Partida Rol por web

El olor a libros, nuevos y viejos, era inconfundible. Los libros se agolpaban en todas partes, tanto sobre los estantes como debajo de ellos, algunos en el suelo e incluso en un piso superior que representaba todo un reto para cualquiera que quisiera llegar hasta él.

Sin duda alguna, si estabas buscando un libro, allí lo tenían.

El lugar estaba atestado de gente y había libros por todas partes. Algunos estaban apilados en el suelo; otros en las estanterías, de cualquier manera, y unos cuantos sobrevolaban por encima de vuestras cabezas como si fuesen buitres esperando para abalanzarse sobre vuestros cuerpos.

Había jóvenes que parecían tener tu misma edad, ser algo mayores e incluso algunos más pequeños, y adultos intentando hacerse ver por cualquiera de los que estaban detrás del mostrador.

Una de las muchachas salió de su lugar de seguridad con una red en sus manos, pasó por delante de vosotros, se disculpó, y la lanzó hacia el techo, capturando uno de los libros que estaban volando. Este comenzó a aletear, nervioso, intentando zafarse de su destino.

-Es el libro más vendido de este mes: "Sobrevolando con la magia". Nadie sabía que iba a ser exactamente así. Eh... ¿puedo ayudarles en algo? -os preguntó, mientras combatía con el libro para intentar cerrarlo.

Al entrar en la tienda de libros del Callejón Diagon, Michael se quedó embobado con la vista fija en las estanterías. Flourish y Blotts siempre le hechizaba cuando cruzaba el umbral de la puerta. Había allí libros para pasarse la vida leyendo. ¡Varias vidas! Y algunos incluso volaban, algo que incluso perteneciendo al mundo mágico, era totalmente nuevo para Michael.

Pero sería mejor no entretenerse mucho. Había un montón de gente, y recién habían empezado las compras. Trataron de abrirse paso entre el gentío para encontrar a alguien que pudiera atenderles, y afortunadamente aquella chica atrapadora de libros voladores parecía dispuesta a ello.

Mamá y papá no dijeron nada cuando la joven preguntó si podía ayudarles, y Michael los miró dubitativo. Pero claro... ¡eran sus compras! No podía esperar que hicieran todo por él, así que tragó saliva y sacó del bolsillo de la túnica el pergamino con la lista de cosas necesarias para los alumnos.

—Eh... sí. Venía a comprar los libros de texto para Hogwarts. Para el primer curso.

Esperaba que tuvieran todos los que necesitaba, porque echando un ojo a la multitud que se agolpaba en la tienda, no sería raro que ya se hubiera agotado alguno. Luego vio la lista de precios, y se le ocurrió que quizá fuera buena idea llevarse alguno de los artículos de utilidad que figuraban en ella.

—También querría, eh... ¿diez pergaminos? —frunció un poco el ceño con expresión confusa, sin saber si serían muchos o pocos—. Tinta para esos diez pergaminos, una pluma... Y...

Se quedó mirando los planificadores de deberes. Eran un poco caros, pero Keira había tenido uno desde primero, y le había ido muy bien. Quizá fuera un buen desembolso.

—Un planificador de deberes —dijo, mirando a su madre y susurrando "como el de Keira"—. Y... un telescopio...

Todo aquello suponía gastar más de 70 galeones. Temía estar pasándose un poco con la lista de la compra ya en la primera tienda, pero es que todo tenía tan buena pinta que era difícil contenerse. Miró a Jane, para saber si se estaba dejando llevar o le parecía bien que comprasen todo eso. Al menos, el telescopio era obligatorio según la lista.

Tus padres estaban intentando hacerse con un sitio y esquivando los ataques de los libros que revoloteaban por todas partes. Era evidente que no solo no querían dejarse capturar sino que además, intentaban echar a cuantas más personas pudieran, porque al fin y al cabo, todos los que estabais allí erais compradores potenciales para ellos.

Tu padre fue a responder cuando tú te le adelantaste, sacaste el pergamino y empezaste a decirte todo cuanto necesitabas.

La chica pareció anotarlo todo mentalmente y cuando acabaste, te sonrió.

-Claro, claro. Primer año, ¿verdad? No te preocupes. Tenemos los libros apartados –te dijo, quizás viendo como te agobiabas al ver que había demasiada gente y que todo se volvía extremadamente complicado con algo tan sencillo como comprar libros.

-Diez pergaminos. Lo normal es comprar al menos uno por asignatura y por clase, por lo que diez serán pocos. Pero puedes pedir más por correo y lo mandamos al instante por lechuza especial –explicó la muchacha.

Después siguió anotando todo cuanto pedías y finalmente, sonrió.

Tu madre pareció algo agobiada con tanto gasto, pero era normal. Ella también tuvo que pasar por eso, y Keira, por supuesto. ¿Dónde estaría? Esa chica siempre había sido responsable pero este año algo había cambiado, no sabía exactamente el qué. ¿Los chicos, quizás? Sí, seguro que era eso.

-No te preocupes, hijo. Conforme te vaya haciendo falta más cosas, las iremos pidiendo. ¿Verdad, Leonard?

Leonard estaba pendiente todavía d elos libros voladores y básicamente, del que la muchacha tenía atrapado en la red, intentando escapar.

-Eh… sí, sí. Oiga, ¿no tiene miedo de que… le haga daño o algo así? –le preguntó finalmente.

-¿Ah… el libro? No, no, una vez se les atrapa suelen ser bastante mansos. Son de portada ligera, ¿sabe usted? –dijo la muchacha.

Leo asintió como si supiese exactamente lo que estaba diciendo aunque no tenía ni idea.

La muchacha desapareció detrás de entre la muchedumbre, dejándoos a solas entre toda la gente.

Mientras eso ocurría, la gente entraba y salía, y los libros parecían no acabarse nunca, porque no veías que las estanterías se quedasen vacías o que de repente hubiese algo que no tuvieran.

Finalmente, tras un buen rato de espera, la muchacha regresó con todo lo que habías pedido, abriéndose paso precisamente con los libros, que traía levitando, seguido de todo lo demás, hasta que los colocó justo delante de vosotros y comenzaron a guardarse solos en bolsas.

-Buen truco –comentó tu padre, sorprendido. Nunca se acostumbraría a cosas como aquellas.

-Gracias, señor. Bueno, pues aquí está todo. ¿Desean algo más?

Una vez le pagasteis tus padres se despidieron, cogisteis todo el material y os dirigisteis de regreso al callejón principal. Todavía os quedaban muchas cosas más que comprar.

El olor a libros, nuevos y viejos, era inconfundible. Los libros se agolpaban en todas partes, tanto sobre los estantes como debajo de ellos, algunos en el suelo e incluso en un piso superior que representaba todo un reto para cualquiera que quisiera llegar hasta él.

Sin duda alguna, si estabas buscando un libro, allí lo tenían.

De todas las tiendas útiles y necesarias, esta era la que más importancia tendría para los padres de Ivy y Nolan, los cuáles iban a tomar bastante tiempo en seleccionar los materiales con los que sus hijos aprenderían en el primer año de escuela.

Los libros no tenían complicación, puesto que estaban descritos en la lista para los alumnos de primer año, pero el resto de los útiles de escritura debían ser bien escogidos, no fueran a necesitar, los hermanos Connor, hacer pedidos extra en medio del curso escolar.

Mientras su padre seleccionaba los manuales para sus hijos, su madre iba apartando los pergaminos que serían necesarios para poder entregar sus tareas, valorando la mujer no quedarse corta con el material seleccionado.

- ¿Tres plumas? ¿Para qué quiero tres?... - Preguntó la joven intrigada, recibiendo una respuesta sencilla, a veces estos utensilios de perdían o se estropeaban y no había nada más poco productivo que ir a clases sin tener nada con lo que apuntar. Así que Ivy iba con un excedente de material a la escuela para minimizar accidentes.

En lo que insistió mucho su madre era en tener un buen planificador de deberes. Si seguía las instrucciones al pie de la letra, no debería tener conflicto alguno para poder presentar sus trabajos a tiempo, y tener incluso momentos de relajación. Según Tracy, lo principal no era hacer todo a última hora, sino distribuir la carga laboral en múltiples momentos, dando una charla muy completa a su hija sobre ello, ya que era la única que le escuchaba. Nolan quizás estuviera en esa tienda tan aburrida como su hermana, pero al menos ella lo disimulaba y miraba algunos libros de las estanterías con curiosidad, siempre le había gustado leer.

La pelirroja miro a Luna en un par de ocasiones y le sonrió, aquella parte de las compras era la más aburrida, pero irónicamente, la que sus padres más se esmeraron en realizar.

- Tengo la sensación de que mi madre piensa que voy a equivocarme mucho... - Comentó por el exceso de pergaminos, sonriendo ante la ocurrencia - Hay un montón de libros de pociones. Me gustan mucho, una vez hice un filtro de amor que venía descrito en la revista Corazón de Bruja, y encanté a las doxys de las cortinas de la habitación... No te recomiendo que lo hagas. De noche se dedicaban a mordisquearme el edredón.... - Y así, con su buen carácter habitual, Ivy hacía sus primeras confidencias a quien ya consideraba su amiga.

La parada en la librería iba a resultar interesante, porque al fin y al cabo, era en donde íbamos por fin a poder conseguir los libros para aprender magia. Mis madres no me habían dejado leer demasiado porque no querían que practicara por mi cuenta o me hiciera ideas equivocadas.

En lugar de eso, me dijeron que debía esperar a ir al colegio y entonces, y solo entonces, conseguiría los libros adecuados, los cuales ya tendría tiempo de leer y estudiar.

Cuando miré de nuevo la lista, me di cuenta de que eran muchos libros, muchísimos. ¿Cómo íbamos a estudiarnos todo eso?

La librería estaba súperllena pero nos arreglamos para que nos atendieran y nos trajesen lo que necesitábamos, aunque también allí había muchas cosas que mirar y pensar.

Los padres de Ivy insistieron mucho en que comprara varias plumas y un planificador de deberes. Yo compré exactamente lo mismo, porque tampoco sabía cuántos pergaminos me hacían falta, o tinta.

-Yo creo que ahora es cuando quieren que nos demos cuenta de lo mucho que vamos a tener que estudiar –le respondí a Ivy, soltando una vuelapluma que había en el mostrador.

Mientras hablábamos, me contó lo de su intento de hacer un filtro de amor. Me pareció terrible y divertido a la vez, porque yo no me atrevería a preparar uno y menos aún a dárselo a alguien. A quién, me pregunté. No tenía una respuesta para eso.

-Mis madres no me han dejado leer muchas cosas ni intentar hacer hechizos. No se fiaban de que metiera la pata. Supongo que tenían razón aunque siempre me dio un poco de rabia. Ahora podremos leer algunos y quizás intentar hacerlos por nuestra cuenta, pero ay, sí que me parece que no vamos a tener mucho tiempo. ¡Hay muchos libros!

Ya empezaba a estar agobiada, y eso que todavía no habíamos llegado al colegio. Me pregunté si los profesores serían muy duros o si por el contrario, comprenderían que no debían mandarnos muchos deberes.

Por si acaso, también compré un planificador, imitando a mi amiga.

Cada vez me sentía más a gusto con ella.

Teníamos que caer en la misma casa.

Mientras hablábamos, observaba a Nolan. A él todo aquello le aburría un montón. Era como si la diversión se hubiese terminado para él después de estar en la tienda de artículos de broma y una vez tuviese su varita, así que vi como la sacaba y agitaba en el aire, desprendiendo algunas chispas.

No me esperaba que de repente, explotara la punta de la varita y saliese impulsado hacia atrás, cayendo encima de una pila de libros que parecieron bastante molestos y empezaron a mover sus tapas como si fuesen pájaros y a golpear la cabeza de Nolan.

Empecé a reírme, aunque me tapé la boca para que no pudiera verme.

-Se lo tiene merecido –le dije en voz baja a Ivy.

Sus padres se iban a enfadar con él y seguramente también pensarían lo mismo.

Afortunadamente, el librero no pareció molestarse. Solo empezó a recoger los libros para poder colocarlos en su lugar.

Janice y Eloise cogieron los libros que había comprado y me miraron. Parecía que ya estábamos listas para salir.

Al oír que los diez pergaminos serían pocos, Michael dudó un momento, pero al final decidió pedir otros diez y también más tinta. Era bueno saber que podría pedir más desde el colegio, pero mejor empezar con una buena reserva por si metía la pata en las primeras clases.

Tras agradecer su amabilidad a la chica que les había atendido, salieron de la tienda y volvieron al callejón.

El olor a libros, nuevos y viejos, era inconfundible. Los libros se agolpaban en todas partes, tanto sobre los estantes como debajo de ellos, algunos en el suelo e incluso en un piso superior que representaba todo un reto para cualquiera que quisiera llegar hasta él.

Sin duda alguna, si estabas buscando un libro, allí lo tenían.

El lugar estaba atestado de gente y había libros por todas partes. Algunos estaban apilados en el suelo; otros en las estanterías, de cualquier manera, y unos cuantos sobrevolaban por encima de vuestras cabezas como si fuesen buitres esperando para abalanzarse sobre vuestros cuerpos.

Había jóvenes que parecían tener tu misma edad, ser algo mayores e incluso algunos más pequeños, y adultos intentando hacerse ver por cualquiera de los que estaban detrás del mostrador.

Una de las muchachas salió de su lugar de seguridad con una red en sus manos, pasó por delante de vosotros, se disculpó, y la lanzó hacia el techo, capturando uno de los libros que estaban volando. Este comenzó a aletear, nervioso, intentando zafarse de su destino.

-Es el libro más vendido de este mes: "Sobrevolando con la magia". Nadie sabía que iba a ser exactamente así. Eh... ¿puedo ayudarte en algo? -te preguntó, mientras combatía con el libro para intentar cerrarlo.

Entramos a la primera tienda, la librería, que estaba abarrotada de libros. Pero lo primero que vimos fue obviamente los LIBROS VOLANDO. Rob me protegió con el brazo, pero los libros no atacaban a nadie en particular. Una muchacha salió del mostrador y les lanzó una red, como si fuera lo más normal del mundo. Rob y yo nos miramos de reojo el uno al otro. 

Después de que lograra cerrar "el libro más vendido del mes", Rob, que haría todas las preguntas como solía ser en estos casos, le preguntó por la lista, le explicó que no "éramos de por aquí" y que no sabíamos muy bien donde comprar los uniformes, pidiendo indicaciones.

Además le dimos la lista para que nos diera los libros y cosas para el curso: 

Libros  
1g El Libro Reglamentario de Hechizos, Miranda Goshawk
7g Una Historia de la Magia, Bathilda Bashot
7g Teoría Mágica, Adalbert Waffling
3g Guía de Transformaciones para principiantes, Emeric Switch
3g Mil Hierbas y hongos mágicos, Phyllida Spore
4g Filtros y Pociones Mágicas, Arsenius Jigger
7g Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, Newton Scamander.
4g Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentim Trimble

Telescopio
3 galeones, 60 sickles, 4 knut

5g una Pluma

?   Tinta

?  Pergamino 

Le preguntó también si había algo en particular que debiera comprar para poder dar las clases, como los pergaminos tinta y otras posibles herramientas, para asegurarse de que lo comprábamos todo.

Tienes que comprar un número específico. Se supone que es uno por asignatura y semana.

ok... y cuanto es eso xD?¿ lo pone en alguna escena que no veo? Si quieres dime cuanto debería comprar como mínimo y me lo anoto

A ver, tantas como asignaturas. Has comprado los libros, pues compra unos 20 por ejemplo. La verdad es que no me acuerdo cuánto han comprado los demás. De todas maneras, no te preocupes, que lo iremos viendo, iré diciendo cuánto gastáis y suponiendo que lo vais adquiriendo. ;)

ok, hago un aproximado entonces según la pasta que me sobre, y me apunto todo lo comprado en el equipo

Muy bien. ;)