo bajo el interés y la mirada atenta de aquel individuo que todo lo observaba y todo lo juzgaba.
Y al igual que se bajaba el telón de la vida de la muchacha, con el sonido de un plomo bajando, los animatrónicos terminaron su canción en mitad de la misma y la cortina rojiza se cerró manualmente para posteriormente que este colocara el cartel que indicaba que el espectáculo estaba cancelado por mantenimiento.