Maeve terminó bastante indispuesta tras aquel "banquete" por lo que se disculpó para ausentarse a dar una vuelta antes de ir al lugar que tuviera reservado para descansar, aunque si no estaba allí y le preguntaban a su joven escudero este respondería que estaría durmiendo la mona del alcohol en algún lado.
Fue a beber del odre cuando observó como él lo hacía de forma que el líquido recorriera su piel, bajando desde su cuello y sus pechos hasta llegar a la zona de sus muslos y piernas provocando que la joven sonriera con lascivia antes de sentir como él recorría su cuerpo con su lengua, provocando ligeros jadeos en ella y excitando su cuerpo.
Las pruebas de su excitación no estaban solamente en sus endurecidos pezones sino también en su piel erizada y su húmedo y cálido sexo.
Dejó que él lamiera el líquido de su cuerpo, que la acariciara y jugara con ella pues la excitaba, aunque en su rostro había también una traviesa sonrisa por eso cuando le dio la vuelta la joven giró su rostro ligeramente hacia él.
- Divertíos ahora que después lo haré yo... Soy una mujer pasional que no le gusta sentirse dominada por otros, así pues... Luego cambiaremos las tornas, de momento... Juguemos...
Sus ojos, su mirada y su cuerpo estaban cargados de una energía sexual y un deseo desbordantes, sin duda alguna la joven tenía ganas de divertirse a base de bien.
Dunn sabía que ningun picto, hombre o mujer le gustaba ser dominada.. así pues, sabría que le llegaría el turno de dejarse hacer.. así, después de tomarla con fuerza y fiereza, mordisqueando aquí y allá.. el caballero montaraz terminó varias veces para continuar con la danza amatoria sin darse apenas un respiro.. ambos contendientes eran fuego y desbordaban una energía que parecía inagotable a los pies de aquel roble sagrado.. entre gemidos y proclamas a la diosa Morrigan.. el irlandés se dejó llevar por el insaciable deseo que le procurada el alcohol, la luna y aquel sexual salvajismo de su parteneur..
Maeve disfrutó de las atenciones y la pasión de Sir Dunn, dejando que él llevase la iniciativa unas veces para en otras ser ella la que colocaba su espalda contra el árbol o lo montaba estando sentados en el suelo.
Si algo quedaba claro era que la joven era una mujer pasional que disfrutaba del sexo, de las diversas posturas y de toda la pasión y lascivia que acompañaba a aquel acto ante el sagrado árbol. Daba igual que estuvieran toda la noche y parte de la mañana la joven lo disfrutó sin lugar a dudas, dejándose caer incluso sobre él para descansar durante unos pocos instantes.