Partida Rol por web

Con la abertura de los primeros pimpollos en el Gran Cerezo que se halla en el Patio de la Academia Masumi, inicia oficialmente el Hanami particular de aquella región. Esta es una procesión donde los adultos y niños de la aldea participan con trajes rituales característicos, todos ellos partiendo desde esta aldea recóndita siguiendo el camino de cerezos en flor hasta la ciudad de Sakurami.

Las únicas personas que están exentas e incluso prohibidas en esta procesión ritual son los chicos y chicas de edades comprendidas entre 16 a 18 años; puesto que estos jóvenes adultos son los "pimpollos" que tienen que florecer hasta volverse los adultos del día de mañana.

Lo que significa que... ¡Tienen todo el pueblo para ellos solos!.

Por la mañana fue la despedida de los familiares que marcharon en procesión partiendo desde la Academia Masumi, este acto final de despedida logró reunir a todas aquellas estudiantes en un mismo lugar, permitiéndoles compartir un último momento de paz y tranquilidad mientras veían a sus familiares marchar siguiendo el rastro de árboles de cerezos hasta la ciudad.

Y una vez que estos marcharon, las miradas cómplices se sucedieron, para algunas esta no era la primera vez que habían vivido un "Hanami" en la aldea, mientras que para otras esto era su primera vez. Pero, todas y cada una de las chicas rebuscaron por el lugar en busca de aquel joven misterioso cuyo padre trajo a la aldea... y para el infortunio de todas ellas, no estaba.

Goro Yoshida pese a que sus padres no son más que meros campesinos que trabajan cultivando la tierra en las cercanías del pueblo, se cree una gran cosmopolita por aquella vez en la que fue a Tokio, se enamoró del ambiente de la ciudad, en particular del barrio de Shibuya en donde esta conoció a la sub-cultura "Gyaru" de la cual quiso formar parte con todo su ser. Desde entonces aquella muchacha de tez pálida se volvió anaranjada y luego marrón, dejando partes de su cuerpo en tonalidades blancas, como en su cuello, frente, mejillas y ojos. Combinado con un pintalabios y pintauñas de color fucsia y otros adornos, aunque no demasiados debido a su estado. -Una lástima que aún no pueda ir con ellos, -indicó la muchacha al resto de sus compañeras- estar encerrada en este pueblucho es de lo peor. Pero bueno, si tengo que estar aquí, al menos no me pillará sobria. -Y sin ningún tipo de miramiento sacó dos botellas de alcohol de las bolsas de puerros que traía consigo- ¿Quién se apunta a la fiesta de esta noche?.

Aunque tenía prohibido vestirse con ropas tradicionales, Maemi se había preparado para la ocasión. Un poco de rimel, brillo de labios, perfume de sakura y su característico lazo en forma de pajarita. Esta mañana está reluciente y a ella le encanta. Le da igual las bromas sobre su corte de pelo o algunas prendas de vestir asociadas al sexo opuesto. "¿Te crees un chico?" "Pues no, ¿acaso no ves que soy más guapa que tú?" ¡Oh, ella se ve tan bella cuando se mira al espejo!
Trrrrooom, un ruido interrumpe la despedida, la Goro al habla. Maemi, aunque molesta, guarda la compostura.
—Yoshida-san, ¿otra vez? Ya hiciste una fiesta hace, ¿2 días?
Mientras habla, no pierde la oportunidad de mirar alrededor de reojo, buscando al nuevo invitado, pero no lo encuentra. Si existe, parece no haber venido.
—Bueno, algo tendremos que hacer en este tiempo. Desde luego no quiero repetir lo del año pasado. ¡Menuda pesadilla!

        La parte de ser la primogénita de una las contadas familias pudientes en el pueblo puede que sirviera para que siempre llevara una vida tranquila, pero quizás por lo mismo... es que nunca me hubiera atrevido a siquiera alzar la voz buscando el hacernos con unos domicilios en las ciudades cercanas para tener mas experiencia y no tener que estar dependiendo de un anticuado festividad en la que nos hacia parecer solo femeninas desesperadas....

     Mientras veía como las mas activas se iban ya por allí rebuscando entre los callejones mas alejados, o las mas intrépidas ya planeaba el como aprovechar toda esta situación para hacer lo que quisieran ... no es ni medio dia... , Para quienes estuvieran observando mi impoluta figura, podrían estarme viendo como mi vista seguía fija por las calles que partieron hace nada nuestros parientes...

 - Odio.... la primavera... - dejando escapar un leve suspiro que se podía perder entre el cuchicheo de las demás muchachas a mi alrededor.

No soy la mayor de mi familia, pero tampoco soy la menor, estoy en un ambiguo limbo el cual me ha proporcionado algo de tranquilidad a lo largo de mi vida, por fortuna mi familia tiene ciertos recursos, así que había podido pasar mi vida con relativa tranquilidad rodeada de cosas que amaba.

"Un buen libro y un buen café".

Sonrió amablemente mientras camino rumbo a mi destino, saludando a las demás con una pequeña inclinación de cabeza, con una amable sonrisa, estoy de muy buen humor, veo que hay todo tipo de personas a mi alrededor, eso me hace sentir parte de un mundo muy colorido y variado, parte de un universo dentro de esté universo... como en mis libros... aunque para que todo fuese igual faltan hombres para cumplir esas fantasías de romances, suelto un suspiro y sacudo la cabeza apartando de mi esos pensamientos, no había nada que hacer al respecto.

"¡Muy buenos días a todas!" Exclamo con felicidad mientras me abro paso. 

Todos los años era lo mismo, y pero quiza este año estuviese destinado a ser diferente, algunas disfrutarian la libertad haciendo libertinaje, otras como yo simplemente deseabamos paz, la paz de no ser molestada , en mi caso tendria tiempo de hacer las cosas que me gustan sin que me reprendan, comer los dulces que tanto me gustan y la gran mayoria de las veces me niegan, las compañeras ya empiezan a orquestar parranda y a sacar alcohol, no auguro que vaya a ser tan tranquilo como quisiera, con todas esas muchachas revoloteando como mariposas, no es posible que me inviten asi que debo estar tranquila.

-Gokiguenyo...-digo en voz baja y luego miro al resto interactuar sin saber exactamente que mas agregar , no soy muy buena con las palabras y mucho menos hablando con la gente.

Me quedo atras de las de mas para no ser visible, con mi expresion y tono neutral de voz

-¡Sayonyara!- Exclama una alegre y enérgica Kirino, quien se despedía de los adultos con la mano en alto. Era su actitud usual, siempre enérgica, siempre alegre y animada. No necesitaba muchas excusas, aunque estas fechas de celebración en las que podría compartir con sus compañeras mucho más ciertamente ayudan.

Por su parte, Kirino es posiblemente una de las chicas más "famosas" de la escuela. No gracias a una enorme fortuna que la respalde o a ser parte de algún grupo de divas en particular, sino más bien debido a su particular aspecto y actitud. ¿Y qué tiene de especial? Simple: Es más bien difícil no notar a una chica con actitudes y modismos felinos, además de esas adorables orejitas gatunas que adornan su cabeza. ¡Los envidiosos dirán que son falsas! Pero siempre las ha tenido desde que la conocéis y ella insiste en que son completamente reales. Salvo eso es una chica más o menos normal, aunque con una clara fijación en recibir mimos y cariños cada que puede.

Esto último se refleja más que claro cuando Kokoro saluda. -¡Nyaaa! Kokoro-san~ ¿Cómo estás? ¿También estás emocionada?- Aprovecha de inclinarse un poco hacia ella. Podría confundirse con una reverencia, aunque sus oscuras intenciones eran más que claras para sus compañeras: Buscaba mimos. -¿Has visto a Dai-kun?- Aprovecha de preguntar mientras da un vistazo rápido a su alrededor, extrañada de no verlo.

Este pueblo era algo inusual, ¿o no? No lo se no estaba acostumbrada a esto ya que donde vivía era muy diferente pero tenía que intentar "adaptarme" a esta nueva vida.

Recién estaba llegando y mi hermana mayor no aparecia por ninguna parte,  algo enojada veo que hay un grupo de chicas y decido acercarme a preguntar a ver si conocen a mi hermana mayor

-Hola!, me llamo Hikari Okimi acabo de llegar aqui pero no consigo a mi hermana mayor ¿la conocen? Se llama Katsuki,  es alta, delgada, tiene el cabello rojo *susurro* "Algo creida" *cofcof* ​​​​​​Tengo un rato buscandola pero no la encuentro

Olivia llegó hace poco desde Alemania como estudiante de intercambio. Su mentalidad Europea aun trataba de adaptarse a un nuevo país, sus costumbres, al idioma y sobre todo aquel peculiar pueblo.   

Vio partir a su familia de acogida sin saber muy bien a donde iban, ni el porque de toda esa parafernalia. Ella imaginaba que estarían de vuelta para almorzar o eso esperaba porque tenia hambre. Con las prisas por llegar no le habían dejado ni desayunar en condiciones. Por fortuna a la carrera había conseguido rescatar un huevo semiduro de la nevera, que atesoraba en sus manos como quien guardaba un tesoro.

Mientras sus compañeras despedían a sus familiares con mas o menos pena, ella daba cuenta de su desayuno. Aunque no podía evitar añorar su huevera de unicornio que quedo en Alemania.

Al oír a Goro se metió el huevo entero en la boca y se acerco a ella. -¿Fiieeta? ¿Ceeeveza? Preguntó con la boca llena. Ya con ella liberada añadió -Cerveza, me pirra la cerveza. Dijo sin pizca de emoción.

Se había vuelto a quedar sopa, otra vez. Salió tarde de casa, vestida con lo primero que encontró, al menos lo primero que encontró decente. Demasiado tarde se dio cuenta de que se habían transparentado las braguitas de unicornios. El sueño de hoy había sido un poco desagradable, se había batido en duelo con un demonios que escupía... bolitas de arroz. Eso era un augurio, quizás no debía de tomarlas en toda la semana.

- Ya se han ido todos... - Baja la cabecita. ¿Por qué, por qué? Y es que tenía sueño otra vez. Al menos tenía la almohada en la mochila. No los libros que tenía que tener pero si la almohada. Si no había profesores podría echarse la siesta.

- Buenos días...- se rasca un poco el ojito, tiene una legaña aún. Viendo que Hanako quería mimos, le d un abrazo.

Me había despedido del abuelo y ya tenía todas las cosas listas, para el primer día de clases. Cuando caminaba por la ciudad, no se me quitaba la idea de ¿Quiénes serían mis compañeros? 

Cuando lleguen a la escuela pude ver que había una gran variedad de personas, es como si los hubieran sacado de una novela ligera. Di un fuerte respiro, desde la puerta salude a todos los presentes  -¡Buenos días!-   Es un saludo gentil y dulce. En mi anterior escuela había sido la presidenta del salón y espero que sea la presidenta de un club, tener que lidiar con un salón es algo pesado, mejor un pequeño club de 5 personas sería lo más adecuado. 

Aun que llegué a reconocer algunos presentes, no me atreví a entrar a su conversación de fiestas y cerveza, eso no era lo mío. Esperaba alguien con quien hablar de libros o de la escuela, eso si me interesa. 

Guu había sido la chica más alta del pueblo ya desde su nacimiento.

Desde que salió del ala de maternidad del hospital destacó por su altura y aquel don de la naturaleza le había acompañado año tras año: la más alta del vecindario, la más alta del jardín de infancia, la más alta de primaria, la más alta de entre todas sus iguales. La altura había formado parte de su impronta personal y había participado en la forja de su carácter. Se sentía bien siendo la más alta, la mayor. Alguien superior entre sus iguales.

Año tras año, crecer antes y por encima de las demás se había vuelto algo así como su seña de identidad. De algún modo, incluso llegó a atribuirse a sí misma el mérito de su altura: si las demás eran más pequeñas era porque no se esforzaban alo suficiente.

Todo iba según debía ir hasta que... algo ocurrió a los 13 años. No supo entender qué fue lo que pasó, pero de pronto, una compañera creció más que ella. Fue entonces cuando se dio cuenta de que, en realidad, llevaba una temporada sin apenas crecer en altura. Entró en pánico al caer en la cuenta de esto y se esforzó como nunca en crecer y recuperar su trono.

Pero no funcionó. Poco a poco, todas las demás niñas del pueblo empezaron a crecer más que ella. Cada semana aparecían midiendo centímetros más que la semana anterior mientras que ella lo único que había conseguido era hacer un surco en el marco de la puerta de su dormitorio a base de marcar con un lápiz su altura día tras día tras día siempre en la misma cota.

Pronto descubrió una gran broma del destino: al cumplir los 14 años, se convirtió oficialmente en la chica más baja del pueblo. Pero la cosa no acabó aquí.

Pasaron más años y todas sus compañeras siguieron creciendo con normalidad mientras que ella se había estancado en su misma altura de los 13 años. Y aún más... ¡Sus compañeras empezaron a desarrollarse!

Hoy, a sus 17 años, su apariencia sigue siendo de una niña de 13: bajita, sin desarrollar, de aspecto infantil... y mientras, todas las compañeras se habían convertido en divas altas, esbeltas y voluptuosas... la envidia de Japón.

Todo esto consiguió que Guu se desarrollase en cinismo y acidez lo que no había desarrollado en altura y voluptuosidad.

Aquel día, entró en clase solo para comprobar que el verano había sentado a sus compañeras aún mejor. Se vio rodeada de pechos grandes a la altura de su coronilla en lo que pronto se convirtió en su propio infierno personal... y encima ahora había rumores de un chico.

Dejadme en paz - Dijo con mala gana a aquellas que se esforzaba por desear un buen día cargadas de energía (y de curvas)

Tetsu salió con el resto del grupo, ni siquiera se molestó en arreglarse un poco, para que, la única persona de la que se podría despedir es de su madre y ella siempre parecía más interesada en otros temas que en relacionarse con su hija, como hija única de madre viuda ella ya había disfrutado de la libertad de estar sin vigilancia paternal, de hecho, hasta el punto de añorarla un poquito.

Mientras algunas chicas como su prima Goro, querían aprovechar el momento para desmadrarse, a ella solo le apetecía aprovechar para poder hacer un maratón de cine de terror, a su madre no le gustaban nada esas películas, así que conforme aparecía por casa le tocaba quitarlas, ya que solo tenían un televisor.

-Bu…buenos días.

Dijo tímidamente cuando el resto de chicas fueron llegando, ella llevaba bastante tiempo ahí, pero tan callada que había pasado desapercibida.

Las chicas que habían preferido no irse de fiesta a la primera de cambio le inspiraron la suficiente confianza como para acercarse a ellas, en especial a Miko, que parecía una chica más interesada en la literatura que en las cervezas.

La esbelta y firme figura de Mai se planto frente a todas las chicas. Desde lo cuidada que estaba su ropa, el olor a perfme extremadamente caro que la rodeaba, el evidente cuidado de su cabello e incluso su forma de caminar, reflejaba su estatus social y la engreída pero elegante sonrisa que llevaba plantada en los labios su inmensurable ego. Era como una rosa, una rosa plantada en el invernadero mas cuidado del mundo, o por lo menos eso era lo que ella tenia en su cabeza. Todas sabían quien era la hija de los Kawamura, la chica con la familia mas adinerada de todo el instituto. "La princesa" le llamaban algunos de los habitantes del pueblo.

- Gokiguenyo -Saludó con bastante elegancia- ¿Como están todas hoy?.

Caminó entre todas las presentes saludando con la mano. Tenia tanta confianza en si misma que si la confianza de una persona se pudiese oler, de seguro ella inundaría las narices de todas las presentes.

- ¿Como te encuentras hoy, Masshiku-san? Pareces estar tan aburrida como de costumbre. -Saludó por separado a su amiga.

La familia Akakyosha y la familia Kawamura tenían contacto desde hace muchos años siendo ambas familias con abundantes medios económicos, así que era de esperar que las dos hijas de las familias se conociesen desde hace bastante. Amigas de la infancia se les podría llamar. Aunque por la forma en que Mai hablaba aveces, cualquiera podría dudar del afecto que tenia por su amiga.

     - Ohhhh.... y yo pensando que estaba haciendo un buen trabajo con esto de aparentar interés... - le respondería a mi Amiga, con el mismo tono seco de toda la vida, que aunque en su tiempo podría haber generado mas de algún roce accidental, para este punto de nuestra complicidad era tan aceptado, como lo era la sinceridad de Mai.

   Quizás... debería plantearme el aceptar tus clases de etiqueta un día de estos Kawamaru-san - girando levemente mi vista de donde estuviera mirando, para observar a Mai y el resto de chicas que se encontraran pululando por la zona -Pero desde luego hoy no...-dibujando una cortes reverencia hacia mi amiga - quizás tampoco mañana... pero te aseguro que antes del próximo jueves... - meditando unos segundos mis siguientes palabras - si es que el polen no me arruina la semana....

- ¡Konnichiwa, minna! ¡Vuestra idol favorita ya está aquí! - como una explosión de energía llegué hasta donde estaban mis compañeras saludándolas con mi melodiosa e increíble voz - Yuzurin os ha echado mucho de menos ehe - hice una de mis poses de idol super cutes y les guiñé un ojo lanzándoles un beso.

Acababa de despedirme de mis padres y mis hermanas mayores con una sonrisa y había salido saltando alegremente a encontrarme con mis compañeras. Aquel día también estaba radiante, mi traje nuevo me sentaba genial y mi mánager me había llamado pocos días antes para grabar dos nuevas canciones, por lo que estaba feliz como una margarita en primavera. Seguramente supondría mucho trabajo, pero era parte de ser una super idol. Especialmente si mis canciones me ayudan a conquistar a mi adorado Dai-kun jijijiji 

- ¡Kyun! - noté una opresión en mi pecho al ver a Kirino - ¡Wa wawawa Kawaiii!!!! - salté a abrazar a la chica gato - ¡Kiri-tan! ¡Hoy también estás super adorable! - me encantaban las cosas lindas.