Partida Rol por web

Keropis rodea moviéndose lentamente al fantasma, y estudia sus defensas con meticulosidad. Su imagen permanece junto a él, siendo imposible distinguir al real de la copia para cualquier ojo inexperto.

Manta hace un esfuerzo para recobrarse y trata de ponerse en pie, aun aturdido por la fuerza del ataque del ser sobrenatural.

Serpiente comienza a gesticular a un ritmo frenético. Las sombra parecen condensarse a su alrededor y la energía hace crepitar el aire cerca de él. La figura fantasmal parece centrar su atención de nuevo en Manta, pero Serpiente apunta a la figura con uno de sus esqueléticos dedos y la energía parece moverse y salir disparada desde su mano hasta el ser.

No se ve si la fuerza golpea al fantasma o no. Sólo se escucha un terrible alarido que derriba a los tres miembros de la Compañía al suelo, incluido el propio mago. Cuando abren los ojos la figura ya no está y todo parece seguir como unos minutos antes, como si nada hubiera pasado salvo el surco en la tierra donde el ser trató de golpear a Manta la primera vez. Y claro, salvo por las contusiones múltiples de Manta.

Keropis se levantó lentamente. La arena del suelo se deslizaba por su armadura cayendo en cascadas. Todo había terminado. Aquel ser de pesadilla había desaparecido con la misma celeridad con que había hecho acto de presencia. ¿Muerto? No... no puede matarse a algo que ya está muerto. Tú bien lo sabes, viejo...

El ermitaño miró a su alrededor. Manta resoplaba a unos metros, cubierto también de polvo, con una expresión de sorpresa pintada en el rostro. Serpiente seguía sentado entre la hierba rala, en el mismo lugar donde había caído de bruces. El mago sonreía.

- Volverrrá, Ssserrrpiente... Esssta planicie esss un campo de muerrrte desssde hace sssiglosss. Hay mucho odio bajo nuessstrosss piesss...

La mirada del eremita se desvió por encima del hombro del mago, hacia el distante campamento que empezaba a dibujarse entre la penumbra. Keropis había pasado suficientes noches en el cerro del camposanto como para reconocer la silueta de la empalizada y la apariencia normal del fuerte al amanecer. Algo raro estaba pasando... Numerosas columnas de humo nacían del interior de la fortificación, demasiadas y demasiado grandes como para tratarse de las fogatas para preparar el desayuno.

- Incendiosss... -susurró- Algo ha ocurrido en el campamento...

SERPIENTE:

- Era una criatura sobrenatural con un enorme poder innato. No la magia de un hechicero, pero se puede considerar magia a fin de cuentas. Dirías que tu hechizo le ha herido, aunque no crees que mucho.

KEROPIS:

- Eres era uno de los fantasmas más poderosos que has visto jamás. Debió ser alguien importante en vida.

MANTA:

- Estás un poco baqueteado y has mordido el polvo unas cuantas veces. Te gustaría volver al campamento, lavarte bien, beber mucha agua y dormir unas horas. No has sufrido daños permanentes, pero ese espectro te ha dado una buena paliza.

Aun sonreía excitado al sentir todavía los dedos chispeando por el lanzamiento del último hechizo cuando me puse en pié. Mis ilusiones se habían esfumado, así como aquella criatura a la que me enfrentaba por primera vez, y no necesitaba la confirmación de Keropis para ser consciente de que no sería ni mucho menos la última vez.

Una vez en pie me acerqué al espacio que había ocupado el espectro, o lo que quiera que fuera aquella cosa, y en cuclillas, junto a la tierra removida, repasé el breve enfrentamiento que acabábamos de tener. De él tan solo saqué en claro que las armas convencionales no funcionaban. Mi magia sí, lo suficiente para herirlo, levemente suponía, aunque había bastado para hacerlo huir sorprendido ante un ataque que lo había dañado. Aun así no sabía cuál de los dos hechizos que había lanzado antes de su huida había funcionado, o si lo habían hecho los dos. Tampoco sabía si las ilusiones que había creado tenían efecto en él...

Molesto chasqueé la lengua, no por todas las preguntas que habría que responder antes de un hipotético segundo enfrentamiento sino porque a cada segundo la revitalizante y vibrante sensación de la magia recorriendo mi cuerpo se desvanecía. Hacía tanto que no la sentía que casi la había olvidado. Había sido maravilloso, como siempre lo sería.

- ¿Incendios?- pregunté una vez perdido el interés y sacudiéndome la ropa me giré para mirar hacia donde se encontraba el campamento.- Deberíamos regresar. Y movernos con cautela- añadí antes de mirar ostensiblemente al maltrecho Manta.- ¿Lideras la marcha, Keropis?- Sonreí.- Delante preguntas nos esperan y detrás preguntas dejamos, así pues habrá que evitar quedar entre interrogantes rodeados...

Los hechos se han sucedido con semejante rapidez que aún está procesándolos cuando el espectro ha desaparecido. Ha terminado mordiendo el polvo en el sentido más literal de la palabra, vilipendiado por fuerzas invisibles que le han postrado en el suelo como a un anciano.

Se incorpora sintiendo el dolor en sus músculos y en su piel, pero también en su interior. Y es que si algo le duele especialmente es haberse sabido incapaz de dañar a la criatura que se ha aparecido ante ellos. Si no puede servir en un combate, ¿para qué puede servir entonces?

Keropis y Serpiente, por su parte, parecen tranquilos -¿por qué no decirlo? ¡incluso satisfechos!- tras el encuentro. Serpiente de hecho parece hasta emocionado. ¿Es acaso extraño? Al fin y al cabo, parece haber sido el único capaz de dañar al espectro que ante ellos se ha manifestado.

Termina de erguirse, apoyado en su lanza con una mano y sacudiéndose el polvo con la otra, cuando Keropis y Serpiente mencionan el incendio. Levanta la vista como un resorte y verifica la información que proporcionan sus compañeros. Su corazón empieza a latir con fuerza, dividido entre el deber de asistir a sus compañeros y su deseo -casi necesidad- de olvidarse de todo y de todos durante unas horas.

-Volvamos -se limita a decir con sequedad Manta-. Pueden necesitar nuestra ayuda.

AÑO: 201 DE KHATOVAR.

MES: JIRAFA, MES NUEVE, TERCERO Y ÚLTIMO DE LA ESTACIÓN DEL VERANO.

DÍA: TERCERO DEL MES.

HORA: POR LA TARDE.

- Keropis, Manta y Serpiente retornan al Campamento Principal.

TERRENOS FUNERARIOS DE LA COMPAÑÍA (EN EL LLANO DE GALDAN):

Al menos de media hora de camino a pie al Norte del Campamento Principal.

Año: 202.

Mes: TERCERO

Día: 28. Por la mañana.

Campaña y Khadesa acuden al Cementerio al Norte del Campamento Principal. Está a una media hora a pie pero la caminata les resulta entretenida. A pesar de las malas sensaciones de Khadesa, la conversación con Campaña se hace sencilla y disipa sus temores. Por un lado las dudas de su amistad con Sierra, y por otro los "problemas" del gigante con el lagarto "Martillo", consiguen sacar más de una sonrisa a la pitonisa.

Una vez llegan al cementerio una única figura parece inerte cual estatua en mitad del mismo. Es Keropis.