Vamos al ritmo que quieras, el que vaya saliendo, tardando más o menos según nos apetezca. ;)
-Me hace ilusión, Colt. Es como si al habernos encontrado, nuestras varitas decidieran ser parecidas. Compañeros de mandrágora. ¡Suena bien!. Pero una mandrágora es una planta, nos lo ha dicho Jason. ¡Tengo curiosidad por ver como es!-le dijo con una sonrisa mientras que cogía la caja con su varita y salían de la tienda-¿Qué has sentido al coger la varita, Colt? Yo he sentido como si me elevara en aire, ¡ha sido mágico! -se volvió a mirar a Mary, sonriente- ¡Tengo una varita con corazón de mandrágora! -exclamó, exultante.
Pero, en ese momento, Colt hizo una propuesta. Comprar una mascota. Miró a Mary con cara de circunstancias y dudó sobre lo que contestarle a su nuevo amigo, pero se sentía mal diciéndole que no ya que él, seguramente, no entendería sus razones-Vale-dijo con voz poco convencida.
Mary Anne la miró y asintió en silencio-Acompañémosles, ¿por qué no? Además, quedamos en comprar una lechuza para mandarnos cartas y estar al día de cómo nos van las cosas a todos. Recuerda a Ashley… -la miró inquisitivamente mientras le agarraba de la mano y caminaban las dos tras Colt y su familia aunque Úrsula iba reticente.
-Me acabo de acordar de Libra. Nos la olvidamos en casa-le contestó a Mary a su pregunta mientras caminaba sujetando la caja de la varita como si le fuera la vida en ello-Se sentirá mal y yo me siento mal por olvidarla. Y si aparecemos con otro bicho de esos se sentirá peor. No quiero otra mascota…quiero a Libra…-refunfuñó por lo bajo-¿No crees que dejarán que venga? Que más da un gato que un perro, es lo mismo, una mascota.
-Ya pequeña, pero el tamaño no es parecido, ya lo hemos hablado. Si metes a Libra en tu habitación, tendrás que salirte tú. ¡Oh! Ya hemos llegado, vamos a entrar. Gracias, señor Derrick-agradeció al padre de Colt que le estaba sujetando la puerta para que ambas pasaran.
Entraron ambas en la tienda y Úrsula miró alrededor con los ojos como platos de nuevo. Aquello estaba lleno de mascotas listas para ser compradas. Muchos ojos se volvieron a la puerta para mirarlos cuando entraron.
-¿Una rata? ¿Con los ojos rojos para que de más asco? No… yo… no quiero mascota…-negó con la cabeza mientras se adentraba en la tienda, llena de curiosidad, aun a pesar de su negativa a tener una nueva mascota.
Caminó entre jaulitas llenas de ranas, esquivando gatos de todas clases y colores, lechuzas de ojos profundos y las ratas más grandes que hubiera visto nunca. Sus ojos se encontraron con los ojos enormes y acaramelados de una lechuza más pequeña que el resto a la que se la quedó mirando porque el color de sus ojos le pareció espectacular y porque parecía que la lechuza la miraba con la misma curiosidad aunque Úrsula sabía que sus ojos eran marrones chocolate sin nada en especial.
No quiero mascotas.
Siguió caminando a través de la sección de jaulas, en donde había jaulas pequeñas y otras enormes, unas sencillas de metal y otras enormes de madera con decoraciones en varios colores. Sintió un revoloteo a su derecha y se volvió a mirar. Los mismos ojos naranja la miraban fijamente. Levantó la mano y la ahuyentó.
-No quiero mascotas… -le murmuró aunque ya no podía oírla, había volado por encima de una montaña de jaulas.
Siguió caminando hasta llegar a una zona en la había cantidad de cosas para gatos. Juguetes, casitas, muñequitos, lechuzas… ¿Lechuzas? Se la quedó mirando fíjamente y giró su cabeza a la misma vez que la del animal cuando este la giró noventa grados para mirarla en perspectiva, o como se dijera aquello.
-No.Quiero.Mascotas-le dijo bajito-Tengo a Libra. Solo a Libra. Punto. Lárgate rata con plumas-y la volvió a espantar con su mano.
Decidió que su paseo había terminado cuando escuchó a Colt gritando que ya tenía su mascota. Caminó de vuelta al mostrador principal y, justo cuando salía del pasillo y quedaba a la vista de todos, sintió un peso en su hombro. Se volvió a mirar allí y se quedó bizca al mirar a la dichosa lechuza parada en su hombro.
-¡Úrsula! ¡Es preciosa!-exclamó Mary Anne al verla aparecer con la mascota en su hombro-¡Es perfecta para enviarnos cartas! Y tiene el tamaño adecuado para que la puedas cuidar sin problemas. ¡Me encanta!-aplaudió porque, aunque le gustaba la lechuza y sabía que la necesitan para no perder el contacto con su pequeña, le hacía ilusión que hubiera sido la misma Úrsula la que hubiera elegido un animal y no tener que obligarla o elegir ella misma a una lechuza.
Úrsula miró a Mary Anne. Úrsula miró a la lechuza sobre su hombro. Volvió a mirar a Mary Anne y suspiró.
-Pero que sepas que mi mascota es Libra. Tu eres para llevar cartas-le susurró en voz bajita para que Mary Anne no la escuchara, enfadada con la insistencia de aquel bicho de irse con ella-¿Hay que ponerle nombre?-miró a Colt, aquello ya era lo más. Miró a la pequeña lechuza de reojo, el bicho la miraba como si no hubiera un mañana-Ummm lo pensaré, ya veremos…-no se le ocurría nada. ¿Qué nombre se le ponía a un pollo si no iba a responder nunca por él? Eso lo hacían los perros nada más, ni los gatos acudían cuando se les llamaba.
Mary miró a Úrsula acercarse, contenta de ver la elección que había hecho-Estupendo, nos llevamos a esta. Denos también comida y una jaula para ella.
-La de allí arriba-dijo entonces Úrsula muy decidida señalando una que había colgada del techo.
Aunque al ver que lo había dicho muy decida, dudó-Es bonita y es… grande para que tenga sitio… -dijo, como disculpándose de su elección. Y después volvió a mirar a la lechuza-¿Te mola esa? Porque no hay otra...-La lechuza le devolvió la mirada con sus enormes ojos naranjas y parpadeó solo una vez, lo que consideró Úrsula que era un sí.
Así que sin más, abandonaron los dos amigos la tienda con una lechuza cada uno. Colt super contento con la suya, Úrsula mirando de reojo a la pesada que la había elegido a ella y no al revés que es como esas cosas deberían hacerse.
-Tu verás que contenta se pone Ashley cuando reciba una carta tuya con esta lechuza. ¡Le va a encantar!-Mary, contenta por la compra, portaba la jaula con el bicho dentro.
-Espero…-dijo sin estar convencida. ¿Cómo leches se cuidaba una lechuza? Ufffff . Sacó la lista de cosas que necesitaban de su bolsillo y releyó-El resto de las cosas no sé dónde se compran. ¿Un telescopio? ¿Una redoma? No sé dónde ir a comprar esto… ¿Alguien lo sabe?-preguntó al resto del grupo a ver si alguno de los mayores tenía idea de a dónde ir para seguir con las compras.
Compañeros de mandrágora molaba, pero que fuera una planta, pues ya no tanto. Un mago debía tener un cuerno de dragón, un diente de demonio, algo así, pero no, tenían una lechuga con ínfulas dentro de su varita. Se encogió de hombros, al menos sus varitas tendrían vitáminas, que era lo que le decía su madre para que se comiera la verdura. A la pregunta de que había sentido al coger sonrió. No sabía como explicarlo, una extraña energía le había recorrido todo el cuerpo y se había sentido como si la varita y su mano fueran lo mismo, había sido mágico, sí. Se rascó la cabeza hasta que encontró una manera de explicarlo
- Creo que lo que he sentido ha sido como una corriente eléctrica, como si todo fuera posible.
Se dirigieron hacia la tienda de mascotas y el entusiasmo de Colton no parecían tener reflejo en Úrsula. La niña parecía estar poco colaborativa, diciendo que se habían olvidado una libra en su casa. Colton no sabía que era una libra, salvo las libras de harina y levadura, pero uno no se pone a montar una de esas por una libra de esas. Por lo que decía era una mascota no permitida. Coltón masculló entre dientes
- No es justo, deberían dejar a Libra venir al castillo con nosotros... liberad a Libra. - Su madre le puso una mano en el hombro y negó con una sonrisa. No era bueno para su nueva amiga seguir por ahí, su madre había dicho que no y él no podía cambiarlo. Suspiró y le lanzó una mirada a Úrsula de remordimiento por no poder hacer nada por ella. La llevaron a ver las ratas, las ranas y los gatos, pero no parecían gustarle, en cambio él vio a una lechuza y se enamoró, tortícolis iba a ser suya. Úrsula parecía haber pillado una lechuza, pero no quería ponerle nombre. Colton creyó ayudarla y le dijo
- Llámala tamagochi, cejitas, cherokee, no, no, llámala trueno... o si la quieres para llevar las cartas llámala cartera. Bueno, sí, mejor piénsate algo que sea guay, no querrás ser la dueña de un animal que se llame cagarro o resfriado.
Se agachó a tiempo. Su sentido arácnido le había avisado de una colleja así que esquivarla fue fácil. Pidió perdón de mala gana y dejó que Mary y Úrsula compraran mientras él empezaba a entenderse con Tortícolis. Era muy simpática y no le picaba aunque él le hacía cosquillas. Iban a ser súper amigos y esperaba que con el tiempo Libra pudiera venir al castillo o la lechuza de Úrsula se ganara su corazón. Se despidieron del amable tendero y su madre miró a su padre. Ojo cuidado, esa mirada era la señal de que venía algo aburrido. Su madre le acarició el pelo, puso voz cariñosa y le dijo
- Cariño, sé que no te gusta, pero hay que ir a comprar ropa - Colton se tensó como la cuerda de un arco listo para salir corriendo, pero el susurro de su madre a su oído lo detuvo - Y como nos hagas quedar mal delante de tu nueva amiga te arrepentirás.
Aquello era peor que la chancla o una colleja, era una promesa de chancla, y las promesas su madre las cumplía. Suspiró y se dejó llevar a la tienda de ropa. Túnicas, capas, sombreo, guantes, menudo rollo. Les atendió una señora super pesada que no dejaba de cogerle de los carrillos diciendo que iba a ser un mago guapísimo. La idea de darle un mordisco a la señora le rondó la cabeza pero la chanclapromesa le hizo cortarse. Le midieron a lo algo y lo ancho, le hicieron extender los brazos y le midieron el perímetro de la cabeza. La señora dijo que iba a necesitar una talla S y que Colton aun tenía que dar el estirón, que no debía comer mucho. Colton saltó listo a defenderse pero su padre acudió al rescate y le puso una mano en la boca. Vale, era bajito, pero al menos no era una vieja pellizca mofletes. Las túnicas le iban grandes, el sombrero cuadrado y los guantes le picaban, pero era lo que había, no podía protestar, así que salió de la tienda de muy mal humor y lo primero que hizo al salir fue darle una patada a la piedra que fue a dar con una bruja que lo fulminó con la mirada.
La cara se le puso blanca y rápidamente fue a pedir perdón, pero de verdad, un perdón sentido que hizo que no se llevase una colleja y que la bruja no se enfadara con él. Había sido un accidente. En ese estado lo llevaron a comprar los libros, y después de haberla liado no se atrevió a protestar. Eran 8, y le parecían una enorme pérdida de dinero, menos uno el libro de hechizos, algo que tenían todos los magos. Con una sonrisa, recuperándose de la que había liado dijo
- ¿En este libro está bola de fuego?, es mi hechizo favorito. - La señora se rió y le dijo que en primer año no enseñaban nada tan peligroso pero que no se preocupara, que el año que viene y todos los años hasta que se graduara podría ir allí a comprar sus libros y que cada vez los prodigios serían mayores. No le convencía mucho, aquello sonaba a marketing, como cuando decían que los m&ms no se derretían en la mano, y no era verdad. Se acercó a la señora y le dijo - ¿Y no hay un pack o algo para que salgan más baratos, un descuento por pronto pago, un descuento para muggles? - A la señora le hizo gracia pero su padre le descargó una colleja de 1.4 Derricks cuando nadie miraba. Colton lo miró dolido y le dijo - Pero papá, si tu sabes que yo no soy de estudiar mucho, solo esperaba que no os saliera caro. - Nada, ni un gracias ni un nada, que su deber era estudiar y que le comprarían las cosas que hicieran falta. Los libros pesaban mucho y sus padres les dieron los más pesados y aburridos, el de historia, teoría mágica y de animales, para ver si con el peso se ponía tranquilo. No fue lo único que compraron, a los libros les siguió un telescopio, dos plumas, 2 frascos de tinta, 20 pergaminos y la vendedora consiguió colocarles un planificador de deberes. Colton intentó protestar pero de nada sirvió, si le iba a ayudar a hacer los deberes lo comprarían, aunque fuera caro. Su madre sonreía son suficiencia mientras empaquetaban el planificador de deberes mientras Colton sentía un escalofrío por la espalda.
Salieron y se fueron a la tienda de calderos. El tema de utensilios de cocina eran cosa de su padre, que extrañamente tomó la palabra, lo que sorprendió a Colton un montón. Pidió su juego de redomas, un caldero de peltre del 2, aunque Colton pidiera del 1 para ahorrar, y una balanza de latón. Su padre pidió el juego de ingredientes y empezó a deslizar monedas mágicas como si no hubiera un mañana. Iban cargados como burros, pero ya lo tenían todo. Colton habló de comprar una escoba pero no coló, solo le iban a comprar lo que había en la lista y cosas relativas al colegio. Las compras se habían comido una gran parte de su presupuesto, y le quedaban 6 cursos de compras por delante. Tenía que hacer que el dinero le llegara porque igual luego no había más. Eran los ahorros de sus padres, y al ver el dinero que se habían gastado en un solo día hizo que le doliera la barriga y se sintiera enfermo, una enfermedad llamada responsabilidad.
Con esto compramos todo el material obligatorio :)
Después de haber comprado los libros y la varita, el resto de compras que quedaban por delante no era tan emocionante para Michael. Siempre se aburría cuando tocaba comprarse ropa, y en la lista de cosas necesarias para Hogwarts había bastantes prendas necesarias. Así que para quitarse lo peor en primer lugar, los Cramson se dirigieron a Madame Malkin para ir a buscar las túnicas, el sombrero, la capa de invierno y los guantes. Una vez allí, y mientras le tomaban las medidas, mamá insistió en comprarle una capa de verano también, por si hacía frío o llovía algún día de inicio o final de curso. Al final, las medidas no tardaron tanto como había esperado, y finiquitaron el tema de la ropa bastante rápido.
Lo siguiente fue ir a la tienda de calderos, ya que todos los alumnos necesitaban caldero propio y redomas de cristal. Michael se lo pasó genial al ver la cara de su padre mientras paseaba la mirada por aquella tienda llena de peroles, marmitas y ollas de aspecto tan antiguo, quizá pensando que era absurdo seguir utilizando esas cosas cuando ya existían hornos y ollas a presión de acero inoxidable. Michael eligió un caldero bastante chulo, y se enamoró de una balanza de latón para pesar ingredientes. Se lo pensó un poco, pero por fin decidió llevársela junto con el caldero y la redoma de cristal. Mamá había sido muy buena en Pociones, y siempre decía que una buena balanza te facilita mucho la vida con la asignatura. Además, añadió a la compra un kit de ingredientes básico. Nunca se sabía lo que se podía necesitar en una clase...
Después de eso, los Cramson quisieron saber si necesitaba algo de la tienda de mascotas, pero teniendo ya a Fitzens, Michael podía saltarse esa parada. Sólo tendría que encargar algo de comida para gatos desde el colegio si veía que empezaba a terminársele. Y seguramente no tardaría mucho, ya que Fitzens estaba cada día más tragón...
Finalmente, Michael quiso ir a la tienda de los Weasley. No había niño que no quisiera pasar un rato en ella, y llevarse todo lo que sus padres le dejaran. Pero Jane no era amiga de las travesuras, y sólo le dejó comprar un par de packs de ranas de chocolate. Eso sí, con la condición de que no se comiera todas de golpe...
Al salir de Sortilegios Weasley, Michael repasó su lista y sonrió al comprobar que ya tenía todo lo necesario.
—Creo que ya está todo —les dijo a sus padres—. Espero no dejarme nada...
Entonces cayó en la cuenta de algo y miró a Jane con expresión dubitativa.
—¿Dónde estará Keira? No nos la hemos encontrado...
Su hermana debía de estar por allí realizando sus compras, pero a pesar de que habían pasado por bastantes tiendas, no se la habían cruzado. ¿Quizá estaba en la tienda de artículos para escobas voladoras? A Keira le encantaba volar en escoba, tal vez hubiera decidido ir a comprar algo allí. Al menos, era lo único que se le ocurría a Michael.
Dejo todas mis compras de este post en la sección de Equipo de mi ficha, separadas del resto. Y me descuento el dinero.
¡Creo que estoy full equiped! =D
-Sí, le buscaré un nombre…que le pegue-asintió a la frase de Colt mirando de reojo a los ojos naranja de su lechuza que la miraba seria desde la jaula que portaba Mary. No le gustaba ninguno de los nombres que había propuesto y, justo eso, le hizo pensar que sería mejor ponerle uno que le gustara que al final él la bautizara con uno de aquella lista y no tuviera más remedio que dejárselo. Tenía que ser rápida y buscarle un nombre mágico y bonito, para que estuviera a la altura del colegio al que iba a ir-Yo también pienso que lo de Libra no es justo. Es una perra muy grande, Mary dice que por eso no la dejan ir, pero yo creo que seguro que hay una forma.
Magia.
La palabra le vino a la mente en ese momento. ¿Por qué no?. Miró a Colt con los ojos muy abiertos y emocionada-Colt, se me acaba de ocurrir una cosa, ¡voy a intentar que Libra venga con nosotros!-le dijo en voz bajita para que ninguno de los adultos la escuchara.
Dejó de explicarle su plan cuando la madre de Colt se acercó a ellos con la siguiente tienda escogida-Eso es para comprar… -volvió a sacar su carta y releyó-las túnicas, el sombrero, los guantes y una capa de invierno-dijo triunfal a la señora Derrick con una sonrisa ilusionada-¡Nos vamos a vestir de mago y de bruja, Colt! ¡Vamos a por la ropa!
Aquello tenía pinta de no ser tan peligroso como el banco, de ser menos emocionante que la tienda de la varita pero implicaba que tendría ropas de bruja, un paso más para sentir de verdad que iba a ser una bruja, que iba a ir a estudiar magia, que iba a ir a un colegio de cuento. Desde que había sentido la varita en su mano supo que era cierto todo lo que aquella mujer extraña le había contado y de que no era un engaño para darla en adopción a una familia de siesos. En ese momento se había abierto un horizonte ante ella que no había querido ver hasta ese momento. Pero ahora era diferente. Miró a la lechuza un instante, se agachó hasta que sus ojos estuvieron a la altura de los de color naranja.
-Luego te busco un nombre… mágico. ¿Eres lechuza o lechuzo?-inclinó la cabeza hacia un lado y miró fijamente al animal hasta que este parpadeó una vez. Solo una. Lechuza-Vale. Lechuza. Después de comprar hablamos tu y yo.
Llegaron a la tienda de ropa y Úrsula esperó paciente a que le tomaran medidas a Colt, mirando curiosa como se hacía aquello. Parecía lo más normal del mundo, pero claro, tenía lógica, la ropa de una bruja no tenía magia que ella supiera, no había leído nada al respecto. Cuando terminaron con Colt le llegó su turno y esperó paciente a que aquella mujer dejara de intentar quedarse con sus carrillos, ya que no había podido quedarse con los de Colt, y le diera todo lo que aparecía en su carta. Cuando terminó, se miró a un espejo que le devolvió la imagen de una niña muy diferente a lo que Úrsula recordaba. La imagen de una bruja. Se sonrió a su misma y se volvió a un lado y a otro viéndose de perfil. El sombrero era único, la capa quedaba muy chula y ¡tenía unos guantes nuevos!. Levantó las manos y se los enseñó a Mary moviendo las manos a un lado y a otro, contenta. Mary le sonrió y asintió, todo le quedaba perfecto.
Cuando salieron a la calle con toda aquella ropa en sus correspondientes bolsas se dio cuenta de que Colt no estaba de humor-Oye, te quedaba todo muy bien. Es el uniforme de un mago-le dijo para animarlo-¿Vamos a por los libros? Seguro que tienen muchos dibujos y lo mismo las letras se mueven en ellos o pueden leer lo que tengan en escrito, ¡seguro que son especiales!-Y es que Úrsula sí que tenía libros, pero todos los heredaba de los niños mayores que ella en el orfanato, así que no tenía ninguno nuevo. Pero ahora iba a tener libros nuevos. ¡Totalmente nuevos!
Al llegar a la tienda, dijeron que eran de primer año y la dependienta les trajo rápidamente los libros que aparecían en la carta. Úrsula los comprobó para que no le dieran ninguno equivocado leyendo sus títulos y comprobándolos con lo que tenía en el listado. Al leer uno de ellos lo dejó aparte y aprovechó que los mayores estaban hablando solos para llamar la atención a la dependienta y hacerle una pregunta-Disculpe, ¿este es el libro que me enseñará a convertir un perro grande en un gato? ¿O eso es mejor que lo pregunte en otra tienda?-le señaló el libro que había apartado que no era otro que "Guía de Transformaciones para principiantes de Emeric Switch". La mujer le miró por encima de sus gafas con cara de circunstancias y Úrsula le sonrió, cuca y traviesa, mientras que, con el libro en la mano, se volvía sin decir nada más y se acercaba a Mary que revisaba la cuenta antes de abandonar la tienda. Ese era el libro. Ahí podía estar la solución para llevar con ella a Libra. Si no hubiera sido así, la mujer le habría preguntado extrañada o la habría sacado de su error, estaba segura.
Siguieron visitando tiendas y al cabo de un rato ya tenían todo lo que había en la lista. Úrsula se preguntaba cómo demonios iba a llevar todo eso ella sola cuando fuera al colegio. Nada más que los libros pesaban demasiado para ella, pero la bolsa de ropa no era pequeña, el caldero era enorme, con la caja de la varita tenía que tener muchísimo cuidado para no romperla, el telescopio era muy delicado según le habían dicho, que no tenía que darle porrazos o los cristales que llevaba podían moverse de sitio y ya no mostrarían nada, ya había averiguado lo que eran las redomas y eran el colmo, ¡eran cómo vasos de cristal muy fino!, ¿como iba a llevarlas sin romperlas?, la balanza era muy pesada, o no, ya no lo sabía, pero ya a aquellas alturas todo pesaba demasiado. Miró a Mary con todas las bolsas y suspiró ruidosamente-Todo esto no va a entrar en el baúl. ¡Es imposible!.
Mientras decidían que hacer ahora, Úrsula se quedó mirando a una de las tiendas que tenían cerca. El cartel rezaba "Tienda de Pociones". Pociones. Trucos. Magia. Quizás era otra opción para llevar a Libra al colegio. Había que intentarlo.
-Mary, ¿podemos entrar en esa tienda? Quizás tengan una poción para Libra-miró a su madre y le vio la típica cara de quien no seguía sus pensamientos-Es para comprar una poción que al convierta en gato. Seguro que tienen una poción de esas, así podría acompañarme.
Mary se quedó mirando a la niña durante unos segundos, mirando después por encima de su hombro a la tienda que la pequeña le señalaba. Iba a decirle algo pero, en lugar de eso se disculpó ante los Derrick-Disculpadnos unos minutos, vamos a acercarnos a esa tienda las dos, enseguida volvemos-agarró a Úrsula de la mano y las dos caminaron hacia tienda en cuestión.
La tienda tenía una enorme cristalera por la que podían ver su interior. Frascos y botes abarrotaban las estanterías. Cada uno de un color, con una etiqueta diferente, era todo muy bonito. Mary señaló un cartel que había en uno de los lados de la cristalera en la que se podía leer una lista enorme de cosas con sus precios. Las dos leyeron lo que era una lista interminable de pociones y sus precios, a cada cual más rara y más cara que la anterior. Cuando llegó al final sin encontrar lo que quería Úrsula resopló-No está, no la tienen.
Mary resopló a su vez, pero por un motivo diferen. Alivio. Paso uno, que no existiera la dichosa poción, cumplida. Ahora tocaba quitarle la ilusión a la pequeña por motivos evidentes, no iban a romper una de las reglas antes de entrar al colegio-Mira lo que pone en la última línea.
Preparamos cualquier poción a gusto del cliente. Preguntar precios.
Úrsula la leyó en voz alta y cayó en la cuenta de lo que Mary quería que viese-Se puede hacer, cualquier cosa mágica se podrá hacer-esa era la primera, la más evidente. Mary completó lo que quería enseñarle-Sí, se podrá hacer, Úrsula. Pero mira en los precios, pequeña. Si las que están en la lista son las normales y son carísimas, imagínate pedir una a medida que no aparezca en esa lista. No puedo comprarla-se agachó a su lado y la miró a los ojos-Además, pequeña, hay unas normas en ese colegio. Una de ellas es que no se permiten perros. Libra lo entenderá, lo sé. Ella estará bien si sabe que tu lo estas y que eres feliz, ya la volverás a ver cuando vengas en las vacaciones de verano. No le importará que lleves a la lechuza, ella sabe que la necesitamos para estar comunicados y poder enviarnos cartas. Pero tienes que buscarle nombre como hiciste con Libra. Venga, volvamos con Colt y sus padres.
Úrsula lanzó una última mirada a la tienda de pociones antes de volver con los Derrick. Sabía que no podían permitirse aquel liquidito, que Mary había gastado mucho más de lo que podían a aquellas alturas de día, pero sabía que se podía hacer. Eso era lo importante. No lo olvidaría. Había una opción.
Todo lo obligatorio comprado.
Paso a hacer la tabla y los cálculos del dinero invertido.
Tanto Ivy como Luna tenían claro de que deseaban pasar juntas la noche. Se acababan de conocer, pero la relación entre ambas fluía, se sentían cómodas y deseosas de compartir momentos, así como visualizar algunos de los cromos que venían en las ranas de chocolate. Los padres de ambas jóvenes no parecían posicionarse en contra de que pasaran el resto del tiempo, antes de entrar a Hogwarts, en casa de los Ferlet, pactando que al día siguiente se verían en la estación.
Pasó lo evidente, la madre de la pelirroja le recordó que se comportase adecuadamente, algo que no iba a ser un problema, pues la menor de los Connor sabía cómo actuar de manera encantadora, siendo generalmente un dulce cuando le rodeaban personas adultas. Asintió con docilidad mientras Nolan, en su línea, protestaba.
Oh no, tú no vienes, que si la lías me quedo sin amiga....
Una de las pequeñas satisfacciones de la vida fue escuchar a su padre indicando, de manera tajante, que su hermano no iría. Jade soltó el aire que había estado conteniendo, aliviada y con una alegría renovada que volvía a invadirle. Quería mucho a Nolan, pero apartarle de su lado una sola noche era un verdadero placer del que no quería prescindir.
Su mellizo estaba disgustado, y no era para menos. Él insistía en que no daba problemas, un pensamiento no compartido por el resto del mundo - Venga Nolan, tan solo haremos cosas de chicas, seguro que te aburres con nosotras - Quiso animarle, pues al fin y al cabo, a la pequeña Jade no le salía un ápice de maldad.
El gato les acompañaría, y así Ivy tendría más tiempo para poder ponerle un nombre adecuado - Copito podría ser otra posibilidad, o Colmillos... - No estaba siendo muy creativa y quizás por eso dejara de intentarlo, para centrar su atención en el trayecto que les llevaría hasta la casa de Luna, no sin antes recibir una negativa por parte de su madre a explicarle el cómo se quedaban embarazadas las mujeres, una idea que su progenitor claramente compartía.
Accedieron a la chimenea que les llevó al callejón Diagon. Las madres de Luna, tras decirle a Jade la dirección que debía mencionar antes de tirar los polvos Flu, llegaron a su casa, una preciosa vivienda rodeada de jardín, con flores de colores iluminando y alegrando la vista por doquier. Era un lugar de ensueño, a Ivy no le extrañaría nada de que hubiese hadas por todas partes.
- Qué bonito es vuestro salón - Indicó la pequeña, fijándose en aquellos detalles de decoración, estaba claro que era una lectora habitual de Corazón de Bruja - ¿Me enseñas tu habitación? Podríamos jugar a algo. ¿Qué juguetes tienes? ¿Ajedrez mágico? ¿Construibles móviles? ¿Te gusta pintar?... - La pelirroja miraba a su amiga con expectación, esperando que tuviera una idea para pasar el tiempo antes de que la cena estuviera servida - ¿En qué lugar está exactamente tu casa? ¿Londres? - Janice recordó a su hija de que tenía que preparar el baúl - Si quieres te ayudo a doblar las cosas, así iremos más rápido. Y cuando terminemos, un homenaje - Sacó de su bolsillo una rana de chocolate - Venga comencemos a hacer las obligaciones para ganar tiempo libre.... - Y así era normalmente Ivy, tan obediente que hacía siempre lo que sus padres le marcaban, quizás ir a Hogwarts fuese una buena manera para que aprendiera, por una vez, transgredir las normas.
Ivy pareció aliviada al saber que finalmente, Nolan no vendría. La verdad era que a mí también me alegró que no lo hiciera porque no era lo mismo. Me caía bien y todo eso pero no era lo mismo que estar con mi amiga, la única que tenía, hablando de nuestras cosas, porque además sentía que teníamos mucho en común.
Lo único malo era esa terrible amenaza acerca de no estar en la misma casa. Eso sí que no lo quería pensar porque me parecía de lo más terrible.
Pero… por el momento, teníamos nuestro día juntas, el último antes de ir a Hogwarts y empezar algo nuevo. Sin embargo, mi cabeza seguía oscilando como el mar salvaje que había cerca de nuestra casa, arriba y abajo, en este caso, pensando en mi condición y si podría compartirlo con ella. Guardar aquel secreto no era tan terrible como no tener a alguien con quien compartirlo, más allá de Janice y Eloise, claro; alguien que fuese como yo; una amiga.
Pero mi parte más racional me repetía incesantemente que no y que no que me dejase de tonterías y guardase eso para mí, porque seguramente Ivy me tendría miedo y ya no se acercaría más. Quizás ni siquiera pudiésemos volver a hablar mucho si al final estábamos en casas distintas así que para qué preocuparse por ello.
Carpe diem, Luna. Carpe diem.
Mientras le daba vueltas a todo aquello, Ivy se disculpaba con Nolan e intentaba convencerle de que era mejor que no viniese. Decidí apoyarla en eso.
-Seguro que estás mejor en tu casa, Nolan. Vamos a mirar vestidos y zapatos y pensar lo que nos ponemos para ir mañana. Ah, y a hablar de lo tontos que son los chicos, así que no te gustaría.
Y con aquello quedó zanjado el asunto.
Quien parecía que sí iba a venir era el nuevo gato de Ivy. ¿Copito? ¿Colmillos? Yo procuré mantenerme a cierta distancia de él para que no se pusiera nervioso, e hice como si todo fuese estupendamente entre los dos. En realidad, yo no lo miré y después fingí que él no me miraba a mí, por lo que todo estaba perfecto.
-Copito me gusta, pero quizás es un poco… no sé, normal. Seguro que podemos encontrar un montón de nombres chulos para él. ¡Luego buscamos uno!
Con todo ya decidido, fuimos entrando una detrás de otra. Menos mal que en aquella ocasión no tuve ningún problema y aparecí en mi casa, porque hacerlo en la de otro habría sido un problema. Seguían sin gustarme los polvos flú pero al menos ahora, había salido todo bien. Ivy apareció poco después y no tardó en adentrarse en el salón mientras miraba en todas direcciones.
-Gracias, Jade –le dije. Y antes de que pudiera invitarla a mi habitación, ella misma lo sugirió, en respuesta a mi madre -. Sí, claro. Ven conmigo.
La agarré de la mano y tiré de ella escaleras arriba.
Mientras subíamos, empezó a sugerir cosas para hacer, como jugar al ajedrez mágico. La verdad era que el ajedrez se me daba muy mal y no tenía ninguno, así que esperaba que no se sintiese defraudada.
-Cornualles –le dije en cuanto llegué a la puerta y la abrí, mostrándole mi cuarto.
Me gustaba mucho aquel papel de la pared y también la Luna luminosa que se movía por toda la habitación, mágicamente, siguiendo las diferentes fases. Mis madres me la habían comprado para que así supiese siempre en cuál me encontraba, y la iba a echar de menos. Quizás pudiera llevármela conmigo y colocarla en nuestros dormitorios, pero no sabía si les molestaría a las demás.
-Puedes dejar el gato donde quieras. Supongo que también puede quedarse suelto. Yo voy a colocar a Edwina en este estante, lejos de él para que no haya problemas –le dije entonces, cogiendo una silla para dejar en alto la jaula con Edwina. Le puse también un poco de comida, pues estaba segura de que tendría hambre, y después volví a dejar la silla en su lugar.
-No tengo muchos juguetes. Suelo leer y escribir en mi diario, y doy muchos paseos por la costa. Me gusta mucho pasear –le dije, entrando en el cuarto y cerrando la puerta -. Tengo una colección de hierbas y flores así que recolecto todas las que puedo para aumentar mi colección.
Me acerqué entonces a una estantería, en donde había un montón de pequeños recipientes transparentes con hierbas en su interior. Había exactamente treinta y siete, quizás pocos para todo lo que podía recoger, pero es que cada hierba la secaba y prensaba con mucho cuidado. Era mi pasatiempo favorito.
-No pinto muy bien, pero si te gusta, podemos hacerlo –le dije entonces, dispuesta a lo que fuese con tal de que Ivy se lo pasara bien conmigo.
Al volverme y ver a Jade en mi cuarto, no pude evitarlo. Me lancé hacia ella y le di un fuerte abrazo.
-Muchas gracias por venir a casa, Jade. ¿Sabes que eres la única amiga que tengo? Apenas salgo de casa y no conozco a nadie. Supongo que en el colegio será diferente pero la verdad es que ahora no se me ocurre nada mejor que seguir juntas también allí, aunque será difícil. Ven, vamos a preparar las cosas mientras nos decidimos a ver a qué jugamos –le dije, sacando el baúl de debajo de la cama y después mirando en el armario para ver lo que me llevaba.
Iba a ser complicado elegir, pero lo más importante ya venía conmigo.
Mi amiga.
Las compras de Colton y Úrsula se desarrollaron sin incidentes, aunque Úrsula se entretuvo algo más de la cuenta en la tienda de mascotas, en parte porque se acordaba de Libra y le costaba hacerse con otra diferente. Al final, aceptó comprar una lechuza, sobre todo porque de aquella forma podía mantener correspondencia, no solo con Mary sino también con Ashley, aunque eso iba a implicar que tendría que contárselo todo al final porque de otra manera, ¿cómo iba a explicar que le llegasen las cartas vía lechuza?
Pues no había otra que decírselo, desde luego.
Después de hacerse con la lechuza, todo lo más fue fácil; tedioso, pero sencillo, pues se trataba de comprar material escolar tal cual, por raro que le pareciesen algunas cosas. Úrsula no opinaba igual, porque para ella todo era igualmente emocionante, desde conseguir una lechuza hasta el uniforme, porque hasta ahora, había sido una más del orfanato, una niña sin nada diferente, salvo su amiga, que le hacía sentir como si fuese especial, y Libra, claro.
El no tenerla era lo que más le dolía, pero tendría que superarlo, sí o sí.
Colton siguió con su particular pelea por tener el cuello más enrojecido y dolorido de todo el mundo mágico y la verdad era que lo estaba consiguiendo, pues su padre no perdía la oportunidad de contribuir a ello siempre que había un motivo. Aunque no lo demostrara, ver como sus padres gastaban todo lo que estaban gastando, le afectaba, pero seguía intentando demostrar que no era así.
Mientras Colton y Úrsula se hacían con todo lo que les quedaba, Michael también conseguía lo suyo. Su hermana Keira no apareció hasta el final de la mañana, momento en el cual salió precisamente de la tienda de chuches junto con dos amigas.
-Hola, Mikey. Estas son Lynn y Rose, de mi misma casa. ¿Ya tienes todo lo que necesitas, pequeñín? -se burló su hermana, aprovechando que no iba sola. Tenían en sus manos sus propios libros y algunas cosas más y parecían reírse como tontas, quizás porque por detrás de ellas estaba pasando un grupo de chicos que las miraron de reojo y en quienes parecían también fijarse.
Cosas de chicas.
Á su regreso al orfanato, su amiga Ashley no dejó de preguntarle por lo que había hecho y por qué había comprado ese pájaro cuando no iba a quedarse allí. También vio algunos de los libros y no entendió bien de qué iban. Parecían tratar sobre cosas de esas esotéricas, muy raras. Para Úrsula resultó muy difícil callarse todo. Mary acordó decírselo en cuanto ella se fuese. No sería posible mantenerlo en secreto durante más tiempo y no tenía ningún sentido si al final iba a escribirle como esperaba.
Por su parte, Luna y Ivy estaban en casa de la primera, y pasar la noche hablando de sus cosas y compartiendo todas las emociones que podían esperarles a partir del día siguiente, no era poca cosa. En verdad había sido una gran idea, además de por supuesto, una genialidad, por librarse del pesado de Nolan al menos por unas horas, lo que no era poco. Luna se sentía afortunada por poder compartir momentos especiales con alguien y para Ivy también había sido genial haberse cruzado con una amiga con quien hablar de todo.
Estuvieron hablando hasta muy tarde y cuando apagaron la luz para irse a dormir, sentían que el día había sido tan especial que resultaba muy difícil cerrar los ojos y concentrarse en descansar.
Para todos, de una manera u otra, había sido un último día de agosto muy diferente al que estabais acostumbrados, y mientras estabais en la cama, esperando la llegada del amanecer, cada uno recordaba, a su manera, las coas buenas que os habían sucedido.
Úrsula: Soy una bruja. Soy una bruja. Qué raro suena eso. Espero que Ashley no se asuste de mí.
Ivy: ¡Qué bien haber encontrado a una amiga! ¡A ver si cae también en Slytherin!
Luna: Ojalá todos los días fuesen como este. ¿Por qué no tendré más suerte? Ojalá caiga en Slytherin como Jade.
Michael: ¡Qué nervios! ¡A ver qué tal son los profesores!
Colton: ¿Será posible viajar en la máquina del tren y ponerlo a toda pastilla?
Todo lo que quedaba por hacer era esperar a que el siguiente día amaneciese y por fin llegase el momento que habíais estado esperando durante todo el verano.
FIN CAPÍTULO 1
Ivy se sentía muy feliz. Ella siempre había sido alguien sociable, pero hasta la fecha jamás había podido ir a dormir a casa de nadie, y aquella oportunidad que le habían brindado los Ferlet la joven pelirroja lo agradecía en el alma. Le gustaba estar con Luna, era genial tener a una niña de su edad al lado y compartir juntas aficiones. Por supuesto Jade quería que fuese a Slytherin, todo sería perfecto si esa condición se cumpliera, pero si no sucedía así, tenía claro de que su amistad continuaría, ya buscarían la manera de quedar o sacar tiempo para estudiar juntas. Ivy siempre se mostraba optimista.
Luna había demostrado ser única inventando excusas. Alejar a Nolan no fue difícil cuando su amiga le comentó de que hablarían de vestidos y zapatos, asegurando la pelirroja que también de gomas del pelo. Unas conversaciones que podría provocar un suicidio colectivo en el género masculino de tener que verse involucrados en tan insulsa charla. Ambas niñas conectaban bien, incluso para idear mentiras, si tuvieran que salir de un problema conjunto, entre la inventiva de una y la labia de la otra, podrían librarse casi de cualquier barbaridad que cometieran.
Y Copito, Cotton, Colmillos, Garlín fue en su trasportín hasta la casa de los Ferlet. En definitiva, el gato sin nombre de Ivy, que irónicamente ya tenía muchas posibles denominaciones. Jade no se percataba del nerviosismo del animal, y si lo hizo, achacó el problema a que iba a estar en un ambiente nuevo y que posiblemente, el gato ya sabía que esa no era su casa, donde acabaría viviendo. Una justificación que bien le valía porque aún no conocía a su mascota.
Ambas niñas tras llegar al salón de las Ferlet, por medio de los polvos Flu, decidieron ir a la habitación de Luna, encaminándose en tal dirección cogidas de la mano. Subieron las escaleras comentando qué cosas podrían hacer a lo largo de la noche, y la gran sorpresa de Ivy fue que la puerta de la habitación de Luna tenía contraseña.
- A mí en casa no me dejan poner contraseña. ¡Qué suerte tienes! - Exclamó la joven pelirroja intrigada por algo - ¿Por qué Cornualles?.... ¡Guau!... ¿Es esta tu habitación? - Era evidente de que sí - Es preciosa y súper acogedora... ¡Y tienes una luna que se mueve! Es genial... - Jade se expresaba hablando de corazón, le gustaba valorar las cosas de los demás cuando realmente pensaba que eran fascinantes, y la casa de su amiga le encantaba.
- No me atrevo a soltar al gato con Edwina. No se la comerá, ¿verdad? - Miró al gato con los ojos de dos colores y le preguntó directamente a él - ¿A que no vas a comerte a la lechuza? Eso estaría muy mal, no sería educado... - Le explicó mientras Luna situaba a Edwina a cierta distancia - Vamos a probar, si vemos que hay problemas lo dejo en el trasportín de nuevo... - Y sacó al felino, el cual se estiró cuan largo era, y se restregó contra las piernas de su dueña, como queriendo llamar su atención - Parece que se sabe comportar, espero que no sea como Nolan o no ganaré en disgustos... - Dijo, acariciando el blanco pelaje.
- No te preocupes por no tener juguetes. Los míos están rotos de manera habitual. Ya sabes, mi mellizo... - Sonrió asumiendo su realidad - Y cuando escribes, ¿qué escribes? ¿Qué sueles leer? - Se interesó por los gustos de su amiga - ¿Pasear por la costa? Nunca he hecho eso. Mis padres nos dejan salir al jardín, pero jamás nos alejamos de la campiña... - Jade se acercó a la estantería donde su amiga tenía la colección de hierbas, mirándolas encantada - Te debe encantar la herbología... Enséñame cómo preparas las hierbas... - Le pidió con curiosidad, fijándose en la colección de pequeños tarritos - Si llego a saberlo antes le habría pedido a la abuela alguna hierba que tú no tuvieras aquí, para completar la colección....
- Para pintar no es necesario hacerlo bien. Tan solo mover la mano y combinar colores... - No se esperó el gesto de Ferlet. Su amiga, en un arranque de emoción, había corrido a sus brazos para apretarla contra sí y Jade, divertida ante el gesto, comenzó a reír mientras era aplastada - ¡No me des las gracias!... Suerte la mía que me has invitado... Y no te preocupes, yo tampoco tengo muchos amigos, no suelo salir normalmente... - Aunque en probabilidad, seguramente lo habría hecho más - Venga vamos a preparar las cosas - Ayudó a sacar el baúl de debajo de la cama y se puso al lado de Luna mirando su armario - Te ayudo... Un par de vaqueros seguro, y jerseys, no olvidemos calcetines y ropa interior. Eso supongo que querrás cogerlo tú, ¿no?... Bien.... Veamos... Te gusta leer, ¿tienes algún libro al que le tengas cariño? Podrías llevarte alguna guía de hierbas, o mejor, tu colección entera... ¿Cabría?... ¿Algún cojín o peluche especial?... También lo podrías añadir....
Jade no necesitaba hacer grandes cosas para pasarlo bien. La compañía de Luna le era suficiente. Sobre todo le encantaba de ella lo cariñosa y dulce que era, una compañía perfecta para sentirse cómoda en Hogwarts. Jamás había estado tan bien al lado de nadie, hasta casi podría decir que llevaban años conociéndose pues encajaban a la perfección. ¿Qué podía salir mal de aquella relación?
¡Fiesta de pijamas!
Ivy se mostró súper contenta al ver mi cuarto y eso hizo hasta que me ruborizada. No creí que fuese para tanto, pero me sentí muy bien al ver que al menos ella parecía entusiasmada con ello. Lo cierto era que me gustaba un montón como era y estaba organizada, nada que ver con “el otro cuarto”, aquel que se encontraba en el sótano para los días de mis transformaciones. Mis mamás se habían ocupado de decorarla de forma parecida a mi dormitorio y era muy acogedora. Yo había terminado por cogerle cariño y tenía mucho miedo de lo que podría encontrarme y cómo me sentiría en un nuevo lugar, en el colegio, pero no era exactamente igual que aquello porque para empezar, aquella sí que tenía una contraseña de verdad, una barrera mágica que no podía atravesar hasta que no acabase la luna llena.
Y tampoco, por supuesto, podía hablarle de ello a Ivy. ¡Cómo podía atreverme!
Esa idea estaba siempre dándome vueltas, intentando clavarse en mí una y otra vez, pero yo no lo veía nada claro. Nada, nada claro.
-Me alegra que te guste, Jade. ¿Cómo es tu habitación? –le pregunté entonces, pues no había estado nunca en casa de nadie y no sabía cómo eran los cuartos de otras niñas. ¿Serían parecidos al mío? Si lo pensaba bien, actuaba como si tuviese miedo de todo y de todos, de mí misma sobre todo, pero de lo que dijesen o pensaran los demás, principalmente.
En cuanto cerramos la puerta, le dije que podía soltar a su gato. Ivy dudaba sobre si hacerlo o no.
-Yo espero que no. Seguro que se porta muy bien –le dije, colocando entonces a Edwina lo suficientemente alejado de él como para que no supusiera un peligro inmediato.
En cuanto Ivy soltó a su gato, este se estiró y restregó contra Ivy, haciéndome reír. Parecía muy simpático y tranquilo; no daba la sensación de que fuese a dar problemas. Sin embargo, preferí mantenerme a una cierta distancia de él, dado que no me toleraba bien. Quizás si se acostumbrara a mi presencia, terminase por aceptarme tal cual era, pero lo mismo podía decir de Ivy y aún no estaba segura de cómo se tomaría el hecho de que yo fuese… bueno, eso.
Me disculpé por no tener juguetes porque no sabía si los echaría en falta, aunque ella pareció no molestarse en absoluto. Es más, lo consideró de lo más normal, haciendo aquel comentario sobre su hermano que hizo que echara a reír.
-. Estoy segura de que tu hermano no es tan malo. Un poco trasto, quizás, pero solo eso. Y más vale que me acostumbre a él porque seguramente estaremos en la misma casa.
Miré entonces a Ivy con gesto serio, pero no dije nada. Hasta que la ceremonia no tuviese lugar, no sabríamos con seguridad en donde caeríamos.
-Pues las cosas que me ocurren, lo que pienso, y también lo que me gustaría. Es mi diario, un poco como… mi único amigo –le respondí, dándome cuenta de que así dicho, sonaba bastante lastimoso, aunque era del todo cierto. Casi no recordaba cómo era antes del accidente porque a partir de él, lo único que hacía era estar sola y la verdad, tenía bastante miedo de tratar con la gente, así que no estaba segura de poder hacer amistades… hasta que había conocido a Ivy.
Ivy me dijo que a ella no la dejaban pasear. A mí sí, a veces con mis madres, y otras veces sola, porque no había nada peligroso en aquella zona. Lo único que tenía que procurar era no acercarme demasiado al borde.
Después le enseñé mi colección de hierbas. Se había vuelto casi una obsesión porque con ellas conseguíamos hacer la poción matalobos y eso había despertado mi interés. No era una especialista, pero al menos sabía defenderme en lo básico.
-Bueno, no tiene tampoco mucho secreto. La mayoría solo necesitan secarse al sol. Lo importante es que no tengan mucha humedad para poder mantener las sustancias que tienen. La mayoría de ellas las ato y coloco boca abajo en una tabla. Mira, estaba preparando una para secar.
Después de enseñarle la tabla, la saqué por la ventana y la coloqué en unos enganches que había fuera de la casa precisamente para eso.
-Claro que tarda un poco. Es mucho más rápido lanzar un hechizo desecador. Yo no sé hacerlo pero mis madres sí. Así que coges la hierba, las envuelves y les lanzas el hechizo. Quedan completamente secas al instante. Pero no sé, creo que aunque aprenda el hechizo prefiero hacerlo con el método tradicional. Es más divertido.
Después hablamos de pintar. Yo le dije que no lo hacía muy bien porque era así como pensab ay hacía demasiado tiempo que no practicaba.
-Antes… pintaba un poco, pero hace tiempo que no lo hago así que habré perdido mucha práctica. Tengo los materiales por ahí guardados, en el armario, me parece –le dije, pensando que ojalá fuera solo cuestión de mezclar colores. Por desgracia, me parecía que solo dibujaba monigotes y poco más.
Pero al verla allí, en mitad del dormitorio, tan sonriente, no pude evitarlo y le di aquel abrazo que ella no se esperaba. De verdad que era increíble que estuviese allí, aunque no fuese a venir más.
-Claro que te las doy. Es la primera vez que viene alguien a mi cuarto –le dije. No entendía como ella no tenía más amigas, pero eso todavía le daba más valor a que estuviese allí.
Después de aquello, organizamos unas cuantas cosas. No tenía mucha ropa, así que la cogí casi todas. La ropa interior… pues sí, la cogí yo, y me dio algo de vergüenza que hablase de ella, pero bueno, éramos amigas y las amigas hablaban de todo, ¿no?
-Sí, me gusta leer, pero ya me sé todos los que tengo y supongo que no tendré mucho tiempo para hacerlo en el colegio aunque… creo que me llevaré este. Es mi favorito.
Rápidamente fui a mi mesilla y cogí el libro que tenía dentro del cajón: “La ladrona de pócimas”.
-Trata de una niña que de repente descubre que tiene el poder de crear tooodas las pócimas que existen solo con tocar un recipiente y pensar en él y descubre que en realidad, lo que hace es que desaparezcan todos los componentes que la forman, por lo que nadie puede hacer más pócimas ni nada. Y… bueno, mejor no te cuento más, por si quieres leerlo –le expliqué, metiéndolo en el baúl.
Después de medio montar el baúl, me senté en la cama y miré a Ivy. Había tantas cosas que quería saber, como por ejemplo su comida favorita o qué quería ser de mayor. Así que le propuse algo.
-Por qué no jugamos a las preguntas? Hacemos una pregunta sobre cosas que nos gusta hacer o queremos y si no respondemos tenemos que hacer un reto, como no sé, aguantar la respiración mucho tiempo o algo así.
La verdad era que yo no podía aguantar la respiración mucho tiempo así que esperaba que no hubiese muchas preguntas que no pudiese responder.
siiiii yipiiiii