Partida Rol por web

Rechazada y expulsada, Anbiro Yasashi se había convertido en una paria de aquel grupo que antaño eran sus amigas, la actitud amable, compasiva y empática de Anbiro Yasashi no había servido de nada para que esta no resultara expulsada del grupo, mucho menos de la forma en la que había sido, con todos los votos en su contra.

Por lo que sin más remedio esta caminó en sentido contrario por aquel túnel que había subido junto a sus compañeras, aunque en este caso, sola, bajando la pequeña inclinación por los cientos de metros que este tenía. Con esperanzas de encontrarse a Ueno Ayaka por el pueblo para pasar el tiempo juntas y no seguir en la absoluta soledad.

Mientras bajaba, al final de aquel pasillo una figura negra se iba haciendo más y más visible, reconocible entre la oscuridad reinante de aquel pasillo como el de una persona que se movía en sentido contrario a donde avanzaba Anbiru Yasashi, ascendiendo por aquel pasillo, acercándose a ella.

Los comentarios de la muchacha, preguntando quien era, no parecía ser suficiente motivo para que esta persona respondiera, y cada vez estaban más cerca el uno del otro. El miedo a lo desconocido, hizo que Anbiru Yasashi se detuviera y se pusiera en guardia de cualquier posible movimiento sospechoso de aquella criatura que se movía entre las sombras y cada vez estaba más cerca.

Un flash de luz iluminó todo el pasillo, apenas dejando ver por un instante de quién era esa persona que se escondía entre las sombras y que acababa de realizar el disparo contra Anbiru Yasashi. Por desgracia para la muchacha, esto no fue suficiente como para distraerla del hecho de que ahora estaba en el suelo, en un charco de su propia sangre.

El disparo le había atravesado el abdomen, y esta no tenía fuerzas para moverse, y apenas podía respirar. Tan solo alcanzó a decir una única palabra mientras aquella persona pasaba a su lado, las últimas palabras de Anbiru Yasashi fueron:

"¿Por que?"

Kawamura Mai no había dicho nada durante la votación aunque sí que había alzado la mano para señalar a una de sus compañeras, el motivo para volver a estar callada otra ronda más se le escapaba incluso a la propia Kawamura Mai, la cual en su cama, esta no podía conciliar el sueño.

Levantándose para dar un paseo por aquel lúgubre y húmedo lugar, esta creyó que era lo mejor para despejar su mente y volver a ser quien era, una muchacha firme, una muchacha superior al resto de sus congéneres, ella era Kawamura Mai, quedarse callada no era cosa de ella... y aún así... lo hizo.

Claramente aquella situación la estaba superando, había dejado de ser ella misma, había sucumbido a la desesperación y había caído en lo más profundo del temor, este la había paralizado, la había enmudecido, y con esfuerzo lo máximo que pudo fue alzar una mano para señalar a alguien.

Esto era algo que no podía ser, ella tenía que ser fuerte, tenía que ser más que las demás, tenía que volver a alzarse... aunque lo que estas muchachas vivieron hasta entonces las habían hecho cambiar, el Status Quo en donde Kawamura Mai brindaba de ventajas ya no era posible, volver atrás, ya no era posible.

Por mucho que esta deseara que todo hubiera sido una simple pesadilla, era real... si al menos él estuviera aquí...

Como si hubiera podido leer el pensamiento de Kawamura Mai, la melodiosa voz del joven que traía loquitas a todas las chicas apareció en aquel inhóspito lugar. En concreto al otro lado de la puerta. El qué hacía ahí o el cómo había logrado llegar hasta ese lugar eran preguntas que se le pasaron por la cabeza a Kawamura Mai, pero la insistencia de Dai, hizo que esta actuara sin pensar.

-Te estaba buscando por el pueblo pero no estabas. ¿Qué haces ahí dentro?. ¿Me abres?.

Sin pensarlo demasiado, dejando de lado todas esas preguntas que habían asaltado a la muchacha segundos atrás, esta comenzó a apartar los armarios, las sillas y todo lo que habían colocado entre las cinco chicas para evitar que la recién expulsada Anbiru Yasashi regresara junto a ellas.

Y antes de abrirle la puerta a Dai, esta se recolocó un poco el cabello, a fin de cuentas, pese a que el sitio no era nada presentable y ella estaba llena de dudas por lo que había vivido, tenía que demostrar que seguía siendo la grandiosa Kawamura Mai, aún con todo lo que había pasado y en donde estaban.

Con esto, abrió la puerta para saludar al muchacho del otro lado.

Un flash de luz iluminó toda la estancia, apenas dejando ver por un instante la figura de Dai Pai y que acababa de realizar el disparo contra Kawamura Mai. Por desgracia para la muchacha, esto no fue suficiente como para distraerla del hecho de que ahora estaba en el suelo, en un charco de su propia sangre.

El disparo le había atravesado el abdomen, y esta no tenía fuerzas para moverse, y apenas podía respirar. Tan solo alcanzó a decir una única palabra mientras aquella persona pasaba a su lado, dirigiéndose hacia la puerta cerrada y tecleando la contraseña adecuada, haciendo que la puerta se abriera y este abandonara la estancia como si nunca hubiera estado en aquel lugar.

Aún con todo, en su último aliento, Kawamura Mai usando su propia sangre escribió una palabra: