Partida Rol por web

Begonia Protts caminaba entre las mesas acercándose de vez en cuando a comprobar directamente cómo estabais haciendo cada una de pociones. Se movía con maneras elegantes, apoyándose en su bastón e inclinándose sobre los calderos para olfatear las mezclas y también para determinar los resultados.

-Esos cortes son demasiado gruesos, señor Wildsmith. Si los echa así será mejor que guarde la poción para su peor enemigo. Señor Cramson, será mejor que remueva más aprisa o su mezcla solidificará con el cucharón dentro.

No parecía tener problema en indicar lo que estabais haciendo mal, aunque por lo visto casi todo el mundo cometía algún error, por mucho que hubiese intentado que no fuera así.

James había tomado una buena cantidad de apuntes, pero las instrucciones eran tan concretas que a la hora de elaborar la poción, estaba teniendo graves problemas para hacerla como debía.

-Señor Kelpis, dije cincuenta y dos grados centígrados, no fahrenheit. Me temo que tendrá que comenzar otra vez -dijo la profesora, al ver cómo estaba su poción, cuando pasó por al lado.

Otro tanto le había sucedido a Elektra, que se dio cuenta de que había un mundo entre comprender la teoría y realizar bien la práctica, aunque su poción no era de las que peor estaban.

-No está mal, señorita Leveret, pero mucho me temo que dista bastante de lo que debería ser.

La profesora continuó durante un buen rato, dando indicaciones o al menos, señalando lo que hacíais mal, que no era poco.

Con el transcurrir del tiempo, las pociones comenzaron a tomar forma y consistencia y entonces, la profesora pareció decidida a revisar todo lo que habíais hecho.

Kyle había tenido graves problemas para pesar correctamente y que la mezcla adquiriese la tonalidad que se esperaba, y que según las indicaciones debía ser de un verde pistacho. En lugar de eso, el aspecto morado que había conseguido le decía que lo llevaba francamente mal. En el caso de Michael, no fue exactamente lo mismo, pero la consistencia era demasiado pastosa, tal y como ya le había advertido antes.

La profesora se detuvo en cada una de las pociones y realizó algunas anotaciones en su libreta antes de girarse hacia todos.

-Bien, por lo que he podido comprobar, todavía están ustedes muy lejos de lo que se espera en mis clases. Ninguna de sus pociones me parece merecedora de conseguir el premio. La que más ha conseguido acercarse a lo que debería ser es la de la señorita Leveret, pero aún así, hay mucho que mejorar. No obstante, volveré a darles otra oportunidad, porque no me gusta que las cosas se queden así. Pero tengan en cuenta que según lo que consigan, tendrán sus notas, para bien... o para mal. Así que... adelante, demuéstrenme lo que pueden hacer.

Percy se sentía bastante inseguro en la clase. A pesar de haber practicado bastante en su momento, todo lo ocurrido en los últimos días lo tenía bastante descentrado. Decidió ir fijándose en lo que hacían los compañeros que iban mostrando más avances en sus pociones dejando claro que era una idea terriblemente mala, pues al mezclar distintos pasos no del todo correctos el resultado fue un absoluto desastre que confirió a su poción la consistencia del cemento armado llegando a reventar el caldero y pringándole por completo de arriba abajo con un producto que difícilmente podría llegar a quitarse. Asustado, nervioso, temeroso y sobre todo avergonzado, se quedó paralizado durante unos segundos para después salir corriendo del aula de pociones llorando de manera desconsolada sin esperar por nada ni por nadie. Estaba rojo de vergüenza por lo ocurrido y no quería seguir en ese aula en aquel momento. Sentía una frustración indescriptible al sentirse tan torpe... 

La profesora Protts se paseó por entre las filas de alumnos de Ravenclaw, y evidentemente no estuvo contenta cuando llegó al sitio donde Michael peleaba con su caldero. Un escalofrió le recorrió la espalda cuando la profesora mencionó su apellido, y como había esperado, no fue ningún elogio lo que le dedicó. En efecto, su poción se parecía más bien a un engrudo grumoso que a algo que pudiera embotellarse y beberse con facilidad. 

Se giró hacia Elektra cuando escuchó que la maestra de algún modo aprobaba su intento. No lo había hecho perfecto, pero estaba claro que a aquella chica se le daba bien todo. Michael intentó alegrarse por ella, pero no le resultó sencillo. Estaba demasiado desanimado por cómo le estaban saliendo las cosas. Suspiró, aquello era un fracaso y no había manera de arreglarlo.

Estaba pensando en eso cuando la profesora anunció que podrían intentarlo de nuevo. Michael se rascó la cabeza (manchándose un poco el pelo de poción), inseguro ante aquella... ¿oportunidad? Diría que era imposible hacerlo peor de lo que lo había hecho al primer intento, pero la verdad era que dudaba hasta de eso. No obstante, no quedaba más remedio que volver a probar, así que respiró hondo y se concentró, vaciando su caldero para empezar otra vez el proceso.

La segunda vez tampoco fue bien. En algún punto de la preparación debió confundir algún ingrediente, o medir mal una cantidad, o... no tenía ni idea de qué había ido mal, pero algo había ido mal. La poción no tenía ni el color, ni el olor, ni la consistencia que debía tener. No sabía si lo había hecho mejor o peor que la primera vez, y probablemente nunca lo supiera porque no estaba tan loco como para probar aquél brebaje. Si lo hacía corría el riesgo de que le salieran cuernos o se convirtiera en un mustélido.

—Pfff... qué ganas de salir de aq...

No pudo terminar la frase, porque un chasquido fuerte atrajo su atención. El caldero de Percy se había roto, y el chico se había manchado de una poción aún más espesa que la anterior de Michael. Antes de que nadie pudiera decir nada Percy salió corriendo del aula, evidentemente dolido por lo que acababa de pasar.

—¡Percy! —Michael alzó un brazo para detenerle, pero fue en vano. Se volvió hacia Begonia Protts—. Disculpe, profesora... Iré a hablar con él.

Y salió corriendo en pos de su compañero, esperando alcanzarle pronto. Pero Percy corría con ganas y Michael tardó un poco en recortar la distancia entre ambos.

—¡Percy, espera! —exclamó mientras avanzaba con rapidez por el corredor—. ¿Estás bien? ¿No te has quemado? Quizá... deberíamos ir a la Enfermería...

Pero Michael sospechaba que al nuevo Ravenclaw le dolía más por dentro que por fuera. Además, Percy tenía muchas preocupaciones en la cabeza, y si encima le empezaba a ir mal en clase, aquello sólo empeoraría las cosas. Sin embargo, no sabía qué podría hacer él para animarle...

El caldero de Percy tenía una mezcla que no se parecía demasiado al líquido que había mostrado la profesora, pero cuando volvió a intentar hacerla... todavía fue peor.

En ese momento, una burbuja en el caldero de Percy explotó, lo que llamó la atención de la profesora, que estaba revisando lo que estabais haciendo, volviéndose hacia la mezcla para ver qué era lo que sucedía.

Aquello fue el preludio del desastre.

-Pero qué...

La explosión que se produjo al calentarla hizo que el líquido saliese en todas direcciones, alcanzando a buena parte de vuestros compañeros. Como además el líquido ardía, rápidamente más de uno y de dos empezaron a ver como en su piel aparecían un montón de ampollas y los gritos de dolor empezaron a sucederse de manera ininterrumpida.

Percy salió a toda velocidad de la clase, huyendo de la quema, literalmente, pero mientras tanto, en el interior del aula se creaba el caos y pandemonium.

La propia profesora tampoco se libró de recibir una buena cantidad de quemaduras, aunque ella misma se autocontroló bastante bien mientras sacaba su varita y lanzaba un hechizo que apagaba el fuego y al mismo tiempo eliminaba los restos de poción de cada uno de vosotros.

Algunos conseguisteis esconderos a tiempo, pero lo cierto fue que casi todos recibisteis algo.

-¡Maldita sea! ¡Como pille al culpable de todo esto me las va a pagar! ¡Ya lo creo que lo hará! ¡Disolvus! ¡Disolvus! -exclamó la profesora, actuando sobre todos los alumnos que iba encontrando a su paso.

Y antes de que pudiera darse cuenta, el caldero de Michael salió impulsado por el aire como si fuese un cohete, chocando con el techo y saliendo rebotado hasta el suelo, en donde acabó roto en pedazos, añadiendo más salpicaduras hirviendo en todas direcciones.

La profesora ya no sabía qué hacer. Aquello la superaba con creces.

Muchos tenían tantas quemaduras que obviamente, tendrían que ir a la enfermería antes que a cualquier otro lugar. James recibió algunas salpicaduras pequeñas en un brazo, pero Elektra se llevó bastantes en los brazos y en la cara, y aullaba de dolor. La profesora parecía estar preocupada por ellos pero también revisaba con la vista a ver de quiénes eran los calderos que habían causado todo aquel problema.

-Está bien, no perdáis la calma. Ya me encargaré de ver quién es el responsable de esto. Los que tengan heridas que me acompañen a la enfermería. Los demás, quiero que lo recojáis todo y a los culpables, más vale que me esperen aquí si no quieren que las consecuencias sean mucho peores.

La profesora empezó a formar algo parecido a una fila y se dirigió entonces hacia la salida, para ir a la enfermería.

Si la clase de pociones de Colton y los demás había sido un desastre, aquella no había resultado mucho mejor. Michael, sentado en el suelo y aturdido, aún trataba de comprender lo que había pasado mientras a su alrededor todos corrían y gritaban. Se fijó en su propio caldero... o más bien en los restos que habían quedado de él tras volar por los aires y caer con fuerza en el suelo de piedra de la mazmorra.

—Ay, madre... —atinó a murmurar por fin, notando un nudo en la garganta.

Aquello superaba sus peores pesadillas. ¿Era posible que lo hubiera hecho tan rematadamente mal? Y lo peor era que la profesora Protts no se lo había tomado nada bien. Michael tragó saliva cuando la escuchó pronunciar aquella advertencia. Sintió deseos de ponerse en pie y escapar de allí a la carrera... pero eso sólo hubiera empeorado las cosas. Sería mejor que hiciera caso a la maestra y esperase allí la sentencia.

Observó a Elektra mientras la chica se colocaba en el grupo de los que irían a la Enfermería. Entonces se dio cuenta de que él mismo estaba indemne. No recordaba cómo, pero de algún modo había conseguido esquivar las salpicaduras ardientes. Eso no le hizo sentirse mejor, al contrario... hizo que el nudo en su garganta se apretase aún más. No era justo que sufrieran los que no lo habían hecho bien. Se volvió una vez más hacia Elektra, compungido. No atinó a decir nada, pero le dirigió una mirada que a todas luces significaba "lo siento mucho".

Mientras sus compañeros y compañeras salían de la mazmorra entre quejidos de dolor, Michael se sentó tembloroso en una de las sillas del aula y enterró la cara entre las manos. Tenía algunas salpicaduras de poción en el pelo, pero no le importó. No podía pensar en nada que no fuera el terrible papelón que acababa de hacer y temer las consecuencias que aún quedarían por llegar. Él había intentado hacerlo lo mejor posible... pero eso no parecía contar para la profesora Protts. Sería mejor que se fuera preparando para perder puntos de Ravenclaw y para recibir un buen castigo...