Libro de Anya, Hans, Helga, Senca, Tea y Tiki

Capitulo 3: El inicio del viaje

Allí estabais todos juntos. Algunos tirados por los suelos, otros arrodillados, otros sentados... Pero todos con la misma sensación. Dolor, culpa, tristeza... Podriais cualquiera haber hecho lo que Muerte, o Nargu, podriais haberlo detenido o incluso haber hecho más pero... El miedo estaba allí la sensación de que podriais morir era lo que os hizo huir, la que os hizo cerrar el lugar. La que os hizo estar ahora en la posición que estabais, pues el Heredero de Terrano había muerto. ¿Ahora que podiais hacer?

Quizás era lo que tendriais que pensar, aunque aquel Geomali allí presente también tendría que pensar que hacer tras todo esto, incluido lo de Saray. Pero por obviedad, ahora mismo el respeto lo merecía aquel que sacrificó su vida y es por eso que el principe de Trayerta Max, estaba llorando contra el suelo y la princesa Maxine aunque no soltaba las lagrimas, estaba arrodillada mirando a la ruina con la cabeza apuntando al suelo mostrando sus respetos

Hicierais lo que hicierais a continuación, presentar los respetos o no, posteriormente tendriais que hacer algo y allí estabais el grupo y junto a quien había taponado la salida y además la Máscara de Nargu y su estatuilla... Lo único que sobrevivió de el.

Tea no sabía realmente cuánto tiempo había pasado, pero para ella la pesadilla ante sus ojos se sentía como si llevara así una eternidad y a la vez apenas un par de segundos. Llena de adrenalina fue que ayudó a Helga y por suerte consiguieron avanzar, sin embargo ver a Senca caer también y al ataque de Anya ser ignorado cuando a todas luces debía haber causado estragos en las criaturas no ayudó para nada a sus nervios. De verdad sentía que iban a morir y de una manera horrible. ¿De verdad habían llegado hasta allí solo para que todo terminara así? ¿Acaso los dioses les habían tendido una trampa o al final no les reconocían como dignos?

Estaba por intentar ayudar al Kazibara cuando notó como el príncipe intervenía con su magia, para suerte de todos, aunque por otro lado dejando que sus ánimos fueran engullidos por la densa oscuridad la chamán se preguntó hasta qué punto serviría eso y de paso cualquier cosa que trataran, si los “males antiguos” se veían tan implacables como imponentes, casi todo poderosos…

Fue entonces que escuchó la voz desconocida mentando un nombre que tampoco le sonaba de nada, no obstante guiada por puro instinto, o quizás afinidad visto el asunto en retrospectiva, volteó enseguida hacia el elegido de Terrano, Señor Muerte, que se detuvo progresivamente al tiempo que también hablaba. — ¿¡Pero qué haces, por qué no corres!? — le gritó. Cierta era que Tea había tenido curiosidad de ver el rostro ajeno desde que lo conocieron, pues el enmascarado le parecía enigmático, pero jamás esperó que lo conseguiría bajo condiciones como las presentes y mucho menos que la primera expresión que le conociera al “Señor Muerte” fuera a ser esa agridulce sonrisa. Pese a desconocer gran parte de sus motivos, la determinación ajena hizo a que la piel de la Cobb se viera erizada, también inspiró en los ojos de la chica humedad que no tardó mucho en tomar la forma de pesadas lágrimas.

— ¡¡¡NARGU!!! — exclamó de forma desgarradora en cuanto Señor Muerte se vio apartado del resto del grupo, o más bien ellos de él, dando paso al ancestral poder tectónico capaz de invocar un desastre… pero al final ni eso fue suficiente.

Si ya antes el instinto la obligó a correr, ahora con la amargura haciéndole un nudo en la garganta y los ojos ensombrecidos por una ingente cantidad de lágrimas la chamán no tendría duda de que la única alternativa era huir, que por más que quisieran enfrentar a esas cosas simplemente no podrían. Las probabilidades eran demasiado injustas, si para empezar existían, y por encima de todo sacrificar no haría más que dejar perderse a la voluntad de Nargu, aquel que dio su vida para comprarles unos cuantos segundos de ventaja…

Corrió pues, sin ver hacia atrás, guiada por inercia que la arrastraba hacia el frente, sujetando con fuerza un brazo de Helga como si temiera perderla también a ella; Tea quería cerrar los ojos, más sin embargo el sentimiento de no querer olvidar a nadie se impuso en ella, de esta forma la chamán alternó su mirada entre el resto de sus compañeros, los príncipes e incluso el ladrón… pero al final toda su atención fue inevitablemente robada por la inesperada aparición de la criatura que emergió de la tierra

…

Ya en el exterior ella quedó arrodillada pues solo se salvó de caer gracias a que puso especial cuidado en no arrastrar a la Uromaki hacia un destino similar, eso sí, tanto sus piernas como brazos temblaban, su ropa y piel estaban todas sucias y desde sus ojos manaba un sinfín de lágrimas gruesas. Cual cría la humana lloriqueaba y esto solo empeoró cuando vio cerca a los “restos” del Señor Muerte, siendo que inclusive tuvo el impulso de tomar la máscara ajena y abrazarla mientras se agazapaba, como si con ello pudiese devolverle la vida Nargu.

Tea solo pudo hacer eso porque gracias a algún milagro las criaturas no lograron salir de la cueva, quizás porque fueron selladas o bien porque no soportaban la luz, tal vez solo era suerte, o un extraño giro del destino, en cualquier caso si de algo no había duda, al menos desde su perspectiva, era que ese día solo estaban vivos por la invaluable ayuda de Nargu… y al parecer también gracias a una más que oportuna intervención del pequeño Geomali, ¿acaso eso también era cosa de los dioses?

Las imágenes de lo que pasó todavía se repetían en su mente. A pesar de que el presente solo se encontraba con la mirada al frente viendo el muro de tierra y sus garras todavía enterradas en el suelo.

Si estaba allí era para ayudar y, lo cierto es que no había otra salida. Las cosas no pudieron haber sido diferentes. No se puede detener lo indetenible, solo proteger lo que de verdad vale la pena.

Lentamente, quitó las garras de la tierra y volteó a ver a los presentes después de tal tragedia. Y ahí pudo presenciar como la humana dolida se aferraba a la máscara del gran héroe que había logrado protegerlos a todos. Miró a la chica con pena, pero sabía que no había palabras que pudieran sopesar su dolor en ese momento. Así que optó por moverse y se propuso a hacer algo que sí podía.

El pequeño topo caminó en sus cuatro hasta la estatuilla en el suelo dejada por aquel llamado Nargu. colocó su pata delantera sobre esta y una vez más enfocó su mirada en el muro frente a ellos. -Lo haré, hermano -dijo en voz baja para después voltearse hacia el resto-. Mi nombre es Hans. Vengo de parte del rey de Trayerta, Magno. Vine para ayudar -El Geomali habló viendo a cada uno-. Demian, caballero de Yaran, mandó refuerzos que vienen para acá, pero este lugar en el que estamos ya no es un lugar seguro. Nunca podrá serlo. Así que hay que regresar a Trayerta, el rey Magno juró proteger a cualquiera detrás de sus muros, por lo que es el lugar más seguro ahora.

La luchadora no esperaba tal desenlace. Una parte del poder que había reunido durante días más todo el poder que pudo sacar en el momento de su sangre. No había sido su mejor conjuro en desempeño, eso seguro, pero esa explosión probablemente habría dejado hecho polvo a un humano. Fruto de extraer el poder de su interior, ahora por toda su piel se veían una serie de quemaduras recientes, heridas inexplicables para el interior de la caverna. Pero eso no importaba nada.

El movimiento de Muerte y la aparición de Hans les han dado un medio de escape, aunque el coste ha sido grande. En su interior, solo puede recordar lo poco que ha visto de su taciturno compañero, incluyendo y resaltando el gran valor que demostró al final. Quizás solo gracias a él hemos escapado de una pieza... Señor Muerte... Piensa, haciéndosele muy extraño llamarlo Nargu.

Anya cae de rodillas poco después que Tea, dejando caer su espada y llevándose ambas manos a la cara. No hay gritos por su parte, no. Lo que sí es perceptible para todos, además de los sollozos que sacuden su cuerpo, pequeño como el de una adolescente, es cómo incluso visualmente se nota el aire arremolinarse ligeramente a su alrededor. Acercándose más, podría sentirse un leve incremento de la temperatura, como si la chica fuese una hoguera encendida.

En ese momento no tiene ganas de moverse, arrodillada y vertiendo lágrimas sobre sus manos, lágrimas que ya de por sí surgen pequeñas y calientes y que no tardan en evaporarse. Es cruel que apenas empezar el viaje pierdan a un compañero de esa forma. Pero está claro que hay poderes que no quieren que hagan su labor, y no por desconocimiento. No hay más remedio que continuar... Solo que ahora necesita unos instantes más como para poder responder al geomali.

Caí de frente en el suelo tras salir de la cueva. Me habían tenido que salvar, otra vez. Esta vez aquellos de los que desconfiaba. Muerte había caído, otro compañero. Hacía tanto que todo aquello dejó de importar que apenas reconocía esos sentimientos. Aunque por dentro siempre era algo parecido. Apenas Le conocíamos ninguno de nosotros, pero era uno más en el extraño grupo. ¿Por qué él?, por que no otro.

Había aparecido alguien nuevo, con una conexión a la tierra sorprendente mente parecida a la de nuestro compañero caído. Sin duda algo que los dioses ya habían pensado. ¿Sería un sustituto?, ¿los dioses habrían preparado uno para cada uno?. ¿Significaba eso que íbamos a caer?, esperaba que no tuviera que ser así.

¿Qué haríamos ahora?, apenas tenía fuerza para levantarme. ¿Querría Muerte un funeral? ¿Tenía algo en su tierra que nosotros pudiéramos hacer?

Había que trazar un plan, algo que hacer, saber hasta donde los príncipes habían descubierto nuestra coartada, hablar con el nuevo que había llegado. Pero eso sería después de poder moverme. Simplemente me mantuve tumbado boca arriba pidiendo a los dioses que Le llevarán a un buen lugar. Y a los compañeros por cumplir el cometido sin perder a más de nosotros. 

En cuanto aparecieron aquellas criaturas, el primer instinto de la mimali fue proteger a Gauche, aunque fuese con su propia vida. Inmediatamente, se posó sobre el hombro del «sacerdote» y se concentró en su hechizo de teletransporte, que los sacaría a ambos de las ruinas. Sin embargo, por mucho que lo intentara, no lo lograba. —Maese Frederik… Dalia no puede usar la magia —informó. ¿Qué podía hacer ahora por ayudarlo? Sin magia, sería completamente inútil—. Maese Frederik, huya, por favor. —Sin embargo, el ladrón hizo algo insólito: la agarró y echó a correr a toda velocidad con ella en sus manos, para confusión de la mimali. ¿Por qué se molestaba en ayudarla? ¿No debería ser ella la que lo ayudase a él?

Asomando a duras penas por los pequeños huecos entre los dedos del ladrón, pudo ver cómo las terroríficas criaturas se lanzaban tras ellos. Si alcanzaban a Gauche, acabarían con él de forma cruenta y despiadada. —Maese, suelte a Dalia. Dalia hará de distracción. —Pero él la ignoró completamente. Por algún motivo, no parecía tener intención de permitírselo.

De pronto, oyó una voz suave. Una voz que parecía querer causar una reacción en lo más profundo de Tiki, aunque no llegara a entender el motivo. Al mismo tiempo, vio cómo el gigante, Señor Muerte, se quedaba atrás y se sacrificaba por todos los demás.

Una vez fuera, después de que el ladrón le soltara, se apresuró a mantenerse en su papel y mostrarse agradecida. —Gracias, Maese Frederik. De no ser por usted, Dalia no habría sobrevivido. ¿Se encuentra usted bien? ¿Está herido?

A continuación, contempló la desgarradora reacción de Tea. Dalia no debía quedarse impasible ante aquello—. Ha sido una tragedia. Ha dado su vida por salvar la de los demás. Dalia se siente muy triste. Jamás lo olvidaremos. —Mientras decía eso, mostró una expresión de profunda tristeza, y unas lágrimas resbalaron por sus mejillas. Pero… si los demás eran perspicaces, quizás podrían darse cuenta de que algo en su voz no cuadraba del todo, como si fuera una muy buena actuación pero le faltase algo. ¿De verdad se sentía así, o sus lágrimas eran fingidas?

Cuando el pequeño Geomali habló, la pequeña se dirigió a él. Si él se había presentado, ella debía hacer lo mismo. —Saludos, Hans. Nosotros somos el Maese Frederik y Dalia, servidores del templo a Mimali y Terrano —Aún tenía las mejillas húmedas por haber llorado, pero su tono y su expresión habían pasado a ser neutrales, como si ya se hubiera olvidado del Luftinuka.

—¿Alguno de ustedes se encuentra herido? Si es así, Dalia los puede curar. —Dicho esto, se dispuso a utilizar el poder de su sello para sanar a todo aquel que hubiese sufrido heridas.

Gauche abrazó a Tiki casi como si hubiera estado a punto de perderla, pero de tal forma que ahora parecía estar transmitiendole mucho cariño, aunque la propia Mimali podría intuir que fue por la emoción que sacudió a su amo en el momento. No obstante el resto podía ver un bonito gesto entre un humano y una Mimali.

Por otro lado Maxine estaba comprobando a su hermano mientras que todos los demás reaccionabais a lo que acababa de pasar. Cada uno a su diferente estilo, y Max, obviamente, llorando en los brazos de su hermana. En ese estado la princesa solo podía consolar a su hermano todo el rato hasta que estuviera mejor, casi igual que deberiais poder hacer el resto.

Cuando todo andaba mejor para alguno de vosotros, Maxine alzó la mirada - Nosotros estamos bien. Gracias Dalia por tu preocupación... Aunque creo que es mejor que acampemos aquí. - mencionó mientras iba levantandose poco a poco con su hermano. Se acercó un poco más al grupo y en general al carro que usasteis para llegar, mientras notabais ahora que el atardecer estaba en su culmen para terminar. - Hans ¿No? Yo soy Maxine, princesa de Trayerta y este es mi hermano menor Maximiliam - Por suficiente obviedad, Max no respondió ni dijo nada.

Ahora habiais perdido a un compañero era normal estar decaidos - Trataremos de tomar camino de vuelta mañana hacia Trayerta, si os parece bien - Hasta la princesa estaba afectada por su tono de voz. - Mientras tanto, descansemos. ¿Anya, me echas una mano? - le dijo para prender el fuego. Colocar todas las cosas fue coser y cantar, ahora necesitabais descansar como era lógico y por ello Maxine actuó en consecuencia

-Si quiere puede explicarnos que hacía hablando con nuestro padre señor Hans. En cuanto al resto... no os voy a agobiar ahora con lo que hemos visto ahí dentro, pero sin duda aquel mural me ha llamado la curiosidad. No era algo normal, eso está claro... - dicho eso, Maxine se puso con los maderos a cuidar de la hoguera, pues la carne estaba dentro del carro lista para que alguien las tomara y las cocinara.

No era que quisiera ignorar al resto, pero durante los minutos siguientes al terrible suceso que enfrentaron, Tea se mantuvo abrazando la máscara del llamado Nargu. La chamán también siguió llorando pues el sacrificio ajeno la había impresionado mucho, al fin y al cabo era la primera vez que veía algo así y honestamente nunca habría pensado que su primer viaje juntos terminaría de esa forma.

Estaba además el miedo que sintió, así como la atmósfera opresiva e inquietante que los rodeó cuando la magia pareció dejar de existir en el interior de la cueva; gracias al recuerdo de lo anterior la Cobb temblaba y de paso se veía aún más imposibilitada de recuperarse… pero no podía seguir así para siempre.

“Dalia” con su vocecilla fue quien la sacó de su abstracción, ello al ofrecer curarlos, sin embargo más allá de lo que sentía por dentro, lo cierto era que la chamán no tenía más que unos pocos rasguños y polvo manchando su piel; negó luego hacia la Mimali con tal de que no se preocupara por ella y en cambio pudiera concentrarse en otros. Huelga decir que ya entonces no pasó desapercibido para Tea el hecho de que cada quien sufría a su modo, incluso la mentada rubita que desde su perspectiva parecía estar en negación constante o algo así. Incluso los príncipes se veían afectados y con razón.

— G-gracias… — solo entonces dijo al pequeño geomali en voz baja pero no lo suficiente para que se convirtiera en murmullo, basada totalmente en los caóticos recuerdos que tenía de cuando este apareció para salvarlos con su despliegue. Mirándolo mejor, Tea notó que el topo tenía su garra sobre la estatuilla que  le habría correspondido al Señor Muerte, por lo que su anterior consideración sobre la llegada de Hans siendo parte del destino volvió a cobrar fuerza. — Yo soy Tea — así que se presentó.

Tras un rato la chica logró juntar fuerzas para levantarse, y ya que vio que la princesa comenzaba a retomar el ritmo se le acercó — ¿Segura que es buena idea descansar por aquí? ¿Y si salen esas criaturas o algo similar? — preguntó asustada, y es que aunque no quería ser pesimista ya una vez los habían sorprendido. En cualquier caso la Cobb no insistiría más si nadie le hacía segunda. Eventualmente incluso se dedicaría a ayudar a acomodar, pues ella no era capaz de encender una fogata tan fácilmente.

Aprovechando ese rato la todavía desanimada humana fue a comprobar si Senca, Helga, Max e incluso Hans necesitaban mayor consuelo o no, dejando a Anya, a Maxine y a Gauche un poco de lado pero solo para no estorbarles a las primeras, mientras que con el segundo tenía poca confianza por la impresión que le daba su vínculo con Tiki. Quizás a alguno podría considerar el hacer de Tea como una molestia o exageración, pero es que la chamán sentía que no quería perder a nadie más y no sabía de qué otra manera ayudar, merced de su falta de experiencia en el “mundo real”.

— ¿A… qué se refiere? — cuando la princesa volvió a hablar la humana contestó midiendo sus palabras, pues incluso tomando en cuenta lo anterior no se le debía olvidar que había información que no podía revelar sin más ante los hijos del rey, pues su conocimiento solo debía esparcirse entre los elegidos de los dioses para evitar mayores problemas.

Helga se quedo en silencio en el suelo, no dijo nada. Era consciente de lo que había sucedido, pero se mantuvo en silencio, no quería decir nada, no era le momento realmente de decir nada, para ella el silencio era lo que en esos momentos debía reinar. De su ojo no salieron lágrimas, ella era de las que se guardaba las cosas dentro. Recuperándose dice a Tea:

Gracias por la ayuda

Y se acerca a Vaporum colocándole la mano en la cabeza mientras dice:

Estas bien eh

Aquel nuevo invitado se presento como Hans y lo que comento le llamo la atención a Helga, ella se acerca y dice:

Hola Hans, yo soy Helga Steam… puedes llamarme Helga. ¿Qué el rey te ha enviado aquí y que ofrece protección a todos tras sus muros? ¿Ha pasado algo?

Realmente que hayan enviado a alguien a ayudarles seria casi sin duda porque algo estaba sucediendo, no le gustaba aquello y mas que pudiera estar pasando sin ellos enterarse. Mira a la princesa tras su intervención y dice:

Si… ese mural era bastante… especifico la verdad, pero, ¿Qué es lo que os ha llamado la atención Maxime?

La espadachina mira a Tiki desde su posición, y cuando ve que su expresión cambia a una de absoluta neutralidad aún antes de que el rostro se le secase, la espadachina muestra una expresión notablemente peligrosa. Las emociones a flor de piel por la escena vivida hacen que sus ojos llameen, no dando lugar a ninguna clase de equívoco con la luz, sino que por sí mismos desprendes una ligera luminosidad de llamas crepitando. Su puño se aprieta sobre la empuñadura hasta que los nudillos quedan blancos, y finalmente, cuando Maxine pide su ayuda, ella suelta una especie de gruñido en respuesta, desviando la mirada del hada hacia el suelo antes de incorporarse para seguir a la princesa, aún con un gruñido sordo surgiendo de la garganta. Lo que quiere es encender una hoguera, ante lo que ella, acudiendo al poder de su sangre, prende la espada en llamas...

Se queda varios segundos mirando los troncos, los que iba a encender con el poder de su sangre, pero finalmente, las llamas de la espada se extinguen y la envaina, tomando pedernal y acero para comenzar a hacer saltar las chispas que prendan la hoguera.

No se presenta ante el geomali, puesto que ahora mismo está concentrada en ponerse a hacer aunque sea esa estupidez para ahogar la mezcla de ira y tristeza que ha hecho presa de sus entrañas. En lo profundo, siente unas cadenas sacudirse con fuerza.

El pequeño topo vio como todos parecían lidiar con su duelo de diferente manera, pero se notaba el sufrir en sus actitudes, y no era para menos en ese tipo de situaciones. 

-Solo hice lo que todo Geomali en Sansóläis hubiera hecho -dijo Hans moviendo su mirada de la entrada sellada hacia la chica en el suelo-. Mucho gusto, Tea.

Todavía con la estatuilla de Terrano en su pata, Hans enterró sus garras en la tierra, y un porción del suelo se levantó creando una pequeña columna, como un monumento, en el cual hizo un orificio justo en el cento con una de sus garras. Espacio en el cual pudo acomodar perfectamente la estatuilla de Terrano.

-Un gusto, Frederick, Dalia -diría el topo respondiendo a su presentación todavía en una actitud solemne, aunque vio con mirada curiosa como el humano abrazaba a la Mimali. No eran muchas las veces en que veía ese tipo de gestos entre miembros de diferentes razas, pero todo pensamiento que pudiera tener fue frenado en seco cuando escuchó a la princesa presentarse.

El pelaje del topo empezó a erizarse mientras una ligera sonrisa crecía en su pequeño hocico. -Maxine, princesa de Trayerta, ¿la hija del Rey Magno? -Por un momento el topo se vio emocionado, pues si los rumores eran ciertos, tenía razones de sobra, sin embargo, al echar un vistazo a todos a su alrededor, este se vio mucho más calmado-. Así es. Es un placer, Princesa Maxine, Príncipe Maximiliam -El Geomali levantó la cabeza queriendo objetar en cuanto a lo de partir hasta mañana, pero ciertamente los ánimos estaban bajos, y probablemente habría heridos, así que solo calló.

Cuando Tea ofreció su ayuda a los otros Hans negó con la cabeza. -Estoy bien, aunque parece que tus amigos te necesitan -dijo mirando a su alrededor, sin embargo pronto cambió de parecer porque se acercó a ella-. De hecho, hay algo, ¿podrías hablarme de él? -Miró a hacia la salida sellada-. No sé nada de él, y aún así siento que... solo quiero saber algo de él -Tenía una expresión más pensativa que triste, pero aún así había algo profundo en sus palabras.

Ya quedando claro que harían campamento en el sitio, Hans buscaría ayudar en lo que podía, aunque puso especial atención en quien iba a encargarse del fuego cuando esta encendió sus espada en llamas. Los ojos del Geomali se ensancharon ante lo visto y movió un poco sus garras, pero al final lo único que hizo fue regresar a ayudar.

-Hola, Helga -Saludó a la uromaki de vuelta, para después asentir con más fuerza de la que debería-. ¡Cierto! Eso. Helga -Volteó a ver a los hijos del rey-, Maxine, ha pasado algo. La luz del Faro de la Paz se ha apagdo, al mismo tiempo que ocurrió La Calma -decía el pequeño topo hasta que recordó que no hablaba con Geomali-... quiero decir. Nosotros tenemos una conexión con Sansóläis. Desde que nacemos hasta que perecemos. Es lo que nos permite proteger y reformar la tierra. Cuando se apagó el faro, esta desapareció por un instante. Lo que quiere decir que todo Sansóläis puede estar en peligro. Sin mencionar la profecía. Por eso los Geomali hemos estado viajando. Contactando líderes, como el Rey Magno, haciendo alianzas por tods partes para evitar una tragedia. Todos los pueblos con una sola meta en mente, buscar y -Hans explicaba todo de manera calmada tratando de mirar a todos los que estuvieran escuchándolo, pero de repente se vio más tenso y de reojo vio un última vez hacia el lugar con la gran barrera de tierra antes de bajar la cabeza-... darle caza a los elegidos de los dioses...

Escuché las presentaciones antes de acercarme, Soy Senca, encantado. Dije en un  tono neutro. Aunque por dentro aún pensara qué es lo que había hecho muerte. Después, escuché cuanto se dijo del mural y la explicación del geomali sobre la búsqueda de los elegidos de los dioses. ¿Significaba eso que no era uno de ellos?, ¿Qué esperaban exáctamente los dioses poniendo a nuestros captores delante nuestro?, las señales cada vez eran más claras y esto parecía una prueba.

Escuché a la princesa acerca de la acampada y mientras hacían fuego saqué de la mochila las telas que habíamos comprado para ese fin e hice unas tiendas de campaña improvisadas cerca del fuego. Al menos dormiríamos calientes y bajo "techo" esta vez. Quién sabe cuando podría ser la última.

Yo haré guardia. Ya he causado bastantes problemas por hoy. Comenté en tono serio. Mi caída había hecho que Max usara su magia en mí y eso podría significar que Muerte hubiera tenido una mínima posibilidad. Quién sabía, lo hecho hecho estaba.

La mimali se sintió confusa ante la forma en que Gauche la abrazaba. Por alguna razón, se comportaba como si de verdad le importara. ¿Por qué? ¿Sería parte de su actuación como Maese Frederik? Pero… ¿por qué debería un adepto mostrar tanta preocupación por su sirvienta? —Maese Frederik, no se preocupe. Dalia se encuentra bien —dijo, manteniéndose en su papel—. Dalia siente mucho haberle hecho preocuparse tanto.

Mientras se presentaba a sí misma y al humano ante el geomali, cayó en la cuenta de que la espadachina mostraba una expresión extraña en el rostro. Casi parecía como si la temperatura del aire a su alrededor aumentara de repente. —¿Se encuentra bien, señorita Anya? Si lo necesita, Dalia puede prestarle servicios de sanación —ofreció la pequeña mimali, juntando las manos en un gesto servil, sin comprender el verdadero motivo de la reacción de la chica.

Ante la primera pregunta de Tea, Maxine señaló como haría luego Hans a la entrada de las ruinas - No salen... Y antes derribaron un muro mucho más rápido... Por no decir que pasaron la bola de fuego de Anya como si nada... - Con un fuerte y largo suspiro la princesa miró en dirección a las ruinas - Igual simplemente están ligados a ese lugar - O al menos eso parecía desear Maxine, pero si que era verdad que, desde que habiais salido, esas criaturas os habían dejado en paz.

Siendo que la máxima preocupación presentada por Maxine, fue dada hacia su hermano, cuando Anya la ayudó no pudo evitar fijarse en esta con algo de preocupación, pero más por si salpicara a su hermano que otra cosa. Cuando logró encender el fuego la princesa asintió a modo de gratitud a Anya mientras Senca se unía a montar poco a poco todo el campamento.

Por otro lado Hans hacía una pequeña tumba con el idolillo de Terrano y Gauche a su manera percatandose de toda la escena le indicó con un gesto a Tiki que se acercara - Dalia ven - por la sencilla y simple razón de la empatía, pues cuando se la acercara le explicaría bajito y al oido el porque Anya estaba así. Si bien la Mimali ya lo sintió algo se interpuso a sentirse peor.

-Pues a eso me refiero, al mural - retomando la conversación acerca de lo descubierto en las ruinas, la princesa señaló a Helga, quien llevaba gran parte de razón al puntualizar lo que se refería la propia princesa. - No es solo que sea demasiado preciso, es como... - Rápidamente Max, con su estado de ánimo más bien decaido, intervino - Como si nos quisiera revelar las ruinas de os dioses... Allí donde vivieron, antes de ser sellados - ¿Lo había hecho a posta para encubrir una realidad que ni el sabía pero se olía o realmente lo pensaba así? Igual eso tendriais que averiguarlo vosotros.

-Sea como sea... Esa información es mejor darsela a nuestro padre y que el decida que hacer con ella... Si es algo peligroso... El mundo podría acabar peor de lo que está ya de por si - mencionó llegando a clavar su mirada a la tierra antes de que el propio topo tomara intervención acerca de lo que el había hecho y por lo cual estaba viajando por el planeta, entre ello también hablando con Magno Yaran.

-Lo del faro ya lo sabiamos... Lo de la calma no sabía que era. Pero mi padre ya ha enviado mensajeros a hacer lo mismo que vosotros. Proteger el planeta es la principal preocupación de mi padre, pero si no encontramos a los mentados en la profecía... - Maxine agarró su lanza con enfado, casi como si pensara ciegamente que la culpa de todo el inicio de esta catastrofe fueran de los herederos del sello, los que curiosamente estaban tan cerca de ella.

Max, por su lado, estaba más encogido de antes, obviamente la conversación no le gustaba.

— Me pregunto si será así… — Tea murmuró luego de la respuesta del Geomali, aunque lejos de ser pesimista, pues en verdad dijo aquello gracias a todos parecían estar lidiando con el asunto a su propia manera. Claro que la humana no se percató de lo que realmente estaba molestando a Anya, tampoco podía saber con exactitud lo que pensaban Senca o Tiki; incluso Helga parecía tener cierta facilidad para mantener sus sentimientos bajo control así fuera solo de cara al exterior, por lo que al final la Cobb estaba por irse simplemente a ayudar hasta que la voz de Hans la detuvo.

— Señor Muerte… es decir, Nargu, era alguien muy reservado, la verdad, que conocí no hace mucho — a pesar de que asintió al pedido ajeno confesó, pues tampoco iba a mentir con algo así. — Parecía tener un pasado algo sombrío y ser parte de una organización hermética, pero durante el poco tiempo que pasamos con él no vi que hiciera cosas sospechosas o malas — cosa que no podía decir de Gauche, por ejemplo — Incluso pude ver un poco de su lado más cálido ya que tenía una sobrina por la que mostraba preocupación… pero eso es todo lo que sé — al decir eso Tea bajó la mirada hacia la “tumba” recién hecha pues le avergonzaba y le dolía que aun habiendo compartido tan poco con ellos Nargu diese su vida a cambio de salvar la del resto. Quizás por ello la muchacha seguía sosteniendo la máscara del luftinuka como si a través de dicho objeto quisiera sentirlo cerca. Por otro lado contarle al topo sobre la relación de Muerte con Terrano fue algo que dejó de lado debido a la naturaleza polémica del asunto…

— Realmente siento no poder ayudarte en ese sentido — reconoció con los ojos cristalizados y la voz quebradiza.

De cara a la princesa, la chamán simplemente asintió reconociendo la lógica que por sí sola no pudo ver. Desde que salieron de allí la Cobb estaba muy distraída y nerviosa, temblorosa inclusive, pero es que para ella resultaba muy difícil solo seguir adelante; una de las desventajas que tenía estar descubriendo el mundo ya en experiencia propia era que la muchacha ignoraba muchos de los males y amarguras que se ligaban con este de forma intrínseca, al fin y al cabo. Quizás por lo anterior fue que mantuvo su semblante decaído hasta que el tema del mural volvió a tomar relevancia entre el grupo.

— E-estoy de acuerdo con el príncipe, e-es decir, con Max — entonces dijo al tiempo que observaba al mentado. Justo en ese instante era imposible para ella suponer con claridad las intenciones del chico, no obstante Tea se aferraría a su versión con el fin de proteger los intereses del resto ante la severa Maxine.

Por supuesto la mención “casual” de aquello que ocurrió en el faro no la dejó para nada indiferente, pues a causa de ello el recuerdo de las últimas palabras que le dijeron sus tutores volvió a la chamán como un estremecimiento interno capaz de crearle un nudo en la garganta, por fortuna tras suspirar hondamente logró contener algo que pudiera ser incluso más obvio. — Esperemos que todo vaya bien entonces, y que con todo el esfuerzo que se ha hecho y que se está haciendo se pueda proteger a toda la gente de Sansóläis antes de que pase algo terrible… — que a propósito evitara mentar a los elegidos no era coincidencia, pero con suerte eso solo sería claro para quienes pudieran ver el doble sentido de sus palabras. Ahora bien, lo que externó era sin duda algo propio de una persona ingenua, demasiado optimista y hasta necia según quien, pero no por ello carecía de honestidad desde la perspectiva de Tea.

Casi por instinto la chica fue a sentarse cerca de Max, el otro que había demostrado ser proclive a incertidumbre como la que ahora le afectaba, no obstante desde su nuevo lugar llena de dudas miró al kazibara. Sabía que debía ir y decirle algo, pero no estaba segura si ser interrumpido le sentaría bien. Finalmente observó al topo mientras sus cejas se arqueaban hacia abajo, ¿realmente alguien que estaba en comunión con la tierra sería otro “aliado peligroso” como Maxine?

La Mimali no duda en venir a incordiar a Anya tras su mirada, con lo que la espadachina, ya con la hoja enfundada y frotando el pedernal, pega un golpe más fuerte con este, curiosamente prendiendo la hoguera en ese instante. La mirada que le lanza a la pequeña es peligrosa, apretando los dientes, pero luego desvía la mirada hacia el bosque.

- No. Vuelve con tu lo-que-quiera-que-sea. -replica, señalando con desgana hacia Gauche, tras lo que se enfoca en que la hoguera prenda bien.

Tras eso, se incorpora y anda ligeramente inquieta de un lado a otro. Hasta ahora, nadie ha visto a Anya tan "activa" en términos emocionales, aunque el reciente suceso es explicación de sobra para tal situación. Aunque está lejos, mira a Hans, conversando con Tea, y le habla desde su posición. Quizás no esté en la mejor de las situaciones, pero en cualquier caso, no debe dejar de lado lo acontecido.

- Maestro Hans. Gracias por su ayuda. -claramente, la declinación que le da al llamarlo "Maestro" es notoriamente distinta incluso con solo escucharlo, con respecto a la forma en que se lo llama a Niero- No es buen momento, pero no quiero ser desagradecida. Soy Anya, un placer conocerle. -termina diciendo, asintiendo con la cabeza con brevedad y esperando por si le dice algo antes de dejar que la Cobb se encargue.

A fin de cuentas, la joven parece llevarse mucho mejor con la gente que ella. Aunque ambas estuviesen encerradas, supone que el que le estuviesen recordando constantemente que podía herir a los demás le ha costado eso. ¿Quién podía culpar a su madre y las otras criadoras? Bastante es que no terminase dentro de un saco y en el río.

No obstante, no se le escapa la conducta de Max. Está asustado, eso es seguro. Quizás no sea la mejor persona ni en el mejor momento para hablar con él, pero, ¿quién si no? Hans y Tea están juntos, aunque parece que la conversación termina, pero el primero no ha compartido nada con el chaval y la segunda es quien mejor puede llevar la conversación con alguien potencialmente hostil, Helga está totalmente metida en la conversación y su "mascota" había sufrido daños, en Tiki y Gauche no quiere ni pensar, y Senca parece abstraído de la situación. Así pues, se acerca al muchacho con paso tranquilo. En apariencia es solo un poco mayor que él, aunque la realidad diverja ligeramente.

- Max, ¿podemos hablar un momento, tú y yo solos? -le pregunta, con tranquilidad.

Sin duda, su gesto es distinto que antes y parece acusar los hechos recientes, lo que le da una notable diferencia con respecto a su habitual máscara helada. Es como si esa petición se la estuviese haciendo alguien humano, ¿imagináis?

El Kazibara se presentó frente al topo ante el cual este asintió. -Encantado también, Senca -Aunque su tono era neutro, podía notar que algo había en su mente, por lo que prefirió no molestarlo.

El topo cada vez más escuchó cobre un mural con información importante, información que podía ser peligrosa y que de alguna forma se relacionaba con los dioses. -Una compañera Geomali, Saray, no creo que alguien sepa más de leyendas y cosas antiguas dentro del UTO ni fuera de él -Hans miró a la princesa de Trayerta-. Ella quería revisar estas ruinas con la intención de averiguar más de la profecía, así que les agradecería que compartieran la información con ella. Cuando me fui, ella estaba bajo la protección del rey.

Asintiendo a le contaba Tea, el pequeño topo ponía atención a cada palabra. Se vio con una expresión de curiosidad ante los misterios que el llamado Señor Muerte traía consigo, pero al escuchar que de hecho también tenía un lado cálido, se formó una pequeña sonrisa en su rostro. -Me has ayudado más de lo que crees, gracias.

Desde un sitio más alejado, el topo oyó a Anya referirse a él. -Igualmente, Anya -En ese momento usó su fuerza de voluntad para tratar de frenarse de llenarla de preguntas sobre el fuego que parecía poder manifestar-. Solo hice el deber de todo Geomali -Aseguró el topo para mirar al pequeño monumento que había hecho-. El verdadero héroe es él -dijo en un volumen más bajo.

Hans bajó un tanto la mirada con la mención de que el propio rey de Trayerta estaba participando en la persecución. Sin duda las piezas ya se estaban moviendo en todo el mundo. -Que así sea -Reafirmó las palabras de Tea, aunque no por eso se veía tan esperanzado como su palabras podían sugerir. Y sin duda notó de reojo que ella lo miraba con el ceño fruncido. No estaba seguro de que podría ser esa reacción, así que solo sacudió un poco su pelaje, pensando que tal vez desaprobaba su aspecto tan sucio de tierra.

Guache simplemente te dijo al oido en pequeños susurros - Alguien ha muerto, importante para ellos, importante para el equipo y el grupo. Además, aunque no se lo pidieramos dió su vida por nosotros. Al menos hay que llorarle por hacer ese acto - obviamente Gauche no pensaba eso, pero tampoco te lo diría. Te dijo aquellas palabras para que al menos tu pudieras mostrar una reacción más natural y propia de la escena.

La mirada de la espadachina era intensa. Casi parecía tener intenciones asesinas. La mimali la miró con expresión serena, mientras por dentro se preguntaba si había hecho algo mal. Había llorado a su compañero, se había ofrecido a curar a quien necesitara ayuda, se había mostrado tranquila y amable… ¿Qué había podido salir mal?

Entonces, ella desvió la mirada, y señaló hacia su amo, instantes antes de que éste le ordenara que acudiera junto a él. La pequeña revoloteó lentamente hacia él, con las manos cruzadas a la espalda, y escuchó lo que le decía. Si los demás miraban, podrían ver cómo su rostro se ensombrecía poco a poco y comenzaba a llorar nuevamente. Tras eso, regresó junto a los demás, con la mirada gacha, el rostro cubierto de lágrimas y claramente alicaída.

Prestó atención a cómo los demás hablaban sobre el recién fallecido, mostrando lo tristes que estaban. —Dalia conoció a Nargu durante muy poco tiempo, y no sabe nada sobre él. Pero demostró ser un gran compañero. Y demostró ser una buena persona al dar su vida por nosotros. Es un verdadero héroe. Es una pena que haya acabado así. Ojalá no hubiese ocurrido. —La voz de la mimali sonaba quebrada, y sus lágrimas parecían sinceras. Parecía realmente afectada por lo ocurrido.