Partida Rol por web

Ya que estaba buscando algo, quería saber exactamente el qué, y Michael me dijo que tenía que intentar encontrar al chico de la enfermería. Yo no entendía bien por qué pero bueno, lo que no iba a hacer era quedarme de brazos cruzados.

-Ah, pues vale. No es como si me acordase bien de su cara pero en fin, veré si encuentro algo -le dije finalmente, empezando a buscar las fotos y a fijarme en ellas. ¡Cómo si fuese a llamarme algo la atención cuando viese a un grupo de tontitos posando como si fuesen importantes!

Los demás estaban buscando por su cuenta y les miraba de reojo de vez en cuando, mientras yo seguía a lo mío. Y entonces me fijé en los campeones de Slytherin, pensando que sin duda algún día yo estaría allí y todos me recordarían, no como a los demás, sino pensando en que había sido alguien importante, dándome cuenta de que en aquella foto... faltaba una persona.

Michael se puso supercontento al decírselo, y yo le miré con aire superior.

-Os dije que no se me escapaba nada de nada -le aseguré.

Y entonces.... el desastre. La sangre sucia de Gryffindor tiró un mueble con copas, haciendo un ruido terrible que hizo que todos nos volviésemos hacia ella y nos quedásemos quietos.

Será inútil, niña tonta, estúpida...

Iban a acabar descubriéndonos por su culpa y yo no pensaba cargar con todos los problemas.

Miré entonces a Michael y ambos empezamos a buscar por todas partes una salida. Entonces sentí que me cogía de la mano y tiraba de mí para encontrar por donde escapar, aunque parecía que él sabía exactamente en dónde mirar... y yo también, porque detrás de una cortina me pareció ver una puerta.

-¡¡¡Por ahí, Michael. Debajo de la alfombra!!! -le dije, mientras corríamos.

Michael llamó a los demás y cuando llegamos, comprobamos que estaba cerrada. Entonces, reaccionando con rapidez, sacó la varita y lanzó el hechizo Alohomora para conseguir abrirla. La verdad es que fue rápido.

-Vaya, lo que estoy descubriendo. Si eres un buen mago y todo -le dije, aliviada al ver que íbamos a poder salir de allí a tiempo... o eso esperaba. Después de abrirla, y por puro instinto, miré a los demás antes de pasar por la trampilla. Úrsula y Kyle habían corrido hacia nosotros, e incluso Colton, pero Luna y Ivy aún no se habían movido. 

-¡Venga, a qué esperáis, lentorras! -les dije, enfadada. Como pillaran a una de ellas estábamos todos perdidos. Colton dijo entonces lo de Peeves, lo cual habría estado realmente bien... de encontrarse allí, pero lo más seguro era que estuviese haciendo de las suyas en otra parte del castillo -. Olvídalo, si no está aquí es que la está armando en otro lado, pero lo mismo la profesora cree que es él.... si conseguimos salir antes de que nos vea, así que vamos ya.

La verdad era que no sabía muy bien qué buscar, solo cualquier cosa que fuese extraña o que estuviese fuera de lo normal, o una foto de la chica de Slytherin que habíamos visto en el tren o del chico de Hufflepuff de la enfermería. Y había tantos sitios en donde mirar, que resultaba hasta cansado pensarlo.

Pero habíamos ido allí para eso y no íbamos a rendirnos tan fácilmente.

Vi como Michael se llevaba a Alondra, seguramente para que no pudiéramos enzarzarnos en una nueva discusión y tuviésemos más problemas, lo que le agradecí un montón. Yo me fui con Ivy y empecé a buscar con ella por donde estábamos, lo más lejos de donde se encontraba Alondra.

-Pufff. Esto va a ser complicado –murmuré, mientras miraba en las vitrinas que tenía delante, y Ivy hacía lo mismo con otras.

Había muchos nombres y muchas copas y placas. La historia de Hogwarts no tenía dos días, sino muchísimos años, lo que significaba que numerosos alumnos y alumnas habían pasado por allí y dejado su huella. Mis madres habían estado también en Hogwarts y siempre me habían dicho que gracias a él, se conocieron, lo que significaba que aquel lugar podía ser mágico en muchos sentidos, y yo había empezado a darme cuenta de ello, al poder hacer amigos por primera vez en mi vida.

Hogwarts era en verdad un sitio especial.

Pero encontrar algo que nos resultase de utilidad era casi un imposible, o al menos eso es lo que yo pensaba hasta que, por increíble que pudiera parecer, Alondra descubrió algo que hizo que Michael se emocionara un montón.

Vaya, lo que nos faltaba. Ahora va a resultar que Alondra es más lista que nadie. Esto sí que no lo aguanto.

-¿Habéis descubierto algo? ¿El qué? –pregunté.

Justo en ese preciso momento, Úrsula tropezó y tiró un montón de copas, haciendo un ruido terrible que me hizo cerrar los ojos y taparme los oídos, hasta que por fin acabaron por quedarse quietas.

Y Michael expresó justo lo que todos sentíamos. Si no nos descubrían iba a ser por pura suerte, porque aquel ruido seguro que podía oírse desde la planta baja.

-L-lo mismo no lo han oído…

Pero estaba equivocada. Antes de que pudiera decir algo más, unos pasos resonaron desde el pasillo y todos nos miramos pensando lo mismo, seguro.

Nos iban a pillar.

Y no quería ni pensar lo que nos sucedería si finalmente ocurría algo así.

Por fortuna, Michael se movió con rapidez y entre él y de nuevo Alondra, descubrieron una trampilla por donde podríamos huir, aunque estaba cerrada.

Yo no me atrevía a moverme por miedo a lo que pudiera ocurrir, pero Michael estaba lleno de confianza y lanzó un hechizo para desbloquearla.

En esos momentos, todos empezaron a correr en dirección hacia la trampilla y yo… tropecé y caí al suelo.

Con aquellos pasos que parecían ser de la profesora Tauris, según Colton, cada vez más cerca, y todavía la trampilla abierta para que terminasen de entrar los demás, supe en ese momento que me iba a resultar imposible llegar a tiempo.

Oí como Úrsula preguntaba si estábamos todos, por lo que la miré fijamente, transmitiéndole lo que ya era más que evidente. No iba a poder bajar por ella.

Lo que podía era permitir que los demás fuesen descubiertos, así que empecé a hacerles gestos con la mano.

-Deprisa, bajad y cerrad la trampilla –les susurré, mientras me ponía en pie para buscar algún otro escondite en la sala. No es como si hubiese un montón, pero esperaba poder quitarme de en medio y evitar el desastre.

Sin embargo, en mi interior sabía que al final, la profesora conseguiría encontrarme. ¿Cómo no iba a hacerlo? Además, por más que mirase por todas partes, no encontré ningún lugar en el cual poder esconderme.

Definitivamente, la profesora iba a pillarme y ese sería mi fin. Si a Colton le habían descontado cincuenta puntos por lo de la clase de Pociones, a mí me quitarían otros tantos y después me castigarían con algo terrible.

Lo único que me quedaba para aliviarme era que los demás lograsen escapar y que parecía que habíamos encontrado algo, una pista, acerca de lo que estaba pasando con aquellos chicos y chicas que aparecían de la nada.

Y eso… quizás valiese un castigo.

Ivy caminaba al lado de Luna, fijándose en los trofeos por si encontraba algo que pudiera llamarle la atención, pero era muy complicado percatarse de cosas concretas cuando no se sabía lo que se buscaba. 

Jade palideció cuando Colton les avisó de la presencia de la profesora Tauris. Sólo de saber que la docente estaba allí, la niña comenzó a caminar más rápido y sigilosa que antes, poniendo especial cuidado. Tener un accidente, justo en ese momento, era como tirarse desde la torre de Astronomía sin saber ningún hechizo para amortiguar la caída. Una locura.

Y de pronto, se escuchó un estruendo tan fuerte que la pelirroja pensó que un dragón se había chocado contra la ventana y, consecuentemente, estampado más de la mitad de los trofeos.

Ains... Nos van a pillar...

Era inevitable pensarlo, mientras Ivy miraba desesperada a un lado y otro, percatándose de que Michael estaba corriendo en una dirección, con Alondra cogido de la mano.

¿Qué diablos?...

Fue en su dirección y el Ravenclaw lanzó un hechizo hacia una trampilla oculta, abriéndola de manera elegante, dejando a Jade con la boca completamente abierta, sin poder creer lo que había visto. ¡Michael Cramson sabía hacer magia!

- Eres increíble, Michael... - Y casi sin darse cuenta emitió un suave suspiro, pensando que era el chico más interesante de cuántos pudieran haber entrado en primero. Curioso, el profesor Partwulf no acudió a su mente en esos instantes.

Ivy no se había dado cuenta de que Luna no la seguía de cerca, fue mirar hacia atrás y fijarse que se estaba levantando del suelo, mientras le hacía gestos de que avanzasen y cerraran la trampilla.

- Yo no me voy. Me niego a dejarla sola. Ella a mí jamás me abandonaría - Y dicho esto se le ocurrió una idea que quizás pudiera funcionar, cogió un trofeo de una de las mesas, uno ligerito y proyectable, y la lanzó lo más lejos que pudo de ellas, intentando hacer ruido en la otra punta de la sala. Le hizo un gesto a Ferlet para que permaneciese quieta y agachada, mientras gateaban hacia la salida. Era una maniobra complicada, pero Connor debía intentarlo.

Si las pillaban, pasaría al plan B, mentir cual bellaca, ya iba pensando en mil y una excusas para librarse del castigo, Luna sólo debía seguirle el juego. Si les salía bien aquella improvisación de acciones no podría dormir hasta la madrugada, pues estaba nerviosa y rebosante de adrenalina.

Le hizo un gesto con el dedo señalando la salida, lugar al que se dirigió y, curioso, sin dejar de sonreír. Si les salía bien la jugada le contaría a Michael Cramson sus aventuras nocturnas, seguramente algo más agrandadas de lo que realmente habían sido.

El avance inexorable de la profesora Tauris hacia vosotros desencadenó un pánico que únicamente se disipó, al menos en parte, cuando Michael y Alondra encontraron aquella trampilla y después el joven logró abrirla con habilidad. Ahora disponíais de una manera de escapar de allí y eso fue lo que hicisteis. Uno detrás de otro, todos fuisteis descendiendo por la trampilla, utilizando unas escaleras que había en el muro y que conducían abajo, donde quiera que fuese, porque no había ni una pizca de luz para poder saberlo.

Kyle, Úrsula, Colton, Alondra y finalmente Michael, entraron por la trampilla, pero cuando llegó Ivy y se dio cuenta de que Luna no iba a conseguirlo, no tuvo ninguna duda y dijo que también se quedaría fuera. Era su amiga, después de todo, y no podía abandonarla.

Así que cerró la trampilla, abandonando al resto del grupo a un viaje en la oscuridad, mientras ella buscaba una solución para intentar escapar de allí sin acabar con un castigo infernal. Lo último que visteis quienes estabais en la escalerilla fue a Ivy ir a recoger una copa de uno de los muebles.

Mientras arriba se desarrollaba esa particular y desesperada huida, bajo la trampilla las cosas eran diferentes y se hacía la más absoluta oscuridad.

Bajo la trampilla se había hecho la oscuridad y el silencio, de forma que descender por las escalerillas iba a resultar más difícil de lo que parecía en un principio, entre otras cosas porque era muy fácil pisar mal o simplemente caer encima de quien marchaba delante de cada uno.

Los escalones eran estrechos y no estaban preparados para que varias personas bajasen a la vez, por lo que no tardasteis demasiado en tropezar unos con otros y sentir que en cuestión de segundos rodaríais escalones abajo.

El descenso no fue demasiado largo aunque perdisteis la orientación y no sabíais exactamente a qué nivel os encontrabais, si habríais bajado una planta o mucho más, porque la falta de luz y la sensación de aprensión lo llenaban todo.

Pero había un final, una especie salita a la cual todos acabasteis por llegar, de una manera u otra, y en cuanto llegasteis, varias luces se encendieron a la vez, provenientes de velas colgadas en las paredes, que parecían haber detectado vuestra presencia en cuanto llegasteis.

La pequeña salita parecía ser en realidad una especie de corredor que se estrechaba y continuaba avanzando, hasta llegar unos metros más adelante a una nueva sala que mostraba en el suelo reflejos de diferentes colores, y cuando mirasteis hacia delante supisteis por qué

Al fondo de la sala había varias puertas, cuatro para ser exactos, que permanecían cerradas como esperando a que las probaseis, y cada una de ellas resplandecía y mostraba en el centro de la misma el símbolo de una de las casas que parecía estar llamando vuestra atención mediante una explosión de energía que iluminaba todo el lugar de diferentes colores: rojo, amarillo, verde y azul.

Desde luego, aquel lugar no parecía estar hecho para que alguien anduviese por él sino más bien para ocultar algo que pocos más conocerían porque ninguno de vosotros había oído hablar jamás de un sitio así.

Pero la gran pregunta era... ¿qué habría detrás de cada una de aquellas puertas?

Ivy había tomado la única decisión que podía en aquel caso, porque tal y como había dicho, Luna jamás la abandonaría, no después de como había demostrado estar dispuesta a echarse la culpa de lo que fuese con tal de ayudarles y también de ofrecerse en cualquier situación que alguno de vosotros en general, y Ivy en particular, la necesitaran.

Así que de una zancada, llegó hasta el mueble más cercano, agarró la copa y la lanzó con todas sus fuerzas hacia el lado opuesto de la sala, golpeando con ella varias copas más y organizando un auténtico desastre que llenó de ruido medio castillo y que por supuesto, llamó la atención de la profesora, que aceleró el paso.

El sonido metálico al golpear el suelo una y otra vez se volvió ensordecedor, paralizando a ambas niñas casi en el mismo lugar en el que se encontraban, pero no pasaron más de dos segundos antes de que la voz de la profesora Tauris se elevase por encima de cualquier otra cosa.

-¡¡¡¡PEEEVES!!!! ¡¡¡¡COMO TE PILLE NO VOLVERÁS A VER EL CASTILLO EN DOS SIGLOS!!!!

La voz de la profesora se escuchó por todas la sala, por lo que parecía que en un primer momento, el plan de Ivy marchaba bien encaminado. La respuesta de la profesora había sido echarle la culpa a ese fantasma que estaba siempre armando problemas. Ahora solo debían conseguir deslizarse sin ser vistos.

La profesora pasó rápidamente por la puerta y atravesó la sala en dirección hacia el origen del ruido, viendo las copas tiradas en el suelo y sacando su varita con la intención de lanzarle algún hechizo a Peeves. Mientras, Ivy empujo a Luna, que se movía con torpeza, seguramente a causa del miedo, y ambas salieron casi arrastrándose, por la misma puerta por la cual habían entrado unos momentos antes.

Justo en ese momento, Peeves apareció delante de Ivy y Luna, quizás en respuesta a haber escuchado su propio nombre.

-¿Alguien me ha llamado? -preguntó, mientras sobrevolaba cerca del techo. Entonces vio a Ivy y a Luna y por supuesto, no se quedó callado -. Oooooh, alumnas. ¡ALUMNAS! ¡¡ALUMNAS EN EL TERCER PISO!! ¡¡ALUMNAS EN EL TERCER PISO!!

La voz de Peeves encontró continuidad en la profesora Tauris, que de repente se dio cuenta de que allí había más de lo que parecía en un primer momento. Para Ivy y Luna, la situación seguía siendo desesperada. A Peeves le daba todo lo mismo pero precisamente por eso, estaban en peligro. Debían huir y deprisa, y tenían las escaleras que bajaban y subían y los pasillos de la misma tercera planta. Pero además de decidir por dónde debían ir, tenían que correr.

Mientras arriba se desarrollaba esa particular y desesperada huida, bajo la trampilla las cosas eran diferentes.

Lo único peor que saber que alguien se acercaba a donde estaban, era saber que se trataba de la profesora Tauris. Michael tenía tanto miedo que apenas podía pensar. Dejó que sus compañeros pasaran por la trampilla y luego se metió en ella, pero un golpe seco le hizo darse la vuelta justo cuando lo único que sobresalía del suelo era su cabeza. Comprobó con terror que Luna había caído y supo al instante que no iba a darle tiempo de llegar hasta donde estaban. Se volvió hacia Ivy, y la mirada en los ojos de la niña pelirroja le bastó para saber lo que iba a ocurrir a continuación.

—Ivy... —murmuró, sin saber qué decir para convencer a su amiga de Slytherin de que no hiciera lo que estaba a punto de hacer. El problema era que la entendía perfectamente, pues él mismo estaba deseando salir para ayudar a Luna. Pero Ivy decidió por los dos, porque dijo aquellas palabras valientes, cerró la trampilla y todo quedó envuelto en tinieblas. 

- - -

Por un momento, Michael se quedó aturdido en la oscuridad, casi perdiendo el equilibrio en aquella escalera angosta. Se apoyó contra la pared para no caerse, mientras desde su estómago iba subiendo un sentimiento de frustración y rabia. ¡Qué mala suerte habían tenido!

—¡Luna! ¡Ivy! —gritó, pero aunque empujó varias veces la trampilla, esta había vuelto a cerrarse.

Sacó una vez más su varita, dispuesto a volver a gritar "¡Alohomora!"... pero se contuvo. Quizá podría volver a abrir la trampilla, pero si lo hacía, la profesora Tauris les atraparía a todos sin remedio. Estaba deseando ayudar a sus dos amigas, pero ya no había nada que pudiera hacer por ellas. Dependían de sí mismas para escapar de aquella horrible profesora. Furioso, dio un fuerte puñetazo contra la pared.

—¡Maldita sea! —siseó—. ¿Por qué demonios tenía que estar aquí esa vieja bruja?

Notaba cómo las lágrimas se agolpaban en sus ojos, y se las enjugó con la manga de la túnica. Cualquiera que le conociera se hubiera sorprendido de haberle oído hablar así, no era propio de él. Pero es que habían tenido tan mala suerte... Respiró hondo un par de veces y trató de calmarse. Todavía tenían que salir de allí sin que nadie les pillara. Y no se veía ni torta.

—Vamos... —dijo, tratando de controlar su voz—. Ya no podemos ayudar a Luna ni a Ivy. Espero que consigan escaparse... Pero nosotros tenemos que bajar, no hay otro camino... Esperad, voy a probar una cosa. ¡Lumos!

Había esperado que aquél hechizo, que había visto utilizar algunas veces a su madre y su hermana, le sirviera para iluminar la escalera y evitar que se dieran un buen golpe al bajar. Pero su varita sólo emitió un par de chispas y se apagó. Michael suspiró abatido.

—Debí suponer que no me saldría... Tendremos que ir con cuidado...

No había más que un camino, así que Michael y el resto bajaron con prudencia los escalones que descendían en la oscuridad. Más de una vez estuvo a punto de dar un traspié, pero logró sujetarse y pudo bajar sin caerse hasta que alcanzaron aquella extraña sala. Michael reprimió una exclamación cuando aquellas velas se encendieron.

Cuando llegaron a la sala de las puertas adornadas con los escudos de cada casa, Michael abrió mucho los ojos, atónito. ¿Dónde se habían metido? Ni su hermana ni su madre le habían hablado nunca de un lugar como ese.

—¿Qué es este sitio...? —murmuró como para sí mismo. Sus ojos recorrieron las cuatro puertas, deteniéndose un momento en la de Ravenclaw, su casa. ¿Qué habría tras ellas?

Ya había bajado unos cuantos escalones cuando oí la voz de Ivy vi el gesto de Michael. Esa loca se iba a quedar arriba porque su amiguita no había llegado a tiempo. ¡Menuda tontería! Si cogían a una, no era muy inteligente que atrapasen a otra, pero estaba claro que aquella chica tenía la cabeza en otra parte. 

Desde luego, yo no iba a dejarme coger por nadie, así que me quedé en donde estaba hasta que cerró la trampilla y nos quedamos a oscuras.

-¡Esa chica está loca! La cogerán, a ella y a Luna, y seguro que las expulsan. Pero allá ellas. Venga, Michael, dejémoslas y sigamos -le dije al chico, que todavía pareció pensárselo durante unos momentos.

Por fin pareció entenderlo y nos dispusimos a bajar, pero la verdad era que no se veía nada. Michael intentó otro hechizo y a mí me sonaba haberlo oído también alguna vez, pero no me acordaba de cómo era, así que ni siquiera lo intenté. Estaba claro que todavía tenían que enseñarnos muchas cosas y que como no saliésemos de allí, al final íbamos a tener la oportunidad de aprender más bien poco.

-Parece que habrá que arriesgarse a ir a oscuras. Iré tanteando la pared. Pero a quién se le ocurre no poner luces aquí. Este lugar se cae a pedazos. Si cuando mi madre decía que fuese a otro colegio era por algo.

De alguna manera conseguimos llegar abajo, y menos mal que una vez lo hicimos, se prendieron algunas velas que había por ahí, en las paredes.

-¡Ya era hora! Por favor, qué sitio más lamentable -protesté, sacudiéndome un poco la ropa, porque el lugar estaba bastante polvoriento, como si hiciese años que nadie entraba por allí.

Las escaleras daban a un pasillo y este avanzó durante unos metros, hasta que llegó a una sala en donde había cuatro puertas... una para cada casa. A mi lado, Michael preguntó qué sería ese lugar, aunque para mí era más que obvio.

-Pues está claro. Se trata de un lugar secreto con una puerta para cada casa. Es evidente que cada uno de nosotros tendrá que entrar en la puerta que sea de su casa, ¿no? Lo mismo hasta tiene algún conjuro que impide que nadie más siga adelante. Y tendremos que ir por ahí, porque la vieja bruja seguirá arriba, seguro, regañando a Ivy y a Luna y quitándonos puntos a las dos casas. ¡Cómo se puede ser tan inútil y dejarse coger! ¡Solo tenía que correr hacia la trampilla! -me quejé, pensando en lo inútil que era esa Lunática, y pensando que no me apetecía descubrir que nos habían quitado 100 puntos de golpe por su culpa.

Miré a mi alrededor, dándome cuenta de que Kyle y yo tendríamos que ir por la puerta de Slytherin, Michael por Ravenclaw y el niño ese rarito y su amiga, por la de Gryffindor. Al menos no tendría que entrar sola, aunque no parecía que aquel chico supiese hacer nada. 

Lo único peor que saber que alguien se acercaba a donde estaban, era saber que se trataba de la profesora Tauris. Michael tenía tanto miedo que apenas podía pensar. Dejó que sus compañeros pasaran por la trampilla y luego se metió en ella, pero un golpe seco le hizo darse la vuelta justo cuando lo único que sobresalía del suelo era su cabeza. Comprobó con terror que Luna había caído y supo al instante que no iba a darle tiempo de llegar hasta donde estaban. Se volvió hacia Ivy, y la mirada en los ojos de la niña pelirroja le bastó para saber lo que iba a ocurrir a continuación.

—Ivy... —murmuró, sin saber qué decir para convencer a su amiga de Slytherin de que no hiciera lo que estaba a punto de hacer. El problema era que la entendía perfectamente, pues él mismo estaba deseando salir para ayudar a Luna. Pero Ivy decidió por los dos, porque dijo aquellas palabras valientes, cerró la trampilla y todo quedó envuelto en tinieblas. 

Cerraron la trampilla antes de que estuviéramos todos dentro- *que?? donde están las que faltan?? - entonces quedó claro, tanto por la cara de Michael y la rabia que mostraba como por las palabras de Alondra- 

-Pero por qué?? bastaba con que una se quedase y se hiciese la perdida!! podrían haber dicho que se habían asustado y se perdieron o algo así!! - susurré, aún con el corazón a 100. Además, siempre era más fácil perderse de una en una que de dos en dos!! Que iba a pasar ahora con ellas? 

No podríamos saberlo hasta salir nosotros de donde estábamos. Pero eso no importaba, estaba todo totalmente negro, y nosotros sólo podíamos ir en una dirección. Hacia abajo. Y el resto parecían empeñados en bajar aunque no se viera nada. Michael dijo algo que no entendí, pero no pareció significar nada porque seguíamos bajando a oscuras. 

En la vida había hecho algo semejante. Bajar a oscuras por unas escaleras húmedas de un castillo en lo que probablemente era una especie de alacena olvidada o vete tu a saber que lugar estrecho era ese. -No veo nada! - Alondra se quejó como de costumbre, aunque  ésta vez dijo algo inteligente "ir tanteando la pared". Hice lo mismo que ella. Pero por culpa de eso perdí la concentración en mis pasos y me enfoqué demasiado en las manos, y antes de poder reaccionar, mi pie se resbaló y caí de costado deslizando varios escalones hacia abajo -AUCH..!! - ... sin ver siquiera como incorporarme, me puse la mano al lateral por donde había recibido el gople. - aaajgg.. - hice un sonido quejicoso. 

Por suerte pareció que, una vez abajo y al fondo de un pasillo que se estrechaba, una tenue luz nos salvaba de seguir completamente a oscuras. Y en cuanto llegamos descubrimos de dónde procedía la luz.

-Guau. - era bastante hipnotizante. Pero había un problema: era nuestra única salida. Era eso, o esperar y volver atrás cuando hubieran pasado unas horas.

Ante la hipótesis de Alondra, no vi ningún fallo. - Entonces, son puertas mágicas? - pregunté mientras me frotaba el costado del golpe. - O esa luz está sólo de adorno y nos van a llevar directamente a nuestras salas comunes? - era evidente que nadie sabría la respuesta, pero tenía que hacer la pregunta en voz alta.

Ivy no sabía a quien se enfrentaba, pero eso daba igual, Luna había caído y era su mejor amiga, no podía dejarla sola. Además, Jade siempre tenía un plan B, el mentir cual bellaca. Si Tauris la pillaba, siempre podría decir que se había perdido, o que se encontraba mal por el accidente de pociones, y necesitaba encontrar la enfermería. Nadie les había dado un plano de Hogwarts, lo que le daba cierta franja a elaborar una excusa medianamente aceptable.

Lo que sí urgía era cerrar la trampilla por donde se iban a marchar sus compañeros, evitar que ellos también fuesen pillados. Hubo un instante en el que la pelirroja quedó mirando fijamente a Cramson, él dijo su nombre y sus palabras le hicieron reaccionar de una manera extraña, como si de alguna manera quisiera que él quedara tan impresionado por sus acciones, como ella había quedado prendada de su capacidad de hacer magia.

- Lo conseguiremos... - Aseguró, y aunque no estaba claro de si lograrían escapar o no de la profesora, al menos le habría dado calma a su amigo

Cerró la trampilla con la visión de Michael aún en su cabeza. Ivy no sabía lo que le pasaba, pero pensar en él, le daba fuerzas.

Tras cerrar la trampilla Ivy suspiró y corrió a coger el trofeo que lanzaría contra una mesa que estaba cargada de copas, acertando de pleno en ellas, creando un estruendo considerable que sin duda, llamaría la atención de la docente. La pelirroja sonrió, estaba creando mucho caos y eso era lo necesario para poder escabullirse por la puerta de la sala.

La profesora comenzó a gritar a Peeves, pensando que el poltergeist era el responsable de todo aquel estropicio. Eso era genial, la pelirroja ya había ideado una excusa plausible por si les cogía. Diría, sin pudor alguno, que el ente les había perseguido tirándoles agua, y eso quizás podría ser motivo para librarse de un castigo, o al menos de que se minimizase.

La joven Slytherin tenía miedo, pero no podía dejar que éste se impusiera, así que, valientemente, se arrastró junto con Luna para instarla a avanzar hacia la puerta - Vamos, Luna, no lo pienses, saldremos de esta... - La animaba hasta que se encontró con quien menos se esperaba. El mismo Peeves en persona.

¿De verdad? ¿Justo ahora?

Pálida. Ivy quedó completamente lívida tras su aparición, pues no podía ser una coincidencia tan desafortunada.

Si nos pillan hay que echarle la culpa a Peeves. Seguramente no le crean....

La mente de Jade bullía mientras el poltergeist jaleaba de que había alumnas en el tercer piso y si no  actuaban rápido, estarían perdidas - Vamos, corre... - Animó Ivy a su amiga, levantándose de golpe y comenzando a correr hacia las escaleras de subida al cuarto piso, ya que mantenerse en el tercero ya no era seguro - Debemos ir a un cuarto de baño para escondernos... - Y es que en todas las plantas había normalmente aseo. Si se escondían allí tendrían posibilidades de dar esquinazo a la profesora y a Peeves, siempre y cuando éste no las siguiera.

Jade comenzó a correr con todas sus fuerzas cogiendo de la mano a Luna y tirando de ella, tan sólo rezaba que las escaleras estuvieran descansando y no se movieran, de lo contrario, estarían perdidas.

Colton se metió por la trampilla dejando hueco para que nadie se quedara atrás, así que cuando se cerró solo pudo mascullar

- Mierda. - Intentó levantar la trampilla con Michael, pero o debía ser muy pesada o alguien estaba encima, además, era peligroso hacer ruido porque estaba perjudicando las opciones de huida de ¿Quien?. Suspiró, Luna, Luna e Ivy no estaban.  Michael no había avisado a tiempo y ahora no daba tiempo de hacer nada, estaban perdidas. Mierda, ni siquiera tenía el walkie para ver como les iba, y, para utilizar la luz de on para ver algo, porque por allí no se veía nada, estaba más oscuro que el futuro de Colton como mago. De haber visto habría visto el puñetazo de Michael, pero aun así su rabia era palpable y le dijo

- Tranquilo, las chicas tienen sus recursos... Confía en ellas, no son de porcelana, son mujeres del siglo XXI, tranquilo, verás como se las arreglan...¿Zumo? ¿Que es eso de zumo? ¿Otro conjuro? Y no hagas caso a Alondra, solo tiene envidia de Luna porque ella no tiene amigas de verdad- Pero ese no salió, así que a oscuras que se quedaron. La voz de Kyle diciendo que no lo entendía fue lo único que necesito Colton para bufar y decir - ¿Tú no has tenido muchos amigos, verdad? Si los hubieras tenido lo entenderías.... - Y Con eso ya estaba todo dicho.

Las escaleras parecían complicadas, estrechas, así que Colton sugirió

- Mejor de uno a uno y despacio...y shhht....a ver si nos van a pillar.

Unos cuantos escalones después solo podía decir que bajaba, pero si la escalera era de caracol o recta, si habían bajado tres o siete pisos. Perdidos, del todo, ¡chupi!. Aquello era una exploración, una aventura, y Colton avanzaba en la oscuridad como los ninjas, con pie plano y seguro, pendiente de lo que le pudiera pasar a Úrsula y sonriendo en la oscuridad ante la queja de Kyle, le estaba bien empleado. No tuvo que temer ninguna caída porque no había escalera que pudiera con Colton, así que cuando acabaron el trayecto y llegaron a una salita con velas para iluminar el camino suspiró de fastidio, con lo guay que estaba siendo... Se sentía como un gato ninja. Puertas, todas con escudos de las casas, aquello parecía el precio justo, solo había que adivinar que puerta tenía el bote y para casa. No sabía porqué pero la puerta roja le daba como buen rollo, sería por ser león, pero es que las otras ni fú ni fa, y la verde, vamos, le daban ganas de vomitar. ¿Que habría detrás de las puertas? Solo había una manera de descubrirlo, y a veces, bueno, vale, siempre, era mejor pedir perdón que permiso. Michael preguntó que era ese sitio y Cagondra, sin poderlo evitar, tuvo que hacer las cosas de Cagondra... suspiro y le dijo

- Uhhhhhh, la vieja bruja a la jefa de tu casa.....¡¡¡ahora vas!!! ¿Eso cuantos puntos deben ser? 1000, ¿no?. - Entonces dijo que sus amigas habían sido inútiles y se puso en serio - Aquí la única inútil eres, que solo sirves para una cosa, quejarte. ¡Dios, que descansada se tiene que haber quedado tu madre! ¡A ti en vez de echarte de menos seguro que te han echado de casa!

Kule tenía dudas, si las puertas eran mágicas o que, si la luz era de adorno o eran teletransportadores a lo star trek. Alguien tenía que ser el conejillo de indias y dijo

- Eso solo hay una manera de averiguarlo...

Y siendo Colton tan impulsivo abrió la puerta de Gryffindor y trató de entrar, esperando con una gran sonrisa alguna magia poderosa que lo teletransportara en un abrir y cerrar de ojos.

Me veía ya atrapada sin remedio en la sala por la profesora Tauris, siendo regañada una y otra vez, por ella y por el jefe de mi casa, y también por la directora.

Después de todo lo que hemos hecho por ti, de lo mucho que se han esforzado tus madres, vas y traicionas su confianza correteando sin permiso por el castillo. ¡Deberías avergonzarte!

Y la verdad es que lo hacía. Descubrir el secreto de lo que estaba ocurriendo era emocionante, y ayudar a mis amigos y correr junto a ellos, me parecía genial. Pero cuando me ponía en la piel de cualquiera de mis mamás, o de alguien que esperaba que yo fuese responsable… me daba cuenta de que quizás me había pasado de la raya, que debía haber sido más sensata.

Ahora ya no había remedio. La profesora iba a atraparme y tendría que aceptar las consecuencias.

Pero para mi sorpresa, Ivy se negó a marcharse y cerró la trampilla para que sí lo hicieran los demás. Eso hizo que mis ojos se llenasen de lágrimas y tuviese unas ganas locas de abrazarla y echarme sobre ella. ¡Qué buena era!

Rápidamente me dijo que guardase silencio y ella cogió un trofeo y lo lanzó contra una mesa que estaba lleno de ellos, armando un auténtico desastre que desde luego iba a hacer que la profesora se volviese loca de rabia.

¡Claro! ¡Al hacerlo, seguramente pasaría de largo y no se daría cuenta de que nosotras estábamos allí, por lo que podríamos escapar por la puerta!

Y así fue, efectivamente. La profesora pasó como una exhalación… ¡echándole la culpa a Peeves!, y yo aproveché para coger la mano de Ivy y escaparme con ella por la puerta.

Cuando nos juntamos y salimos a toda velocidad por la puerta, me volví un instante hacia ella. Me dio ánimos y yo asentí con la cabeza.

-Eres increíble, Jade. Lo sabes, ¿verdad?

Por desgracia para las dos, el mismísimo Peeves apareció de pronto delante de nuestras narices, lo cual en parte era una buena noticia porque eso significaba que de verdad podía llevarse todas las culpas. Claro que por otro lado, que estuviese allí podía terminar… pues como acabó, con el maldito poltergeist gritando a todo pulmón y avisando que estábamos allí.

De haber tenido más tiempo, me habría encargado de él, pero no lo teníamos. Ivy tiró de mí escaleras arriba para intentar perdernos de vista, aunque eso todavía estaba por verse si lo conseguíamos.

Su idea era entrar en algún cuarto de baño, pero ese plan tenía un gran problema.

-Sí, pero yo no sé por dónde se van a los aseos en las plantas. Solo he ido a los de Gryffindor –le dije, hablando de manera entrecortada mientras subía un escalón detrás de otro.

Lo físico no era lo mío. Sabía que transformada en licántropa era otra cosa, pero como tampoco iba a permitir que eso ocurriese de manera descontrolada, al final tenía lo que era, y estaba claro que todo lo que no fuese estudiar me iba a costar. Siempre lo había hecho, pero nunca fue tan evidente como en aquel momento.

Sin embargo, seguí el ritmo que marcó Ivy como buenamente pude y llegamos al piso superior. Cuando lo hicimos, me detuve un instante, tirando de Ivy para que ella también se quedase quieta.

-No… podemos… quedarnos… aquí. No es… seguro. Vamos –le dije, tirando en aquella ocasión de ella, porque había tomado una decisión -. Vamos… a Gryffindor. Allí estaremos… a salvo.

Y es que después de todo, podía decir que se había quedado cortada y para que no le ocurriese nada, había venido conmigo en lugar de quedarse sola. Eso sí que sería algo que cualquier profesor creería, pensaba yo, porque al final debía prevalecer la seguridad, ¿no?

Lo peor de aquel plan era que había que subir tres plantas más, a toda velocidad, pero si mi cuerpo aguantaba el esfuerzo, porque ya empezaba a dolerme el costado, sabía bien por donde debíamos movernos.

Así que tiré de ella con fuerza, concentrándome en mover las piernas a pesar del agarrotamiento que cada vez era más evidente en ellas, olvidándome de todo lo que no fuese respirar y correr, correr y respirar, esperando que al menos Peeves no nos siguiese, porque a él si que le iba a resultar sencillo llegar hasta nosotras si se lo proponía.

Después de todo, volaba.

Ojalá yo pudiese volar en estos momentos, pensé, sin dejar de moverme.

Ambas salieron corriendo de la mano de aquella Sala de Trofeos, buscando una alternativa que pudiera librarles del castigo. Luna le dijo que era increíble, y Jade pensó que ese adjetivo sería perfecto para calificar el que pudieran librarse de ser atrapados.

- Tú sí que lo eres... - Y lo creía firmemente. Ferlet le daba fuerzas para actuar de la manera en que lo hacía. Quizás si hubiera estado sola su proceder habría sido de otra manera, pero sentía la necesidad de proteger a Luna. Era su mejor amiga y sentía un afecto muy profundo hacia ella.

La presencia de Peeves parecía que iba a ser algo bueno y maravilloso, pues llegaba justo en el momento adecuado como para que Tauris confirmara que todo el desastre lo había causado él. Pero no, el poltergeist se puso a chillar cual energúmeno, acusándolas de estar justo donde no debían. Lo ideal, acelerar el paso y correr hacia la cuarta planta.

- Yo tampoco sé exactamente dónde están los aseos de ninguna de las plantas, pero debe haberlos y seguramente estén señalizados. Es lo normal... - Comentó la pelirroja intentando buscar la lógica a su línea argumental - Gryffindor está muy lejos - Dijo antes de que ambas parasen en la cuarta planta y Jade recobrara el aliento - Pero.... Pero yo no puedo entrar en Gryffindor...

Y mientras se deja arrastrar por su amiga iba pensando que aquello era muy mala idea. Colarse en la sala común de una casa que no era la suya podía ser considerado un insulto muy grande. Las consecuencias podrían magnificarse.

Las dos amigas llegaron entonces a la séptima planta, donde Gryffindor debía estar, aunque Ivy no sabía exactamente su ubicación. Ambas retomaron el aliento y dejaron que su corazón bombease con normalidad.

- Luna, ir a Gryffindor no es una buena idea. Está prohibido decir la contraseña de tu casa delante de los alumnos de otras, todos van a mirarte mal y te pueden castigar, y yo también me metería en un lío... - Suspiró - Es difícil que pueda regresar a las mazmorras, lo más inteligente es pasar la noche en un aula cerrada que pueda estar por aquí, y mañana a la hora del desayuno, bajar con normalidad como si fuera a mis clases. No creo que los profesores puedan recorrer todo el castillo, pero muchos van a estar en los pasillos, especialmente Tauris y, si nos ven en tu sala común, Peeves habrá tenido razón, es fácil deducir que hubo alumnas en el tercer piso. Estaríamos cayendo en nuestra propia trampa...

Miró a Luna con cariño antes de darle una nueva idea - No sería mala cosa que entres en Gryffindor y descanses, yo buscaré la manera de bajar por alguna vía que no sean las escaleras principales. Sola tengo más opciones para mentir y poner excusas... - Sabía que eso no iba a gustarle a Ferlet -  O eso, o quedarnos las dos en algún lugar de este piso. No me gustaría nada que por entrar en Gryffindor nos busquemos problemas ahora que hemos perdido de vista a Peeves.