Partida Rol por web

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

La hoguera le atrajo como luz a la polilla. No supo por qué hasta que llegó allí, y comprendió. Era un extraño entre K'Hlatas, y, sin embargo, siendo Oscuro, se sintió parte de aquello.

Era un Ritual, uno de despedida. 

Se mantuvo cerca, pero no demasiado. Siguió con la mirada las evoluciones, en silencio. Escuchó las palabras, asintió a los gestos. A su manera, participó. Su alma sentía un dolor sordo, acallado pero corrosivo. Su pérdida era tan importante para él que le daba lo mismo de qué manera se lloraba. En Oscuro o en K'Hlata, cantando o rezando. Con fuego o con lágrimas.

Adiós, Niño Guerrero, adiós compañeros que partís. Que el firmamento albergue nuevas luces en vuestro nombre, que brillen y nunca se apaguen...

AÑO: 202 DE KHATOVAR.

MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Como no podía ser de otra manera Dedos no le decepcionaba. Muchos podían reírse todo lo que quisieran de Chamán Rojo por tener a una pequeña mujer como Hermana de Capa. Sería pequeña de tamaño pero inmensa de espíritu y sabía que no le iba a fallar. Cuando Dedos introdujo la rama en la hoguera ésta crepitó como si estuviera molesta haciendo que las llamas se agitaran. Mientras tanto Chamán Rojo seguía haciendo el paripé con movimientos espamódicos y balbuceos más propios de Pipo que de él mismo. Sólo calló cuando Dedos dijo las escuetas pero profundas palabras para asentir con fuerza.

- Hermanos, sí, eso somos.- Le contestó a la mujer orgulloso. Tras ella apreció en escena el Guardián de los Muertos. Si ya de por sí le resultaba sobrecogedor su extraña compañera se le antojaba escalofriante. ¿Qué relación unía a los dos Campamenteros? La verdad es que Chamán Rojo apenas había hablado con Keropis y aún así sentía que había cierta comunicación con el eremita. No entraba a valorar la conveniencia de haber traído a la ceremonia a aquella extravagante dádiva. Su sola presencia allí, estuviera ella o no, era pavorosa para muchos, estaba seguro. Le devolvió la mirada, aquella fría mirada esmeralda que helaba los huesos, y se dirigió a él cuando éste se plantó frente a la hoguera.

- Tú que guardas a nuestros muertos- Decía mientras observaba como la esclava le tendía la rama tintada de rojo que le había dejado aquella misma mañana.- échala al fuego por aquellos cuyos sagrados restos no podrás vigilar para otorgarles su descanso eterno.- Los más cercanos podrían ver cómo Chamán Rojo sudaba a causa de la cercanía de la hoguera. Pero no sólo era eso. Poco a poco iban llegando más y más espectadores y la presión comenzaba a hacer mella en el guerrero chamán. Se notaba torpe en sus movimientos aunque agradecía que su lengua se moviera tan grácil como siempre. Ahora quedaba esperar la reacción de Keropis, la cual era un auténtico misterio para él.

Y hablando de desconcierto allí estaba también presente Pipo. ¿Quién podía saber cómo iba reaccionar un ser semejante? Era normal que Chamán Rojo estuviera nervioso pues toda aquella ceremonia no estaba ensayada y cada uno era libre de hacer lo que quisiera, como había hecho Rastrojo. El caso es que contar con la música de Pipo fue todo un regalo, uno bien inesperado, que podía salvar la ceremonia. Su comportamiento podía ser extraño pero cuando tocaba Pipo parecía un maestro de la música.

Con la música de fondo los ojos de Chamán Rojo buscaron a Grito. Él debía ser el siguiente así que, con un gesto leve de la cabeza, le indicó que se acercara.

- Quema esa rama y con ella tus tribulaciones.- Le dijo en una frase que tenía sentido para ellos dos. Presente también estaba su compañero Desastre, aquel sobre cuyas espaldas se soportaba la carga de haber fallado aquella sagrada misión. De nuevo un acto de rebeldía que había quedado sin castigo alguno. El rostro de Chamán Rojo se volvió serio mientras esperaba el turno de Desastre en acercarse a las llamas.

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MES: CAIMÁN (FINAL DEL INVIERNO).

DÍA: FINALES DEL MES. OCASO

Guepardo se acercó a la congregación, en mitad del campo de entrenamiento. Quedándose rezagado se apoyó sobre un estafermo no muy lejano a la hoguera que dirigía Chamán Rojo. Le sorprendió verle dirigir aquel ritual en honor a los caídos exploradores, en un primer momento. Luego supuso que, o bien el ritual no tenía nada de sobrenatural si no de solemne, o Chamán Rojo había adquirido recientemente algún tipo de poder acorde a su nombre. El hecho es que lo entrenó y adiestro en buena medida cuando Chamán Rojo pretendía obtener su capa. El jaguar pretendía obtener a cambio de ello la ayuda de un guía espiritual que alejara las diversas apariciones que lo atormentaban constantemente. Sin embargo nunca logró ayuda del campamentero ya fuera por que su poder era muy pequeño o por que..

- Es un fraude. - dijo con desprecio el espectro de Sacorroto, junto a él -. Como todos los demás. Ninguno ha logrado alejarme de ti y nadie lo hará. - rió entre dientes. Guepardo lo ignoró, como de costumbre, y siguió observando la celebración.

Le pareció correcto, hasta emotivo, recordar a los caídos con cariño y respeto. Pero si algo tenía bien claro el hostigador es que no creía en contacto o comunión alguna con los fallecidos con esta representación.

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Desastre no conoce la respuesta a mis dudas y le resto importancia, pues cuando llegue el momento se lo preguntaré directamente a Cielo.

Entonces veo que Chamán Rojo se acerca a mí y me habla, indicándome que es el momento para que yo deposite mi rama roja en la Hoguera. Me pongo de pie tranquilamente y me acerco a las flamas que ondean, iluminando con potencia el lugar y generando una atmósfera mística sobre todos los presentes.

Miro mi rama, está con una burda pintura roja que la señala pero no intenta enmascarar el color natural de la madera que yace debajo. La miro y mientras pronuncio mis palabras:

 - "Consúmela y que los espíritus traigan las respuestas que necesitamos."

Arrojo la madera en el centro mismo de la hoguera, el círculo de llamas incandescentes que nos mantiene reunidos. Miro el color de ellas y la forma que toman durante un segundo, para luego girarme a mi lugar y comenzar a dar pasos. Paso por al lado de Chamán Rojo, a quien asiento con la cabeza en señal de aprobación pero también de desafío pues de él depende que esto tenga significado y no sea un fiasco.

Me vuelvo a sentar en el sitio que estaba antes, esperando tranquilamente a que la ceremonia continúe.

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Todos los que tenían una rama en la mano la habían echado ya a la hoguera. Cada uno había dicho sus palabras y había dejado que el fuego consumiese la rama. Desastre esperó a que fuese su turno ante la atenta mirada y el rostro serio de Chamán Rojo. 

Se quedó sentado unos momentos, pensando que sería lo más apropiado para aquellos que habían muerto. Tras un momento de duda, se levantó y caminó despacio hasta el fuego, se puso de cuclillas y dejo que la rama ardiese en la base de aquella hoguera. Cerca de la tierra donde descansaban sus hermanos. 

En parte se sentía culpable de que hubiesen muerto aunque sabía que no toda la responsabilidad era suya. Si habían caído en la emboscada o su cabo había decidido que debían hacer frente a un enemigo superior en número no podía culparse a si mismo. - Cada uno de vosotros descansa en su lugar, nosotros seguiremos avanzando hasta que nuestro sitio nos llame. - dijo el infante antes de volver a ponerse en pié y volver a su lugar junto a su manada. 

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Tras las palabras de Chamán Rojo, Keropis avanzó hasta quedar a un par de pasos de la hoguera. Clavó sus brillantes ojos en el supuesto chamán, antes de lanzar a las llamas el pequeño pedazo de madera tintado de rojo. El fuego chisporroteo alegremente al recibir en sus calientes brazos la dádiva del ermitaño.

—La muerrrte esss inevitable... —murmuró con ese extraño deje que caracterizaba su cavernosa voz— Sssusss almasss ssson librrresss, ahorrra. Hay finalesss peorrresss...

El eremita dio un paso atrás y posó durante un instante uno de los acorazados puños en el centro de su pecho, tras lo cual dio media vuelta y volvió junto a su esclava.

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Chamán Rojo observó con satisfacción como Grito echaba al fuego la rama que le había dejado al alba. Después llegó el imponente eremita, con su armadura oxidada que hacía un homenaje a su propia voz. No le defraudaron sus palabras, eran perfectas, justo lo que él había esperado. De nuevo se maravilló con la conexión que sentía con aquel ser inmutable al que apenas conocía. Y entonces llegó el turno de Desastre. El infante se adelantó, tiró la rama a la hoguera y pretendió volver a su sitio. Fue entonces cuando el chamán dando tumbos le cogió del brazo impidiéndole que regresara.

- Espera, ¡tú!- Soltó rápidamente el agarre, que había sido más fuerte de lo normal, por miedo a que los dos leones se le echaran encima y lo despedazaran allí mismo. Chamán Rojo se quedó mirando a las llamas absorto en cómo devoraban la rama que Desastre había lanzado a su interior. ¿Estaba leyendo en su hipnótico bamboleo los que los Espíritus de los Ancestros le decían? De repente Chamán Rojo metió la mano en la hoguera. Fue sólo un segundo pues inmediatamente la retiró a la vez que dejaba escapar un gruñido.

- Arrrgggg.- Trató de ocultar a la audiencia su torpeza, que se había quemado, poniendo su cuerpo como parapeto. Aún así podía verse el humo que echaban sus ropas ceremoniales. Afortunadamente logró apagarlas a tiempo. Cuando se dio la vuelta ocultaba el brazo quemado tras su cuerpo a la vez que tendía la mano abierta hacia Desastre. En la palma de su mano abierta reposaba una pieza de madera tiznada de negro.

- La muerte es inevitable.- Repitió las palabras de Keropis sin aquel extraño deje suyo.- Lo que hiciste fue un error.- Le dijo sin ambages al infante. Obviamente se refería a la misión secreta en la que el infante, junto a Khadesa, habían provocado un estrepitoso fracaso. La misión tenía un fin loable: la muerte del último Inmortal. Como bien sabía Keropis y Chamán Rojo, la muerte no podía ser burlada y cualquier cosa para revertir aquella antinatural inmortalidad era algo bueno. Su traición había impedido que aquello se llevara a cabo. Las desgracia podía caer sobre la Compañía entera. - Coge esto. Te protegerá. Nos protegerá a todos. Las llamas Sagradas le han dado forma.- El amuleto estaba manchado de ceniza como si las llamas le hubieran dado forma.

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Las cosas se precipitaron. Cuando Desastre se dio la vuelta para volver a su lugar, una manó agarró el brazo derecho del infante. A Desastre le costó medio segundo darse cuenta de lo que pasaba. El grito de Chamán Rojo le había puesto en alerta y no solo a él. Antes siquiera de mirar al falso chamán, Desastre se volvió a sus animales que estaban ya caminando hacia el campamentero enseñando los dientes y gruñendo. - ¡Tsaro, Msoro! ¡Atrás! - dijo el infante con un tono que no admitía réplica. Los leones parecieron dudar un momento y luego volvieron a dejarse caer en el lugar en el que estaban antes. El desastre había estado cerca. 

Mientras eso pasaba, Chamán Rojo se había agachado junto al fuego a coger algo de entre las llamas. El olor a quemado inundó el ambiente, el chamán no era inmune a las llamas después de todo. En que demonios estaba pensando al actuar así, primero lo de Desastre y ahora meter la mano en el fuego. Estaba loco. 

El falso chamán extendió la mano para darle algo. Desastre lo cogió y lo examinó con curiosidad. Aquello, aunque había salido de entre las llamas no tenía una forma al azar, había sido tallado. Escuchó las palabras del campamentero sin mudar su expresión. Un insulto, otro más. - Los espíritus han hablado a favor de lo que hice. Un chamán lo sabría. - dijo sin mudar su expresión ni su tono de voz. - Las llamas no han dado forma a esto, está tallado con un cuchillo. - añadió con un deje de rabia. 

- Has usado las muertes de nuestros hermanos exploradores para trasformar su recuerdo en una pantomima. Un ritual que muestre a todos tu poder, un ritual al que acudiría Desastre. Aquel que necesita que todo el mundo le diga lo que debe o no debe hacer, lo que los espíritus quieren o dejan de querer, lo que es correcto y lo que no. - estaba estallando. - Bien, todo esto sólo ha servido para ponerte en evidencia. Tu alma no es capaz de escuchar los designios de los espíritus. Eres un farsante. - hablaba sin levantar la voz pero con un deje de rabia. 

- Y ni siquiera se te ha ocurrido consultar con un verdadero chamán lo que opinan los espíritus sobre lo que hice. - dijo negando con la cabeza. - Escucha lo que te digo Rojo, voy a pensar que has hecho todo esto sin darte cuenta de que era una mala idea porqué me niego a creer que un hermano sea capaz de usar las muertes de seis hermanos juramentados para conseguir algo de fama. - se llevó una mano al cuello donde tenía dos colgantes, un totem del jaguar y el que le había regalado Caratotem tiempo atrás.

La actitud de Desastre era la de un tigre a punto de saltar. Su lenguaje corporal denotaba cierta tensión y los que estaban más cerca de él pudieron ver que una de sus manos había formado un puño. No, aquello no era un puño. Aquello era una garra. Los cachorros de león habían actuado en consonancia y habían vuelto a levantarse. Atentos por el cambio de actitud del infante y dispuestos a saltar hacia delante a destrozar a aquel que amenazaba al alfa. Con un movimiento casi descuidado, Desastre lanzó el colgante protector a las llamas de la hoguera y lanzó una última mirada a Chamán Rojo. No había odio ni amenaza alguna en su mirada. Pero para todos era patente que el infante recriminaba la actitud del campamentero.

- Tsaro, Msoro juntos. - dijo Desastre dando la espalda al chamán cuando pasaba junto a los animales que se colocaron uno a cada lado de él. Juntos y con paso calmado comenzaron a alejarse. Su actitud se había relajado un poco y no descartaba tener que detenerse y darse la vuelta si alguno se dirigía a él. 

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- No seas necio, Desastre.- Fue lo que contesto el guerrero chamán al infante. Observó cómo el fuego de la Hoguera devoraba el amuleto que tanto tiempo de trabajo le había costado hacer. Lanzó una dura mirada a Grito. Aquel bastardo era el que le había pedido su ayuda y consejo para su amigo y compañero. Si lo hubiera llegado a saber le hubiera mandado al cuerno. Podía asumir y aceptar sin problemas las acusaciones de falso chamán pero el resto de sandeces que Desastre escupía por la boca, fruto evidente de su sentimiento de culpabilidad por lo que había hecho. - No pagues conmigo tu frustración por tus actos. ¿Acaso a la Quinta, a la que obedeces con sumisión, le hablan los Ancestros?¡Pfff!- Bufó a la par que una sonrisa de incredulidad se dibujaba en su rostro. Todos sabían a qué jugaban las Pitonisas. Desde luego si CHamán Rojo tuviera coño lo usaría también para sorber el seso a los descerebrados como Desastre.- Cada uno aquí ha hablado de lo que le ha dado la gana. Son libres de expresar sus sentimientos en la ceremonia, como tú. Si te invité es porque me pidieron mi consejo y ayuda con tu problema, nada más. No he deshonrado la memoria de nuestros compañeros caídos ni mucho menos. Eres libre de marchar como de venir.

Tras el tenso momento Chamán Rojo siguió con la ceremonia que ya estaba próxima a su fin. Buscó con la mirada entre el público asistente para saber si la mujer había acudido al fin. Tras todo aquel esfuerzo ytensión sería algo agradable.

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Entre las figuras de los curiosos que observan la escena se encuentra una que, extrañamente, ha pasado desapercibida hasta el momento.

Sesvolea se limita a observar con una sonrisa cruel tras la máscara que habitualmente porta. En silencio estudia la tensión en el ambiente y su mirada parece fijarse en Desastre y Chamán Rojo... o en la discusión entre ambos.

Pero no dice nada.

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Desastre se giró cuando el falso chamán le llamó la atención. - "¿Sumisión a la Quinta?" - respondió antes de soltar una carcajada. - "Lo único que les importa a las pitonisas es el dinero. Llevo meses sin visitar a ninguna. Para ser alguien que se cree tan listo no haces más que decir tonterías." - dijo el infante riéndose de Chamán Rojo. - "Ten cuidado en Galdan, sería una pena perder al mejor bufón de la compañía." - añadió antes de darse la vuelta y alejarse despacio. 

Lanzó una mirada a Sesvolea que estaba entre los presentes y que había pasado bastante desapercibida al principio y le hizo un gesto con la cabeza. Primero un saludo y luego una indicación. 

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- Será que se te ha acabado el dinero.- Contestó con sorna al infante cuando le notificó que hacía meses que no visitaba a las Pitonisas. Sus risas y mofas no le afectaban pues, además de estar ya acostumbrado, le indicaban que Desastre tenía un conflicto consigo mismo en el que él no podría hacer nada, no todavía.- Sé cuidarme solo, descuida. Lo que no seria un drama sería perder a otro insubordinado en Galdan.- Ya habían tenido suficientes rebeliones dentro de la Compañía. Los infantes eran muy dados a pavonearse sobre su fiereza, disciplina y fidelidad pero, al final, no hacían más que desobedecer las órdenes dadas por los mandos a los que debían un respeto.

Continuó con los últimos pasos del ritual con un regusto amargo al final de la garganta. Desde luego que las cosas no habían salido como había imaginado aunque de todo podía aprender una valiosa lección. Lo último que llamó su atención fue la presencia de la Bruja Sesvolea entre la audiencia. No era a quien esperaba, ni la conocía apenas pues él no había estado como invitado en Cho'n Delor, así que tampoco le prestó demasiada atención. Al finalizar el ritual apagó las llamas echando sobre ellas un buen puñado de tierra. Sin embargo, como solía hacer siempre, guardó una de las ascuas para poder conservarla y, en un futuro, usar una llama salida de ella para quemar los cuerpos de sus enemigos caídos.