ANALES DE LA COMPAÑÍA:
- Escena de tipo informativo no interactiva.
ANALES DE LA COMPAÑIA:
La historia de la Compañía es compleja y muy confusa. Nuestro propósito original no está claro y lo que sabemos ahora es lo que nos contaron nuestros padres y abuelos, pues muchos Anales antiguos se perdieron tras el paso de la Compañía por Taglios.
Somos la última de las Doce Compañías Libres de Khatovar, de donde partimos hace poco más de doscientos años.
Las otras Compañías que nos precedieron regresaron al más lejano Sur, a Khatovar, portando su Estandarte.
Nuestro Estandarte sigue con nosotros, la Lanza de la Pasión, y no tenemos aún intención de devolverlo. Puede que, pese a nuestro nombre, anteriormente no fuésemos libres. Ahora sí lo somos. Forjamos nuestro propio destino.
ANALES DE LA COMPAÑIA:
La Compañía, o la Duodécima, como nos gusta llamarla a los veteranos carcamales como yo, surgió de Khatovar hace doscientos años.
Los miembros originarios eran de dos clases, sacerdotes y celotes religiosos, de un lado, y antiguos criminales, prisioneros y gente obligada a alistarse en el ejército, de otro.
En aquel entonces no era una compañía mercenaria, como hoy en día, sino algo más parecido a una fuerza expedicionaria perteneciente a un culto religioso. Un culto que adoraba a una diosa oscura, la Reina de los Engaños.
Según me contó mi abuelo, el culto perseguía la resurrección de su diosa mediante algo que llamaban "El Año de las Calaveras", o algo así. Quien sabe si es no es una patraña, lo cierto es que nuestro emblema sigue siendo el cráneo de plata sin mandíbula inferior. Puede que eso tenga algo que ver, o puede que no.
El viejo decía que casi lo consiguen en un lugar llamado La Arboleda de la Condena. Lugar donde la sangre llegó una vez hasta las rodillas de los sacerdotes. Personalmente, no confío demasiado en la veracidad de esta historia.
Los viejos Anales se perdieron en Taglios, posiblemente para siempre, así que nunca sabremos los detalles.
En tiempos de mi abuelo, la tradición oral decía que los sacerdotes habían sido unos pésimos estrategas, cosa que cuadra con lo poco que sé sobre las castas clericales. Al parecer se perdieron muchas vidas en batallas, aunque nuestros ancestros debieron ser unos tipos duros de narices que se llevaban al menos a tres enemigos por delante por cada uno de los suyos que caía. Lo cierto es que en Taglios tenían un miedo mortal a la Compañía.
En algún momento, hace unos cincuenta años, los Soldados debieron cansarse de tanto sacrificio (a menudo los sacerdotes sacrificaban a aquellos miembros de la Compañía de quienes creían que tenían poca fe) y de tanto culto religioso. El caso es que los clérigos desaparecieron, no se sabe muy bien cómo, y los Soldados tomaron el control.
La Compañía empezó a cambiar para bien. Lo primero que se hizo fue convertirla en una hermandad de hermanos juramentados, fieles los unos a los otros, y a la Compañía en su conjunto. Esto es importante, en especial comparado con el periodo anterior en que los sacerdotes decidían quién vivía y quién moría.
La lealtad a la Duodécima es su valor más importante. Uno sabe que sus hermanos Soldados puede que no sean la mejor gente del mundo. Tal vez en circunstancias normales sean ladrones, tramposos, asesinos, violadores y gente no muy recomendable. Pese a ello puedes tener la certeza de que no te clavarán un cuchillo por la espalda y que nunca te venderán al mejor postor.
Las traiciones a la Compañía son muy raras. Cuando ha ocurrido alguna, se ha castigado como poco con la horca. Otra cosa diferente es dejar la Duodécima por las buenas. A veces un veterano se encuentra viejo y amargado, encuentra una mujer y quiere dedicarse a jugar a las casitas. Normalmente, casi siempre se le da permiso de buen grado. Es más, si nos enteramos de que alguien se mete con uno de nuestros antiguos chicos, siempre le damos su merecido, si todavía estamos por la región.
Otro cambio fundamental que ocurrió al abandonar la religión, es que la Compañía se convirtió en una compañía mercenaria. No nos metemos en asuntos de moralidad, si un patrón es solvente y paga bien, resolvemos cualquiera que sea su problema. Una vez aceptamos un pago, nunca traicionamos a nuestro patrón. No sin darle alguna especie de sólido preaviso, al menos. Por otro lado, si un patrón traiciona nuestra confianza, siempre se lleva su merecido.
En Taglios se decía: "Cuando tratas con la Compañía, la oscuridad siempre llega". Es una lección que aprendieron muy bien.
Un ejército tiene que vivir y el bandidaje no es buena idea. Los bandidos se acomodan, y siempre terminan llegando tipos duros que acaban con ellos. Tipos como nosotros. Ser mercenario es una manera muy honesta de ganarse la vida.
Cuando uno se une a la Compañía, en vez de haberse criado en ella como es mi caso y el de casi todos los blancos, generalmente lo hace para librarse de su pasado. Nosotros respetamos ese deseo y a nadie se le pregunta por su pasado ni se le piden cuentas. Sus antiguos crímenes ya no importan. Tampoco nos importa el nombre que tuvieran antes. El pasado queda enterrado cuando uno pide unirse a nosotros. A veces, incluso, hemos tenido que proteger a algún hermano de su pasado cuando éste le ha dado alcance. Son cosas que pasan. No haríamos lo mismo por un Aspirante o un Recluta, sólo por un hermano juramentado.
Estos negros no son mala gente, son un pueblo fuerte y guerrero, aunque quizá son algo tontos. Nadie es perfecto. Algún día todos seremos negros, y entonces nadie podrá evitar que a la Duodécima la llamen la Compañía Negra. Se creerán muy listos esos negros dándole ese nombre. Negros estúpidos. Pero nosotros nos estamos extinguiendo, hace diez años que no nace ningún niño blanco. El futuro les pertenece a estos K'Hlata.
ANALES DE LA COMPAÑÍA:
Tras los sucesos de la Arboleda de la Condena, hace unos cincuenta años, y la probable purga de sacerdotes y fanáticos que ocurrió después, nos convertimos en una compañía mercenaria.
El padre del actual Capitán nos gobernaba entonces. Era un hombre estricto y severo, pero justo y preocupado por sus hombres. La Duodécima estaba diezmada, y todos los Soldados eran endurecidos veteranos. Los Taglianos nos llamaban Soldados de Hueso, y nos temían con razón.
Reclutábamos a algunos hombres en las provincias de las Taglias que atravesábamos, siempre al servicio de algún noble u otro. Los nobles Taglianos estaban siempre enzarzados en amargas disputas y rivalidades, por aquel entonces se odiaban entre sí casi más de lo que nos odiaban a nosotros. Nuestras espadas estaban en venta, y el que nos contrataba generalmente vivía para ver los palacios humeantes y en ruinas de sus enemigos.
Hasta entonces habíamos sufrido demasiadas bajas, pues nuestras antiguas tácticas se basaban en ataques feroces, salvajes cargas, y en la superioridad individual de nuestros combatientes. Los reclutas Taglianos apenas valían para rellenar los huecos, por no hablar de que ni tres de los mejores entre ellos valía por uno solo de los Oscuros.
El Capitán desarrolló en aquel entonces nuevas tácticas, encambinadas a reducir nuestras bajas y aumentar las de los oponentes. Emboscadas, trucos, engaños, ataques nocturnos, ataques por sorpresa, tácticas de guerrilla, robar los suministros enemigos, asesinar a sus oficiales, un uso creativo de las habilidades de nuestros magos, todas eran armas de nuestro nuevo arsenal.
Hasta entonces habíamos conocido costosas derrotas, pero bajo el mandato del nuevo Capitán sólo conocimos la victoria.
Yo nací por aquel entonces, cuando la Compañía estuvo cómodamente aposentada durante diez años en una fortaleza del Norte de Taglios.
Durante treinta años la Duodécima estuvo alterando el equilibrio de poder entre la fragmentada nobleza Tagliana. Servíamos a un señor feudal durante unos años, y cuando se alcanzaba la paz y nuestro patrón dejaba de pagarnos, confiado en que no nos iba a necesitar más, nos poníamos al servicio de su enemigo.
Durante treinta años nos aprovechamos de la debilidad Tagliana, de su corrupción y mezquindad. En total, llevábamos ciento ochenta años recorriendo las Taglias, y convirtiéndonos en su mayor leyenda de pavor, y en su peor pesadilla.
Esos años no estuvieron exentos de problemas, a menudo recibíamos ayuda de desconocidos amables, que nos traicionaban poco después. Uno de ellos logró asesinar al Capitán. El hijo de nuestro difunto líder se convirtió en el Capitán, nuestro actual Capitán. Identificó a los asesinos que nos atacaban desde las sombras como un culto clandestino de estranguladores que se ocultaban en un templo secreto fortificado en la Arboleda de la Condena.
Asediamos el templo de los estranguladores y finalmente matamos a todos sus ocupantes, pero en su mayoría eran jóvenes aprendices de asesino. Los maestros se nos habían escapado de las manos.
El Capitán quería seguir una campaña de venganza, buscando a los estranguladores por todas las Taglias, pero sus amigos le persuadimos de que no lo hiciera. Por aquel entonces yo ya era el Analista, como lo había sido mi padre antes de mí.
El Prahbrindah, el Príncipe de todas las Taglias, finalmente había logrado unificar a toda la nobleza bajo su estandarte, e incluso el pueblo llano se alzaba entusiasta en armas en nuestra contra. Parecían haber superado temporalmente su miedo hacia nosotros y estaban juntando un ejército que nos superaba en una proporción de cien a uno.
La burocracia Tagliana es una maquinaria lenta y pesada, incluso la militar, por lo que tuvimos tiempo de sobras para escapar hacia el norte, fuera de Taglios.
Con los años, habíamos encontrado muchas pistas e indicios acerca de que la Undécima Compañía Libre de Khatovar, nuestros predecesores, no había regresado por completo al lejano Sur, sino que muchos elementos de la misma se encontraban en el Norte.
Esperábamos encontrarlos y que fueran como nosotros, para que pudiéramos unir fuerzas en una gran Compañía de nuevo fuerte y poderosa. En aquel entonces no éramos más de cien soldados. Según los relatos, un siglo atrás habíamos sido miles, entre guerreros y esclavos.
Llegamos a un vasto territorio salvaje llamado por sus gentes La Gran Sabana. Taglios era caluroso y húmedo, pero el clima en la Gran Sabana resultó más extremo, nos costó mucho acostumbrarnos.
Durante veinte años hemos recorrido la Gran Sabana a lo largo y a lo ancho, en busca de nuestros perdidos hermanos de la Undécima, sin encontrarlos.
Nos hemos puesto al servicio de una docena de tribus diferentes de K'Hlata, ayudándoles contra sus enemigos tribales. Nos hemos enfrentado también a enemigos temibles, como la Horda de las Arenas Sangrientas, o el Profanador de Mentes y sus esbirros de mirada perdida. Todos nuestros enemigos han acabado cayendo ante nosotros, antes o después.
Hace cuatro años llegaron hasta nosotros mensajeros de la Tribu de los Caimanes Negros. Nos trajeron presentes en plata y joyas, y nos prometieron más si les ayudábamos a someter a sus enemigos. Por eso estamos ahora aquí.
ANALES DE LA COMPAÑÍA:
Dieciséis de Tercero del Invierno, Año Doscientos Uno desde Khatovar.
La nueva hornada de chicos ya está lista. Como siempre, Gulg habrá hecho un buen trabajo, aunque esta vez la Compañía no ha podido permitirse ser exigente.
Los Caimanes quieren ver a sus enemigos rendidos a sus pies ya. Su paciencia se ha agotado y cada vez son más parcos en los suministros que nos proporcionan. Hay que entenderlos, los demonios extranjeros llevamos demasiado tiempo en sus tierras y los Castores aún no han caído. No del todo al menos. Su fin, sin embargo, está ya muy cerca.
Estoy seguro de que hay unas cuantas manzanas podridas en la nueva promoción de Reclutas, pero al mismo tiempo siento que ellos traerán el final de esta guerra, de un modo u otro.
El Capitán nunca ha querido que su hijo tuviese un trato especial, pero yo sigo convencido de que ese muchacho tiene madera de futuro oficial. He presionado un poco y creo que finalmente he convencido al Teniente. Hoy se verán los resultados.
El grueso de la Duodécima Compañía en Antílope necesita ya refuerzos. Esta semana nos trasladamos a ese escenario de la guerra.
Dejaremos con los Caimanes el campamento, con el grueso de los seguidores de campamento y una pequeña guarnición de Reclutas. El resto nos lanzamos muy pronto al camino.
La treintena de Soldados que actualmente protegen el Campamento como guarnición serán muy necesarios contra los Castores. Incluso los Reclutas tendrán su papel, y será importante.
He oído que incluso las putas y las Pitonisas añoran a sus muchachos y que la mayoría nos acompañarán en el viaje a Antílope.
A veces pienso que cada Pelotón debería de tener asignado permanentemente a sus propias putas y Pitonisas. Y que les acompañasen a todas partes. Sería bueno para la moral. Puede que incluso se lo proponga al Teniente.
Primera Crónica:
A día 18 del mes del Caimán, en el año 201 de la partida de Kathovar.
Mi nombre es Khadesa, soy la Quinta Pitonisa de la Compañía Negra, y escribo estas notas para el Analista, para ser sus ojos y sus oídos allá donde nos lleven los andares del Pelotón de los Hostigadores en su primera misión.
Ayer noche el Pelotón fue constituido oficialmente por el Sargento Gulg, por orden del Teniente y del Analista, y sus hombres elegidos y listados por el que ha sido nombrado su líder, Lengua Negra, quién ha tomado como segundo al mando a Matagatos.
Sus nombres son: Uro, Guepardo, Jabalí, Mentiroso, Peregrino, Ponzoña, Ojopocho, Dedos, R'Gaa, Serpiente, Rastrojo, Campaña, Loor, Attar, Pelagatos, Caracabra y Escarabajo. Nos acompaña también Sicofante, del Primer Pelotón, asignado como mi guardaespaldas.
Estos hombres son aún Reclutas, pero en ellos han depositado su confianza y esperanza los mandos más altos de la Compañía, y con ese espíritu han emprendido hoy los preparativos para la partida.
No partimos juntos, sin embargo. Matagatos lo hará solo, esas son sus órdenes, aunque el porqué de ellas no me ha sido revelado.
Nuestro destino es Antílope, y nuestra misión es escoltar a Portaestandarte hasta allí. Aunque por ahora destino y misión son un secreto que sólo compartimos Lengua Negra, Matagatos y yo misma, además de los mandos que lo han ordenado.
El día ha sido confuso en cierto modo, los preparativos, arduos. Porque Portaestandarte debe viajar de incógnito, y no podemos revelar su presencia entre nosotros. Y no hemos contado más que con la ayuda de nuestros propios efectivos, siendo que nuestro líder es aún inexperto en su cargo. Aun así, finalmente el Pelotón está preparado para marchar, las cosas están cargadas en el carro, y sólo falta en este momento lo más importante: que Portaestandarte llegue a él, camuflado de algún modo, y que nadie le vea.
Hemos tenido un accidente, antes incluso de salir. Ya estaba Portaestandarte cargado en el carro, y todo se había llevado a cabo con discreción, cuando Campaña arremetió arreando las mulas contra Escarabajo, dejando a éste malherido. Ha sido trasladado a la tienda de la Segunda, pero no podrá viajar.
Y no sólo eso, alguien me ha lanzado una maldición, una de ceguera. Si tiene éxito, no podré llevar a cabo esta Crónica, ni tampoco servir más que de estorbo a los Hostigadores. No quiero decir nada, sólo Sicofante lo sabe. Pero, ¿qué puedo hacer más que intentar contrarrestar el efecto? Quizá deba pedir ayuda. ¿Rastrojo? ¿Serpiente? Ambos se frotarán las manos, si pueden regodearse de mi desgracia...
Finalmente el Pelotón de los Hostigadores se pone en marcha. Mi hermanastro, Matagatos, ha quedado atrás, al parecer inconsciente tras ser abatido en un combate de entrenamiento. Pero mi impresión, ya que Lengua Negra lo sabe y no ha hecho nada al respecto, es que se trata de una maniobra para que Matagatos pueda salir solo a cumplir su misión individual, sin que nadie sepa exactamente ni cuando ni por qué.
Sacorroto ha sustituido al malherido Escarabajo, así que el número de Hostigadores inicial no varía. Emprendemos el viaje...
Segunda Crónica:
Estamos en marcha. Conseguimos una cabra lechera. La leche nos permite alimentarnos mejor, o tomar algo caliente cuando la fiebre ataca tras las humedades de una noche lluviosa. Los hombres entrenan fuerte, y están cansados, pero el ritmo es bueno. Se ha montado una tienda comunal, y así los enfermos pueden dormir a cubierto.
Portaestandarte ya no es una carga secreta. Estaba demasiado tenso, soportando su encierro, y fue necesario liberarle y dejarle que paseara en la noche, entre los hombres. Fue un espectáculo, ver a ese guerrero legendario avanzar atento a miradas y gestos como un verdadero león. Peligroso, letal, pero controlado. Le seguimos unos pasos atrás algunos de nosotros, aunque nada hubiésemos podido hacer si hubiera enloquecido. Pero no lo hizo. Aún no sabemos nada de Matagatos. Pero, según su padre, nos alcanzará pronto.
Van pasando los días, y seguimos avanzando. No hay novedades dignas de mención, excepto que el agua empieza a escasear. Nos hemos ido organizando, y guardias y entrenamientos se suceden con bastante eficacia. Algunos han enfermado, pero pueden ser sustituidos en la vigilancia sin problemas. No hay demasiadas discrepancias entre los Hostigadores, al contrario, a donde mires ves grupos de dos o tres personas cooperando unas con otras, incluso aquellos que por etnia o por tradición se han odiado durante generaciones. En total consonancia con el espíritu de la Compañía: camaradería, honor, fidelidad. Somos una familia de lazos cada vez más estrechos.
Hace una semana que partimos. Empiezan a hacer efecto la humedad y el agotamiento. Hay bastantes más Hostigadores enfermos, con fiebre o con dolores. Ojopocho no da abasto con las peticiones de hierbas y plantas, él mismo no está bien tampoco, su ojo malo está inusitadamente irritado. Ojalá nos alcance pronto mi hermanastro, necesitamos su talento con las plantas, y pronto. El chamán no sabe más de ellas que yo misma. Menudo par de curanderos inútiles somos. Ojopocho ha encontrado agua, además, eso es una buena noticia. Pero hemos acampado en un verdadero lodazal, y esta noche siento que va a caer una tormenta. Han bajado las temperaturas, y el frío está haciendo estragos junto con la humedad. Tenemos leña acumulada, R'Gaa ha llenado nuestro carro con un buen montón, lo malo es que está mojada, tardará días en secarse y arder, eso si cambia el tiempo...
Por fin: Hoy mismo nos ha dado alcance Matagatos. Está bien, y en su misión, al parecer, no ha tenido contratiempos...
Tercera Crónica:
Han pasado los días, demasiados, y nos han traído desgracias. La enfermedad se ha cebado en nosotros, y ahora, incluso habiendo dejado atrás el rigor invernal, seguimos pagando sus consecuencias. Por suerte Matagatos y sus artes médicas han podido aliviar algo algunas dolencias, pero ni mucho menos todas ellas. Yo misma no consigo levantar cabeza, la fiebre y el dolor me acosan, y no consigo centrarme lo suficiente como para ayudar siquiera, escribir estas notas me está costando una enorme jaqueca.
Pero la peor noticia que hemos tenido ha venido de manos o de obra de nuestro chamán, Rastrojo. Ha sido hoy mismo, por ello me he decidido a continuar la crónica y dejar constancia de ello. Ha sido al convocar a un espíritu para saber qué acontecía con Lengua Negra y Uro, los dos Hostigadores que se separaron del grupo para acercarse a la aldea de los Hombres de Arena. Y el espíritu que ha aparecido ha sido el del propio Lengua Negra. Nuestro líder ha muerto, entre sufrimientos y alaridos que nos han helado la sangre. Tengo el corazón desgarrado de dolor por su pérdida. De Uro ha dicho que vivía la última vez que le vio, aunque eso no es garantía de que aún viva ahora.
Estamos acampados y a la espera de la toma de decisiones. Matagatos es ahora nuestro líder, y tenemos la orden de atacar a los Tres Castores. Pero estamos deshechos, y hay que recuperar el ánimo y la salud antes de hacerlo. Será una tarea difícil...
Noche del Cinco de Primero de la Primavera, Año Doscientos Uno desde Khatovar.
Voy a incorporar los pergaminos de Khadesa y de Lengua Negra al libro final de la Gran Sabana. Ambos tienen madera de analistas.
Hoy por fin ha terminado la guerra contra la Alianza de los Castores. La otrora orgullosa tribu de los Tres Castores ha sido sojuzgada y aplastada por la Duodécima.
Tal y como sugerían nuestros reportes de inteligencia, las fuerzas Castor estaban muy mermadas y contaban con pocos veteranos, siendo el grueso de sus fuerzas niños y mujeres inexpertas.
El plan del Capitán ha funcionado a la perfección. Nuestras fuerzas de infantería atrajeron la atención de los defensores Castor al Este, fuera del poblado. La caballería aguardó tras la infantería, oculta por nuestros magos. Mientras, exploradores y arqueros preparaban una emboscada al Norte y al Sur de la posición de las fuerzas enemigas.
Entretanto los Hostigadores habían llevado en secreto a Portaestandarte al mal protegido flanco occidental de las defensas Castor. Lograron franquear la entrada y abrir las puertas.
Cuando Portaestandarte mostró su presencia, los Castores pensaron que habían sido engañados y que nuestras fuerzas principales ya estaban en su poblado y que las fuerzas de infantería que ellos veían eran sólo un señuelo.
Iniciaron una retirada hacia su poblado demasiado rápida, sin las debidas precauciones, y cayeron en el fuego cruzado de proyectiles de nuestros arqueros y exploradores.
La caballería, oculta hasta entonces, cargó contra la retaguardia-centro del enemigo en retirada. No esperábamos que el caudillo Castor fuera un guerrero tan fuerte y que lograra plantar cara a nuestros hombres como lo hizo. Él y su escolta, principalmente, nos han causado un total de diez bajas.
Han caído Cabestrillo, Pomelo, Caballo Loco, Bizarro, y Bermejo; de la caballería. Y Caralarga, Moratones, Lanzadardos, Pietorcido, y Recto; de la infantería.
La infantería se las vio, en general, con fuerzas Castor menos habilidosas, pero más numerosas.
Recuerdo con cariño a Caballo Loco y a Recto. Ambos me salvaron la vida demasiadas veces para recordarlas, aunque Recto era un tanto insufrible a veces. Siempre he sospechado que era una especie de sacerdote de Kina, o algo así. Ahora nunca lo sabremos, quizá sea mejor así.
Dicen que Bizarro asestó una lanzada mortal al Caudillo Castor, pero que fue la Soldado Palomita la que acabó el trabajo. Bien por ella.
Además de los muertos, que hoy hemos enterrado con honores, pese a la estupidez manifiesta de Caratótem, tenemos dos docenas de hermanos juramentados heridos y ocho Reclutas Hostigadores también heridos.
Los muchachos se han portado bien. Crear ese Pelotón de Reclutas ha sido un acierto. Está por ver si lo ha sido el hacer que les acompañara una Pitonisa, pese a la oposición enconada de Caratótem y de muchos otros.
Me preocupa el estado de Lengua Negra, y también el haber sabido que hizo asesinar a un Hombre de Arena y que mandó ejecutar a un Recluta. Decisiones ambas duras y que serán muy cuestionadas, sin duda, en los próximos días. No envidio estar en la piel de ese muchacho.
Y ahora nuestro siguiente contrato. Hace tiempo que sabemos de reinos norteños avanzados, más allá de la Gran Sabana. Nos interesaba indagar sobre ellos por si sabían algo de nuestros hermanos perdidos de la Undécima, aunque nunca habíamos tenido ocasión de contactar con ellos. Demasiadas cosas nos han atado a la Gran Sabana durante las dos últimas décadas, demasiadas crisis y guerras.
Al parecer los dos principales reinos norteños llevan tiempo en guerra, lo que nos brinda no pocas oportunidades. El más lejano de ambos reinos por lo visto ha sabido de nuestra buena fama como mercenarios y de los éxitos cosechados en la Gran Sabana los últimos veinte años.
Parece que estos norteños además son muy ricos.
Anales de la Duodécima Compañía Libre de Khatovar.
Tras la batalla de Tres Castores y la fiesta por los nuevos Hermanos Juramentados el campamento vuelve a la rutina, aunque con algo de resaca al día siguiente. Unos días de descanso son suficientes para que nuestros hombres recuperen de nuevo las fuerzas.
Durante este tiempo Matagatos es nombrado como nuevo líder del Pelotón de Hostigadores, sustituyendo a su primo Lengua Negra, herido de gravedad en la última batalla y todavía convaleciente. Como su Segundo elige a Ponzoña, un K'Hlata que ha demostrado su valía en batalla también. Espero que el muchacho aguante la presión que supondrá ser el líder del Pelotón, hay muchas esperanzas puestas en él y sus compañeros, pues pretendemos convertir a los Hostigadores en un pelotón de elite, capaz de responder ante las circunstancias más variadas, será el único Pelotón no especializado de la Duodécima Compañía. Esperamos que el experimento acabe funcionando.
El día 12 del mes del Pie nos ponemos en marcha dirección Noroeste, hacia el poblado de los Esclavistas de la Linde, una de las tribus más odiadas de la Sabana, pero escala necesaria para abastecernos antes de poner rumbo hacia nuestro nuevo destino en la ciudad de Cho'n Delor. Al día siguiente se nos une el resto de seguidores de la Compañía, que se habían quedado en el campamento anterior, antes de la batalla de Tres Castores. El reencuentro es feliz, como siempre que la Compañía logra salir con buen pie de una batalla o de un contrato. El botín de la batalla pronto estará en las manos de los seguidores de campamento.
Los Caimanes Negros cumplen con su palabra y nos alejamos sin problema de su territorio, lo único que me consuela del trato que nos han dado al finalizar el contrato es que sin nuestra ayuda pronto serán una tribu más de la Sabana y sus enemigos se volverán contra ellos al primer síntoma de debilidad, siempre ha sido así en la Gran Sabana.
Mientras avanzamos, los Hostigadores entrenan con los Exploradores. Cada Explorador ha acogido a uno de los Hostigadores como alumno, así aprenderán rápido y de primera mano. La intención es que cada uno de los Hostigadores pase por todos los Pelotones y que puedan aprender a defenderse en cualquier circunstancia. Los resultados son dispares, pero en general la idea parece estar funcionando de momento. Como curiosidad debo anotar que nuestro aprendiz de mago más joven, Serpiente, parece haber llamado la atención de nuestros nuevos patrocinadores que se empeñan en dirigir su entrenamiento durante esta etapa del viaje. La Sargento Falce accede a su petición, sabe que hay que mantener contentos a los clientes, aunque a veces sus peticiones resulten algo extravagantes.
Parece que este contrato será muy beneficioso para nosotros, los emisarios han venido con grandes sumas de dinero e incluso han pagado el equivalente a tres meses por adelantado. Durante la marcha se les da un trato preferente y se les escolta en el centro de la caravana, nadie quiere que les pase nada a nuestros nuevos benefactores. A cambio tan sólo debemos soportar sus continuas excentricidades, algo nimio frente a toda la plata que piensan pagarnos.
Sobre el 18 del mes del Pie llegamos a territorio de los Esclavistas de la Linde. Nos vigilan con sus exploradores, pero sabemos que no hay problema, no se atreverían a atacarnos. Además ya hemos colaborado juntos anteriormente y saben que pagamos bien por las mercancías. Sus costumbres son algo diferentes a las del resto de tribus, probablemente por estar tan al Norte y más en contacto con otras tierras y pueblos.
Acampamos a las afueras del poblado, a una distancia prudencial como siempre, eso evita problemas que puedan surgir por el roce entre unos y otros. Sin embargo, el Capitán se lleva un buen susto. Los emisarios de Cho'n Delor, siempre bastante independientes, han decidido ir hasta el poblado esclavista y nadie se ha atrevido a impedírselo. Inmediatamente ha ordenado a Vientos y Lemur que vayan a protegerlos, teme que pueda pasarles algo y que perdamos el magnífico contrato que nos han ofrecido. Por alguna razón yo temo por los esclavistas, estos tipos parece que pueden defenderse solos, no le diré nada al Capitán, hoy no está para bromas.
Una vez comprados los suministros suficientes ponemos rumbo hacia la ciudad de Dadiz. No hemos visto una ciudad desde que salimos de Taglios, los más jóvenes ni siquiera han visto alguna en su vida, la Compañía lleva muchos años en la Sabana. Los exploradores calculan que tardaremos unos ocho días en llegar hasta ella. Habrá que concienciar a los hombres de que intenten no visitar la cuidad, tanto tiempo lejos de una puede hacer que se olviden de lo peligrosas que son. Además esta es una ciudad esclavista y sanguinaria, por lo que he podido deducir de las conversaciones con los emisarios. Además aunque es una ciudad-estado independiente se sabe que tiene una estrecha relación con las ciudades que conforman el Reino Pastel. Los Chondelorianos han debido pagar una buena suma para que nos dejen el paso franco y el libre acceso al río, que es lo que nos interesa. Aprovechando su corriente viajaremos mucho más rápido hacia el Norte. Sé que a la mayoría no les hará mucha gracia tener que viajar así, muchos no saben nadar y dudo que hayan visto un río tan grande en su vida, pero habrá que hacerlo de todas formas.
A pesar de mis consejos y las advertencias de los emisarios de Cho'n Delor un pequeño grupo de Hostigadores decide entrar en la ciudad mientras comienza a embalsar el grueso de la Compañía y los seguidores de campamento. Como era de esperar la reticencia a subirse a las grandes balsas de troncos es la tónica general, pero como no queda más remedio todos acaban aceptando el hecho de que tendremos que viajar así. Creo recordar que es la primera vez que toda la Compañía Negra viaja de esta manera. Será interesante tener en cuenta la experiencia para el futuro. Como precaución la mitad de nuestros exploradores seguirá el curso del río a pie explorando las orillas y evitando posibles trampas y emboscadas, en el agua la Compañía será vulnerable y hay que tomar medidas para evitar cualquier posible problema. La otra mitad de nuestros exploradores nos seguirá también por tierra, evitando cualquier eventual ataque de tropas de Dadiz. Durante las noches formaremos un campamento provisional en tierra ya que viajar por los ríos sin luz es una actividad bastante peligrosa. Así procederemos durante todo el viaje por el río.
Un pequeño grupo de infantería se queda atrás un par de días, se encargarán de entrenar a los Hostigadores en sus tácticas de guerra como siguiente fase de la formación del nuevo grupo. Los exploradores de retaguardia se asegurarán de cubrirles las espaldas. El resto seguimos nuestro viaje hacia el punto de desembarque, la ciudad de Idon.
Llegamos a Idon el día 5 del mes del León. Los más rezagados llegan un par de días después. Aprovechamos la llegada a Idon para reabastecernos y reagrupar a toda la Compañía nuevamente. El viaje en río ha sido todo un éxito y por los informes del Cabo Lemur también los entrenamientos de los Hostigadores. En poco tiempo comenzaremos la última etapa del viaje y dejaremos el campamento provisional que hemos establecido a un par de kilómetros de la ciudad.
Matagatos y sus hombres parecen atraer los problemas, sé que son buenos muchachos y no son de los que buscan armar jaleo, pero su juventud y la novedad que supone todo lo que estamos viendo en este viaje les hace ser curiosos e intrépidos. En nuestra juventud todos pecamos del mismo mal. En una visita con un pequeño grupo de Hostigadores y Khadesa, la Quita Pitonisa, son emboscados por unos rufianes que les sobrepasaban en número de manera notable. Han logrado sobrevivir aunque la mayoría están muy malheridos. Dedos y de nuevo Lengua Negra parecen los más heridos, se teme por su muerte. Matagatos está haciendo todo lo posible por ellos, ahora mismo parece el mejor médico de la Compañía Negra ya que no se puede contar con su padre.
Hemos averiguado que todo el ataque ha sido orquestado por nuestros enemigos, mediante la Hermandad de Brujas de Idon. Los idonitas son aliados de Cho'n Delor así que no se tomará ninguna acción contra la Hermandad de Brujas, pero la Compañía Negra no olvida. La información de Khadesa ha sido fundamental incluso ha visto a los dos agentes del Triplete responsables de eso, su descripción nos será de gran ayuda para localizarlos. Saber que nuestros enemigos conocen que lucharemos contra ellos nos hace tomar más precauciones. Por 50 platas han intentado acabar con parte de nuestra unidad más esperanzadora, quizá si hubieran sido más generosos en el precio lo hubieran conseguido.
Nuestra caballería parte hacia el Este adelantándose al resto de la columna, deberán despejar el camino ante posibles amenazas.
Día 8 del Mes del León.
El grueso de la Compañía y los seguidores de campamento continuamos el viaje hacia Cho'n Delor. Por delante tenemos a la Caballería y detrás dejamos al grupo de Hostigadores, deberán permanecer en el campamento provisional a las afueras de Idon al menos una semana más mientras se recuperan sus heridos. Un pequeño grupo del Segundo Pelotón al mando del Cabo Barril se quedará con ellos para reforzarles, ahora que sabemos que son un objetivo es mejor tenerlos protegidos. También se ha ordenado a un pequeño grupo de Arqueros al mando del Cabo Cortaplumas que permanezca escondido vigilando a la espera de cualquier posible ataque. Ni los propios Hostigadores saben de su presencia.
El camino a Cho'n Delor resulta tranquilo, al menos para el grupo principal. Es una ruta habitual en las caravanas de mercaderes e incluso está marcado con piedras a los lados, es imposible perderse. Cho'n Delor resulta ser una ciudad bastante inquietante, acorde con los emisarios que han mandado, pero su Señor, el Señor del Dolor, parece estar dispuesto a ser generoso con nosotros a cambio de nuestros servicios. La fama de invencibles que nos hemos forjado da sus resultados.
Han puesto a disposición de toda la Compañía un antiguo palacio ahora en desuso. Acostumbrados a vivir en tiendas de campaña resulta todo un lujo para la mayoría, aunque la mayoría de los K'Hlata se sienten extraños allí, muchos era la primera vez que entraban en una ciudad o que dormían dentro de un edificio.
Enseguida el palacio es divido entre los distintos pelotones y seguidores de campamento. Oficialmente debemos defenderlo de momento pues es un punto clave que da acceso a la parte rica de la ciudad y al palacio de nuestro contratador, aunque realmente no se espera ningún ataque a gran escala sobre la ciudad. De todas formas no hace falta que nadie nos diga que tenemos que defender el lugar donde descansa la Duodécima, lo primero que se hace es comprobar el estado de todo el edificio y las puertas de entrada así como los posibles puntos débiles. Pronto las zonas más comprometidas están fuertemente vigiladas por nuestros hombres. El Señor del Dolor no nos ha convocado todavía, aunque sí que nos ha mandado sirvientes y regalos para hacer más llevadera nuestra estancia.
Unos días después somos convocados por El Señor del Dolor. Acudo junto al Capitán y al Teniente y con una pequeña escolta simbólica que nos espera a las puertas del Bastión del Dolor, la residencia oficial del mandatario. Allí conocemos por primera vez a nuestro contratador y sus principales consejeros y nobles. Por supuesto El Chambelán de las Cuchillas y Ansia de Dominio están presentes. El Señor del Dolor causa una sensación que pocos hombres consiguen y menos a niveles tan elevados, pero como mercenarios nunca hemos discutido a quien servimos, le servimos mientras nos pague y no hacemos más preguntas o juicios.
La situación es la de guerra abierta entre los dos reinos, hasta que ambos han llegado a una situación de estancamiento. Nuestra misión es inclinar la balanza hacia Cho'n Delor, por eso se nos ha contratado. El Triplete cuenta con mejores tropas y más numerosas, y también con magia, aunque en este caso los chondelorianos llevan una ligera ventaja gracias a los grandes poderes de su Señor. Eso ha impedido que la ciudad haya sido tomada, pero su poder sólo se extiende unos kilómetros a la redonda, así que el resto del territorio está tomado por los enemigos.
El día 23 del mes del León llega el grupo de los Hostigadores con malas noticias. Han sufrido varios ataques en todo ese tiempo. El primero fue rechazado sin grandes problemas por los exploradores escondidos, unas cuantas tandas de flechas sirvieron para que los rufianes dieran la vuelta al verse sorprendidos, al ser ciudadanos de Idon la premisa era evitar matarlos para no entrar en conflictos con las autoridades de la Ciudad.
A mitad de camino el mismo grupo de rufianes comenzó a seguirlos así que el Cabo Barril y sus hombres decidieron acabar con ellos, ya que estaban demasiado alejados ya de la ciudad como para que su muerte fuera un problema para la Compañía.
El ataque resultó ser sólo una artimaña para separar la escuadra del Cabo Barril de los Hostigadores, pues sobre ellos se desató un ataque de miembros de la tribu de los Chacales, antiguos habitantes de la Sabana que se desplazaron al norte y que venden sus armas al mejor postor, en este caso al Triplete.
La tercera escuadra del Pelotón de Arqueros estaba preparada y ayudaron en el combate, pero no contaban con los refuerzos de los agentes del Triplete. La mujer parece que domina algún tipo de hechicería y él es un grande y fuerte guerrero. Dieron muerte a ocho Soldados y huyeron cuando el combate se inclinó definitivamente a favor de nuestro bando.
Los Hermanos caídos fueron: Lechuguino, Verruga, Mofletuda, Pluma Verde, Zoquete, Jocoso, Sarpullido y Peludo.
Los Hostigadores también perdieron a uno de sus miembros, Escarabajo, que todavía no era Hermano Juramentado.
El golpe ha sido fuerte, pero nos advierte que las tácticas a las que nos enfrentamos son muy distintas a las de las tribus de la Gran Sabana. Nuestros enemigos parecen conocernos bien, así que habrá que usar todo nuestro ingenio para vencerles.
Los Hostigadores se asientan en el espacio reservado para ellos y descansan y tratan de recuperar a sus efectivos heridos. Mientras tanto deberán defender el muro norte de cualquier incursión o intruso. Su próximo entrenamiento será con los arqueros, al día siguiente empezarán con ello.
El día 28 del mes del León, es una fecha importante para la Compañía Negra pues realizaremos una nueva ceremonia de jura para admitir a los Reclutas que se han ganado el derecho a ser Hermanos Juramentados. Será una celebración especial, máxime cuando el Señor del Dolor ha insistido en que realicemos la ceremonia en su Bastión del Dolor.
Estoy seguro que el Capitán no ha podido rechazar la idea aunque y no le debe de gustar mucho. La Jura es una ceremonia interna de la Compañía y no un espectáculo.
Aun así, y ante las circunstancias, organizamos un desfile con todos nuestros efectivos (excepto algunos que han quedado vigilando el palacio) por las abarrotadas calles de Cho'n Delor.
Sus gentes nos miran con una mezcla de admiración por los héroes que han venido a ganar su guerra y miedo por el aspecto fiero de la mayoría de nuestras tropas. Pocas veces habrán visto desfilar a un ejército tan bien armado y disciplinado como el nuestro. Sobre todo les llamamos la atención los Oscuros, hay hombres de piel blanca en esta nación, pero no son iguales a nosotros.
El amplio patio del Bastión del Dolor pronto está repleto de los soldados de la Compañía Negra, pero también de otros, probablemente jefes de las unidades de las tropas de Cho'n Delor y los nobles y hombres de confianza del Señor del Dolor.
Cuando el Chambelán lo indica, todo el patio se postra de rodillas para recibir a su Señor. Al igual que el Capitán todos hacemos lo mismo siguiendo su ejemplo. Todos excepto Portaestandarte que sigue en pie orgulloso mostrando el símbolo de la Duodécima Compañía Libre de Khatovar.
Con todo el patio de rodillas no me pasa desapercibida la figura de Lengua Negra, tampoco se ha arrodillado. No sé a qué se debe, pero no puedo negar que mi pupilo ha tenido agallas para permanecer en pie mientras el resto se arrodillaba. Sólo espero que su gesto no le traiga consecuencias, aunque creo que en el fondo toda la Compañía se siente representada en esos dos miembros que han permanecido de pie. Aunque estemos arrodillados es tan sólo una pose de cortesía hacia nuestro contratador.
Algún lío con Serpiente hace que Matagatos decida mandarlo de vuelta, escoltado por Rastrojo y Vieja Gloria, que ni siquiera son Hermanos de Capa, sin lugar a dudas una humillación para él, pero también para el resto de la Compañía, que sufre la reprobación de casi todos los Chondelorianos presentes, aunque no del Señor del Dolor.
No creo que se le haya escapado lo ocurrido, simplemente le debe importar bastante poco y considerarlo una menudencia que no merece su atención. No es el momento de discutir el asunto sin conocer lo que ha pasado, pero Matagatos debía haber encontrado una solución mejor para todos.
Afortunadamente, el líder de los Hostigadores da un par de pasos al frente y comienza a hablar atrayendo la atención sobre él y devolviendo el protagonismo a sus hombres que van a jurar esa noche: Caracabra, Guepardo, R'Gaa, Sicofante, Pelagatos y Lengua Negra. Todos ellos dan un paso al frente e hincan una rodilla en tierra solemnemente mientras sus hermanos de capa se colocan detrás de sus apadrinados.
En esta ocasión algunos Hostigadores tienen la responsabilidad de convertirse en los Hermanos de Capa de sus compañeros que juran, eso demuestra la unidad y la confianza que tienen unos con otros, y esta vez todos han conseguido un Hermano Juramentado que les apadrine, eso es buena señal.
Caracabra será apadrinado por Mentiroso, Guepardo por Ponzoña, R'Gaa por Azulado, Sicofante por Demencial, Pelagatos por Lagrimita y Lengua Negra por Matagatos.
Todos merecen sobradamente el honor de convertirse en Hermanos Juramentados y de llevar con orgullo la capa y vestir el broche de plata representando a la Compañía.
Uno a uno juran y tocan el asta de la Lanza de la Pasión que Portaestandarte acerca a ellos y así reciben su capa y el broche. También uno a uno anoto aquí sus nombres para que queden en la memoria de todos como Hermanos Juramentados.
Todo el patio está sumido en un silencio reverencial mientras contemplan algo que muy pocos ajenos a la Compañía suelen presenciar, esta vez es una ocasión especial.
Cuando la ceremonia termina, el mismo Señor del Dolor rompe el silencio para despedirse, otros asuntos más importantes que estos le mantendrán alejado y ocupado, será una verdadera pena tener que renunciar a su presencia inquietante, aunque siempre magnánimo nos ofrece un regalo para que le tengamos presente en sus pensamientos, como si su sola visión no fuera suficiente para dejar una profunda huella en un hombre.
Veinte prisioneros son sacrificados delante de todos como una ofrenda en nuestro honor, honor que se nos antoja abominable a todos, pero que desgraciadamente no podemos declinar.
La sangre salpica todo un muro tras las ejecuciones y como si nada hubiera pasado comienzan a salir los manjares que conformarán nuestro banquete de jura. Personalmente tendré que esperar aún para comenzar pues el grotesco espectáculo de las muertes me ha dejado sin apetito de momento.
El Capitán aprovecha el momento para anunciar el nombramiento de Matagatos como Soldado Novato, sin lugar a dudas un gran logro en tan poco tiempo, aunque merecido por todos los méritos acumulados al servicio de la Compañía Negra.
Con esto los soldados pueden romper filas y comienza la celebración posterior, que se alargará hasta bien entrada la noche o puede que la madrugada. En ocasiones normales podríamos relajarnos y disfrutar con el resto de los hombres, pero esta noche debemos atender a todos los invitados del Señor del Dolor que querrán hablar con el Capitán, el Teniente y conmigo, así que deberemos mantenernos cautos en la celebración y quedarnos más tiempo del que seguramente desearíamos.
Al día siguiente nos reunimos con el Chambelán de las Cuchillas que nos ha citado para discutir la estrategia que seguiremos con respecto a nuestros enemigos.
En el camino el Capitán aprovecha para aclarar el incidente entre Matagatos y Serpiente que terminó en unos latigazos para el mago y del que nos hemos enterado pues muchos presenciaron el castigo.
De nuevo quizá los métodos no son los mejores, pero el castigo ya ha sido ejecutado y no merece la pena intervenir, aunque se advierte a Matagatos de la necesidad de informar a sus superiores en ese tipo de castigos de cara al futuro. Espero que la situación no vaya más allá y ambos solucionen finalmente sus problemas, pues seguramente se necesitarán el uno al otro en un futuro cercano.
Una vez reunidos, el Chambelán de las Cuchillas pasa a exponernos la situación a la que nos enfrentaremos. Anexo a las crónicas el informe dado por él esperando que mis anotaciones rápidas no hayan dejado fuera ninguna información importante:
Hace cien años, todo el territorio al Norte de la Gran Sabana era conocido como el Reino del Norte. Fundado doscientos años atrás por el Viejo Rey, el progenitor del Señor del Dolor, sobre las ruinas ancestrales del antiguo Imperio K'Hlata.
Era un reino próspero, rico y unido, que incluía el territorio de Cho'n Delor, las ciudades de Idon y Dadiz con sus campos aledaños, el territorio hoy conocido como los Páramos del Viejo Rey, y las tres ciudades del Triplete y tierras circundantes.
Con la muerte del Viejo Rey, hace un siglo, el Señor del Dolor heredó sus dominios, aunque nunca se llevó a cabo formalmente una Ceremonia de Coronación. Mi soberano estaba muy ocupado con sus estudios en el Templo del Dolor, un gran edificio situado a varias jornadas de viaje hacia el Este. Así que dejó el gobierno en manos de ministros que en muchos casos resultaron débiles, incompetentes e incluso traicioneros.
A las ciudades de Idon y Dadiz se les permitió autogobernarse, si bien manteniendo su estatus como estados vasallos, pero el Triplete se proclamó independiente unilateralmente, denominándose Reino Pastel e instaurando una monarquía.
En los siguientes noventa años reinó una paz tensa, con algo de comercio, pero gran desconfianza entre ambas potencias, mientras el resentimiento y la animadversión crecían en los dos bloques.
Hace diez años, mi soberano salió de su encierro para descubrir que ministros traicioneros y corruptos, encabezados por su propio hermano, habían estado debilitando a sabiendas nuestra nación para vendérsela al Reino Pastel. El Señor del Dolor estalló en furia y aniquiló a la mayoría de ministros, pero algunos, incluyendo su hermano, huyeron al Triplete, que les dio asilo político con los brazos abiertos.
Poco después, se iniciaron las Guerras Pastel, mientras Cho'n Delor empezaba a recuperarse política, económica y militarmente. Estrechamos lazos con Idon y con Dadiz, aunque sabemos que Dadiz sigue comerciando sobretodo con el Triplete, lo mismo que los Esclavistas de la Linde, que se venden al mejor postor.
Hace diez años estábamos al borde de la derrota. Actualmente la situación es mejor, pero hemos sufrido muchas dolorosas traiciones en nuestras propias filas.
El enemigo retiene la Puerta de Galdan, el principal paso estratégico en la cordillera que separa nuestros territorios. Son muy ricos y prósperos, cuentan con numerosas tropas, y poderosos combatientes y hechiceros, así como algunas unidades de elite.
Nosotros contamos con el superior poder mágico de nuestro soberano, que en dos ocasiones ha usado el Sello del Dolor para aniquilar ejércitos de invasión que se aproximaban a la ciudad de Cho'n Delor. Lamentablemente su alcance es de tan sólo unos pocos kilómetros alrededor de la capital.
Tras un periodo de entreguerras plagado de escaramuzas, la guerra se ha recrudecido en meses recientes, con el atentado que costó la vida al Rey Pastel II y a buena parte de su nobleza. Ellos nos acusan a nosotros del magnicidio, y nosotros sospechamos que fue un intento de golpe de estado fallido promovido por la familia Chuzai.
El Príncipe Tristan, sucesor y heredero del Rey Pastel II, no ha querido ser coronado hasta que su padre sea vengado. Lo cual implica la aniquilación de Cho'n Delor.
Hace pocos meses, la Bruja Sesvolea, nuestra vidente más prestigiosa, predijo que la Compañía Negra rompería el equilibrio, poniendo fin a las Guerras Pastel.
Hemos investigado un poco y descubierto que la Compañía se ha labrado una reputación formidable en los últimos veinte años, con éxitos tan notables como la derrota de la Horda de las Arenas Sangrientas, el Profanador de Mentes, y el reciente triunfo contra la Alianza de los Castores.
El ejército de Cho'n Delor cuenta con dos mil guardias de la ciudad, bajo mi mando directo, cuatro mil Comunes bajo el mando del General Sar Krogan, con algunas unidades de exploradores bajo el mando de Potestad y Sesvolea, que hoy no han podido acudir a esta reunión. Finalmente contamos con la unidad de los Escorias de Cho'n Delor, bajo el mando de la Coronel Mindy.
Además está la Guardia Invisible, bajo el mando del Verdugo, es la unidad encargada de la protección de nuestro soberano junto a los Cazadores Kelrashi.
A efectos prácticos, podemos contar con los Comunes y con los Escorias, pues el resto de fuerzas están comprometidas en tareas de protección y guarnición de la capital.
Sobre las fuerzas enemigas, no tenemos un conteo actualizado, pero estimamos que cuentan con un ejército de entre tres mil a seis mil tropas regulares equiparables a nuestros Comunes.
Un eficaz Cuerpo de Exploradores y guerrilleros que cuenta entorno a los seiscientos efectivos.
Una caballería noble pesada integrada en sus tropas regulares, que tal vez cuente con trescientos efectivos como máximo.
Y dos cuerpos de elite, la Caballería de los Dolientes y la infantería pesada de los Guerreros del Cielo. Entre ambos cuerpos de elite suman menos de mil efectivos.
Nuestro principal problema en estos momentos es que el enemigo controla la Puerta de Galdan y que sus exploradores y guerrilleros campan a sus anchas por nuestro territorio, atacando impunemente puestos fronterizos, fuertes, e incluso líneas de suministro y rutas comerciales bien adentro de nuestras fronteras.
Disponen de mucha plata, por lo que incluso pueden contratar tribus mercenarias como la de los Chacales para atacar nuestras caravanas comerciales con Idon.
La cordillera que separa Cho'n Delor y el Triplete es muy abrupta, sólo transitable para exploradores e infantería ligera irregular. Para poder mover infantería pesada, caballería y carros de suministros a territorio enemigo necesitamos controlar la Puerta de Galdan.
Pero antes de que podamos plantearnos siquiera asaltar esa fortaleza, necesitamos limpiar nuestro territorio de unidades de exploradores y guerrilleros enemigos, pues sus acciones están minando nuestras fuerzas y nuestra moral considerablemente.
Si esos guerrilleros no son localizados y destruidos pronto, sin duda acabaremos siendo derrotados por completo.
No hemos podido localizar sus campamentos y escondrijos por medios mágicos. Nuestros exploradores han caído en sus emboscadas y han tenido muy poco éxito combatiéndolos. Entre ellos ha cundido el desánimo.
Sabemos que los exploradores enemigos son hombres normales y corrientes, pero los nuestros les temen y les llaman "fantasmas irredentos".
Como es costumbre en la reunión con los de Cho'n Delor tan sólo tratamos nuestras estrategias superficialmente, pues no es hasta que nos reunamos en el seno de la Compañía donde decidiremos los verdaderos movimientos que vamos a realizar para comenzar la lucha con el enemigo. La primera fase está clara, atacar a los exploradores del Tripete que asolan el territorio de Cho'n Delor y acabar con ellos para después centrarnos en recuperar la Puerta de Galdan, una fortaleza estratégica importante sin la que no podremos pasar el grueso de nuestras tropas hacia el territorio enemigo.
Con estas directrices el Chambelán nos deja marchar y nosotros regresamos al Palacio de la Discordia para planificar la estrategia a seguir con más detalle. Nos enfrentamos a una guerra a gran escala y con un enemigo mejor posicionado y más numeroso, debemos meditar cada paso a seguir por nuestros hombres.
Día 3 del Mes del Castor año 201.
Tras unos días de descanso y preparación da comienzo la campaña bélica. Hemos ordenado poner a los Hostigadores y Campamenteros bajo el mando de la Sargento Falce.
Formarán un convoy que avanzará hacia el territorio enemigo, eso sin duda llamará la atención de los exploradores cercanos y de los espías. Con anterioridad, nuestros Exploradores habrán salido de la ciudad disimuladamente, como sólo ellos saben hacerlo, en pequeños grupos o en parejas.
Nuestra intención es que nadie sepa que han salido, que el convoy de nuestros últimos pelotones sea lo primero que parezca que sale de la ciudad. Pretendemos pillar por sorpresa a los informadores del Triplete y si es posible utilizarlos para conseguir valiosa información sobre sus posiciones. Si tenemos suerte daremos el primer golpe en esta guerra, golpe que esperamos sea desequilibrante y nos ayude a conseguir la victoria final.