Partida Rol por web

Por fin había llegado ese momento que tanto esperabáis. Estabáis detrás de unas puertas de estilo japonés que a penas dejaban pasar la luz. Os habían dicho que esperaráis. Sin saber si habían sido minutos u horas, de repente la puerta se abrió, mostrando el maravilloso sitio que habían elegido para el reencuentro. Al otro lado: un puente precioso con luces en el techo y más al fondo una puerta igual que la tuya pero con una silueta desconocida.

Lo había conocido solamente a partir de su voz, su hermosa voz que había reverberado en su corazón con una atracción especial. Ahora, era el momento que estuvo esperando.

Se había puesto bonita para la ocasión: 

Un vestido ligero de color claro, con pequeñas flores plateadas que lo recorrían; apenas maquillaje pero sí algo que acentuara la mirada y un labial perlado para los labios. El cabello lo había dejado suelto, al natural.

Estaba encantada con la magia que encerraban estas puertas. Cuando la que la separaba de su destino se abrió, fue dando pasos débiles hacia adelante.

Natalie temió que iba a perder la coordinación, como tantas otras veces lo había hecho, pero los pies no le fallaron. En una vocecilla susurrante, se decía a sí misma:

-Ahora es el momento, ahora lo es... ahora conozco a mi Arthur.

Estaba nervioso ¿Y si no le gustaba mi físico? Nos habíamos conocido de forma interna muy bien. Pero hasta ahora no hubo ni un contacto visual ¿Cómo sería? Bueno, eso se vería muy pronto.

No recordaba haber vestido así de bien en años, o tal vez nunca. Mi ropa solía ser modesta, de usar en el día a día. Pero había recibido un paquete express de Angus, mi padre emocional, y dentro llevaba esta maravillosa ropa con sus mejores deseos. Quería causar buena impresión a Natalie así que me la puse. Me puse aún más nervioso.

Habían elegido un lugar muy bonito pero... lo que vi al otro lado del puente me dejó sin aliento - ¿Eres tú? Dios mío, eres preciosa...

Corrí a su encuentro. La abracé, la levanté en el aire y luego la besé apasionadamente, fundiendo mis labios con los suyos, anhelando su lengua. Era indescriptible como me sentía.

Cuando Natalie lo vio se quedó enmudecida por unos instantes: era como ver a un príncipe de carne y hueso. Sus ojos eran dos gemas dulces, su boca una invitación al beso y estaba tan elegante y guapo que nunca lo hubiera imaginado así. Él le dijo que estaba preciosa y luego la alzó en el aire para fundir sus labios en un beso lleno de pasión. Ella se dejó transportar a la magia de su calor. Entreabrió sus suaves labios de seda y presionó los de Arthur. Cerró sus ojos mientras abría más la boca, invitándolo a explorar más. Sus mejillas se encendieron como dos faros, su corazón tamborillaba como loco.

Solo detuvo el contacto para susurrarle.

-Mi caballero Arthur, eres más dulce que la miel.

Y volvió a sus labios porque no daba a basto con esa delicatessen que estaba devorando. Sus brazos se enredaron en la nuca de su prometido. "Eso es: mi prometido. Es real, de verdad lo he encontrado. Mi amor, amigo, amante... y si Dios me regala esa gracia: mi esposo."

-Te quiero...

Durante aquel beso, todo lo demás pasó a un segundo plano. Solo estábamos los dos. Su lengua batallando con la mía en una danza amorosa. Ya en aquel momento sentí como si nuestras dos almas fueran como una sola.

Quedé jadeando, tratando de aminorar mis pulsaciones y dejé que sus pies tocaran el suelo - Mi bella Cloud... - Le devolví en susurros.

Sus labios sofocaron una risa que comenzaba a brotar de mis labios, tanto de felicidad como al poder observar sus reacciones - Ummm - Gemí con suavidad respondiendo a ese nuevo beso.

- Te quiero y... ¿Has traído el anillo? ¿Me lo dejas un momento? Tengo algo pendiente, no te creas que lo he olvidado... - Le dije sonriente.

Separados los labios, las miradas se buscan. Escuchar su nombre en el susurro de su amado la hacen suspirar. Su mirada, llena de dulzura, se posa en su sonrisa al preguntarle aquello. 

-Sí, aquí está. 

Le hace saber, mientras saca la cajita de un pequeño bolso, del mismo color que el vestido, que traía adosado a la cadera. Lo desata, extrae la caja, y con una sonrisa llena de emoción, se la entrega:

-Creo que estoy en el cielo. 

"Lo estoy..."

Desde hace cuatro años que no ha vuelto a sentir las mariposas volando como ahora en su estómago. 

Sonrío, me alaga mucho comprobar su emoción, su entrega. me hacía saber de mil manera cuanto le gustaba yo y eso me hacía sentir el hombre más afortunado.

Aún con su sabor en mi boca y con ganas de mucho más, tomo la cajita que me presta, la abro e hinco una rodilla en el suelo.

Suspiro, la miro desde abajo - Me reafirmo mi querida Cloud. Nos conocemos de poco pero siento una gran afinidad contigo, eres inteligente, cariñosa y ahora además se que guapa. Por eso, porque eres fuerte por sacar adelante a un niño tú sola. Que si me dejas te ayudaré en todo lo que me pidas y... - Le guiño un ojo - Por todo eso que aún nos queda pendiente y mucho más... - Suspiro de nuevo - Natalie Cloud ¿Te quieres casar conmigo?

Cuando hinca una rodilla en el suelo, el pecho de Natalie se hincha de emoción. No puede contener la felicidad la cual se nota en sus ojos.

-Eres inteligente, dulce y guapo hasta quitar la respiración. Además lo suficientemente maduro espiritualmente para entender lo difícil de ser madre soltera. No lo dudo ni por el más leve de los momentos.

Extiende su mano.

-Sí quiero, y siempre querré.

Ella también tiene palabras bonitas para mi. Lo de quitar la respiración me sacó una leve risa. Era modesto en ese aspecto y esas cosas me hacían gracia, en el buen sentido de la palabra.

Tomo su mano e introduzco despacio el anillo en su dedo mientras la miro a los ojos. Luego beso su mano como un caballero y ya me pongo en pie.

- Pues me haces muy feliz aceptando - Mis labios buscan de nuevo los suyos y la abrazo. Mi nariz se cuela en su pelo y aspiro lentamente, quiero recordar su olor al máximo.

- ¿Sabes qué es lo que me pasa? Que no me quiero separar de ti - Le digo sonriente