Partida Rol por web

Se oyen unos pasos –Hola, ¿Hay alguien ya al otro lado? Soy Walter de treinta y tres años. –adelantó.

Después el silencio y un ruido de cojines mientras alguien grande se sienta –Nos ha durado poco el recreo ¿Cómo estás después de la primera ronda?

Un suspiro se escapó y detrás una risa tranquila –¿De dónde vienes? ¿Qué es lo más importante que te gustaría encontrar para casarte? Perdona, no soy tan preguntón pero... Después de la experiencia de la primera ronda quisiera tomarme esto un poco más en serio...

Se escuchó el sonido de unos tacones femeninos accediendo a la cabina. Una voz amigable respondió.

-Hola… Si… me llamo Amy, tengo 30 años y soy de Nueva Orleans.

Tras la pregunta de su interlocutor, Amy rio un poquito, quizás por la broma o quizás por los nervios.

-¿La primera ronda? Pues yo diría que no ha resultado ser tan buena como esperábamos las chicas. Al menos ese ha sido el sentimiento general en nuestra zona común al intercambiar impresiones. Personalmente no me he sentido incómoda, pero tampoco he sentido ningún flechazo. ¿Y tú que tal Walter?

Amy restó impotencia al asunto de ser preguntón. Rio suavemente.

-Jaja, no te preocupes, por supuesto, estamos aquí para hablar, si no preguntamos ¿cómo nos vamos a conocer…? Respondiendo a tu pregunta, las cualidades que busco en un hombre son: sinceridad, empatía, inteligencia emocional; no quiero ejercer de madre con nadie o estar discutiendo de continuo con alguien demasiado orgulloso o cabezota. Me gustaría conocer a un hombre que esté centrado, a mi edad es lo que busco. Casarme me casaría con alguien que quiera formar una familia. Y si puede ser divertido mejor, que no todo va a ser seriedad, jaja. Dime que buscas tú.

Escuchó en silencio mientras se escuchaba un bolígrafo rasgando un papel. Una vez acabó de hablar respondió –¿Flechazo? ¿Has oído alguna vez de algún caso de amor a primera oída?–. Se echó a reír –Sería casi un milagro que eso pasara. No obstante creo que todos estamos aún un poco desconcertados.

El bolígrafo siguió rasgando el papel mientras se escuchaba un sonido de asentimiento –Inteligencia emocional... eso es interesante. Curiosamente eso que dices que no quieres encontrar me pareció verlo reflejado en mis citas. Que no sabían bien qué querían o a qué venían. Quizás eran demasiado jóvenes. ¿A qué te dedicas Amy? 

Dejó que el silencio invadiera un poco el espacio entre los dos y después de suspirar respondió –Me acojo a lo de la inteligencia emocional. A estas alturas de mi vida ya aprendí a cuidarme solo. Aunque eso no quita que esté deseando compartirla. Busco sin duda sencillez y calidez en el carácter.

Rio por el comentario sobre el flechazo.

-Uhm, no sé si flechazo a primera oída. Pero desde luego si que pienso que una conversación puede ser el inicio de algo, al menos despertar la chispa de una curiosidad. Si esa curiosidad evoluciona, podemos sentirnos atraídos a querer conversar más. Diría que en parte la conexión se trata de eso. De descubrir si hay algo de nosotros que se conecta con la otra persona.

Suspiró hondamente. -Pues es un inconveniente que los participantes del programa no sepan bien lo que buscan, eso genera un tanto de desconfianza y decepción. Yo lo tengo claro, no he venido para pasar el rato, estoy implicada en esto.

Dejó unos segundos entre respuesta y respuesta, sorbiendo liquido de lo que sería una taza o vaso. -Me dedico a realizar pasteles de boda. Si, es una ironía, nunca he estado casada y trabajo con ese material sensible para bodas todos los días. Así que algunas veces me siento feliz, y otras, la envidia sana me corroe un poco. Supongo que no tengo suerte con los hombres…

Otro silencio, más espaciado.

-Está bien Walter, me gusta eso porque encaja bastante con mi carácter. Aunque puede que sea algo más complicada de lo que aparento. No lo sé. Pero si te puedo decir que no soy de esas mujeres a las que les gusta jugar a hacerse la misteriosa o usa trucos para que un hombre se pille por ella. No sé, yo solo soy Amy, jaja.

Asintió a sus palabras y dijo divertido —Pues habrá que dejar libres los puertos USB para ver si conectamos. Estoy dispuesto a llevarme un buen chispazo y bastante curiosidad para seguir concursando y participando.

Asintió a las palabras de Amy y carraspeando primero añadió –La parte de los chicos parece una partida de poker, nadie mencionada nada directamente, parece que hay expectación, pero poca confianza.

Escuchó el sonido del líquido y tras escucharla añadió –Pastelera es una bonita profesión, que importan las bodas ni los hombres... ¿Por qué dices que no tuviste suerte? ¿Cómo ha sido tú relación con los hombres?

Tras la risa de Amy también se escuchó la risa del otro lado –Pero eso de no usar trucos es sencillez. En cuanto al carácter complicado, bueno, yo tampoco soy una ovejita. Además suelo ser bastante inflexible ante lo que considero injusto, y no soy pequeño precisamente. Mido 1,90. ¿Cuánto mides tú, Amy?

-Jaja, muy bien, esa es la actitud.

Pasaron unos segundos y Amy hizo otro ruidito distinto, lo que podía identificarse como un tintineo metálico, lo que probablemente daba a entender que estaba jugando con un colgante o movía su maño junto a sus pulseras. Quizás estaba escribiendo.

-Me gusta ser pastelera, si. La parte negativa es que tengo la tentación dulce cerca de mí…

Luego añadió con honestidad.  

-Mi relación con los hombres se basa sobre todo en el sexo. Es para lo único que les intereso. Al menos esa ha sido mi experiencia, ninguno se queda conmigo más tiempo. Es bastante triste… quizás aún seria todo más triste si ni siquiera me consideraran para eso.

Prefirió cambiar de tema porque no tenia mucho que contar.

-Y ahora te toca responderme tú, jaja ¿A qué te dedicas y de donde eres? Cuéntame que te ha traído a este programa. ¿Tuviste alguna relación duradera en el tiempo?

Se quedó callada escuchando el resto.

-Me gusta eso, que no soportes las injusticias porque yo tampoco. ¡Vaya que alto! No sé si puedo hablar sobre la altura ya que no está permitido hacer alusión al físico. Bueno, vale, te diré que no soy pequeña.

—Oh, vaya. También es mala suerte no encontrar a nadie para algo más que para eso —dijo con aflicción en su voz.

Suspiró sopesando aquellas preguntas y luego contestó con cierta parsimonia —Soy trabajador social en un centro de menores en Wuppertal, Alemania. Lo cierto es que me apunté al programa pensando en cambiar cosas en mi vida, ya fueran laborales, o dónde vivir, incluso ambas. Pienso que el programa puede darme un empujoncito a cambiar de aires y si encima termino casado ¿Por qué no? 

Luego unos segundos de silencio que comenzaron con un tono serio —No. No tuve ninguna relación larga en el tiempo. Tuve algunos problemas físicos y pasé una adolescencia bastante solitaria. Por eso me decanté por ayudar a adolescentes.

Aunque después de las palabras de Amy arrancó a reír —Oh, vaya. ¿No podemos decir ni preguntar nada del físico? Entonces me temo que he firmado sin leer la letra pequeña jaja. Tampoco es que pretenda contarte nada, pero a veces no es fácil hablar sin hacer alusiones a como somos. Al menos en complementos ¿Tienes algún tatuaje?

-Si... Confío en que en alguna ocasión será diferente y alguien verá mi valor como persona. 

Algunas veces Amy se sentía infravalorada, siendo su deseo de casarse y tener una familia, algo inalcanzable. 

-Este mundo es muy competitivo en todos los sentidos. La gente es tan superficial... 

Su tono de voz se volvió apagado por unos segundos. 

Luego, cambió repentinamente a sorpresa.

-¡Que me dices, Alemania! Tu trabajo parece muy gratificante. Es importante que nos llene lo que hacemos, que pongamos toda nuestra buena energía en ello. 

Su voz se volvió más animada. Pero volvió a invadirle la sorpresa, esta vez por algo que tenía que ver con su pasado...

-Lamento escuchar que pasaras por esas dificultades. Mi adolescencia no fue del todo buena tampoco. Sufrí acoso escolar. Ese tipo de experiencias dejan hondas heridas en las personas. Estoy bien, pero en su momento lo pasé fatal. 

Le llamó la atención que le preguntara sobre los tatuajes. 

-Buah, no, jaja, le tengo un miedo atroz a las agujas. Imposible. Aunque quisiera me desmayaría en la camilla. ¿Tu tienes alguno? 

Hizo una pausa y preguntó algo más. 

-Háblame de tus pasatiempos ¿Que te gustaría compartir con esa persona especial? ¿Has pensado en ser padre?

–Bueno Amy, confía en ti. Estoy seguro de que vas a encontrar a la persona adecuada –dijo comprensivo –desgraciadamente el mundo siempre ha sido una competición. Este mismo juego lo es. Tómalo simplemente como eso, un juego. Hasta que aparezca la persona adecuada. Para entonces echa toda la carne en el asador.

Sonrió al verla animada y contesto con alegría –¡Es gratificante!, –  ​​aunque su tono volvió a cambiar y se volvió tenso. –Pero también es duro ver el estado en el que llegan muchos jóvenes. A algunos puedes cambiarlos, pero otros te cambian a ti.

Asintió a las palabras de Amy –vaya. Yo también sufrí acoso. Yo convertí esas heridas en tatuajes para recordarlas. Así que si, tengo más de uno. Para no olvidarlas.

Se escuchó como se levantaba y caminaba amortiguada mente por la habitación, como si fuera descalzo –Mis aficiones están basadas en dejar un mundo mejor. Me gusta construir objetos o esculturas con materiales reciclables, o tallar la madera y la piedra. Siempre he tenido la eterna duda de si querría traer un hijo a este mundo o no. Lo primero es encontrar a la persona adecuada, y luego replantearlo. ¿Si te casas querrías hacer tu propia tarta? ¿De que sería?

-Oh, no… no me tomo esto como una competición Walter. Sé que puede parecer así, si hubiera más de una persona interesada en otra. Pero, no… estoy tranquila en ese sentido, simplemente siendo yo misma. Además, confío en que suceda lo que has dicho, si no en este programa, en otro lugar.

Dejó escapar una risa suave. Después, continuó escuchando atenta a su compañero de cabina.

-Entiendo… si, algunos casos deben crear frustración al querer ayudarles y no conseguirlo. También mediante el proceso de ayuda tu aprendes. Entiendo que es un trabajo edificante en ambos casos. Me alegro de que te guste y seas feliz con tu profesión.

Su sorpresa se reflejó en el tono de su voz.

-Nunca lo habría imaginado… ¿Qué clase de tatuajes son? ¿Podrías contarme la historia de alguno? Me da curiosidad.

Estuvo callada durante unos segundos más, como meditando sus respuestas o reflexionando sobre lo que Walter decía.

-Es muy interesante. Yo realizo el diseño de las tartas, hago también muñequitos tanto de personas como animales o lo que me pidan los novios. Y si, comprendo que este mundo es un lugar difícil, pero tiendo a pensar que los padres pueden ayudar mucho a sus hijos. ¿Mi tarta de bodas? No he querido pararme a pensar en ello. Tendría que reflejar algo que me identifique a mi y al novio, o algo que nos guste a los dos.

–Yo tampoco veo el mundo como una competición, pero sí como un reto que nos pone a prueba constantemente. –dijo reflexivo –Y esto no es ninguna excepción ¿Eres de campo o de ciudad? ¿Mar o montaña?

Asintió al escucharla hablar –Tu profesión es bastante más dulce que la mía. Supongo que eso también moldea el carácter –contestó con una sonrisa franca.

Dejo pasar unos segundos de silencio y luego hablo finalmente –Si te hablara de ellos tendría que hablarte de mi físico. Pero bueno, te puedo adelantar que son como las gárgolas de las catedrales. Tienen un aspecto aterrador para espantar al mal.

Caminó pausadamente por la habitación mientras la escuchaba, luego aportó –¿Y cuál sería el elemento que te definiría a ti? A mi igual un martillo por mi afición a construir. Me podría poner un martillo de Thor jaja–dijo divertido aunque a continuación volvió a un tono serio antes de preguntar –¿Qué tal tu relación con tus padres?

-Empecé nerviosa con este experimento, luego… la presión bajó de golpe. Soy de ciudad, sin ninguna duda, y más de mar que de montaña. ¿Y a ti que te gusta? ¿Practicas algún deporte en especial?

Amy rio luego dándole la razón.

-Supongo que si, me llegan las endorfinas del chocolate y las de los novios. El pack completo de dulzura, jaja.

Hubo un silencio.

-¿Gárgolas? ¿De verdad? Me has hecho pensar en Victor Hugo y su jorobado de Notre Dame. Oh, espero no haberte ofendido, no era mi intención.

Se disculpó apurada. Después se volvió a escuchar ese ruido metálico de antes, algo que hacía Amy que estaba en movimiento. Respondió a lo siguiente.

-¿A mí? un arcoíris o una nube, o quizás un pincel. ¿Martillo de Thor? Jaja. No está mal.

Añadió finalmente.

-Con mis padres bien, mi padre tiene un carácter difícil, y lo amo igual. Me gusta lo idiota que es, y las bromas que hace. Ellos se separaron cuando mi hermana y yo éramos pequeñas. ¿Qué tal tú con los tuyos?