Partida Rol por web

Señoritas...-dijo Malik, encaminándose hacia los escalones de la puerta principal-¿Les queda mucho de cháchara? Tenemos un vampiro que castrar.

En cuanto Bauer puso un pie sobre el primer peldaño de piedra de la escalinata, la trampa se activó: una gran lanza surgió desde el suelo, perforando el pie y el pecho de Bauer, ensartándolo de modo similar al de los soldados de Nova Vaasa. Cuando Urik llegó hasta su camarada, un hilo de sangre resbalaba por la comisura de sus labios, y boqueaba como un pez que se quedaba sin aire.

De pronto hubo un destello. Luego... todos estaban en las posiciones que ocupaban en el patio treinta segundos antes. Malik tenía un pie en el peldaño que activaba la trampa, pero ninguna lanza había surgido del suelo. En consecuencia, Malik estaba vivo, pero confuso por lo que acababa de pasar.

Debemos aprender de este suceso. No podremos fiarnos de nuestros sentidos mientras Strahd pueda seguir jugando con nuestras mentes.

- "¡Herr Bauer, retroceda despacio! Herr Merquo,  ¿qué acaba de pasar?" - Pregunto intranquilo.

Acabamos de ser víctimas de un conjuro de ilusionismo.

Merquo trató de buscar al responsable en lo alto de alguna torre, o en las ventanas, pero el sol del este le deslumbraba dejando la silueta del castillo a contraluz. Malik se alejó de la puerta.

El Doctor Van Richten fue acertado al hablar de "guerra psicológica". Aquí en el patio somos un blanco fácil. Deberíamos ponernos en movimiento-sugirió.

La puerta principal seguía esperando a ser abierta. Del edificio central salían dos muros a izquierda y derecha que dividían el patio en uno delantero, en el que estaban, y uno trasero. Cada uno de esos dos muros contaban con sus propios portones y rastrillos, que hacía mucho que no eran alzados.

Habían entrado por la puerta principal cuando tenían invitación para un baile de máscaras, hoy hace exactamente dos años. Y un par de semanas antes que eso, Parriwimple levantó el rastrillo de la derecha para rodear el edificio y llegar a la capilla. No habían llegado a probar a levantar el rastrillo de la izquierda, pero cuando robaron la estatuílla en forma de cuervo (el Icono Sagrado de la Orden del Cuervo) habían comprobado que desde el jardín trasero se podía acceder también al flanco norte del patio trasero que no llegaron a pisar. En consecuencia, los dos rastrillos que flanqueaban la puerta central daban al mismo sitio.

Miro al gigantón renacido y sonrío, encontrando una renovada confianza en el milagro de su regreso.

- "¿Por dónde debemos avanzar, Herr Indirovich?" -

Parriwimple miró a la multitud congregada. ¡Eran tantos!, y de verdad parecían esperar que él tomara una decisión. Pero es que eso no tenía sentido. Parriwimple era tonto, y los tontos hacen tonterías. ¿No había sido evidente visto lo que había pasado cuando el general había llegado? Casi le entraron ganas de suspirar.

- Parriwimple pensar abrir rastrillo derecha, otra vez, e ir capilla, como otra vez. Capilla grande. Quizás allí poder ver quienes quedar, y en capilla otra vez haber cosas buenas- hace una pausa, bastante seguro que está diciendo tonterías- Parriwimple ya decir que pensar mejor elegir lo que Urik y Helene estar de acuerdo.

- "Lo cierto es que me resistía a proponer esa misma opción precisamente porque tengo razones egístas para ello. Necesito realizar un ritual de ocho horas en la capilla.

De todos modos, es ciertamente un lugar que podemos controlar y defender. Pero, ¿no dejaremos aquí a nadie custodiando la barbacana?" -

- No. Magia mala, peligro quiénes queden. No separarnos - tras las palabras mira a Helene

Algo alertó a Ivalic de que no iba por buen camino con Tasia, quizás fuera el gesto arrugando la nariz o algo por el estilo. Fue entonces cuando recordó alguno de los buenos consejos de Ludovico.

"Las mujeres son imprevisibles, a veces parecen quererte a su lado como que se despiertan y parece que les sobras, por eso es mejor irse antes y dejarles su espacio, eso es lo que yo hago."

Y el joven Ivalic siguió sus consejos sin saber que aquello irritaría aún más a Tasia. En cualquier caso debía atender a otras cosas importantes en las que les iba la vida a todos.

-¡Ah no no no! ¡De eso nada! No pienso jugarme la vida para matar a Strahd y que venga una vampiresa a ocupar su lugar, me niego, por muy sobrina suya que sea. ¿No tiene ningún pariente que sea tan solo humano? Además. ¿Se puede saber como ha consagrado su vida a matar a Strahd? Porque yo lo sigo viendo muy vivo y los únicos que queremos acabar con él somos nosotros, lo que quiere es que le hagamos el trabajo sucio para después aprovecharse.

Ivalic se cruzó de brazos enfadado, si las cosas iban a ser así prefería no hacer nada y que esa tal Lyssa Von Zarovich se las apañara ella sola contra su tío.
Saber que Strahd seguía jugando con ellos dejándoles cartas y hechizos de alucinaciones tampoco le mejoró el humor.

-Me parece buena idea Parriwimple, allí podremos discutir que hacemos. Vamos a la capilla.

Lo cierto, Ivalic, es que no es seguro que Lyssa acepte la herencia de Strahd. Le detesta a él y a todo lo que tiene que ver con él. No es probable que se instale en el valle. Sería más acorde a su carácter que tratase de matarnos uno a uno por haberle arrebatado el placer de matar ella misma a su tío...

Parriwimple levantó el rastrillo y todos fueron pasando de uno en uno. Ida hizo un leve gesto con la cabeza cuando llegó su turno, mirando desde abajo a su amado, y ruborizándose un poco.

Al llegar al final oriental del patio, torcieron a la derecha, pasando por debajo de un arco, y llegando a los jardines. Las cristaleras estaban intactas, habría que romper una para colarse en la capilla. En frente del arco por el que llegaron, un segundo arco daba a la sección noreste del patio que nunca exploraron. En cuanto al jardín, era muy vivo, pero poco colorido. Hasta que llegase la primavera, solo imperaba el color verde. Y en frente de la capilla, al este, se aventuraba el espacio abierto de un gran balcón y el azul claro del cielo.

Dudo mucho, Herr Urik, que podamos permitirnos el lujo de esperar ocho horas en la capilla sin que Strahd y sus esbirros no hagan nada.

 De detrás de un arbusto salió un jardinero elfo de rubios cabellos y cuerpo escuálido, portando una maceta con una tomatera transplantada. Al encontrarse de pronto con los intrusos, abrió las manos y dejó caer la maceta, que acabó rompiéndose en el suelo.

 Era cierto que Strahd se quejó de que Cyrus era el único sirviente humano que se encargaba de la limpieza del castillo, pero no mencionó a ningún elfo. Hace dos años le escucharon silbar, en el jardín, y nadie se acercó a ver.

-Pues yo no tengo ningún problema en dejar que sea ella la que mate a Strahd. ¿Alguno de vosotros lo tiene? -Mientras el Conde desapareciera y pudieran restaurar la normalidad en aquellas tierras además de rescatar a su padre y al esposo de la Señora Helene, quien diera el golpe final al vampiro le daba igual.- Entonces... Necesitaríamos poder llamarla para que venga y se encargue de su tío, no quiero tener otra vampira vengativa por estas tierras, y si no va a gobernar... ¿Quien sería el siguiente en la línea de sucesión?

Poco a poco el grupo fue pasando a la zona de la capilla que ya habían visitado fugazmente hacía dos años, ahora si querían entrar deberían romper una de las cristaleras, e Ivalic no iba a perder la oportunidad de poder romper un cristal a pedradas sin que ningún adulto le riñera.

-¿Puedo romper yo el cristal? Se me da muy bien tirar piedras. Una vez dentro podemos ver si es fácil de defender, quizás sea mejor luchar en una zona que podamos controlar y donde el Conde no pueda separarnos o tendernos trampas.

Ivalic se acercó al jardín y se puso a rebuscar entre los arbustos alguna piedra para tirar contra las cristaleras.

-Toma Tasia, ¿Quieres tirar contra el cristal tu también?

Esperaba que eso si que le gustara, lo de conquistar a una chica estaba resultando más difícil de lo que Ludovico hacía que pareciera cuando contaba sus romances. En cualquier caso la aparición de un elfo rompió toda la tranquilidad, se asustó al verlos y escapó.

-¡Va a avisar a Strahd! -Bueno, lo más probable es que el Conde ya supiera que estaban allí, siempre parecía llevarles la delantera, pero por si acaso era mejor detener al elfo, además podía tener información.- ¡Hay que detenerlo, dejadme a mi!

Esa sería su oportunidad de demostrar a todos lo que había mejorado con su magia, aunque el hechizo ya lo había aprendido hacía tiempo.

- "Tenéis razón, como siempre Herr Merquo. Debe haber alguna otra forma de entrar en la capilla que no implique romper una vidriera. ¿Creéis que sería factible reconsagrarla para que las fuerzas del mal no puedan entrar en ella?" -

Entonces aparece el jardinero elfo, que emprende rápidamente la huida, y me quedo sin saber cómo reaccionar, al tiempo que el joven Ivalic le lanza un conjuro de grasa.

Habían avanzado sin mayores problemas tras aquella ilusión que demostraba bien claramente la consciencia que Strahd tenía de su presencia en el castillo. Era su primer movimiento. El primero de otros muchos en los que sin duda tendría ventaja. Cuando finalmente accedieron a través del rastrillo al pasaje por el cual habían accedido la última vez a la capilla, el sonido de una maceta al romperse la hizo girarse. Vio al elfo y antes de poder reaccionar, Ivalic ya lanzaba un conjuro destinado a imposibilitar su huida. Siendo imposible impedírselo, Helene avanzó hacia el elfo, respetando los límites del conjuro de un Ivalic adolescente.

-¿Cómo te llamas? -le preguntó.

Había otra rama de parientes vivos del árbol de los Von Zarovich. Una última familia, cuya sangre noble se iba diluyendo generación tras generación. El Doctor Van Richten no lo sacó en la conversación. En aquel momento, lo importante era el jardinero, y cómo manejar la situación.

El elfo estaba petrificado, sin saber qué decir. Aunque Ivalic intentó crear grasa bajo las botas del jardinero, no lo logró. El joven escriba había gastado un montón de energía mágica en curar a Tasia y a Malik, y necesitaría descansar y acumular fuerzas si es que quería volver a lanzar conjuros de grasa.

Firan y Tasia decidieron que el jardinero no era ninguna amenaza, y siguieron tirando piedras contra las cristaleras de la capilla, que estaba plenamente integrada en el edificio principal del castillo, con lo cual la entrada con la que teorizaba Urik no sería desde el patio.

Vjelkus y Jeff se preocuparon por la seguridad de Helene, y dieron unos pasos tras ella para intervenir si el jardinero la atacaba con una paleta de jardinería o intentaba azotarla con una ristra de pimientos.

El elfo trató de balbucear su nombre... Pero antes de que se dibujase una sola sílaba en el aire, alguien llegó desde el patio norte atraído por los ruidos de pedradas, cristales rotos y macetas suicidas.

¡Jander! ¡Lárgate de aquí, mosca molesta!

El jardinero Jander se asustó y salió corriendo hacia el mirador. Por su parte, el sepulturero se paró bajo el umbral del arco que separaba el jardín del patio norte, de modo que solo pudiese ser atacado cuerpo a cuerpo por un único rival. Blandía su pala en el aire con ganas de atizar con ella de nuevo a Urik, dos años después de la primera vez.

Desenvaino la Espada Solar y me pongo en guardia, sosteniéndola con fuerza con las dos manos mientras los nudillos se me ponen blancos por la tensión y una gruesa gota de sudor recorre mi frente.

- "¡En guardia, todos! ¡No se trata de un enemigo corriente!" -

Ivalic recitó las palabras, hizo la pose de lanzar hechizos pero ninguna energía salió de su cuerpo, las diversas curas lo habían dejado sin ella, al menos para ese hechizo.

-Vaya... creo que tendré que descansar para reponer mis energías.

Estaba algo avergonzado y seguro de que Firan aprovecharía la ocasión para reírse de él, además delante de Tasia. Esperaba que ninguno se hubiera percatado entretenidos como estaban en lanzar piedras contra la cristalera. Por otro lado la dirección en la que huía el elfo no parecía tener ninguna salida así que estaría atrapado. La llegada de un nuevo personaje atrajo su atención y las palabras de Urik lo pusieron en guardia. Sacó su trabuco y lo cargó para después apuntar hacia el hombre.

-¡No te muevas o disparo!

Tasia se interpuso para proteger a Ivalic, bloqueándole el ángulo de tiro. Jeff y Vjelkus se pusieron delante de Helene. Las gemelas defendieron al Doctor Van Richten. Y mientras que todos se ponían en guardia, Malik Bauer atacó.

Yo me encargo, Herr Urik. ¡UOOOAAAH!

La espada de plata de Bauer hizo un corte en el pectoral derecho del sepulturero, que trató sin éxito contraatacar con su pala. Cuando Ivalic salió de detrás de las faldas de Tasia, era Herr Malik el que le estorbaba para disparar.

Viendo que Herr Bauer se ha lanzado al ataque, me percato que el tiempo de la cautela se ha terminado.

Avanzo hasta situarme cuerpo a cuerpo con el Sepulturero, mi antigua némesis, y le ataco.

Lo de tener una chica tan mona protegiéndolo estaba bien, aunque le hacía sentir como una niña pequeña a veces y él quería parecer mayor ante Tasia y no alguien débil que necesitaba de protección. Además si se ponía delante era imposible disparar. Se movió hacia un lado para volver a tener ángulo de tiro y entonces fue Bauer el que se interpuso en su línea de disparo. Tras eso fue el propio Herr Urik el que avanzó. Con tanta gente por medio sería peligroso disparar su trabuco así que intentó ayudar a sus amigos de otra manera.

-No puedo disparar desde aquí, pero puedo tocar una canción que os inspire.

Cambió el trabuco por su flauta y comenzó a tocar una canción con notas bélicas que ayudara a sus amigos en el ataque contra el Enterrador.