Pero si por fuera era magnifico, por dentro resultaba todavía mucho mejor, no solo por la grandiosidad de su decoración, sino también por la enorme cantidad de "Gremlins", como los había llamado Colton, había por todas partes, trabajando, escribiendo en sus respectivos libros, y haciendo cuentas como auténticos oficinistas. De no haber sido por aquellas enormes orejas, esos rostros arrugados y las cabezas casi sin pelo, habríais dicho que eran hombres y mujeres normales, pero aquello... era extraño a más no poder.
Finalmente, tras avanzar por aquella hilera extraña, llegasteis a un mostrador, en donde uno de aquellos seres dejó de escribir y os observó con mucha atención. Pareció tomarse su tiempo, como si estuviese evaluando quiénes erais y lo que queríais. Emitió unos gruñidos y solo después de interminables segundos, se decidió a hablar.
-Muggles, supongo. ¿Me equivoco? Desean cambiar dinero muggle por dinero mágico. Solo aceptamos efectivo -os dijo, sin dejar de miraros -. ¿Desean abrir una cuenta acorazada?
Podéis manejar a vuestros padres y responder si queréis, o me lo dejáis a mí después de que escribáis. A vuestra elección ;)
No entendía porque tanto Úrsula como la señorita Mary habían reaccionado así a una collejita de nada. Su padre no hablaba mucho, así que se comunicaba en Braille con su mano en su pescuezo, no había para tanto, además, sabía que solo lo hacía cuando ya lo había llevado más allá del límite aguantable por cualquier ser humano. Suspiró, a veces era cargante, no quería serlo pero es que todo era tan megaguachichachi que eno podía pararse quieto. Prometió ser más educado, ¿Aunque quien podía recordar la educación con tal cantidad de cosas nuevas y emocionantes?
Menos mal que entre niños se entendían y cuando Úrsula le enseñó como el punto de google maps no se movía se quedo flipando pepinillos. Se rascó la cabeza y le dijo que aquello debía ser magia. Asintió a todo lo que le dijo de la señora rara y las instrucciones que habían tenido para entrar y miró a eso del quidditch. Parecía que se necesitaban escobas, escobas = volar, volar = molar, así que ya le gustaba el quidditch, aunque no sabía si sería en plan fútbol, baloncesto o justas de caballero. Se iba a apuntar al quidditch, aunque tuviera que volar en una fregona, le daba igual, así que respondió a su madre con un lacónico, sí, mamá, sabiendo que no le iba a caer nada que no estuviera en la lista, así que se comportó, aunque Úrsula no supiera nada de superhéroes. Eso lo tendría que arreglar, no podía ser, leer era súper sano para la mente y despertaba la inteligencia, y si no leía se le iba a quedar el cerebro como una pasa.
Nada de tarjeta de crédito, nada de gritar, nada de nada, y sobre todo nada de llamarlos Grémlims. Ya había visto que le miraban como si se hubieran comido un kilo de broccoli así que debía ser algún insulto para ellos. Se disculpó torpemente
- Lo siento, no lo sabía, es que soy nuevo.
Y se metieron en el banco. Era una pasada, nunca pensó que un banco podía molar tanto por dentro, aunque el estilo, bueno, le hacía falta un poco de mano, nada que no se arreglara con unos cuantos pósters de fútbol, unas pantallas de televisión para ver los partidos y sillones cómodos. Allí había una gran cantidad de Gremlims, tanto que le hicieron venir un escalofrío de excitación, lo cual lo excitó mucho más aun. ¿Como no se había dado cuenta antes? No eran Gremlims, eran Yodas, maestros jedi, y él, un niño, acababa de sentir una perturbación en la fuerza.
Se giró a su madre, que su padre para estas cosas no tenía imaginación y le dijo.
- Mamá, creo que son maestros jedis, jedis-oficinistas, lo sé, es que...he sentido una perturbación en la fuerza.
Su madre se agachó, le cogió por un brazo y le dijo que ahora no era el momento de eso, que ahora los mayores tenían que hacer negocios, así que le pedía que no molestara y se mantuviera callado o no habría dinero para comprar nada.
Aquello era un esfuerzo titánico, estarse callado y tener paciencia, pero poco a poco la fila avanzó hasta llegar a un mostrador con una de esas criaturas. Colton le hizo una profunda reverencia mientras se le escapaba
- Por favor, acépteme como padawan.
Aquel Jedi se puso a gruñir como si le estuvieran molestando y les miraba como si fueran a robar el boli atado con cadenilla de la ventanilla, aunque allí no había ninguno. Colton no sabía que decir, no tenía ni idea de bancos, y su padre no decía mucho ni de bancos ni de nada. Menos mal que estaba su mamá para salvarlo, carraspeó, miró al hombrecillo y como si aquello fuera lo más normal del mundo le dijo
- Buenos días señor, sí, nos gustaría cambiar nuestro dinero muggle a dinero mágico, aunque desconocemos lo que es una cuenta acorazada. Queremos abrir una cuenta de crédito, sin ningún tipo de inversión, ahorro a la vista, ya me entiende, y definir unas restricciones sobre el total de dinero que puede recuperar nuestro hijo cada mes. - Miró a su marido y le dijo - Cariño, el sobre, por favor.
Su padre le dio un abultado sobre y su madre se lo tendió al cajero con una sonrisa.
- Aquí tiene señor, quiero ingresar este dinero en la cuenta de mi hijo una vez sea transformado en dinero mágico. Su nombre es Colton Derrick
Miró a su marido y este asintió levemente. En su opinión lo había hecho genial, pero igual para abrir una cuenta había que lanzar un conjuro o hacer algo mágico. Colton parecía estupefacto ante el grosor del sobre. Negó con la cabeza y le dijo
- Mamá, eso es mucho dinero yo....
Su padre le revolvió el pelo y le dijo
- Lo estábamos guardando para la universidad, pero siendo mago no parece que lo vayas a necesitar. Hemos ahorrado mucho tiempo, así que no lo malgastes, no podríamos darte mucho más. Te tiene que durar muchos años, ¿entendido?
Colton asintió y se le enmudecieron los ojos. En aquel sobre vivían todos los sacrificios y privaciones de sus padres, todo sus esfuerzos, y ahora se lo estaban dando a un maestro jedi para que le enseñara magia y le diera dinero jedi. No podía tener mejor suerte con sus papás, de ninguna de las maneras, así que hizo lo único que podía hacer, callarse y dejar que los mayores hicieran sus cosas, aunque se le fuera la vida al estarse quieto.
Entraron en aquel edificio y los ojos de Úrsula se abrieron como platos. Tiró de la mano de su madre y le señaló el interior-Eso de las paredes, ¿será oro?-el color dorado de las paredes y las columnas podía dejar entrever que sí, pero no lo sabía con seguridad.
Miraba a un lado y a otro mientras seguían a Colt y su familia que habían tomado la delantera hasta que se detuvieron delante de un mostrador que ahora mismo no tenía a nadie y les podía atender los primeros.
La madre de Colt rompió el hielo y se dirigió a aquel gremlin que estaba en el mostrador y que ahora, de cerca, podía Úrsula ver mejor-No es un gremlin, aunque se le parece… es más como un enano enfadado o un elfo de El Señor de los Anillos pero muy muy muy mayor, por las orejas..digo…-le susurró a Mary-nos ha llamado muggles, ¡sabe lo que somos! ¿Los magos no vienen aquí a cambiar dinero? Puede ser, pero tendrán aquí sus ahorros, ¿no?
Se miró de arriba a abajo y miró al resto de sus acompañantes. ¿Tenían quizás algo escrito por algún sitio que los señalara como muggles? Pero, a simple vista, todo parecía normal, sin señales de ningún tipo. Quizás es que era adivino o algo así.
-No tengo ni idea, pero es verdad que no parece un viejecito de los que van a dar de comer a las palomas al parque que hay frente a casa, ¿verdad? ¿Los Elfos del Señor de los Anillos? Pero esos eran altos y guapos, Úrsula…-miró a aquel ser tan sorprendida como la pequeña. Estaba segura de que era un ser mágico pero no conseguía ponerle nombre-…no sé, esperemos un poco, lo mismo averiguamos qué o quién es.
La madre de Colt habló como si fuera una entendida en todo eso de abrir cuentas y cambiar dinero y terminaron sacando un paquete de billetes que hizo que Úrsula arrugara la nariz, como si de repente se hubiera tirado un enorme pedo Libra. Levantó su mirada hacia Mary-No es necesario tanto, ¿verdad? Con que tengamos para comprar el material, debe ser suficiente-Y es que Úrsula sabía que el orfanato no nadaba en la abundancia y ya le parecía que tenían que comprar muchas cosas como para encima tener que dejar allí tantos billetes.
-Tranquila, está todo controlado-le guiñó el ojo Mary en respuesta, esperando pacientemente a que les tocara.
-Buenos días-saludó a aquel ser cuando les llegó el turno-Hemos venido a cambiar dinero por dinero mágico para comprar las cosas que necesita Úrsula para entrar en el primer año del colegio…
Úrsula asomó la cabeza por detrás de Mary y miró a aquel ser, curiosa a más no poder-¿Qué eres exactamente? Nunca había visto a nadie como tú-preguntó expectante-¿Un duende? Por las orejas…-parpadeó esperando la reacción de aquel ser a su pregunta.
-¡Úrsula!-exclamó Mary ante la pregunta de la niña.
-Tengo curiosidad. No es malo preguntar. Además, le vas a dar dinero-contestó muy segura de su razonamiento-Hola, yo soy Úrsula-saludó timidamente desde detrás de su madre que hacia de parapeto por si las moscas pero sin dejaba de mirar al ser, observándolo con detenimiento.
-Sí, ella es Úrsula, Úrsula Galloway. Aquí tiene, he traído esto, espero que sea suficiente…-le tendió el sobre con el escaso dinero que tenían para aquella aventura de su pequeña. Escaso visto lo visto del tamaño del sobre que los padres de Colt acababan de soltar, aunque para ellos era una pequeña fortuna que dejaría al orfanato sin un par de cosas con las que ya contaban para aquel año. Mary se desprendió del sobre con cierto temor pero sabiendo que Úrsula lo necesitaba para su primer año en aquella escuela tan especial.
En el banco todos los “gremlins”, como los había llamado Colton, trabajaban sin descanso. Parecía que hubiese un montón de trabajo aunque era difícil imaginar cual podía ser aparte de contar el dinero de los demás.
Pero eso sí, resultaba un espectáculo fascinante eso de ver a tantas de aquellas criaturas escribiendo con el hocico pegado a la mesa y a la vez.
Tu madre obviamente no pensaba que fuesen maestros jedis, porque sabía lo que eran y no se parecían en nada a ese “Novijuanquenove”, pero de todas maneras, no dijo nada. Tiró de su hijo y continuó caminando hasta llegar al mostrador.
Úrsula estaba demasiado sorprendida como para gastar aquella clase de bromas. Prefería intentar catalogar a las criaturas-oficinistas dentro de algo que conociese, como elfos o algo por el estilo.
Cuando llegaron y Colton pidió ser aceptado como padawan, la colleja que le propinó su padre resonó por todo el banco.
-Disculpe a mi hijo. Es así desde que nació –comentó su padre, ante el gruñido del gremlin de grandes orejas y aspecto de viejo.
La madre de Colton tomó entonces el relevo, hablando con la suficiente seriedad como para que la tuvieran en cuenta.
-Una cámara acorazada es un lugar protegido mágicamente para guardar todo el dinero. Las familias de magos que guardan su dinero en nuestro banco tienen una, sobre todo quienes poseen importantes riquezas –explicó con una mueca en su rostro que decía básicamente que os había visto aspecto de pobres -. Si quiere guardar su dinero tiene que abrir una cámara.
Al ver el dinero, el “gremlin” lo cogió, examinó su contenido y contó todo lo que había y después lo guardó con rapidez bajo el mostrador.
-Abrir una cámara es gratis pero necesita de una cantidad anual de mantenimiento de un 1% de la cantidad total ingresada. Rellenen este formulario y les conduciremos rápidamente a su cámara. Será la número 742 –explicó, colocando un formulario encima de la mesa.
Tus padres lo miraron y en cuanto Thomas tocó el papel, mágicamente se añadió el nombre de Colton y el suyo debajo y el “gremlin” lo retiró de vuestra vista.
La sorpresa de Colton tuvo su respuesta en su madre. El dinero que tenían, que no era mucho, había sido conseguido y guardado solo para que su hijo pudiera estudiar, pero nunca sospecharon que lo haría en un lugar tan diferente como al que iba a ir. De todas maneras, era igualmente válido que lo hiciese allí si con eso conseguía lo que quería.
Por su parte, Mary y Ursula estaban siendo testigos de todo aquello, no con envidia sino con sufrimiento. No sabían cuánto dinero tendría aquella familia pero ellos difícilmente podrían competir con algo así. Sin embargo, habían hecho todo lo posible e incluso Mary había puesto algo de sus propios ahorros para que la joven Úrsula pudiese tener el suficiente dinero como para comprar todo cuanto necesitaba, aunque eso era algo que solo el director del orfanato sabía.
Mary tranquilizó a Úrsula, que ya se veía sin poder comprar los libros.
Cuando llegó su turno, Úrsula se aprestó a saciar su curiosidad, obteniendo como única respuesta un nuevo gruñido, aún más grave que el anterior.
-Soy un duende, niña maleducada –le respondió el “gremlin-duende”.
El duende cogió el dinero y al igual que antes, lo contó.
-¿Desea una cámara para Úrsula Galloway? –preguntó entonces.
Mary dudó pero al ver que todos la miraban y que probablemente tendría que seguir allí varios años más, e incluso que después de estudiar trabajaría en el mundo mágico de lo que pudiera, terminó asintiendo con la cabeza.
Al igual que antes, le colocó un formulario delante, que al tocar se llenó por sí solo.
-Cámara 391 –dijo el duende.
A continuación, el duende desapareció de donde se encontraba, como si se hubiese desvanecido. Entonces apareció justo al lado. Era muy bajito y al asomaros visteis que solo se había bajado de la tarima en la que se encontraba.
-Síganme, por favor.
El duende se dirigió entonces hacia un pasillo que quedaba al lado y lo seguisteis hasta llegar a una abertura que daba... a un vagón situado sobre unos raíles. Parecía que allí solo había sitio para dos personas pero al llegar el duende, accionó una palanca que había en la entrada y rápidamente fue succionado rápidamente por alguna clase de fuerza y desapareció en el aire, siendo sustituido por uno más grande en el que cabíais todos (contando a Colton y a Úrsula, erais cinco), que apareció casi de la nada.
Pero además del vehículo, visteis que el rail parecía extenderse por kilómetros y kilómetros, atravesando una especie de caverna inmensa que no tenía fin, y efectuando unos giros extraños que ni la mejor ni más grande montaña rusa del mundo podía igualar.
-Suban por aquí -indicó el duende, tomando asiento delante, en la parte izquierda. A su lado había otro asiento y detrás, dos filas de dos.
-¿E-eso es... seguro? -preguntó la madre de Colton, mirando alternativamente a su marido y a Mary. Mary tenía el mismo gesto de horror que ella.
-Por supuesto que sí. Es el mejor medio de transporte del mundo, el más seguro y el más veloz -indicó el duende, esperando a que os subieseis.
El primero que escriba puede narrar como llega a su cámara y el siguiente, a la suya, o bien lo hago yo después, sin problemas. Pero tenéis esa posibilidad si queréis. Obviamente, el camino está lleno de giros y saltos imposibles jajajajajajaja
También podéis seguir manejando a vuestros padres, no problemo.
PD. Marcaros solo vosotros.
Se había vuelto a llevar otra colleja, 1.7 unidades Derrick, sonoridad mejorada, Dolby surround. Solo por intentar ser educado y pedir que lo aceptaran como padawan, aquello era súper injustisísisimo, pero claro, su padre estaba nervioso porque él no entendía de las cosas mágicas, así que se lo perdonaría, por esta vez.
Su madre tomó la voz cantante en la parte de negocios y él cerró la boca tan fuerte tan fuerte que no se podría haber colado ni una mosca. Calladito estaba más guapo, no quería más collejas, ya estaba bien, que se le estaban descolocando las ideas. Su madre pidió una cuenta corriente pero de eso no había, habían cámaras acorazadas, que debían molar porque debían ser inexpugnables, menos para Hulk y Magneto. Su madre le dijo que no tenían importantes riquezas que proteger, que eran más modestas, pero que si así eran los usos del mundo mágico querían abrir una cámara.
Colton reconocía esa mirada, era la mirada de algunas personas en el barrio, era la mirada que los ricos dedicaban a los pobres. Se metió la mano en el bolsillo, acariciando el tirachinas y su padre, intuyendo lo que iba a pasar le puso una mano en el hombro. Se giró y le dedicó una sonrisa mientras negaba con la cabeza. Esos seres no eran jedis, los jedis no serían así, eran más tirando a gremlim, pero no Gizmos, que eran muy monos, aquellos eran malos, muy malos, y encima le querían quitar el 1% del fajo de sus padres, cada año. Aquello era un ultraje, era usura, y era un pecado, o eso creía, pero su madre estaba decidido, quería una cámara acorazada para Colton, con extra de acorazado, y ya le había lanzado la mirada prechancla, así que calló, ella era la experta en negocios. Su madre cogió el formulario y lo rellenó con naturalidad, como si rellenar formularios gremlims fuera lo más normal del mundo. Estaba orgulloso de ella, que no era mágica ni nada, pero allí estaba, plantándole cara a los gremlims, o duendes, o como se llamaran, que no eran más que chorizos al 1%. 742, ni siquiera era un número bonito. Su padre lo cogió y su nombre apareció mágicamente. Aquello era una pasada una pasadísima, y a Colton se le escapó
- ¿Funcionará para los deberes? Tocar el papel y que aparezcan las respuestas... - Miró de reojo a su padre antes de añadir a toda pastilla - Es solo curiosidad, ¿eh? Estaba pensando en la cantidad de trabajo de papeleo que te podrías ahorrar en la panadería si aprendiera esto...
La operación Colleja fue abortada por los pelos, aunque su padre negó con la cabeza. No era hora de ideas felices, no cuando una cantidad ingentes de los ahorros de la familia se iban detrás de aquello. En cambio la señorita Mary no parecía tener tanto dinero, así que eso hacía de Úrsula alguien más pobre que él. Colton que era un trasto pero tenía buen corazón se acercó a ella y le tiró de la manga, en cuanto le prestó atención le sonrió y le dijo
- No te preocupes, si te falta un poco de dinero mágico yo te puedo dar del mío. Luego en verano trabajaré en la panadería y mis padres me darán la paga, y en vez de gastármelo en cómics lo usaré para reponer lo que te haya prestado. No te preocupes... compraremos las mejores redomas que encontremos, y el mejor peltre.
Le tocó el turno de hacer negocios a Mary y Úrsula, que acabaron con un número mucho más bonito, el 391. El duende desapareció de dodne estaba y apareció al lado y entonces, entonces se dio cuenta de que no era un gremlim, era un gnomo, o un ewok calvo... aunque él se decía un duende, que sabría él...Les pidió que lo siguieran y fue muy difícil, porque el duende tenía pasitos muy cortitos y andaba como las famosas muñecas de famosa dirigiéndose al portal, y Colton tenía prisa, tanta que lo adelantó un par de veces ganándose gruñidos de la crituara
- Lo siento, es la excitación... cosas de muggles.
Les llevaron frente a unos vagones, pero eran para duendes, porque allí no cabrían tantos culos ni de broma. El duende volvió a darle a la palanca y el vagón desapareció chupado por una fuerza misteriosa. Coltón esbozó un uaaaala, y cuando llegó uno más grande y les dijeron que tenían que subirse se quedo flipando. Había una caverna inmensa sin fin, se tenían que subir a los vagones, aquello le sonaba, aquella era....
- La carrera de vagonetas de Indiana Jones!!! Que guay, me encanta este banco!!! ¿Señor duende, podemos darle a la palanca ya? ¡Mamá, como eres! Claro que es seguro, ¿no ves que este es un banco mágico? Aquí nunca hay accidentes.. ¿Verdad? Estos duendes son muy profesionales. - No tenía ni idea de si estaban seguros o no, pero una carrera de vagonetas no se las pensaba perder por nada del mundo. El duende afortunadamente le dio la razón a Colton y se subió al vagón en primera fila. Levantó los brazos como si fuera una montaña rusa y miró impaciente a que Úrsula y los mayores se metieran dentro del vagón. Una vez dentros no pareció pasar nada hasta que el duende musitó unas palabras y el vagón salió disparado a toda velocidad. Coltón chilló de felicidad mientras se agarraba a los bordes. Aquello lo explicaba todo, era un banco-parque de atracciones, así que las cuotas de pertenencia debían ser más altas, normal. La velocidad era monstruosa, mucho más rápida de cualquier montaña rusa, y los mofletes le vibraban dándole un aspecto de san bernardo. Un looping, una picada, un ascenso casi hasta el infinito, una larga recta, cada vez más rápido, hasta que se acercaron a un sitio donde las vías se acababan. Colton sonrió mientras sus padres decían
- Pare, pare, que nos matamos... que se acaban las vías.
Ni se giró el duende mientras la vagoneta volaba por los aires lejos de los railes. Colton se puso de pie, como si pedaleara y estuviera llevando a ET y su pare le tiró de la ropa para abajo para darle una colleja de 6.4 Derricks. Eso era bueno, si podía collejearle no estaba tan tan asustado. El duende se giró y les dijo
- Lo siento, estas son las cámaras económicas... algún salto más puede ocurrir.
Y ocurrieron, el más guay, uno que dieron de espaldas. Así, tras muchos saltos, giros y contragiros llegaron a su bóveda. Colton se bajó de un saltó y gritó
- Otra vez, otra vez señor duende.
Pero el duende ni le miró. Allí estaría su cámara, la 742. Era grande, enorme, y estaba vacía. Habían comprado una cámara vacía, con aquello no iban a poder comprar nada. Su padre estaba pálido y su vivaracha madre, por una vez, no tenía nada que decir.
-No soy maleducada-le contestó Úrsula con cierto tono de alarma-Le he preguntado con mucha educación y teniendo en cuenta sus orejas, porque en los libros que tengo con duendes tienen las mismas que usted.
Se le notaba preocupada. No quería dejar a Mary en mal lugar, porque ella era la responsable de su educación y siempre ponía mucho empeño en que fueran educados. Pero vale, es cierto que ella siempre le andaba diciendo que no preguntase tanto y que no dijera todo lo que pensaba porque había gente que no entendía que se hablara claro de las cosas. ¿Le pasaría eso a aquel duende? Úrsula llegó a la conclusión de que sí. Lo mismo era que no le gustaba tener orejas puntiagudas, pero a ella le parecían graciosas.
Cámara 391
No tenía que olvidar ese número, ahí estaban los dineros de Mary y del orfanato.
-No te preocupes, espero. Quiero decir, que si me han llamado para este colegio, ellos también sabrán si puedo o no venir, ¿no? ¿Por qué nos va a hacer falta tanto dinero una vez que compremos lo de la lista?-se encogió de hombros-Pero vale, lo acepto. Si vamos a comprar la mejor redoma y el mejor peltre lo mismo sí necesito que me prestes algo.
Después de que todo estuviera firmado, mágicamente por supuesto, acompañaron al duende a otra sala en la que, para sorpresa de la pequeña, no había nada que pensara encontrar en un banco.
Úrsula miró extrañada lo que se desplegaba ante ella, abriendo los ojos enormemente-¡Es como esos columpios de la feria de primavera! ¡Los que suben alto y te dejan caer, Mary!-abrió los ojos reticente a montarse en aquello, no le gustaban las alturas-¿Esto sube y después baja? Es que…
Pero a ver quién le decía que no al duende y a Colt y sus padres. Miró a Mary, se encogió de hombros y se sentó detrás de Colt, agarrándose fuertemente a la barrita de metal dispuesta para eso y al brazo de May y pensando si creer o no al duende en que aquel era el medio de transporte más seguro que existía-¿La carrera de vagonetas de Indiana Jones? -Úrsula abrió los ojos aún más si era posible recordando la película justo en el momento en el que aquello se lanzó a andar por las vías-¡OHHHHHH!-Cerró los ojos conforme aquello comenzó a tomar velocidad….y no dejó de chillar en todo el camino y apretarle el brazo.
Escuchaba de fondo, por detrás de sus chillidos de miedo, los gritos de placer de Colt y no entendía cómo le podía gustar aquello, pero ella sentía como el estómago quería salírsele de dentro con cada descenso que hacia la vagoneta. Abrió los ojos un segundo para ver y vio que delante de ella no había railes. Chilló, descompuesta, pensando que allí pararía aquello para todos…vio a Colt levantarse, soltarse de manos, y pensó que iba a salir volando. Ya no gritaba, se había quedado sin voz y decidió cerrar de nuevo los ojos para no ver los próximos saltos.
Y, de repente, sintió que la vagoneta se paraba. Abrió los ojos con susto, miró alrededor, vio suelo firme e iba a saltar fuera cuando se dio cuenta de que el número de aquella cámara no era la suya. Vio salir a Colt y a sus padres y miró a Mary mientras tanto-¿Por qué no usan la magia para esto? ¡Es horrible! ¡No me gusta! ¡Es peligroso, seguro! ¿Los duendes no tienen magia?-exclamó en voz baja sabiendo que aún le quedaba a ella otro trozo de recorrido. Tomó aire y se preparó para continuar. Un trocito corto más y por fin se detuvieron delante de una cámara con el número que le había dado arriba el duende. Ahora sí, saltó de la vagoneta a suelo firme arrastrando tras de si a Mary. Estaba pálida y enfadada con el duende por haberle mentido, sí que había sido peligroso el viaje hasta allí. Se cruzó de brazos, esperando a ver qué pasaría ahora.
La magia en las cosas más cotidianas era lo que más sorprendía a las personas muggles. Que aquellos gremlins o duendes hablaran con vosotros de la manera más normal y que los documentos se rellenasen solos parecía ser algo completamente aceptado por todos, menos por vosotros y vuestras familias, que veíais con sorpresa como ocurría, suponía una pregunta tras otra, sobre todo para el joven Colton que veía infinitas posibilidades.
Su padre parecía estar pendiente de todo cuanto decía, por si acaso se trataba de alguna estupidez digna de él que necesitaba ser rápidamente corregida.
Pero Colton tenía también sus detalles y cuando se ofreció a prestarle dinero a Úrsula, Mary le miró, algo avergonzada pero agradecida. Úrsula le respondió con naturalidad pero en verdad la joven esperaba que no les hiciese falta. Habían debido esforzarse para poder disponer de todo aquel dinero de pronto, porque una cosa era comprar algo y pagarlo a plazos y otra muy diferente tener que hacerlo al contado, pero nadie se había quejado. El director lo había peleado hasta el final sin dar un solo detalle a la junta, poniendo hasta su cargo a disposición de todos ellos si no se le concedía aquella sencilla petición, pero al final, todo había salido bien.
Disponían del dinero que necesitaban; quizás no para gastar sin control, pero sí para que Úrsula pudiese estudiar sin dificultades.
Cuando por fin todo estuvo listo, el duende os condujo hasta un lugar muy diferente, como la parte trasera del banco, en donde os esperaba una vagoneta que por arte de magia, literal, como no podía ser de otra manera, dejó paso a una que se ajustaba perfectamente a todos cuantos estabais allí.
Mia, la madre de Colton, sonrió al ver el gesto de sorpresa de su hijo y su marido, o sus dos niños, porque en el fondo eso es lo que eran. A pesar de las reticencias iniciales, ambos estaban disfrutando por igual, aunque no fuese tan evidente en el caso de Thomas. Este miró a Mia sonriendo por primera vez de manera clara desde que habían llegado allí y Mia se agarró de su brazo.
-No, no voy a comprarte uno por navidad –bromeó, despertando una risa en Thomas.
Subir resultó sencillo pero en cuanto aquello se puso en marcha… resultó totalmente mortífero. El vagón no fue adquiriendo velocidad poco a poco, sino que salió despedido inmediatamente, empujando a todo el mundo hacia atrás a consecuencia de la inercia y haciendo que vuestros estómagos rebotasen en todas direcciones durante todo el trayecto, en el cual describía imposibles curvas a un lado y a otro, arriba y abajo.
Mary estaba totalmente asustada y no sabía si agarrarse a la barra, a Úrsula o a Mia, la cual tampoco podía dar crédito a lo que estaba viendo y sintiendo.
Incluso Thomas dejó todo el entusiasmo que le había embargado y sintió que aquella había sido la peor idea de todas. ¿Cómo era posible?
Cuando el vagón saltó de un punto a otro de la vía, desplazándose por el aire mágicamente durante unos interminables diez segundos, ni siquiera fue capaz de articular una sola palabra.
Finalmente, llegaron a la cámara 742, en donde debían guardar el dinero los Derrick, aunque todos, menos Colton, tardaron todavía unos momentos en rehacerse y atreverse a salir. De hecho, Mary no soltaba la barra de delante y dudaba poder hacerlo, por no decir que aún no habían llegado a su cámara. Los peinados de todos no habían soportado bien el viaje tampoco, porque estaban extendidos hacia arriba y hacia atrás, como si hubieseis pasado por un túnel de viento. De hecho, Úrsula, que tenía el cabello más largo, era quien estaba más cómica. Si no fuese por el gesto de horror que todavía no podía cambiar, cualquiera se habría partido de risa al verla.
Thomas consiguió bajar de la cámara y dejó una parte del dinero, una pequeñísima parte, dentro de la cámara. No sabía cuánto tendrían que gastarse pero dudaba que le hiciese falta todo.
Mary miró con horror a Thomas cuando volvió a montarse y entonces se dirigió al duende.
-Eh.. yo… creo que no voy a guardar nada. Quiero decir que a lo mejor lo gastamos todo y no tengo nada para guardar, así que podemos… esto… volver…. directamente.
El duende sonrió maliciosamente.
-Claro, señora. Pero es mi obligación mostrarle su cámara aunque no guarde nada en ella.
Y en cuanto Colton volvió al vagón, este arrancó de nuevo a toda velocidad, llevándoos a través de loops increíbles que pusieron el vehículo boca abajo y de lado, una y otra vez, descendiendo a continuación por un rail infinito entre aquella caverna que parecía ser igualmente inabarcable, hasta llegar a una nueva cámara, la de Galloway.
Mary estaba hiperventilando; miró la puerta de la cámara, y el número, y después se volvió hacia el duende.
-Preciosa. ¿Podemos volver ya?
A vuestro regreso, no sabíais bien como moveros. El suelo se sentía extraño bajo vuestros pies y por primera vez desde la llegada de la carta, esta vez de verdad, deseabais que todo fuese una broma de mal gusto. ¿Serían todas las tiendas así? Mia, Mary y Thomas dudaban poder sobrevivir a las compras del colegio.
Volvemos a la calle principal