Necesitamos un plan mejor que "que los pistoleros se encarguen de la picadora de carne".
Los ojos oscuros de Amara parecen hacerse todavía más negros al escuchar las alegres palabras de Rocket. Incluso a través de su habitual hieratismo, coloca las manos muy despacio sobre los cubiertos de fibra de alga, es evidente su sorpresa y malestar.
-Esa... máquina es invencible en un ataque directo. No es un plan viable. Los Tannenbaum mencionaron alternativas.
Las miradas ausentes de Rocket y Redton parecen confirmar que no existe ese plan. Amara permanece unos largos segundos con la mirada perdida vagamente dirigida a sus compañeros. Por fin, se levanta y se dirige hacia la mesa de los Tannenbaum.
De camino, se para junto al resto de la tripulación de la Juggernaut.
-Han oído al capitán. Nos vemos en la bodega a las 23.50 -cruza las manos a su espalda-. En la estación hay alimentos frescos, hablaré con los Tannenbaum para que nos los proporcionen. La doctora dice que su aporte nutritivo es muy alto. En cuanto terminen su comida, Gorn, Kemper y Li, se encargarán de las provisiones que nos den. Sylz, usted queda al cargo. Redton y Rocket vendrán conmigo para escoltar a los pasajeros.
Eso podía tener entretenidos un rato a algunos de la Juggernaut. Con un breve gesto de despedida continúa su camino.
En la mesa de los Tannenbaum. De pie, rígida, con las manos a la espalda. En voz muy baja.
-Louise, la tripulación de la Juggernaut debe permanecer ajena a todo y lejos. Que uno de sus trabajadores los lleve a las granjas hidropónicas para recoger alimentos frescos... cuando debamos actuar.
En voz ligeramente más alta, para que la puedan oír los demás.
-Preparen sus pertenencias. Embarcarán con nosotros. Sí, gracias -responde a un falso ofrecimiento y toma asiento.
-¿Cómo eliminarán los obstáculos? -susurra.
¿Cuánto tenemos antes de volver a la Juggernaut?
(*) sea quien sea, que lo mismo también es trabajo de la primera oficial y es una metedura de pata.
El ingeniero arquea la ceja, decepcionado. Amara no ha hecho más que confirmar su teoría de que tarde o temprano Gorn y von Goetling acabarán batiéndose en duelo por ella.
-No. Demasiado romántico -corrige- ¿Tal vez jugándosela a las cartas? No, no, no, ¡por favor! ¡Qué escándalo! Demasiado impropio. Probablemente una cesión de derechos de propiedad, o algo así... Sí, podría ser...
Se lleva un par de dedos a la sien en respuesta a las órdenes de la Oficial Primera. Deben de ser en torno a las 21:30; a poco que tarden en completar el trabajo, un par de horas no se las quita nadie... ¡maldita sea! Alza la jarra hacia sus compañeros, dispuesto a aprovechar todo lo posible los minutos que le queden antes de sumirse en la tediosa tarea de contemplar desde una esquina (seguro que el trío Dinámico lo denomina "supervisar") cómo otras personas cargan cajas.
-¡Ya lo tengo! -se le ocurre una nueva idea- ¿Una subasta? No sé si sus corazones podrían soportar tanta emoción, pero... ¡se pueden llegar a hacen tantas locuras por amor!
Los marineros brindan con él, aparentemente sin preguntarse por qué se ríe. Deben estar acostumbrados.
En el hangar, Lup y su antena de comunicaciones asesina se disponen a abordar de nuevo el batiscafo. Hace ya varias horas que el asesor envió su informe a la Agencia Imperial de Ciencia y Tecnología, y se acerca la hora de recibir la respuesta.
El viejo comandante frunce el ceño mientras ajusta los cierres del traje presurizado y comprueba la instrumentación. Tal y como cabía esperar, la familia Tannenbaum no lo ha recibido con la alfombra roja, pero hasta ahora tampoco le han dado problemas. Sin embargo, han hecho ostensible que no estaban interesados en colaborar con él, ni con el Imperio.
-No aceptan ser comprados ni temen las represalias -observa en derredor, molesto-. Está claro que tenéis otros planes en mente...
-Y la tripulación de la Juggernaut -se pregunta- ¿qué pinta en todo esto?
Recuerda la breve conversación con la Dra. Devriendt:
Salvoconducto exonerando La Juggernaut, su capitán y tripulantes.
Una última lectura. Todo correcto.
-Hasta ahora.
Sarah entendía que Lup tendría que estar distraído, lo suficientemente ajeno a lo que se cocía a su alrededor para que no se lo viera venir. A la chica el hombre le daba el mayor asco que alguien podría darte: no solamente era un tipo feo por fuera, su personalidad soberbia y decadente era ominosa. Además no poseía un ápice de compasión o de algún valor que pudiera pensar que algo rescatable yacía.
Sin embargo no se trataba de esto. Ella había sentido cariño y atracción solo a una persona, pero ese recuerdo le podía servir para imitar tales sentimientos. Con eso en mente se dispuso a recibir a Lup cuando desembarcara, en su vuelta de revisar la antena.
Su cabello, siempre recogido como una niña, se lo soltó en grandes oleadas de melena oscura que le llegaban por debajo de los hombros. Miró su reflejo, aplicó algo de maquillaje sintético a su piel y escogió uno de los uniformes que le quedaban mejor.
Si iba a hacerlo, iba a hacerlo bien.
Sarah no hacía nada a medias.
Lup pilota el batiscafo de vuelta a la base, contrariado. Las instrucciones de la AICT han sido claras:
-Más fácil decirlo que hacerlo -piensa-. Pero hemos toreado en plazas peores...
-Probablemente la Agencia se ha puesto ya en contacto con von Getling -aventura-. A mí me toca darle a la familia feliz la noticia de que, después de todo, no van a separarse. Al menos, hasta que la Drachenfels decida qué hacer con ellos.
No es un problema de su incumbencia. Al fin y al cabo, su destino será consecuencia de sus propias decisiones. Su misión es asegurarse de que todo está bajo control (bajo su control, para ser exactos) antes de que llegue el remolcador. Con un poco de suerte, es posible que lo mantengan al cargo de la explotación científica.
-No está tan mal -sonríe, dispuesto a aprovechar la oportunidad.
Tirada oculta
Motivo: Empatía, Discreción
Tirada: 2d100
Resultado: 56, 31 (Suma: 87)
Sarah espera pacientemente en el hangar mientras la esclusa se abre para dejar paso a las dos figuras que abandonan el batiscafo tras su paseo por el exterior. Es relativamente tarde, casi las 22:30, y casi todos los trabajadores se han retirado ya a sus dormitorios. El robot monta guardia, impasible como siempre, mientras el militar se despoja del traje presurizado y lo almacena de nuevo en su sitio.
Cuando termina, avanza decidido hacia la muchacha:
-He recibido instrucciones de la AICT -relata con tono neutro-. Indíquele a su familia que recojan sus pertenencias y se preparen para partir mañana por la mañana a bordo de la Juggernaut. Todos ustedes serán escoltados a Régulo, donde deberán responder ante la Drachenfels Bergbaubetrieb.
Ella parpadea un momento, perpleja, al recibir la noticia. Él, sin embargo, no espera respuesta; como si simplemente le hubiera dado las buenas noches, y hace ademán continuar su camino hacia el camarote que le ha sido asignado.
Lo escucha decir aquello con un tono desinteresado, casi como si ellos fueran cosas a las que no vale la pena dedicarle un minuto de su tiempo. Le dejó bien claro dónde sería reubicada su familia así como a quién debían presentarse para explicar todo lo necesario. Sarah empezó a sentir el desprecio subiendo por sus venas así como un sabor amargo en la boca. Aunque su repelencia por el sujeto y todo lo que representaba era profunda, la necesidad de salvar a los suyos y al Kerze, lo era más.
Así que cuando Lup siguió su camino, lo detuvo sosteniendo uno de sus brazos, para sorpresa del vejestorio.
-Mire, señor Lup. ¿Podemos hablar?
Una sonrisa de lado asomó a su rostro, era una expresión de picardía, como si ella y él tuvieran un secreto compartido.
-No creo que le pueda ganar, usted ya me ha dejado claro quien manda, quien tiene el poder.
Empezó a andar en círculos a su alrededor. Lo miraba sin desenfado, después de todo había que "sincerarse".
-A mí me gusta el poder... ¿sabe? Seré muy joven pero no tengo un pelo de tonta. Creo que usted lo sabe -se aproximó a él lo suficiente para ver ese rostro ominoso en primer plano, para oler su aliento.
"Imagínate que es Cauro o vas a vomitar..."
-Lo que no sabe usted es todo lo que estoy dispuesta a hacer por un poco de ello.
Se pasó la mano por el cabello lentamente, sus ojos se posaron en Lup sin reparos. Si era un hombre heterosexual, si aún tenía libido en ese cuerpo de barril, tal vez hubiera esperanzas.
Los Marco así no sufro sola. XD
Cauro seguía por allí manteniendo un "perfil bajo", consciente que en la situación actual, lo mejor que podría hacer era esperar y no llamar la atención. Lup sabía lo que se hacía y tenía bastante dominada la situación pero si el plan de los Tannenbaum funcionaba, pronto se desharían del funcionario y para cuando pudiese actuar, estarían bien lejos. Pero su caso era muy diferente.
Así que se dedicó a hacer trabajos rutinarios. En realidad, después del tiempo pasado en criogenesis, había mucho trabajo por hacer. Y mientras jugaba su papel de eficiente burócrata, intentaba allanar el camino a sus compañeros, sobre todo porque a fin de cuentas, nadie parecía que tuviera una excesiva preocupación porque hiciese bien su trabajo.
Y eso le dejaba tiempo para compartir unos últimos momentos con Sarah.
No pudo evitar fijarse en la joven cuando se la cruzó. Arqueó una ceja extrañado cuando vio, especialmente radiante, como si se hubiese preparado para algún evento especial. La saludó con una sonrisa y siguió su camino, pero le extrañaba que con todo lo que se venía encima la mujer se hubiese dedicado a acicalarse tanto. A saber qué andaba tramando. Se sintió en el deber de averiguarlo e intentó seguirla sin ser descubierto.
El militar da instintivamente un paso atrás cuando la muchacha se aproxima hacia él, decidida, y apoya ambas manos sobre su pecho, aproximando su rostro al suyo. Arquea una ceja, incrédulo ante las palabras apenas susurradas por la chica. Es obvio que este giro de los acontecimientos no entraba en absoluto dentro de sus planes. Va contra todas las normas. Contra el sentido común. Y, sin embargo...
La sugerente actitud de Sarah, y el calor de su cuerpo, tan próximo al suyo, descartan la posibilidad de que haya oído mal. O que haya interpretado mal lo que ha oído.
-¡Esto es un despropósito! -dice para sí, escandalizado, mientras una incontrolable erección contradice sus pensamientos conscientes- No solo va contra el reglamento, sino ¡contra la decencia! ¿Es que los humanos estándar no son más que animales?
Pero, por más que se empeñe en negarlo, una parte de él no solo le recuerda, de manera contundente, que él también pertenece a la Clase de los mamíferos, sino que, de hecho, también anhela, desde hace años, poder abandonarse a sus instintos. Aunque solo sea una vez. En un planeta abandonado de la mano de Dios y de los hombres, a cientos de años luz de distancia de lo que a duras penas puede llamarse civilización.
-Pero hombre, esto está mal... -vuelve a protestar, más débilmente- Te estás aprovechando de esta chica...
Para su consternación, este último pensamiento, lejos de aplacarlo, tiene el efecto de excitarlo todavía más.
-¡Qué demonios! -decide, dejando finalmente que una sonrisa asome a su rostro- ¿A quién pretendo engañar?
Hace ya mucho tiempo que viaja solo. La muerte de su hija a manos del capullo de Bow no hicieron más que rematar la mella que los años había hecho en la relación con su esposa. Ahora ese capítulo estaba cerrado...
-Además, esto no cuenta -se asegura a sí mismo-. Es solo una vez... con una humana estándar... con una...
Por un momento, duda. ¿Con una, qué? ¿Con una niña? ¿Con una criminal? ¿Con un ser inferior?
Por primera vez, sus ojos recorren el cuerpo de Sarah pensando en ella como una mujer. Ni siquiera recordaba con precisión la última vez que había hecho el amor, pero podían contarse con los dedos en la mano después del nacimiento de Lynn. Aquella chica era incluso más joven. ¿Cómo era posible que se sintiera atraída por él? Sí, él era un transhumano. Su cuerpo estaba diseñado para mantenerse en óptimas condiciones, y él entrenaba duramente para asegurarse de que así fuera. Era un orgullo para él, pero, a pesar de ello, no era lo suficientemente estúpido como para engañarse a sí mismo pensando que la hija menor de los Tannembaun sintiese el más mínimo deseo. Incluso lo había dejado meridianamente claro con sus palabras.
-¿Quieres jugar? -concluye el soliloquio, ampliando un poco más la sonrisa- ¡Juguemos!
Se siente vivo. El corazón bombea con fuerza, y la sangre no solo ejerce presión sobre las venas de su sien.
-A mi edad, uno solo sabe, como decía Platón, que no sabe absolutamente nada -contesta con sinceridad-, pero si quieres podemos continuar la conversación en un lugar más íntimo...
Solicita a la IA que desconecte las cámaras de seguridad cercanas a su dormitorio y al robot que active una señal inhibidora de frecuencia mientras monta guardia a la entrada.
-Si se trata de un intento de asesinato, podré apañármelas -sigue sonriendo, confiado-. No es el juego más divertido que se me ocurre, pero también tendría su gracia. No se puede negar que la chica, además de hermosa, tiene valor...
-¿Estás realmente segura de querer hacer esto? -le pregunta, como una aplicación informática, antes de franquear la puerta.
-¡Qué romántico! -vuelve a sonreír.
Motivo: Seducción
Tirada: 1d100
Dificultad: 101+
Resultado: 90(+5)=95 (Fracaso) [90]
Motivo: Reacción
Tirada: 1d100
Dificultad: 101+
Resultado: 100(+5)=105 (Exito) [100]