Partida Rol por web

7 de septiembre, 2018

-12°

10:42 hs.

La entrada al Alakran consta de 2 puertas, con un pequeño recibidor entre ambas.

Entre las dos puertas hay un tipo con gabardina quien a pesar de la hora, aun seguia trabajando ahí dentro, el guardia que sostenía la puerta al verlos les sonríe, sale rápidamente para saludar.

- ¡Hola primo! – Max lo conocía, era tu conocido ruso Korav, quien de cariño lo trataba de primo, Korav, por alguna extraña razón, había decidido trabajar para los Frosties – ¡tanto tiempo ha pasado! – dice tras soltarle de un fuerte abrazo – no me digas que has dejado Londres solo para verme – sonríe hasta que ve a tu acompañante, cambiando completamente su faceta de primo agradable a la de un guardia mala leche -.

Era un tipo realmente fornido, de tupida barba y ojos muy intimidantes, incluso para ser un simple mortal.

Tras el abrazo de Korav me dirijo a este y, tratando de mostrar lo menos posible mis colmillos al hablar, le digo -Imagina cuantas ganas tenía de verte que he mandado a construir un club nocturno en esta ciudad como excusa- Luego señalo la puerta del lugar y le digo -Vamos a entrar, tenemos mucho de que hablar y no quiero que tu barba se congele.

- Buenas amigo - Digo al segurata con mi mas amable sonrisa - Tenemos una cita con el sr McAlpin ¿y vamos con algo de prisa, que tal si nos dejas pasar, amigo? - Y pongo mi cara que extrañamente resulta confortable a la par que familiar.

El gigante ríe a carcajadas ante la broma de la barba de Maximillian, incluso sonaba a exageración, pero realmente le había hecho gracia.

- Si, escuche algo de un nuevo pub, ¡no sabía que fueras tú el dueño primo, me alegro muchísimo! – se oye sincero –

Mira a Harvey, y con su cara sonriente le responde:

- ¿El señor McAlpin? – pregunta extrañado – hace varias semanas que Kenneth no aparece por estos lugares, si quieren hablar con él, deberían ir a su departamento, pero tengo prohibido entregar su dirección a cualquiera, pero si lo que quieren es hablar con su socio, Aaron Locke, ahora mismo está en su oficina –

Dicho esto, los invita a pasar y notan que nada más cruzar la puerta, a mano izquierda hay una pequeña zona en la que se pueden ver un par de billares, un par de dianas para jugar a dardos, y varias máquinas tragaperras pegadas a la pared. Seguido se aprecia una amplia barra con toda amplia variedad de grifos de cerveza, rodeada por taburetes, estanterías con todo tipo de licores y regentada por solo una preciosa mujer con una amplia gabardina de algodón que protegía su cuerpo del frio.

- ¡Nos vemos a las nueve cariño! – le dice a Korav y se le acerca para darle un beso en la mejilla, el gigante ruso reacciona de una forma muy poco masculina, dando a entender sus obvias tendencias, aunque eso importaba más bien poco en comparación a todo su aspecto en general.

Entre la barra y las maquinas hay una puerta con un cartel de “Privado”.

En la zona derecha, nada más entrar se encuentran los baños. Enfrente de la barra hay unas cuantas mesas para sentarse. Y una zona separada por pequeñas columnas y con unas pequeñas salas independientes en la que la iluminación es más tenue.

Justo al final de la sala en el rincón derecho y poco iluminado hay una mesa un poco apartada con seis butacones con un pequeño cartel metálico que dice “reservado”.

Al final y en el rincón izquierdo hay unas escaleras que van hacia arriba.

En las paredes se pueden observar varias pantallas enormes de plasma, Y a los lados de la más grande se ve un bate de béisbol y un palo de hockey firmados.

La ambientación general es todo de ladrillo, con varias banderas irlandesas en grande, y multitud de fotos enmarcadas de diversa índole.

Enfrente de la puerta principal y al otro extremo del pub, está una puerta doble negra con neones azules perfilando su silueta que da acceso a otra sala de forma también rectangular. La sala tiene un escenario donde toda la noche hay música en directo, hay otra barra, una zona para el DJ, y unos baños.

Korav los lleva hasta la mesa del barman que quedaba en el centro.

Ahí, abre una de esas típicas portezuelas que cumplían con la doble función de evitar dar paso a los extraños y una vez abajo, se usaba como parte de la mesada para mezclas.

Una vez atravesado ese obstáculo, debían ladear un poco y llegar así a unas estrechas escaleras de cemento cubierto por alfombra escarlata, a los costados de dicha escalera, se alzaban paredes ovoides repletos de neón con los colores de la bandera irlandesa y al final de estas escalinatas, se encontraba una puerta de metal con el nombre de Kenneth McAlpin marcada en ella.

El ruso golpea tres veces antes de girar el pomo giratorio e ingresa.

- Disculpa Aaron, vinieron unos amigos míos para hablar con Kenneth, pero les avisé que ya no está por aquí y creí que era mejor que hablen contigo –

- Si, si, diles que pasen – se oye por enfrente de Korav, quien les guiña un ojo y comienza a bajar dificultosamente para poder dejarlos pasar junto al jefe –

La oficina de Kenneth, era un lugar particularmente oscuro en comparación a lo colorido de su pub, solamente constaba de un pequeño foco fluorescente que daba iluminación al lugar, tenía un escritorio caoba en el centro y por las paredes varios cuadros con fotos y pinturas posmodernistas, Aaron estaba sentado en un amplio y cómodo sillón tapizado, detrás tenia colgados una katana y una wakizashi en sus respectivas sayas.

Afuera, la música se detuvo, al parecer, el lugar había decidido cerrar completamente.

Detrás del escritorio, había un hombre muy joven, quizá con no más de treinta años, de cabello rizado y pelirrojo, se podían ver algunas pecas en su rostro y unos ojos azules que hacían resaltar aún más sus orígenes gaélicos.

- Por favor, siéntense – dice amablemente indicando un par de sillas de madera que tenía enfrente, llevaba una carpeta en sus manos y una laptop con la pantalla apagada sobre el escritorio – Kenneth ha decidido dejarme a cargo de sus negocios mientras no se encuentra por la ciudad, así que díganme, en que puedo ayudarlos –

No parecía alguien pomposo, al contrario, parecía un tipo muy agradable.

- Tengo varias preguntas, amigo - Digo con mi siempre brillante sonrisa.

- Necesitamos hablar con McAlpin, pero al parecer ni siquiera está en la ciudad, así pues te haré varias preguntas, ¿cuando llega? ¿Quien se encarga de sus negocios de... ya sabes, obtencion y distribución de materias "exóticas" mientras el no está? - Pregunto haciendo énfasis en la palabra exóticas y mirando a mi alrededor. - Bonitas espadas, por cierto ¿un mojito puede ser? - Y me quedo mirándole esperando su respuesta .

Este idiota no está, tendré que sacarle la información a este, no debo confiarme, está en algún bando, seguro.

La verdad que para ser un pub en un rincón olvidado del mundo estaba bastante bien aunque, para ser justos, cualquier lugar que te permitiera refugiarte del frío invernal que había fuera ya sumaba muchos puntos. Korav nos había llevado frente al jefe, o por lo menos el representante del jefe. Lo más sorprendente no era con la facilidad que fuimos invitados a pasar frente alguien con tanto poder, sino que el bocazas al parecer conocía al que de verdad llevaba la batuta en este lugar. Lo de la facilidad era relativo, la música se había apagado y probablemente alguno de sus chicos estaría preparado para intervenir si la cosa se torcía, entre ellos Korav.

El bocazas muestra nuestras cartas a la primera aunque tal vez lo mejor sería dejar que el pelirrojo conteste y ver a donde nos lleva todo. Así que sin más me siento no sin antes alargarle una mano para el saludo introductorio, tratando de aplicar suficiente fuerza para que este sea firme pero sin estallarle los huesos de la mano.

Ante la solicitud del mojito, Kenneth revisa su reloj de pulsera y se la alza a Harvey.

- Los empleados se han marchado -

Kenneth pasa su rostro de tranquilo a incomodo ante las palabras de Harvey, lo mira de pies a cabeza y luego se fija que la puerta no esté abierta.

- Kenneth no está, y no volverá en un tiempo y… ¿de qué diablos me hablas? – dice en un tono repentinamente molesto ante la pregunta de los materiales exóticos - ¿Quién los envía? –

- Supongamos, y que quede claro que es una suposición, que yo conozco a alguien que puede ser amigo de alguien que sabe que están pasando cierta sustancia... no del todo permitida por las leyes de estados unidos. Y supongamos que yo se como parar a ese alguien para que otros, supongamos unos atractivos pelirrojos puedan hacerse tanto con el supuesto envio como con el supuesto negocio, ¿con quien debería hablar en ese caso? - miro a mi alrededor con mi caracteristica y pícara sonrisa - siempre hablando de suposiciones, claro está. 

Y me quedo mirandole a los ojos a traves de mis gafas.

"No creo que sea tonto, lo ha tenido que pillar, espero"

Aaron se recuesta por su sillón, junta ambas manos y entrelaza sus dedos, respira profundamente y luego habla.

- Y nuevamente repito ¿Quién los envía? ¿O acaso tengo que hablar con un par de extraños sobre los negocios de mi jefe? ¿Cómo sé que no son polis encubiertos? Sinceramente, no me siento cómodo con esta charla muchachos, tendré que pedirles que salgan de mi oficina –

Se levanta y abre la puerta dándoles lugar para que se marchen.

Miro a Harvey con cara de pocos amigos al tiempo que hablo por primera vez desde que entré a esa oficina -Sabrás disculpar a mi... Amigo... Es un tanto hablador. Me gustaría decir que mejora cuando te acostumbras pero estaría mintiendo. Mi nombre es Maxwell y soy el propietario del que pronto será el segundo club nocturno en esta ciudad, así que vine a invitar a su jefe a la fiesta de inauguración que se hará en dos días. Claro que si este no está presente puede venir usted- Mi forma de hablar era educada aunque un tanto forzada, como si estuviera conteniendo un poco la rabia. Y es que la verdad odiaba hablar con mortales. Por un lado me obligaba mostrar mis colmillos, cosa que podía llevar a situaciones no deseadas. Y por otro estos muchas veces hablaban con una soberbia propia de quien se cree a salvo, sin saber que el lobo está más cerca de lo que se esperan. -Ahora que sabes quien soy y a que me dedico ¿Te importaría darnos un poco de tu tiempo?

Me levanto como para irme, me acerco a donde el hombre pelirrojo y le tiendo mi mano.

- Por favor, que maleducado he sido, mi nombre es Harrington, no creo que hayas oido hablar de mi, o por lo menos eso espero, verá, mi amigo va a abrir un nuevo local en la ciudad, como usted comprenderá habrá una fiesta, en esa fiesta se trataran muchos temas, y creemos que su jefe seria el invitado perfecto para la inauguración, el ambiente que rodea a un club como el de mi amigo siempre está repleto de grandes oportunidades de negocio, y tanto a el - digo haciendo un pequeño gesto con la mano hacia Maxi - como a mi nos encantaria poder tratar esos temas con el que esté al cargo. - Digo mientras le sigo manteniendo una mirada firme en todo momento.

- Respecto a lo de ser polis ¿de verdad te parezco un poli? si quieres registrame, no tengo nada que ocultar - Y levanto las manos dejando que me registre con tranquilidad.

Aaron resopla, cierra la puerta, agacha la cabeza, se queda ahí mirando el suelo por unos segundos y luego de volver a resoplar, se acerca a su sillón para sentarse, acomodarse y colocar ambas manos entrelazadas sobre el escritorio.

- Kenneth no ira a tu fiesta, lo siento…y…amigo – su tono se vuelve algo condescendiente hacia Harvey – si necesitan hablar con alguien sobre los negocios es conmigo y por más que intentes hacerte el cool y buena onda, evita esos aires de nene que sé que tienes al menos un siglo de edad –

Los aires dentro de la habitación cambiaron rotundamente, era difícil prevenir que el tal Aaron era en cierta medida algún ser sobrenatural, o peor, un cazador.

- Miren…señores… - la última palabra sonó forzada, intentando quizá evitar usar algún epíteto peyorativo para referirse a ustedes - …no sé quiénes son, ni a que han venido a la ciudad, si es meramente por negocios, les felicito por ello, pero si vienen a crear alguna revuelta, lo siento, en verdad, lo siento por ustedes…los vampiros de la zona son apenas unas zorritas lloronas en comparación a lo que suele caminar por las encima y debajo de las calles, así que mi mejor recomendación es que vuelvan por donde vinieron, váyanse y déjennos en paz con sus estupideces políticas, ya nos costó bastante instaurar la paz en este lugar, como para que lleguen más criaturas nocturnas a jodernos nuestros avances –

- Joder tío, hablas como si fueramos los únicos seres fuera de lo común en esta sala; unos vampiros, otros magos... mira, aquí ninguno estamos para andarnos con gilipolleces, y mi forma de hablar no tiene nada que ver con hacerme el cool, soy así tío, se actualizarme, no voy a quedarme anclado en el pasado - Suelto mientras saco mi petaca. 

 - Queremos saber si esas zorritas lloronas de la ciudad tienen algún negocio contigo, y lo mas importante, en el caso de que fuera así cuanto costaría deshacerlo para que decidieras colaborar con el bando vencedor- Le pego un trago a mi petaca y le sonrío. - ¿Y por cierto, sabes donde podemos encontrar a alguna de las zorritas? - añado sin cortarme lo más mínimo. 

Acto seguido me quedo contemplando de nuevo las espadas.

"Apuesto a que Maxi podria matar a este tio antes de que le de tiempo siquiera a coger alguna de las espadas"

Aaron ya no era el tipo amable que conocieron al principio, había algo en su aura que lo hacía ver extrañamente perturbador, como si una llama oscura se haya propagado por todo su ser, mientras que sus ojos se van escondiendo en una penumbra poco tranquilizadora, mueve la mandíbula, estaba notoriamente molesto.

- Largo…de una puta vez, largo de mi oficina y más vale que ni siquiera se atrevan a pisar la acera, me colmaste la paciencia chupasangre inmundo, vienes e intentas darme órdenes y para colmo, usas tus trucos imbéciles no una, sino dos veces, he tratado de ser amable, pero, si no borras tu rostro de mi vista, atente a las consecuencias –