Spencer estaba entusiasmado con el hallazgo de aquella roca de naturaleza desconocida, y se pasaba horas examinándola en su camarote con sus instrumentos. Fue el primero en sufrir las consecuencias. Yo mismo estaba indispuesto. Me costaba concentrarme y conciliar el sueño. Mis jaquecas habían empeorado, lo que achacaba al frío y la falta de descanso. En ese momento no era capaz de entenderlo, pero ahora sé que todo comenzó cuando extrajimos aquellas muestras del lecho marino. Algo en ese extraño mineral negro y espinoso cambió el humor en la tripulación, que hasta entonces parecía animada y deseosa de aventuras.
Pronto, muchos hombres empezaron a visitar a diario al Doctor Worseley quien, desbordado, me envió los casos más graves. Se quejaban de extrañas pesadillas durante el sueño y terribles alucinaciones en la vigilia. Describían visiones que parecían traídas de otros mundos, de otro tiempo... El comportamiento de esos hombres se tornó volátil, con tendencia al ensimismamiento. Sutcliffe, el pañolero, había dejado de hablar… La vida a bordo es dura, y mis años estudiando el cerebro me habían enseñado que en situaciones extremas la mente humana puede sufrir episodios de enajenación que en ocasiones afectan a grupos enteros de convivientes. Solo empecé a darle la relevancia que merecían cuando yo mismo comencé a padecerlos. Un muchacho de rasgos orientales comenzó a visitar mi camarote. Al principio creí que se trataba de una pesadilla, pero con el paso de los días seguí viéndolo, a cualquier hora, en todos los rincones del barco. Me seguía por los pasillos como si fuese mi sombra. Una tarde oscura lo vi saltar por la borda, y desapareció para siempre.
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Comut Von Biems también sentía esa misma dolencia, a fin de cuentas, fuera a donde fuera, eventualmente este sentía que alguien lo estaba persiguiendo y al igual que Theodore Scott podía describirlo a la perfección: Era una mujer joven, con coleta, ojos azules... se llama Mariola Holmes...
-Comut no ve a su perseguidora desde hace mucho. -Comentó el hombre- ¿Quizás también se tiró por la borda?.
Mariola sigue tus pasos, oh, Comut el veloz!! Mariola no se ha olvidado de las rivalidades, pero el destino quiso mantenerla ocupada cuando los problemas Antárticos comenzaron a surgir... Pero sigo tus huellas en la nieve.
Que tu ego no crea que me marcas el camino, simplemente es que soy vaga XD