Partida Rol por web

Llegas a tu puesto de trabajo, no hay nadie, por ahora. Puedes:

- Irte a algún lugar

- Esperar que venga alguien

- Especcionar  todo el papeleo

El hecho de que viviera tan cerca del puesto a veces resultaba molesto. Quiso comprar unos croissants para Danielle y para eso tuvo que caminar preciados metros que no estaban entre los 50 que separaban a su piso de la oficina.

Saca las llaves del morral y con mucho cuidado abre lentamente la puerta. Todas las mañanas sabía que era imposible que lo logre, pero aún así lo seguía intentando. Un agudo ladrido se oye desde dentro. Con la misma agudeza que un perro a batería, Pávlov hace retumbar su agudo ladrido recorriendo la mañana desde su pequeño castillo hasta la puerta de entrada.

Su palacio se encontraba en el patio trasero del puesto, y Pávlov se las ingeniaba para pasearse desde el bosque trasero y dentro del puesto a través de una trampilla en la puerta posterior, no más grande que su minúsculo cuerpecito. El hecho de que al llegar a uno comenzara a santar sin descanso lo hacía aún más divertido. Como si tuviese dos pequeños resortes incrustados en las patas traseras lograba ascender unos 20 centímetros ayudándose con las patas delanteras sobre las piernes de Evan.

- Pero si es mi proyecto de perro predilecto! ¿Qué has mordido esta vez? ¿Por qué extraño motivo tendré que castigarte ahora? - Se arrodilló junto al chucho y lo cogió entre sus manos. Era inevitable reparar en lo frágil que se sentía tocar sus minúsculos huesitos de las costillas al alzarlo. - Mira... seré sincero, tenemos una mañana tan aburrida como la mayoría. - Evan dejó a Pávlov en el piso y éste comenzó a seguirlo mirando hacia arriba a toda hora. No parecía siquiera querer reparar en los obstáculos que podía tener en el camino al seguirlo. Se dirigió a una minúscula nevera en el la habitación que simulaba una cocina y, de su interior, tomó unas golosinas para cachorro. Las amaba, y con eso entrenaba a diario al can. Rápidamente repitió la rutina de todas las mañanas, lo hizo sentar... esperar a sus indicaciones y oler el premio conteniendo sus impulsos por comerlo. Le dió de pequeños bocados por cada éxito.

- ¿Estamos listos para ir a cuidar de nuestros queridos ciudadanos? Veamos... en primer lugar una nota a Danielle. ¿Cuándo se despertará a horario esa mujer?

Tomó un bolígrafo, un post-it y comenzó a llenarle el escritorio a Danielle con mensajes.

Los dejó todos pegados alrededor del plato donde estaban los Croissants de desayuno y luego se marchó a comenzar su trabajo.

Camináis hacia el puesto de sheriff. Parece que, una de dos, vuestra relación no es tan estrecha como os gustaría o hay demasiada formalidad de por medio. De cualquier forma , se sabe de sobras que ambos sois buena gente, después de todo. La situación es un poco tensa pero para acabar de enviarla a pique hallamos lo siguiente.

La mujer que caminaba por las calles en dirección al ayuntamiento, miraba con cierto recelo a las personas de aquel pueblo pero , igual, alzaba las comisuras en una sonrisa repleta de cortesía. Le gustaba controlarlos, que nada se saliera de sus manos.

Aferró calle discreta antes de tomar la del centro, pues siempre se movía más cumulo de gente por ahí, y parecía que hoy había más movimiento de lo normal. Pasando por al lado de la oficina del sheriff abrió los ojos al ver a aquellos dos hombres de la ley juntos. Taconeo leve, bajando la acera y cruzando con mucha calma, la mujer se dirigió a ellos con total seguridad y una vez a su vera, se plantó a su lado unos  instantes.

Buenos días, Sheriff Evan; Detective Daniel.- saludó a ambos y posteriormente, sonrió. - ¿Sucedió algo importante?- pues, no esperaba verlos juntos a ellos dos, realmente, mucha gracia no le hacía. 

Sus ojos se desviaron al detective, con más insistencia y comentó: - Si realmente no sucedió nada, agradecería su compañía unos instantes. - ladeó la cabeza con cierto aire coqueto, pues, de muchas personas en StoryBrooke, el detective Daniel era uno de los pocos que le agradan. 

Evan:

-Quedarte dialogando con ambos ahí

-Entrar a tu oficina

-Ir a otro lugar de mayor interés para ver que todo esté bien

Daniel:

-Quedarte dialogando ahí

-Acompañar a Regina

-Disculparte pero , marcharte por necesidad de realizar otra función en otro lugar que creas

Buenos días Alcaleza Mills Responde Evan con una sonrisa en sus labios. La sonrisa era en parte fingida ya que por algún motivo no terminaba de caerle bien esa mujer, pero tampoco tenía motivos reales para que le sentara mal. También podría haber esperado a que termine mi conversación privada con Daniel.
 

De momento, todo en orden Regina. Estaba discutiendo asuntos laborales con el señor Greenberg. Tras ese pequeño apartado dirige su mirada hacia Daniel. ¿Daniel tienes esos papeles contigo?, antes de marcharte, por favor, déjamelos. Le hubiese gustado ubicar a la mujer en su sitio diciéndole que no era de educación entrar en una conversación entre dos personas y priorizar sus asuntos sin que nadie le concediera lugar... pero al fin y al cabo  se trataba de la alcaldeza de StoryBrooke. No había tenido problemas con ella y no pretendía comenzar a tenerlos ahora.

Pavlov, con la cola entre las  patas, pasa por detrás de todos y rodeando la oficina se va hacia el patio trasero a su cucha. No entendía por qué el chucho se alejaba de algunas personas en particular, en general era muy sociable.

Evan se cruza de brazos y se acomoda en una postura erguida frente a ambos.

"Seňora Alcaldesa ... hola,... buenos días..., es precisamente lo que estaba comentado con la Sheriff cuando usted nos ha visto..., se han producido hace un momento una serie de echos un tanto extraňos a los que de momento sólo podemos tachar de anecdóticos pero sin importancia...
Sheriff... le mando ese listín a su correo durante la maňana sin falta, voy a atender a la seňora alcaldesa con su permiso, si no me necesita para nada más de momento..." Guiňo un ojo de complicidad a Evan, intentando evitar la mirada de Regina...

Tras unos instantes de silencio incómodo sucede que la alcaldesa es mujer de poca paciencia, al parecer. Una sonrisa altiva se dibuja en su rostro, viendo que el sheriff no tiene nada importante qué decirle pero quiere estar presente en la conversación, por lo que decide mejor, seguir con su secuestro de cara al detective. 

La mirada de hielo consigue dejar a Evan un tanto extrañado pero, dado que Regina decidió marcharse, aún no puede saber qué rara sensación estaba empezando a surgirle.

Ceja inclinándose, de impaciencia pecaba, eso se sabía. La alcaldesa empezó a tomar un par de pasos, escuchando con gran encandilamiento las palabras de Daniel, aún así, sus pupilas traspasaron un instante a aquel hombre con un poco de recelo e incluso odio incomprensible. Con una sonrisa ladina comentó: - Bueno, Sheriff, tengo trabajo , si desea algo sabe dónde hallarme. – dictaminó la mujer con tono sobreseguro.

Un asentamiento, empezando a caminar y escuchando los pasos del servicial Daniel tras ella. Hizo que la dama se detuviera y con una sonrisa, extendiera ambos brazos, aferrándose a uno de los del detective para  caminar unidos y al mismo nivel. - Realmente... ¿no sucedió nada extraño que fuera importante? – la mirada de Regina se muestra con enorme interés, virando los ojos de reojo la comisaria y tomando camino principal. - Necesito ir a por un papeleo en el ayuntamiento, sobre unos  cargos para el banco. ¿Seguirás acompañándome? - dice con una voz que, raramente, acaba con un tono dulce y ¿ligeramente roto? - Sabes que tu acompañía siempre es de agrado para mí. – una sonrisa encantadora, quién sabe si era real, pero alzó el mentón mirando al frente, dispuesta a continuar  caminando dirección al ayuntamiento.

Evan:
-Ir tras ellos para acabar de ver qué fue ese raro presentimiento
-Entrar en tu oficina
-Ir a otro lugar de mayor interés
-Dialogar con alguien que también ande por las calles

Daniel: 
-Mantenerte al lado de Regina pese a todo
-Separarte de ella y decidir ir a otro lugar

" La verdad Regina, ... es que me ha sorprendido un comportamiento extraňo de de dos personas que estuvieron a punto de pelearse, en medio de un grupo de gente concentrada también de forma extraña a dos manzanas de donde nos encontramos, podría decirse, que nunca he visto ni un comportamiento ni otro en èste pueblo desde no se cuando, que yo recuerde, no había motivos reales segun parece para dicha pelea, pero ocurrió sin más, y luego está toda esa gente reunida sin motivo aparente, la verdad es que no lo entiendo...repito resultó todo muy extraño..."...camino a su lado mientras me dejo "arropar" por sus brazos... se que no está bien pero me atrae...no puedo evitarlo...

La sonrisa que le dedicó a Regina no fue su mejor obra maestra de la credibilidad. Por otro lado saludó a Daniel respetuosamente.
Bien, tengo trabajo que hacer antes de que termine la jornada. Que tengan ambos un buen día.

Evan entra rápidamente a la estación para dejar su chaqueta y revisar de un vistazo si se había dejado alguna otra prenda a la mano. Mientras buscaba algo para cambiarse y no llamar la atención con la misma ropa, cogió su celular del bolsillo de sus pantalones y tipeó rápido en él:
QUIERO, RECIÉN PEUDE VOLVER LA ESTACIÓN.CREO Q NOS DESENCONTRAMOS. Era claro que la prisa y el autocorrector integrado no hacían honor a lo que creía que había escrito a Kiro, o "Quiero" para el caso, por mensaje de texto.

Volvió a guardar el aparato en su bolsillo y y corrió de pocos trancasos hacia la puerta. Esperaba realmente que no se hubiesen alejado demasiado. Algo raro ocurre aquí, y mi sexto sentido no puede fallarme. Como si tal cosa realmente existiese, Evan decidió seguir a Regina y a Daniel.
Regina nunca le había dado un motivo para poder entender qué era lo que le atragantaba de ella. Suponía que su pedantería era de los puntos más insoportables, quizá su egoísmo cuando creía que sus "asuntos" eran más importantes o más urgentes que el de cualquiera en ese pueblo. Pero no podía, tampoco, valerse de esas actitudes para pensar que estuviese metida en ningún problema. Era una de esas personas que simplemente no le terminaba de caer bien.
Por otro lado supuso que ella estaba acostumbrada a gustar. Regina era una mujer tremendamente sensual y bonita... si no fuese porque le faltaba la novia del pollo... quizá hasta le gustase. No pudo evitar reírse para sus adentros mientras seguía avanzando con más cuidado ahora que los había divisado. No quería que notasen su presencia.

Por otro lado también existía la posibilidad de que esos dos estuiesen teniendo un amorío, o algo por el estilo. No sabía mucho de Daniel, pero pocas neuronas faltaban para notar que entre esos dos algo pasaba. Y a Danielle le encantaría enterarse del cotilleo. Lo que le hace recordar... Dany seguro sabría.
Comienza a escribir un segundo SMS:
DANY, TIENES IDEA SI LA ALCALDESA Y DANIEL ESTÁN DÁNDOSE*

Decides entrar en la comisaría, es buen momento para almacenar todos aquellos documentos que te ha dado Daniel, aunque no has seguido la extraña punzada que te dio la alcaldesa con su mirada, ya tendrás oportunidades mejores. Decides dejar los documentos sobre la mesa pero, te detienes para pensarlo mejor:

-Archivarlos en la mesa
-Archivarlos en los armarios
-Dejarlos donde están y salir de nuevo
-Tomar un descanso

Llegó al puesto tras haber ido en busca de Regina y Daniel. Su curiosidad no le había dado demasiada información, tan sólo algo de lo que cotillear con Danielle cuando se vieran. Por lo pronto podía ir a alimentar a Pavlov.

Al regresar del patio trasero, con el pequeño engendro peludo pisándole los talones, saltando y haciéndole fiestita, recordó que tenía todavía el collar en el bolsillo y una curiosidad le invadió. Se sentó en su silla y prendió el ordenador.
Su idea era buscar algún detalle del emblema que pudiese indicarle quién podía haber perdido el collar. No sería de extrañar que si iba por ahí preguntando quién era su dueño, algún alma ambiciosa lo declarara, erroneamente, su pertenencia. Quienquiera que lo hubiese perdido tendría que ir personalmente a buscarlo, y tenía también que estar preparado con algo de información para constatar la veracidad de lo que fueran a decirle.

En el hipotético caso de que alguien lo reclamase, claro.

Evan cogió una lupa de su cajón y se inclinó sobre el collar observándolo todo lo que pudo.

Buscas pero no lo encuentras (Han sido mis dados). Exasperado por no poder recordar guardas el medallón en un bolsillo.