Partida Rol por web

La profesora no se alteró demasiado cuando Colton dijo su comentario sarcástico, pero tampoco cuando Luna soltó aquel discurso que dejó paralizados a todos los de la clase, aunque no fue lo único que sucedió. En cuanto acabó, Nolan no dudó en saltar también.

-Luna tiene toda la razón. Usted tiene que enseñarnos y desde el principio no hace más que reírse de nosotros. Nos odia porque somos de Gryffindor y no de su querido Slytherin.

Colton tampoco se iba a quedar calladito porque no era su estilo.

-Sí, y si castiga a Luna por decir la verdad, va a tener que castigarnos a todos, porque pensamos exactamente lo mismo. Si hace falta... iremos a hablar con la directora.

Un murmullo generalizado se expandió por toda la clase, despertando una nueva sonrisa en la profesora.

-Así que soy odiosa e injusta y no hago más que reírme de vosotros. Pues sí, tenéis mucha razón. Me asombra el patetismo que tiene este grupo de alumnos y alumnas que están muy por debajo del nivel al que estoy acostumbrado. Oh, hay algunos buenos elementos en esta clase, con un nivel mágico aceptable, pero aún no sabéis lo que es de verdad la magia si pensáis que eso es todo lo que se necesita. ¿Queréis ir a hablar con la directora? Adelante, no os detendré, por supuesto. Y por supuesto, ya que lo habéis pedido, también os concederé vuestro deseo de castigaros a todos. Así supongo que os sentiréis mucho mejor, al compartir tanto las alegrías como las... ¿penas? Pero no os preocupéis, lo único que haré será pediros que hagáis mucho más para que así podías llegar a ser tan buenos magos y buenas brujas como queréis. Quiero cinco pergaminos sobre las características de los encantamientos contrapuestos y las diferentes subclases que existen y aquellos que no los entreguen, en lugar de cinco, deberán entregar diez o suspender definitivamente la asignatura.

Y tras decir esto, se fue de la clase, no sin antes echarle un vistazo fugaz a Luna, acompañado de un brillo en los ojos que parecía estar dando las gracias por lo que había hecho. Al final, era como si lanzase una moneda al aire y de salir cara, ganaba ella, pero si salía cruz, perdían los demás.

Sin apenas tiempo para descansar, llegasteis a la clase de Encantamientos con la lengua fuera y la profesora ya estaba a la espera, como era de suponer. Tenía el mismo rostro antipático del día anterior y no parecía haber mejorado su humor. Eso también era de esperar.

Una vez os hubisteis sentado, os miró, por primera vez desde vuestra llegada.

-Bien, ya era hora de que aparecieseis. Supongo que habréis hecho los dos pergaminos que os mandé sobre los tipos de encantamientos que existen y también los fundamentos para los movimientos de varita, así que entregádmelos ahora.

El rostro de la profesora se paseó por todos y cada uno de vosotros, consiguiendo que muchos bajaran la mirada o enrojecieran de vergüenza, puesto que si bien había quien sí tenía la tarea, la mayoría no se había preocupado por ello. 

-La verdad es que era de esperar -dijo finalmente la profesora, cuando vio a todos los que no se levantaban para entregarle sus pergaminos -. Eso dice mucho de vosotros y también de la clase que estuvo antes, Gryffindor. Parece ser que la única que mantiene un cierto nivel es Slytherin. Pero bueno, así es mejor, ¿no? Sobre todo ahora que gracias a alguno, la puntuación de las casas refleja la realidad y no la ficción.

Después de dejar los pergaminos encima de su mesa, se volvió con la varita medio alzada.

-Está bien, clase. Hoy trabajaremos con parejas de hechizos que pueden ser útiles, en este caso, con el siguiente. ¡¡ASCENDIO!!

La profesora apuntó a uno de los libros que teníais alguno de vosotros y este empezó a elevarse por el aire hasta llegar casi al techo, mientras la profesora lo guiaba con la varita por toda la clase.

-Como podéis ver, es un hechizo sumamente sencillo, que mantengo gracias a mi varita, pero que en cuanto la retiro... -la profesora bajó entonces la varita y el libro empezó a caer en dirección hacia el suelo y enconcreto, sobre la cabeza de uno de vosotros. Entonces, justo antes de que le diese en la cabeza, volvió a elevar la varita -. ¡¡Aresto Momentum!!

Al pronunciar el segundo hechizo, el libro deceleró su caída hasta posarse tranquilamente en una de las mesas.

-Este segundo hechizo ralentiza el tiempo, por lo que el objeto se mueve a menor velocidad. Tenéis la descripción de ambos hechizos en el capítulo 2 de vuestro libro, practicadlo y anotad las características de los movimientos de varita necesarios. Y deprisa, que no tenemos todo el día.

La comida habría sido un respiro agradable, de no ser porque nada más terminar tendría que encaminarse a la clase que impartía la profesora más antipática que había conocido. Al menos, de momento. Pero a Michael no se le ocurría ninguna forma de que alguien pudiera ser peor que Tauris. Tomó el almuerzo con rapidez, porque si llegaban tarde la profesora tendría un pretexto para regañarles, quitarles puntos, ponerles un castigo... Todo dependía de cómo se encontrase de ánimo, pero sería mejor no comprobarlo de esa forma.

Según caminaba a paso ligero hacia el aula de Encantamientos junto a James, Elektra y el resto de compañeros y compañeras, revisaba que llevara todo lo que iba a necesitar. Y entonces cayó en la cuenta de que, con las emociones de la noche anterior... había olvidado hacer los deberes de Encantamientos. Casi se detuvo en seco en el pasillo, con los ojos muy abiertos y notando cómo se ponía pálido por momentos.

—Os... tras...

¿Cómo podía haberse olvidado de que el martes también tenía Encantamientos? ¡Tauris se lo iba a comer vivo! Bueno, probablemente no tanto... pero a Michael le intimidaban mucho los profesores, sobre todo aquellos que eran estrictos y desagradables como Tauris. El resto del camino a la clase lo pasó trastabillando al tratar de seguir avanzando con rapidez sin equivocarse de pasillo, mientras leía su libro y tomaba notas en un pergamino. Debía de tener un aspecto bastante cómico, pero no tenía tiempo para preocuparse por eso.

Llegó al aula justo al tiempo que terminaba de redactar el segundo pergamino. No era la mejor letra del mundo, y los renglones le habían quedado algo torcidos. Pero estaba hecho. Menos mal que Michael estaba acostumbrado a escribir rápido y a leer aún más rápido... Se sentó, fatigado ya antes de empezar, mientras la profesora Tauris les obsequiaba con su acostumbrada displicencia para darles la bienvenida. Lo primero que hizo fue, efectivamente, pedirles los deberes. Y Michael no pudo evitar un suspiro de auténtico alivio. No podía permitirse volver a tener un descuido así.

El comentario sobre los puntos que Gryffindor había perdido le fastidió, ya que le hizo recordar todo el lío en el que se habían metido sus amigos. Pero por supuesto, no dijo nada. Después llegaron las explicaciones teóricas sobre los hechizos que iban a estudiar, y Michael se obligó a poner toda su atención en la lección. Por nada del mundo quería volver a hacer un ridículo como el del día anterior. Con un bollo en el lomo de su libro, ya tenía bastante.

Los hechizos que Tauris les mostró no parecían difíciles, pero la confianza de Michael no estaba en su mejor momento tras el fiasco del día anterior en aquella misma asignatura y el papelón de unas horas antes en clase de Vuelo. Suspiró. Al menos en Transformaciones y Herbología le había ido bastante bien... ¿Quizá es que se concentraba mejor en clase cuando la compartía con algunos de sus amigos? A lo mejor era así, pero por desgracia no podía compartir todas las asignaturas, por lo que tendría que acostumbrarse. Además, James siempre intentaba ayudarle y Elektra también era buena compañía. No estaba solo.

—Bueno... a ver quién "gana" hoy —sonrió a sus compañeros de Ravenclaw mientras susurraba aquél desafío amistoso, sacando la varita para practicar los hechizos.

Habíamos comido demasiado deprisa, porque al final, con tanto viaje de vuelta desde los invernaderos, apenas nos había quedado tiempo para comer. Lo peor de todo es que sentía como mi estómago rebotaba, protestando porque hubiese engullido la comida demasiado rápido.

Claro que si todavía tenía esperanzas de digerir algo, al ver a la profesora me di cuenta de que eso no iba a ser posible. Aquella mujer era indigesta, clase tras clase.

Y como prueba de ello, nada más sentarnos nos pidió los deberes. 

Po-rras. Los deberes. 

Ni siquiera me había acordado de ellos. Creía recordar que había empezado a hacer algo pero que al final, lo había dejado porque me resultaba demasiado aburrido. Así que los saqué y miré... y efectivamente, solo tenía medio pergamino.

Tierra trágame.

Cuando la profesora se pasó para verlos, ni siquiera pude tragar y no me atreví a mirarle a los ojos.

Por lo visto no era el único al que se les había olvidado, aunque Michael finalmente sí que los había hecho. Por desgracia, eso significaba que seguro que nos quitaba puntos por mi culpa.

Era... la más odiosa con diferencia, ¡y encima se burlaba tanto de nosotros como de Gryffindor!

Sin tiempo para protestar, la profesora empezó a hablar de otros dos hechizos que por lo visto tendríamos que utilizar aquel día. Más o menos anoté casi todo lo que dijo, aunque seguro que se me habría olvidado algo. Pero al menos, memoricé los nombres de ambos hechizos, Ascendio y Aresto Momentum, aunque al observar como los hacía, pues la verdad es que no estaba muy seguro de poder repetirlo.

El hechizo estaba muy guay... pero había que ver si me salía. Angustiado, miré a Michael, mientras abría el libro por el capítulo 2 y empezaba a anotar cosas y movía la varita intentando emular los movimientos.

-Oye, ¿tú lo entiendes? Porque a mí la mitad de estas cosas me suenan a chino mandarín -le dije a Michael en voz baja, al comprobar que no tenía demasiado claro todo lo que se decía allí. Lo mío era el vuelo, en donde era un as, no estudiar.

La profesora no le dijo nada a James, ni tampoco a otros muchos, pero agitó su varita al pasar por su lado al ver como no tenía terminados sus deberes, y una pluma empezó a anotar cosas mágicamente en un pergamino que había encima de la mesa, lejos de la vista de todos. La cosa no pintaba demasiado bien. Algunos compañeros más tampoco se habían acordado de hacerlos, o simplemente habían pensado que con todo el lío causado el día anterior, no se atrevería a pedírselos.

Por supuesto, estaban equivocados, aunque lo descubrieron demasiado tarde.

Con los encantamientos explicados, ahora estaba por ver lo que se le ocurría a la profesora, que podía ser poco o mucho, pero seguramente, insufrible.

-Está bien. Como veo que no os habéis molestado en atenderme mientras explicaba cómo hacer los hechizos, y que vuestras cabezas no están despiertas lo suficiente como para comprender lo que dice vuestro libro, practicaréis vosotros mismos de manera que sufráis las consecuencias de vuestra ineptitud. Quiero que os pongáis por parejas, todos, y que a continuación os lancéis alternativamente el hechizo Ascendio, os elevéis hasta el techo y después uséis el contrahechizo Aresto Momentum para detener la caída... si es que sois capaces. Así empezareis a daros cuenta de que no atender ni esforzarse tiene consecuencias físicas para todos. 

La profesora se colocó la lado de su mesa y os miró sonriente. 

-Por cierto, señorita Kelpis, 5 puntos menos para Ravenclaw; señorita.... -la profesora continuó diciendo todos los puntos que había quitado, que no eran pocos. Era dura y desagradable, pero sobre todo, indigesta, y lo peor de todo es que Ravenclaw empezaba a perder puntos a pasos agigantados.

Cuando por fin hubo terminado, chasqueó la lengua.

-Bueno, ¿a qué están esperando? Quiero ver como practican ese hechizo hasta que salga bien. Espero por su bien que sean mejores de lo que parece o de lo contrario, puede que alguno termine pasando la noche en la enfermería.

La profesora estaba disfrutando de lo lindo, de eso estabais todos seguros, así como de que era odiosa y ninguno de vosotros la soportaba.

Michael tenía ya la varita en la mano y había empezado a probar algunos de los movimientos del capítulo que Tauris les había mandado leer. Aparentemente no eran muy complicados, pero el chico no quería confiarse, y menos tras la penosa escena de la clase anterior. Floreó la varita más de una vez, intentando conseguir el ritmo y la trayectoria perfectas, mientras se imaginaba que realizaba los dos hechizos con éxito. La visualización es la clave del éxito, dicen...

—Creo que lo voy entendiendo —dijo cuando James le susurró aquello—. Pero no lo sabremos hasta que probemos...

Por el rabillo del ojo vio cómo la pluma de la profesora Tauris iba anotando cosas en la distancia. Seguramente ninguna de ellas era halagüeña. Se alegró una vez más de haber conseguido terminar los deberes in extremis, y volvió a tomar nota mental de que nunca más debía olvidársele hacerlos, sobre todo los de Encantamientos. Tauris no dejaría pasar el menor pretexto para quitarles puntos.

La voz de la profesora hizo que Michael se envarase. Pasó a explicar el ejercicio que tendrían que hacer, y el chico se puso pálido. Giró el cuello para mirar hacia arriba, y de repente se dio cuenta de lo alto que estaba el techo. Tragó saliva. ¿De verdad iban a subir a un compañero hasta ahí en su primer intento?

—Pero... —se le escapó aquella palabra antes de que pudiera contenerla, y se tapó la boca con la mano.

No sabía qué le daba más miedo, si hacerse daño por caer desde aquella altura o hacer que fuera otra persona la que se lastimara por su culpa al no realizar correctamente los hechizos. El comentario de pasar la noche en la enfermería podía acabar siendo literal. La profesora Tauris era realmente despiadada. Michael esperó que al menos estuviera atenta para intervenir si alguno de los alumnos no conseguía realizar bien el Aresto Momentum cuando le tocara, aunque la verdad era que dudaba incluso de eso...

Pero no serviría de nada retrasar lo inevitable, así que se preparó para cuando llegase su turno. Se acercó a James, asumiendo que su compañero querría que volvieran a formar pareja, y trató de dedicarle una mirada de ánimo.

—Vamos allá, ¿no...?

Practicó un par de veces más los movimientos en silencio, y cuando le tocó el turno respiró hondo, apuntó a Jim con decisión y pronunció el hechizo.

—¡Ascendio!

Inmediatamente tuvo una sensación parecida a estar levantando algo muy pesado. De alguna forma parecía que la varita se había convertido en una palanca con la que estaba levantando a James. Una palanca que parecía alimentada no por los músculos de Michael, si no por su poder mágico. Al Ravenclaw le costó muchísimo elevar a su compañero, y tuvo que coger la varita con las dos manos mientras fruncía el ceño y su expresión se congestionaba.

—Argh... Uf...

Por fin, poco a poco, y siguiendo una trayectoria bastante sinuosa, fue subiendo a James tan alto como se atrevió y lo mantuvo allí un momento. Michael se sentía realmente cansado, no por el esfuerzo físico, si no por la concentración que había necesitado. Pero aunque a duras penas, lo había conseguido... más o menos. Ahora tocaba bajar a James sin que se rompiera algún hueso, así que Michael volvió a tomar aire y se preparó para el segundo hechizo. Cuando estuvo listo, apartó la varita y su compañero cayó como una piedra. Pero Michael estaba preparado.

—¡ARESTO MOMENTUM!

Apuntó a Jim con decisión y la caída de este se ralentizó. Michael lo seguía mientras bajaba, sin dejar de apuntarle, y no apartó la varita hasta que su compañero estuvo a salvo, con los pies en el suelo. Michael jadeó un par de veces, sonriendo y secándose el sudor de la frente con la manga. Uf... bueno... Eso no había sido perfecto, pero había estado bastante mejor que en la clase anterior.

No me sorprendió que me quitase cinco puntos, aunque sí que me indignó un montón porque a mí podía suspenderme pero ¿por qué le quitaba los puntos a la casa? Era como si deliberadamente quisiera fastidiarnos a todos o llevarnos hasta el extremo de hacernos rabiar-

Pero bueno, las explicaciones eran lo primero y no me parecían demasiado complicadas. Pero la teoría era una cosa y la práctica otra muy distinta, y cuando la profesora dijo que practicáramos con nosotros, pensé que ya estaba, que aquello era el final de todo. Alguno de nosotros iba a romperse la cabeza y mucho me temía que fuese quien se batiese conmigo.

Por supuesto, Michael se acercó rápidamente.

-Puffff. Pues... no sé, la verdad. Será bajo tu propio riesgo. A mí no me importa romperme la cabeza pero no estoy muy seguro de lo que te pasará a ti.

Sin embargo, estaba decidido, así que me coloqué a cierta distancia y dejé que practicara un poco antes de lanzarme el hechizo. Cuando lo hizo, sentí como me elevaba en el aire... aunque no demasiado deprisa, y Michael ponía la misma cara que si estuviese intentando levantar un coche.

Espero que le cueste lo mismo bajarme.

Después, lanzó el otro hechizo y este hizo que empezara a bajar... muuuuyyyy lentamente. Vamos, que al final no estuvo mal del todo.

-Eeehh, eso ha estado bien, Mickey. Venga, ahora lo intentaré yo.

Me concentré un puñado, pisé con fuerza el suelo y lancé el hechizo en dirección a Michael, esperando que no se me escapara la varita y le sacase un ojo.

-¡ASCENDIO!

Sentí como de alguna manera, Michael estaba ahora en mi poder, así que elevé la varita para seguir subiéndolo, aunque se resistía a hacerlo, por lo que tras subirlo un par de metros, decidí que ya era bastante.

-¡ARESTO MOMENTUM!

Menos mal que no lo había subido mucho, porque sentía que se me escapaba conforme lo iba bajando. Llegó bien al suelo... pero solo porque estaba cerca.

-Definitivamente esta no es mi clase, aunque al menos no te has roto nada por mi culpa -le dije, mientras me acercaba a comprobar cómo se encontraba.

Aunque no había sido un completo desastre, lo cierto es que muchos alumnos y alumnas no consiguieron elevar mucho a sus compañeros y mucho menos bajarlos con éxito. 

Elektra se había puesto con Dana, consiguiendo subirla a una buena altura, pero su hechizo para conseguir que descendiera lentamente no le resultó tan bien y acabó cayendo de mala manera.

Justo lo contrario le sucedió a Sterling, que apenas logró que Lucelle subiese unos centímetros.

-¡Es como si estuviese hecha de plomo! -protestó Sterling, haciendo que Lucerne le diese una bofetada, sin que Sterling entendiese por qué.

James y tú habíais tenido un éxito moderado, por lo que estaba claro que debíais mejorar mucho.

¿Y la profesora? La profesora Tauris se paseaba por toda el aula sin decir nada, aunque amás de uno le pareció que se le escapaba una sonrisa al ver los desgraciados percances que teníais.

Cuando terminasteis de hacer los duelos, subió a la tarima y empezó a hablaros.

-Decepcionante. No me sorprende en absoluto.

Entonces, empezó a hablar muy deprisa sobre las características de los encantamientos opuestos, la fuerza con la cual se debían realizar y un sinfín de efectos contrapuestos.

Y mientras lo hacía, agitaba su varita para elevar algunos de los libros que había encima de su mesa, y después los dejaba caer suavemente de nuevo sobre su superficie, como si fuesen plumas, en una demostración de habilidad y regocijo acerca de la falta de capacidad de los que allí estabais para lograr lo mismo.

A pesar de las caras de enfado de todos, nadie se atrevía a rechistar porque de hacerlo, ya habíais visto cómo se las gastaba Tauris. Podía quitaros ochocientos puntos sin pestañear. Sí, desde luego era mejor no decir nada, copiar... y maldecir cuando acabara la clase.

Después de interminables minutos de copiar, la profesora volvió a dirigirse a vosotros como si fuese a explicarlos algo, en lugar de a dictaros.

-Está bien. Puesto que habéis demostrado lo mal que hacéis los encantamientos, tendremos que insistir más sobre ello. Disponéis de dos "juegos" de hechizos contrapuestos, así que probaréis a lanzarlos en un pequeño duelo, en donde podréis atacar o defender, pero no las dos cosas. Es decir, podéis atacar a vuestro contrincante con Movis repello o Ascendio, y quien esté enfrente vuestra, contraatacar o defenderse. Obviamente, quien sea más rápido tendrá la ventaja de poder atacar con mayor posibilidad de éxito. Quiero ver si de verdad sois conscientes de vuestras... habilidades.

—Ouch... —Michael sonrió divertido cuando Lucerne le soltó aquella torta al pobre Sterling, que tendría que aprender a expresarse de otra forma con las chicas si no quería pasarlo mal en el futuro. Pero no hubo mucho tiempo para bromas, pues la profesora Tauris volvió a la carga inmediatamente para despreciar sus esfuerzos.

De repente, se puso a dictar a toda pastilla, sin casi darles tiempo a sacar sus útiles de escritura. Copiaron hasta que casi les dolió el brazo, mientras la profesora se paseaba haciendo alarde de sus poderes. Michael frunció el ceño. ¿No le daría vergüenza exhibirse así frente a unos chiquillos como ellos que estaban empezando a aprender? Mamá solía decir que la gente que hacía eso, en realidad tenía algún complejo raro de inferioridad que les llevaba a abusar de los débiles. Pero evidentemente, no pensaba decir nada al respecto.

Entonces llegó el momento de volver a practicar, y la profesora les explicó que iban a batirse en una especie de duelo. Miró a James, nervioso. ¿Es que esa mujer no se cansaba nunca de ponerles en peligro? Hacer esos hechizos sobre un compañero con tiempo para prepararse y pensar ya era delicado... ¡pero hacerlos deprisa y corriendo en mitad de una lucha era una locura! Michael ya podía imaginarse a la mitad de sus compañeros de clase volando por el aula, chocando con el techo y las paredes para después caer sobre el frío suelo de piedra. Empezó a desear de verdad que la clase terminara antes de que alguien se rompiera la cabeza...

Pero no había más remedio que obedecer, así que se levantó y se colocó frente a su compañero de casa. Con la varita preparada a un costado, se concentró en hacerlo lo mejor posible. No solo por evitar el desdén de la profesora y una mala nota, si no quizá hacer daño a Jim sin querer. Cuando la profesora dio la señal, Michael alzó la varita tan rápido como pudo.

—¡ASCENDIO!

Había sido más rápido que James, y volvió a notar aquella presión en su varita, como si estuviera levantando al chico con su poder mágico. Trató de hacer que se elevase un poco para desequilibrarle y que cayera sin hacerse daño, pero seguía costándole mucho. James intentó defenderse con el contrahechizo, pero no consiguió conjurarlo bien y Michael ganó aquél asalto.

Pero la alegría no le duró mucho, porque Jim contraatacó rápidamente con un Movis Repello, y Michael no reaccionó a tiempo. Notó como su varita recibía el impacto del hechizo y de repente le fue imposible sostenerla. Se le cayó al suelo, y cuando intentó cogerla dio un salto para alejarse de él. La persiguió durante un rato, mientras la varita saltaba y rodaba, hasta que el Ravenclaw tuvo que tirarse literalmente encima de ella para bloquear su huida con el cuerpo y poder recogerla.

—¡F... Finite...! ¡Estate quieta! ¡FINITE INCANTATEM!

Por fin, su varita pareció apaciguarse y el chico suspiró aliviado. Mientras tanto, James se había recompuesto y esta vez fue él quien le lanzó un Ascendio que le salió de maravilla. Michael se encontró de pronto en el aire, subiendo con rapidez hacia el techo del aula, mientras a su alrededor otros compañeros y compañeras volaban y perseguían varitas por toda la clase. Se concentró y apuntó a su propio cuerpo.

—¡FINITE INCANTATEM! ¡ARESTO MOMENTUM!

Aquello puso fin al Ascendio de James y además hizo que Michael descendiera con bastante suavidad hacia el suelo, aunque todavía tuvo que apoyarse con una mano en el suelo para que la caída no fuera demasiado dura. Pero estaba muy concentrado en ese momento, y contraatacó con tanta rapidez que cogió a James bastante desprevenido.

—¡ASCENDIO!

Una vez más, su varita se convirtió en una palanca mágica con la que hizo levitar a su compañero. Y en esta ocasión, James incluso parecía pesar menos, porque subió hacia el techo con más rapidez que antes. Tal vez Michael empezaba a cogerle el tranquillo a aquél hechizo, y ese pensamiento le hizo sonreír muy contento. Jim se recobró enseguida y finalizó con bastante habilidad el hechizo de su compañero, para después caer lentamente hacia el suelo. ¡Ey, aquello no estaba tan mal! Todavía no podía decirse que el joven Cramson fuera un ejemplo de habilidad o seguridad con los hechizos, pero no había sido ningún un desastre. Para su sorpresa se dio cuenta de que, aunque estaba un pelín mareado... se lo estaba pasando bastante bien con aquella competición amistosa.

Alrededor los demás hacían lo que podían, aunque sin duda lo más divertido de la clase fue ver como Lucerne abofeteaba a Sterling, dejándole vibrando sin saber lo que había pasado.

Michael y yo contemplamos la escena divertidos y cuando la chica se alejó, yo me acerqué al pobrecillo de Sterling para aconsejarle.

-Creo que vas a necesitar unas cuantas sesiones del Profesor Kelpis para aprender a tratar a las mujeres -le dije, pasando un brazo alrededor de su hombro -. Pero confía en mí; chicos más torpes que tú han conseguido ligarse a la chica más despampanante en menos de un mes.

Por desgracia para todos, la profesora también pareció darse cuenta de las dificultades que muchos habían mostrado y por supuesto, además de disponer así de una nueva oportunidad para meterse con nosotros, se lio a hablar sin parar, obligándonos a copiar y a copiar.

¡¡Mi mano no estaba preparada para tanto!!

Menos mal que al final, la profesora nos dijo que tendríamos otra práctica con los hechizos, lo que me hizo girarme hacia Michael y levantar las cejas, animado con la idea.

-Está bien, pues entonces, habrá que ponerse serios, ¿no, compañero? -le dije a Michael, moviendo mi varita para ejercitar mi muñeca y separándome un poco de él, al mismo tiempo que los demás hacían más o menos lo mismo.

Ambos nos pusimos enfrente, con la varita a un lado, y nos miramos fijamente, como si fuese un duelo de verdad.

Michael efectuó el primer movimiento, lanzándome Ascendio antes de que yo pudiera adelantarme, y para cuando intenté bloquearlo, ya estaba volando.

Como tampoco subí mucho, lancé un hechizo contra Michael, 

-¡MOVIS REPELLO!

Michael no pudo detenerme a tiempo y su varita salió por los aires, haciendo que tuviese que perseguirla durante un buen rato.

-¡Qué divertido! -exclamé, riéndome, pero también aprovechándome de la pequeña ventaja que había conseguido para lanzarle otro hechizo.

-¡ASCENDIO!

Estaba ganándole la partida con claridad, porque Michael empezó a subir y a subir, y tardó un buen rato en conseguir anular el hechizo. Sin embargo, me distraje demasiado y antes de darme cuenta, ya estaba de nuevo en el aire revoloteando, hsta que por fin pude anularlo.

Cuando volví al suelo, suspiré, aliviado.

-Eh, Mickey. ¿Lo dejamos en empate? -le pregunté, muy sonriente. Aquello no había estado nada mal. ¿Por qué no podían ser todas las clases de Encantamientos así?

Los duelos se sucedieron a todo lo largo y ancho de la clase, con diferentes grados de éxito y consecuencias. La verdad es que el ambiente era muy extraño, con alumnos subiendo y bajando por el aire, y objetos muy diversos escapándose de sus dueños.

Lucerne había decidido darle un escarmiento a Sterling y en cuanto pudo, le lanzó el movis repello para que su jersey se alejase de él, resultando que se dio la vuelta y le tapó la cabeza. Eso provocó que Sterling le lanzase un hechizo ascendio por error a Elektra, que comenzó a subir hasta chocar con el techo, al unirse el de su contrincante con el que no esperaba. Al mismo tiempo, James y tú os batíais como si de un duelo real se tratase, aunque en aquel caso, de manera amistosa, por supuesto.

En definitiva, fue una clase mucho más animada que de costumbre, para ser de la profesora Tauris, se entendía. En algún momento la profesora indicó que todos los duelos debían detenerse y así lo hicisteis, volviendo a vuestros sitios.

-Está bien. Supongo que podría haber ido peor. Quizás consiga algo con vosotros después de todo, aunque no será fácil. Desde luego, la directora no es consciente del trabajo que dais y lo poco que tenéis que ofrecer. 

Obviamente, aquello no sentó nada bien, pero ¿quién se atrevía a quejarse?

Para terminar la clase, la profesora empezó a dictar de nuevo a gran velocidad, esta vez sobre los contrahechizos y sus diferentes clases, lo que obligó a que todos tuvieseis que correr para no quedaros atrás. Aquella profesora quizás supiese un montón de cosas, pero ser agradable y flexible no eran dos de ellas.

Cuando por fin terminó, os mandó más deberes, antes de salir de clase con una sonrisa de satisfacción que ya empezabais a identificar. Cuanto más enfadados estabais vosotros, más feliz parecía ella.

-Quiero cinco pergaminos sobre las características de los encantamientos contrapuestos y las diferentes subclases que existen y aquellos que no los entreguen, en lugar de cinco, deberán entregar diez o suspender definitivamente la asignatura.

Cuando James aterrizó y le dijo aquello, Michael sonrió y le ofreció a su compañero la mano para que chocasen los cinco.

—Nada de empate —dijo—. Ganamos los dos.

Y en cierto modo, era verdad, porque se lo habían pasado genial durante un rato y además estaba claro que ambos empezaban a dominar aquellos encantamientos. Un duelo amistoso de vez en cuando podía ser una gran manera de practicar magia. Siempre que no se emocionaran demasiado y alguien acabase en la enfermería, claro...

A su alrededor, el resto de compañeros y compañeras de Ravenclaw volaban o perseguían cosas, pero no hubo ningún percance importante. Aunque ver subir tan alto a Elektra hizo que Michael notara un nudo en la garganta. Menos mal que no cayó a plomo desde ahí, podría haberse hecho mucho daño... La profesora Tauris se adelantó por fin para dedicarles su acostumbrada píldora de condescendencia. Seguramente se había cansado de verles disfrutar de una clase animada, y decidió que era hora de que volvieran a ejercitar sus muñecas copiando teoría a toda velocidad.

No obstante, a Michael no le importó demasiado que la clase terminara así. Se sentía muy contento después de haber hecho un papel mucho mejor que el del primer día... aunque también era cierto que empeorarlo hubiera resultado muy difícil. Observó a la profesora Tauris y la satisfacción en su rostro al ver el fastidio de sus compañeros y compañeras con aquella nueva dosis de deberes. Entonces se le ocurrió una idea un poco loca... pero que de algún modo quiso poner en práctica.

—Enseguida salgo... —le dijo a James en un susurro.

Se levantó con rapidez para acercarse a la profesora antes de que se marchara del aula. Cuando estuvo tan cerca de Orchardia como se atrevió, carraspeó levemente para atraer su atención y aclararse la garganta.

—Em... ¿profesora Tauris? —dijo con voz tan segura como fue capaz y una sonrisa algo torpe—. Sólo quería... eh...  darle las gracias por la clase y por su paciencia. Mi madre y mi hermana me han dicho que esté muy atento en su asignatura, que usted puede enseñarme muchas cosas importantes. Y yo... bueno, me alegra comprobar que tenían razón. Eh... ¡Hasta el jueves, profesora!

Y se dio la vuelta para recoger sus cosas y salir de la clase... pero no demasiado rápido. Se había esforzado porque sus palabras no sonasen a que pretendía hacerle la pelota sin más a Tauris, porque esa no era su intención y seguro que la profesora de Encantamientos no era de las que se dejaban enredar fácilmente. Pero sentía mucha curiosidad por comprobar cómo reaccionaría a aquellas palabras. ¿Era de verdad un témpano de hielo impenetrable como parecía? Además, Michael tampoco había dicho nada que no fuera cierto. La profesora Tauris daba miedo y les despreciaba por no ser de Slytherin... pero a él no le cabía duda de que era una bruja extremadamente hábil que podría enseñarles mucho si prestaban atención a sus lecciones.

Se alejó para salir del aula junto a James y Elektra. Las clases del día habían terminado, y después de aquello iba a necesitar un buen par de ranas de chocolate para enfrentarse a la pila de cosas que hacer que tenían por delante.

La dificultad de las clases de Tauris radicaba principalmente en que sus explicaciones eran aceleradas y mandaba muchos deberes. Ya la habíais calado, sin demasiado esfuerzo. Bueno, también había que aguantar sus continuos comentarios, crueles y mordaces con todos vosotros. Pero aquel duelo no había estado mal del todo y tanto tú como James, os lo habíais pasado bien.

Estaba claro que cuando quería, la profesora podía ser bastante buena.

El resto de alumnos y alumnas de primero de Ravenclaw parecían pensar lo mismo que vosotros, porque también se lo estaban pasando en grande, incluso cuando fallaban. 

Por supuesto, en cuanto pudo, la profesora Tauris volvió a hablar y a dictar a gran velocidad y también a mandar un montón de deberes para el día siguiente, que por fortuna no era hasta el jueves. Había tiempo de sobra para hacerlos... aunque sin confiarse, para que no se os acumulara.

Finalmente, todos os fuisteis con un sabor agridulce, imitando lo que habíais hecho algunos, con las manos, y protestando por los deberes en otros casos, aunque tú decidiste intentar cambiar un poco las tornas y volviste corriendo para hablar con la profesora.

Antes de que esta entrara en su despacho, carraspeaste y ella se giró hacia ti, recorriéndote con la mirada como si estuviese valorando si eras digno de hablar o no con ella.

-Sí, ¿señor... Cramson? ¿Ha perdido algo?

Entonces le dijiste todo eso sobre ella que esperabas sirviese para ablandarla y que actuara de otra manera. No lo hacías tanto porque quisieras conseguir una buena nota, sino para congraciarte con ella y en cierta manera, que la profesora también viese que valoras sus enseñanzas.

-Con franqueza, me es indiferente que esté o no atento, pero si quiere conseguir buenas calificaciones tendrá que ganárselas demostrando algo más de lo que lo ha hecho hasta el momento porque su desempeño deja muchísimo que desear para ser un Ravenclaw, que tanto se jactan de lo mucho que estudian y aprenden -te dijo, antes de que tú te despidieses y ella te diese la espalda para entrar en su despacho.

Si habías conseguido atravesar aquella frialdad que mostraba, de momento no lo parecía.

Y llegó el temido momento. Encantamientos os esperaba; habían hablado tan mal de la profesora Tauris y sus clases, que albergabais casi un odio patológico a esa mujer que además era la jefa de vuestra casa. Claro que eso quizás sirviese para que con vosotros, al menos, fuese más magnánima... ¿o quizás más exigente? 

Cuando llegasteis al aula de Encantamientos, la profesora estaba ya esperando, con gesto contrariado. Habíais tardado un poco en llegar, como siempre solía ocurrir con las clases nuevas y también con algunas que distaban mucho de otras. Era imposible llegar a tiempo a todas ellas si teníais que estar desde el primer minuto hasta el último en clase.

El aula de Encantamientos tenía tres filas de escritorios, todos frente a la mesa de la profesora, detrás de la cual se encuentra una gran silla tapizada con respaldo alto. Dos pizarras flanqueaban la mesa y detrás de estas está había una pequeña repisa con libros y otros objetos, bajo un par de ventanas.

Pero la figura imponente que había en atril, no os dio opción a decir nada, puesto que la profesora Tauris habló con voz grave en cuanto vio aparecer a los alumnos que habían llegado tarde.

-Llegan tarde, y en mis clases no tolero que se llegue tarde. Si creen que por ser de Slytherin voy a permitir que hagan lo que quieran es que no me conocen. Diez puntos menos para cada uno de los alumnos que por lo visto no sabe cumplir con los horarios. Ahora sentaros y atended en silencio.

Desde luego, parecía que no, no iba a portarse mejor con vosotros.

-Soy la profesora Orchardia Tauris, encargada de impartiros Encantamientos. Esta asignatura es una de las más importantes, sino la que más, que hay en el primer curso. Aprenderéis a mover adecuadamente vuestras varitas, a sostenerlas con la fuerza adecuada y a agitarla cuando debáis. La varita es la prolongación de un mago y no hay que estrangularla ni dejarla demasiado libre. Debe fluir con naturalidad, como si fuese parte de nosotros. Quien no comprenda estas sencillas instrucciones es que no tiene cabida ni en esta clase ni en este colegio y mucho menos en mis clases. Además, puesto que pertenecéis a mi casa, espero de vosotros un comportamiento ejemplar y unas calificaciones dignas de Slytherin. Todo lo que no sea un "Supera las expectativas" en mi materia será considerado por mí como un auténtico fracaso.

La profesora hizo un breve silencio antes de proseguir. 

-Los encantamientos son hechizos que permiten otorgar ciertas propiedades a un objeto o criatura, lo que en ocasiones puede resultar de gran utilidad, pero no basta con saber lo que es, sino que hay que adquirir destreza en el movimiento de la varita. Si sois unos inútiles con la varita, lo seréis también cuando intentéis hacer un encantamiento. Así que empecemos por lo básico.  Abrid el libro y leer en silencio el capítulo 1: introducción a los encantamientos. Y no quiero oír ni un elfo doméstico.

La profesora comenzó a pasearse por todas partes, mientras todos leíais el capítulo indicado.

Tras haber oído hablar tan mal de la profesora Tauris durante el día anterior en la biblioteca, hice todo lo que pude por llegar a tiempo a su clase. Y madre mía si fue una suerte haberlo hecho! 

Nada más llegar estaba ahí, imponente con ese cabello y sus brazos en jarras. Inmediatamente me recordó a una de esos hombres que se ponen esas pelucas y se visten de mujer. Los había visto tantas veces en las fiestas y en los hoteles que ya no me sorprendían tanto, pero desde luego la profesora Tauris tenía muchísima más presencia en todos los sentidos.

Tras sentarme en el primer sitio que pillé, miré la disposición de la clase, distinta a las otras, todos los pupitres en filas. Definitivamente hacía que todavía se marcase más la atención sobre la profesora y su puesto. No sabía de qué iba a ir aquella clase exactamente, y tenía muchísima curiosidad. Busqué de reojo a Ivy, no sabía si había llegado a tiempo o no. Sería un fracaso para todos en nuestra clase llegar tarde, pues los puntos iban a restarse para todos nosotros, teníamos que asegurarnos de llegar siempre a tiempo.

Con su grave voz se puso a dar lecciones a los que llegaron más tarde que yo. Me salvé por unos minutos!! Y lo más fuerte es que estaba descontando puntos por cada uno que llegara tarde! diez puntos!! Eso era mucho. Y dejaba claro que su postura iba a ser esa para todos, sin favoritismos. *Bueno, veremos cómo se salva Alondra de una profesora como ésta, definitivamente es mejor no meter la pata con ella. - Toda la clase parecía una tumba mientras ella hablaba, se presentaba, y de carrerilla empezaba a soltar información de sus clases y los encantamientos ya nada más empezar. No me atreví ni a escribir, presté toda la atención que pude con los ojos bien abiertos.

Su presencia era demasiado abrumadora, necesitaba escribir lo que estaba diciendo en voz alta porque lo decía de carrerilla. Lo peor es que nada más terminar dijo que mantuviéramos la boca callada y nos pusiéramos a leer el capítulo 1. 

Sin más alternativa abrí mi libro y me puse a leer, lentamente, confuso y temiendo cagarla si preguntaba algo. *Empezamos bien la clase... - tragué saliva mientras leía, esta asignatura tenía pinta de costarme.

Era el momento más temido de la semana. La clase de encantamientos era famosa en el castillo por la dureza ya no de la asignatura, sino de la profesora que impartía la materia. Alguien que causaba pavor en el alumnado.  Ivy era lo suficientemente lista como para asegurarse de llegar de las primeras al aula, sentándose en la primera fila y guardando un sitio a Kyle. Su compañero llegó a tiempo, pero algo después que ella.

Enfadar a la jefa de casa no era algo sano. Así que Jade permaneció más callada de lo normal, mientras la docente miraba reprobadoramente a toda alma que accedía a la estancia un minuto más tarde de la hora exacta de comienzo.

Va a quitar puntos de la casa por puntualidad...

Jade tragó saliva preocupada. Ella no había ganado ni un mísero punto para su casa, al menos que supiera, cometer un error en las clases con Tauris equivaldría en dejar el nombre de Slytherin con números negativos. Allí debía destacar en positivo, fuera como fuese.

Ivy miró de reojo a Kyle y suspiró despacio, no dijo nada pero todo parecía estar dicho. En esa clase no habría siquiera comentarios entre ellos. La pelirroja tenía pánico a una mujer tan dura como demostraba ser la jefa de Slytherin, la cual mantenía que su asignatura era la más importante de todas.

Me encantaría saber si Partwulf estará conforme con esa afirmación...

Ivy cogió la pluma y comenzó a realizar anotaciones:

" No estrangular la varita, no dejarla muy libre, debe fluir con naturalidad como si fuera una parte mía"

Jade se mordió el labio estresada. Tauris, al igual que su madre, esperaba elevadas calificaciones para no ser considerada como un fracaso. Así que la joven abrió mucho los ojos y los oídos a las explicaciones de la sesión, no dejando de tomar apuntes en todo momento.

Había que abrir el libro y leer el capítulo 1 que consistía en una nada breve introducción sobre los encantamientos. La joven sabía que debía estar muy callada, así que de manera obediente, y sin hacer nada de ruido se puso a hacer lo que le encomendaba la docente, mientras ésta se paseaba cual sargento en un día de instrucción.

Leer y entender lo que dice el capítulo. Eso es lo que nos pide. No es tanto. Solo debo mostrarme educada y todo saldrá bien. No he de perder los nervios en esta clase o capaz es la profesora de quitarme todos los puntos de Slytherin.

Y así fue como Ivy se puso a leer, concentrada y en silencio la introducción a los encantamientos, denotando que era una niña muy dócil y que no gustaba de ser reprendida. No miró siquiera a Kyle durante ese tiempo, no deseaba ni buscarse problemas ni que su compañero lo tuviera por su culpa.

La clase de Encantamientos había provocado los mayores problemas en casi todas las casas pero es que claro, la profesora Tauris era extremadamente exigente y no permitía que los alumnos mediocres progresaran en sus clases. Por tanto, estaba claro que era muy selectiva y que había visto con rapidez como muchos de los alumnos y las alumnas de primer curso no daban la talla.

Era de esperar que los “sangre sucia” como ese Colton o su compañera, esa tal Úrsula, se hubiesen sentido superados.

Pero a mí me apetecía entrar por fin en una clase que no solo iba a impartir la jefa de mi casa, sino alguien competente.

No quería llegar tarde, pero a duras penas lo conseguí. Era difícil seguir el ritmo cuando tenías que subir y bajar tantas escaleras para ir de un aula a otra. Pero lo importante era que llegué a tiempo, aunque fuese algo cansada.

La profesora estaba ya esperándonos, con aquel porte serio pero elegante, como correspondía a una bruja de su talla.

-Buenos días, profesora Tauris –saludé, nada más llegar y antes de sentarme en uno de los asientos libres que había.

La profesora se presentó y también comenzó a explicarnos lo más importante de Encantamientos. Todo era súper interesante, no como las otras clases que imaprtían algunos medianías. Y sobre todo, dijo lo que yo estaba pensando. Había que obtener unas calificaciones superiores, como correspondía a alguien de nuestra casa. Animada, levanté la mano para hacer un comentario.

-Profesora Tauris, en mi casa me dijeron que no hay nadie mejor que usted para enseñar Encantamientos. Seguro que conseguirá que obtengamos las mejores calificaciones de todo Hogwarts –le dije

Después siguió hablando sobre los hechizos y finalmente nos dijo que nos leyésemos y preparásemos el capítulo 1. Rápidamente abrí mi libro y empecé a leerlo, tal y como nos había ordenado, y la verda es que todo era muy interesante y lo explicaban muy bien.

Desde luego, si los demás protestaban era porque en el fondo no servían para estar aquí, porque a mí me parecía una profesora excelente, y eso que solo acabábamos de empezar. Se notaba a la legua que iba a ser mi asignatura favoritísima.