FASE DE BATALLA X: ASALTO 04 DE 10:
El machete que le había regalado la Sargento Falce estaba roto. El símbolo de la heroicidad de Rastrojo y de cómo había salvado a Enmascarado. Recibir a cambio un pequeño cuchillito de una mujer era toda una ofensa. Por suerte, Matador dió muerte al último de los Veteranos de aquella torre. Ahora se podía agachar sin peligro para rearmarse con los pertrechos de los muertos.
¿Estás loca, Dedos? Ese cuchillito no es arma para un hombre. Prefiero coger la larga y puntiaguda espada de uno de nuestros enemigos.
// Regresa a la escena: Khadesa. - Procede de: Escena de Reservas.
- Durante la mayor parte de la Batalla de Galdan, Khadesa la Quinta ha permanecido apartada de sus compañeros Hostigadores, pero hacia el final de la contienda se reúne con los suyos.
Chamán Rojo maldijo al tener que apuntar a la cabeza de Asesina, antigua Campamentera, o lo que quedaba de ella. Todo aquello era una pesadilla. Finalmente no pudo atacarla pues el armatoste escala la protegía.
- ¡Va a por Plumilla!- Advirtió a Sabandija que estaba junto a él y que trataba también sin éxito de acabar con el sufrimiento de su ex-compañera.- Tenemos que llegar al otro...- Los gritos de Lombriz suplicando ayuda llamaron la atención del guerrero chamán. Él mismo había logrado colocarlo en el carro cuando había caído inconsciente en el campo de batalla.
- ¡POR EL OTRO LADO , LOMBRIZ! ¡OS ECHARE UN CABO!- Guardó apresuradamente las lanzas que había retirado delos cadáveres y se puso a recoger el cabo por el que él había trepado a la muralla.- ¡Vamos , Sabandija!
FASE DE BATALLA X: ASALTO 03 DE 10:
Asintió brevemente.
-Hay un paso de una torre a otra. Preocupado, tú permanece en medio de ese pasaje. Yo alcanzaré la otra torre para localizar el mecanismo si no lo han hecho ya. Daré la orden en su momento de activarlos. Tú reproducirás mis órdenes para que Lagrimita actúe.
FIN DE LA BATALLA DE GALDAN:
Las pocas fuerzas de Galdan que iban quedando parecían abrumadas por el poder de asedio de la Compañía Negra. Prueba de ello era que muchos guerreros curtidos y veteranos empezaban a huir por el camino al Este de la muralla, sabedores de una muerte próxima si seguían resistiéndose a la fuerza de asalto conjunta de los campamenteros.
Piojillo aprovechó para bajar la escalera de la muralla y hacerse con un carcaj de flechas de unas arqueras de Galdan. Lo había visto desde arriba y quizás podría servirles a él u otro compañero de escuadra para atacar a sus enemigos a distancia. Ya había visto de primera mano el daño que hacían esas fastidiosas arqueras mientras trataban de subir la muralla con el dichoso armatoste escala.
De pronto, un sonido abrumador inundó los oídos del campamentero. Las majestuosas puertas de Galdan comenzaban a abrirse. En ese momento, el guerrero k´hlata, sabedor de los demonios sin vida que aporreaban la puerta desde fuera tendrían vía libre, alzó la mirada a la escalera y trataría de ascenderla hasta la posición inicial, al abrigo de su escuadra. Todo sería mejor que permanecer abajo a merced de esas criaturas no muertas.
FIN DE LA BATALLA DE GALDAN:
Habían ganado. La batalla de las puertas de la muerte había concluido, pero, ¿A qué precio?. La fanática notaba como la potencia espiritual mezclada con su rabia, en un explosivo cóctel dentro de su cabeza, se esfumaba.
Escuchaba como le latía el corazón, parecía que lo tuviera en la sien.
TUM TUM TUM TUM.
Keropis y Sabandija corrían en pos de los veteranos.
TUM TUM TUM TUM.
La visión se le nublaba...¿Estaba allí Guepardo? Extendió la mano pero la figura desapareció.
TUM TUM TUM TUM.
Un sonido, que a Derviche le pareció como una montaña al partirse en dos, hizo que la Jaguar se arrodillase, con un intenso dolor de cabeza y oídos.
TUM TUM TUM TUM.
Las últimas briznas de su poder se desvanecían, todo era gris y se movía a una velocidad ridículamente lenta, la boca le sabía a sangre.
TUM TUM TUM TUM.
-A...a...ayuda-
Se desplomó en el suelo como un saco de patatas.
FIN DE LA BATALLA DE GALDAN:
Los últimos veteranos de la muralla atrincherados en el ala Este, finalmente, se replegaron y huyeron por la porterna este de la torre. Guepardo no hizo ningún esfuerzo por seguirlos: eran guerreros duros bien equipados. No tenía sentido hostigarlos si el plan era desalojarlos y lo hacían por sus propios medios.
Se giró y miró a Derviche. La vio de pie, jadeante, sangrando y sudorosa. Pero parecía que había prevalecido. Su rostro era una mueca de ira y odio, al parecer en un estado de trance. Pensó en ver si sus heridas no eran serias conforme su furia se disipaba... y entonces la oyó. El grito aterrado de Plumilla.
Corrió y se asomó por las almenas, pudiendo ver medio cuerpo de una reanimada Asesina bajo el carro de la escala, de donde se oían los gritos de la sanadora. No se lo pensó dos veces: trepó sobre las almenas y se descolgó sobre la escala, bajando todo lo rápido que podía.
- ¡Aguanta, Plumilla! ¡Maldita sea, aguanta! - exclamó mientras se deslizaba hacia abajo.
Por el Jaguar, ¿Llegaré a tiempo?
FIN DE LA BATALLA
Le dolía cada fibra del cuerpo, a pesar de que no estaba herido. Aquella carrera hacia las puertas había puesto a prueba la sangre fría de Ballestero.
Ver pasar a todo su pelotón y a Analista convertidos en no muertos para sembrar el pánico en el Reino Pastel casi fue demasiado para él.
Sin embargo se repuso. Meneó la cabeza, mientras les dejaba ir a su aire. Una sonrisa torcida. Mal capitán era Analista, que había quedado a cargo de una tropa ligera, inútil para el combate frontal y, en vez de esquivar a esos bichos que se movían torpes, aprovechando su movimiento más rápido, se había lanzado contra ellos. Se merecía su destino. No así sus muchachos.
Había llegado justo para acabar con unos cuantos enemigos, y a otros los había matado por el camino, sembrando con los virotes de su Venganza de la Bruja los cuerpos putrefactos.
Por fin, se levantó del escondite donde se había metido. Comenzaba el trabajo penoso: enterrar, vigilar... ¿Le volverían a conceder el honor de tener reclutas a su cargo? Se encogió de hombros. La sensación había sido, cuanto menos, curiosa. Bien sabía que él peleaba mejor en solitario pero... no podía evitar sentirse triste. Podría haber hecho mucho más. Solamente de haber tenido tiempo para endurecerlos, para adiestrarlos.
Se colgó a Venganza del hombro y caminó lentamente hacia la puerta.
FIN DE LA BATALLA DE GALDAN
Todo había acabado, la madre de las batallas se había acabado y él estaba vivo y casi sin heridas. Estaba vivo y no se lo creía, de hecho dudaba que alguien se lo pudiera creer, pero así era, estaba vivo. En lo alto de la muralla pudo observar los cadáveres de los enemigos y aliados.
Miró el escudo pesado, que tanto tiempo le había costado conseguir y que había logrado cuando todo había acabado, y suspiró. Todo había terminado, tras aquella interminable batalla al fin iba a poder descansar durante un tiempo. Con la calma de la costosa victoria Pelagatos se quedó en lo alto de la muralla observando el destrozo de la guerra, sin ser capaz de contabilizar las bajas que había sufrido su bando. Con desdén dejó caer el escudo del Veterano desde su posición hasta el suelo, junto a los muertos.
Todo se había acabado, era el fin y él seguía allí para poder ver un nuevo día aparecer, quizás no fuera tan torpe al fin y al cabo.
FIN DE LA BATALLA DE GALDAN
Guardo la daga ofrecida a Rastrojo mientras me encojo de hombros sin darle importancia a su maleducada repuesta. Después, guardo mi propia espada.
- Aparta, déjame sitio para salir.
Estoy deseando salir de aquella torre donde ahora se apilan los cadáveres de los veteranos y respirar aire menos viciado. Por instinto llevo una mano sobre la herida a la altura del estómago, aunque no es grave.
Mi mirada busca desesperadamente a alguien. Alguien a quien había perdido de vista hacía un rato. La mano que no está en la tripa agarra con fuerza el saquito atado al cuello.
Desciendo los escalones con prisa, y la suerte no me hace esperar ni buscar demasiado. Allí está, al otro lado de la torre, vivo y aparentemente bien. Corro hacia él mientras deseo que todo sea real. Quiero que él también vea que estoy bien. Quiero abrazarle y que sepa que sigo a su lado.
Cuando esté convencida de que no es un sueño, buscaré a Chamán Rojo, buscaré a Loor, a Serpiente, a tantos otros que por aprecio, o interés, deseo que hayan sobrevivido.
Y lloraré a Pipo.
FIN DE LA BATALLA DE GALDAN
Keropis bajó su escudo, viendo como los veteranos del Triplete daban media vuelta y salían huyendo. Aun así, el eremita no abandonó del todo su postura defensiva, esperando alerta por si esa maniobra no fuera más que un amago o un intento de hacerles caer en otra emboscada. No fue hasta instantes después que pudo percibir un rumor sordo que hacía retemblar la misma mole de las murallas: las inmensas puertas de la Fortaleza de Galdan se estaban abriendo.
El Guardián de los Muertos alzó su khopesh y aulló unas palabras en una lengua muerta e incomprensible. Bajo su máscara, oculta, una sonrisa apergaminada. Ha pasado mucho tiempo... y con diferentes hermanos... pero la victoria sigue sabiendo a dátiles frescos y agua cristalina...
La exótica espada del ermitaño volvió a su funda con un movimiento fluido, nacido de eones de práctica. El soldado de hierro oxidado volvió tras sus pasos, saliendo al adarve bajo la tenue luz de un sol frío y apagado. Su puño cerrado chocó contra el pectoral de su armadura, en señal de saludo y respeto hacia la que había combatido durante toda la batalla a su lado, la fanática Derviche. La mujer estaba bañada en sangre, propia y ajena, y en sus ojos inyectados en sangre traslucía una mirada perdida y desenfocada. Con un último traspié, la Jaguar se vino abajo.
Keropis dio un paso al frente con una velocidad impropia de un soldado embutido en una armadura completa, evitando en el último momento que la muchacha cayera al suelo. Con suavidad, una suavidad inesperada e inquietante en ese ser frío y siniestro, el Guardián de los Muertos tomó a la Jaguar en brazos y avanzó hasta el borde de las almenas.
Unas tenues palabras brotaron de la inexpresiva máscara herrumbrosa que cubría su rostro. Unas palabras pronunciadas en un idioma antiguo y ya perdido.
- Tras la Batalla de Galdan, los miembros de otras escuadras regresaron con sus unidades. En la batalla hubo algunas bajas, como la de Pipo y Manta.
- Tras la Asamblea General de la Compañía, Matagatos deja el mando de los Hostigadores para convertirse en el Capitán.
- Ponzoña es ascendido a Cabo y se convierte en el nuevo líder de los Hostigadores.
// Dejan la escena: Todos los miembros de otras escuadras. - Siguen en: Sus escuadras normales.
// Dejan la escena: Pipo y Manta. - Siguen en: Piedras en la Llanura Brillante, cementerio de personajes.
// Dejará la escena: Matagatos. - Seguirá en: Tienda de Mando de la Compañía (cuadro de oficiales).