Partida Rol por web

–Vale. Pero tú asumes las consecuencias. No me hago responsable de que te quedes viuda justo después de casarte –dijo en tono chistoso.

Se ríe suavemente cuando escucha hablar tímida y añade –¿Sabes que me pareces encantadora?

Un silencio seguido de un gran suspiro acompañó a la siguiente pregunta. Luego comenzó a hablar despacio –Me temo que puedo contar con poca gente aparte de compañeros de trabajo y amigos. No tengo demasiado vínculo familiar y además el que tengo está todo en Europa y dudo que se dispongan a venir para eso. Mi familia es toda elegida, cosa de la que no me quejo para nada.

Luego preguntó con interés –¿Te gustaría pasar la luna de miel en París? ¿O en Roma?

— No seas exagerado - refunfuña — No te va a pegar nadie un tiro. Seguro que le encantas a papá. 

Cuando te escucha decir lo de encantadora se queda callada conteniendo el aliento

— Vas a hacer que me sonroje - ¿Se habrá sonrojado de verdad?  — Pero si quieres, puedo llevarte en la bici. O tú a mí, la verdad que no tengo mucho entrenamiento casi ni para ir yo. O podemos pillarnos un tándem. Me encantan esos paseos cerca de la playa. Lo he visto hacer en algún caso. 

Permanece callada, escuchando atenta, cuando hablas sobre la familia, sobre la familia elegida y sobre la distancia. 

— Podrías traer a alguien muy íntimo. Alguien muy especial. Seguro que no le importa pegarse unas vacaciones por aquí. Cuando te casas, creo que tiene que haber alguien importante a tu otro lado, como soporte para el paso tan grande que se da. Al menos, yo no creo en el divorcio por lo que contraer matrimonio es lago que me pensaría muy mucho y que no me lo tomaría a la ligera. 

Tras otros dos segundos, reflexiona. 

— ¿Como te tomarías una infidelidad? Ya sea tuya o de tu pareja. 

Con expresión tímida respondió –Esta bien, me dejo llevar. Era solo una broma, pero entiende que me de ciertos reparos. Con tu madre creo que por razones artísticas podría congeniar estupendamente. 

Contuvo el aliento mientras te decidías a hablar y luego afirmó –me encantará hacer tándem contigo...

Entendió perfectamente a que se refería y dijo con sinceridad –Es cierto, tengo una pareja de amigos en New York que estarán encantados de venir, he pasado unos días con ellos antes de venir al programa y me han dado muchos ánimos. Y tengo otro par en Alemania, mi compañera de trabajo y su pareja, que no dudarán en acudir, porque son como mis hermanos. Tienes razón en todo, no es una cuestión para tomar a la ligera.

La pregunta le hizo resoplar suavemente mientras la pensaba –No lo sé, Daphne. No he vivido eso, ni de un lado ni de otro. Creo que sí la recibiera haría mi maleta sin pedir ninguna explicación y me marcharía para siempre. En el otro caso... sería para mí incluso más duro. Siempre he mantenido que lo que no quieres para ti no lo quieras para los demás... Creo que no lo haría estando en pareja. No podría ¿Tú has vivido algo así?

- Tranquilo, mamá es todo lo social que no soy yo. Mamá le cae bien a todo el mundo y todos le encantan. No te preocupes. 

Se imaginó pedaleando por las olas Boulevard y al levantarse, caminó con pasos pasados a través de la sala, canturreando. Escuchabas esos ruidos pero no podías ver qué más hacia. Eso de estar ciegos era complejo. 

Luego se paró y se sentó de nuevo. 

— No lo he vivido, ni quiero hacerlo. Se de casos. Pero es importante saber si perdonarías a alguien que te ha fallado o si no habría opción de vuelta atrás. En mi caso, espero ser como alguien a quien aprecio mucho y si me ocurriese, que espero que no, saber perdonar. Cuando amas, ese amor es lo más fuerte, es capaz de mantener unidas cosas que se habían roto. 

Escuchaste probablemente su trasero golpear de nuevo el suelo. 

—:Jamás me habían sabido tan bien los diez minutitos de cortesía del despertador. Es como esos días, en los que te da tiempo a soñar una vida entera entre alarmra y alarma.  Veamos que más podemos soñar...¿Dulce o salado?

–Por el buen rato que hemos hablado y tu profesión no te podría considerar alguien poco social –dijo con cierto escepticismo.

Luego siguió el alegre canturreo y se quedó en silencio escuchándola hasta que se sentóy siguió hablando sobre la infidelidad. Dijo algo que captó su atención y quiso especificar –Cuando muy joven pierdes a alguien muy importante, en mi caso a dos, te pasas la vida temiendo perder a más gente y en cierto modo te vuelve extremadamente independiente. Por eso perdonar perdonaría pero primero tendría que irme y si esa persona quiere buscarme perdonaría. Curiosamente eso es algo que me ayuda a empatizar con chicos con situaciones de desapego importantes.

Cuando escuchó el golpe en el suelo preguntó –¿Estas bien? –pero al escucharla seguir hablando se despreocupó y siguió soñando –Alguna vez escuché que cuando los minutos se alargan o directamente desaparecen es porque tu vida está a punto de cambiar para siempre... Pues así lo siento en estos momentos – contestó con tono evocador.

–Salado... A nadie le amarga un dulce, para nada y aceptaría con gusto tomarme ese batido de chocolate con nata y cereza que proponías pero sin duda mi paladar es especialmente salado. 

Suspiró y preguntó –Luna de miel. ¿Dónde te gustaría ir?

— Me es más fácil las distancias cortas. El uno a uno, y quizás esta mampara ayude. Soy algo más tímida de lo que parece, pero es como si me desinhibiese, como si nos pudieran juzgarme por el envoltorio. Y puedo ser yo. Como me gustaría ser y como me.gusta fantasear. 

El recordatorio de su perdida y la forma de explicar cómo saldría parece convencerla, por el par de chasquidos de aprobación.

— Lo tendré muy en cuenta. No sólo para eso, sino para muchas cosas. A veces, es mejor alejarse y ver a quién le interesa pasar tiempo o arreglar algo y vuelve a ti.  No entendería la vida sin la gente que quiero  y me daría panico estar sola e indefensa, así que si yo entro a formar parte de tu vida, de la manera que sea, no quiero que tengas miedo a perderme. No te dejaría solo. 

Parece no comentar nada sobre el cambio, pero en sus propias palabras  también hay eso que pone  los pelos de la nuca de punta cuando sopla en ella  el aliento del destino. 

— Ya tengo claro como nos vamos a distribuir. Para ti el menú y yo me cómo el postre. Me encanta lo salado, pero dónde se ponga el chocolate....puede conmigo. 

— Luna de miel....Veamos - comenta pensativa - Si conociese a mi marido de mucho tiempo, elegiría Japón para visitar el lugar. Pero en este caso que ninguno nos hemos visto, creo que me gustaría ir a un sitio apartado, donde dejar que nuestros cuerpos también se conozcan, donde quizás ver algo cultural, mientras nos relajamos en un sitio apartado. Donde ver anochecer en el malecón y bailar , sin preocuparse del itinerario del día siguiente, pudiendo acostarte tarde, a la luz de las velas...

Suspira quizás de deseo imaginando ese escenario

— Quizás una parte desconocida de la Riviera Maya. O una isla escondida en medio de Pacífico. Sin superpoblación. Un lugar secreto. La Atlántida, quizás. 

–Me uno a tu opinión. De hecho la zona de los chicos me parece un poco gallinero. No me ayuda a relajarme.

Le costó soltar aquello pero tu aprobación pareció animarlo –Tengo que reconocer que para hablar de ciertas cosas una mampara ayuda. Esto me hubiera costado reconocerlo de otra forma. Pero te agradezco las disposición que pones en tu palabra.

Le supieron tan bien sus palabras como el menú que proponía –lo salado un bocadito para ti y dos para mí y lo dulce al contrario. Por cierto ¿Qué tipo de comida te gusta? No sé si conoces la comida árabe pero la pastela es una torta rellena de ave o pollo, con especias recubierta de masa sobre la que se pone canela y azúcar. Tiene esa peculiaridad de dulce y salado que engancha.

Se escucha al fin levantarse y hacer estiramientos por el tono de su respiración.

–Me está seduciendo mucho tu concepto de luna de miel. Incluso si fuera Japón porque Kioto es tranquilo y tiene casitas que dan a las montañas con piscinas termales. Un amigo me trajo un kimono de allí y me puso los dientes largos. Pero... contigo me iría a visitar a Kukulkán en Tchichén Itzá o a buscar la Atlántida –se quedó un instante pensativo y luego confirmo con un susurro –Me ha encantado eso...

— Me encanta compartir la comida. Así que tú puedes darme a mí y yo a ti. Vamos a ser la envidia del restaurante. 

A la descripción de la comida, casi la escuchas salivar y termina soltando un leve quejido de placer. 

— He oído hablar de la comida árabe. Había uno en la zona de Jacksonville donde veraneamos una vez. Tenía unas imágenes deliciosas, de cuscús y Tajine. Y la pastela...es un placer de dioses. Desprendía unos olores la cocina, que te hacía levitar hacia ella. ¿Me llevarás a comer eso? Dicen que se come con las manos. Como la comida etíope. ¿Has probado la Okra? Tienem un Nigger Saba, que lleva una ternera blanda y estofada, que con la injera se hace la boca agua. 

Parece que has tocado un tema muy atractivo para ella.

— Me encanta la comida griega, las Hojas de parra con arroz o el Tzatziki y la musaka. Pero también la cocina india. Y la griega. Pero ¿Sabes que me gusta más? Poder probarlo en sitio. Así que, tenemos que ir a probar Sushi a Japón y Kompao a Shangái o Pho a Vietnam. ¿No te está entrando hambre a tí también? 

Ella camina también alrededor de la mampara, nerviosa. Los diez minutos van llegando a su fin y las palabras salen atropelladas de su boca

— Eres una caja de sorpresas....Apolo. Me queda tanto por saber de ti, quizás como tu verdadero nombre. Pero dejémoslo en misterio, así que espero que nos hagan salir y volver de nuevo para poder averiguarlo. Pero esta vez, sin mampara o al menos con un hueco para acariciar tu mano. O darte un beso 

Escucharte hablar sobre comida le hizo reír así que asintió muchas veces a cada cosa que decías emocionado –Te puedo llevar, he estado en Marruecos, Turquía e Irán. Tienes para elegir –aclaró divertido.

–Pero la etíope no la he probado. La senegalesa sí, pero está bastante influenciada por la europea salvo en el uso de la yuca y algunos otros ingredientes. Y la griega también me encanta pero no estuve aún en Grecia... –dejó una estela de silencio tras decir eso que decía mucho.

–Sí, me está entrando hambre y maldita sea, reconozco que me gusta comer y probar sabores nuevos pero he pasado muchos años de restricciones para controlar esa pulsión. Se me ocurre que podríamos traer cada uno algo para comer la próxima cita y hacer un picnic junto a la mampara. Si traemos mucho podemos negarnos a salir mientras tengamos reservas –se echa a reír.

Te siente nerviosa pero antes de decirte algo para tranquilizarte se sorprende por lo que dices de su nombre. Se ríe –¿No lo he dicho? Benditas ironías de la vida. Bueno, no sabes mi nombre pero te llevaste un beso y mi pulsera. Creo que ambas cosas valen bastante más que mi nombre. Además tampoco te he dicho en qué parte de Alemania vivo y a cambio he abierto mi mente como a nadie –suspira –Creo que aún hay muchos misterios que nos rodean pero estoy deseando ir poco a poco destapando ese velo. Sin prisa. Pero ya que no con los ojos, con el resto de los sentidos muy abiertos.

— Pues vas a tener que enseñarme a controlar esa pulsión porque me encanta comer. Lo mismo tendremos que hacer bastante ejercicio para quemarlo. Te dejo elegir. Dicen que hay actividades que queman muchas calorías. 

Se ríe sobre el comentario porque sabe que lleva razón. 

— Es cierto que me has dado más.que tu nombre así que les diré que quiero una segunda cita con mi Apolo mitológico. Espero que sepan quien eres - dice - O te arriesgas a tener una segunda cita con un laurel - divertida. 

—'Aun así , no podemos desvelar nos todo el primer día. ¿Que vamos a dejar para el segundo?  ¿Crees que nos dejarán llevar comida? Si es así, me apunto a nuestro picnic. Me encantará viajar se tu mano al país que me lleves. Ya tengo ganas de volver a verte - dice mientras vuelve a pitar levemente su reloj 

–Me apunto al ejercicio. Además... las cosas con mucho picante hacen sudar... –dice con picardía y dejando espacio al silencio.

El comentario le saca una carcajada –Te puedo asegurar que no me he presentado ante nadie con el nombre de Apolo. De hecho en la adolescencia tuve un apodo pero creo que esa será la confesión inconfesable de la que te haré partícipe en la próxima cita. Bueno, creo que sería justo que pudieras decir que quieres una cita con Walter, por si acaso la producción no está muy pendiente. Con un laurel podría hacer muchas comidas pero no compartirlas.

Escucha el pitido del reloj y suspira –Algo se nos ocurrirá. Seguro que se nos ocurren muchas cosas. Hay gente que ha entrado con bebidas, prometo traer un mantelito a cuadros para no manchar nada. Y después de comidos nos vamos a buscar la Atlántida ¿No te parece una magnífica segunda cita?

- Walter, ¿Como Disney? Me encanta aun más. Les diré bien claro quién eres, no sea que se equivoquen y me quedé sin picnic. Y sin ejercicio. 

Suelta una risita jocosa cuando habla del tema del ejercicio

— A lo que sea me apunto contigo. Cualquier cosa ,tiene pinta de ser una aventura. La Atlántida se va a quedar corta. Me parece fantástica. Y no veo el momento de poder pasear a la luz del sol, en un parque, cogidos de la mano. ¿Te apetece? 

Sabía que el tiempo corría a contrarreloj no para el final sino para el siguiente comienzo. 

— La verdad, que ha sido una experiencia muy positiva. Y creo, que estoy encontrando lo que venía a buscar. Mira que vine algo reticente. Dicen que lo bueno se deja esperar. Y me alegro que hayas sido el último . Casi que creo que es como el postre, que para mí es lo mejor del menú. Lo más dulce. 

Picnic, algo de bebida. 

— Tendremos que preguntar a ver qué podemos traer. Si no, tendremos que hacer algo fuera cuanto antes. ¿No crees? 

–Walter, sí. Como Disney pero sin congelarme –bromeó –Yo no me quería arriesgar a quedarme sin Picnic... Y sin ejercicio.

Se une a las risas.

–Las aventuras acompañado siempre son más dulces. Porque cuando viajas solo no tienes a veces con quién compartir los problemas del camino. Y estoy seguro de que tú serías la compañera ideal de viaje. Para cualquier viaje.

Puso la mano bien abierta contra la mampara –Me apetece.

Asintió a tus palabras –Lo mismo pienso. Una maga no llega antes ni después sino cuando tiene que llegar. Y así has llegado. –dijo enfilando la voz y luego riendo –me moría por decir esa frase.

Se le oye caminar inquieto por  la habitación hasta que te vuelve a escuchar hablar y respondió –¿Me estás proponiendo escaparnos? ¿O casarnos? –soltó impaciente y cambiando luego de tema nerviosamente –Me gustaría cocinar algo personalmente, si no escucharé posibilidades de la dirección.