21 de agosto, 2018
5°
00:02 hs.
Estabas nervioso, sentado en el palco del teatro, esperando a ser atendido, Úrsula te había hablado hacia no mucho, la Sheriff de Anne, conocida por ser brutal en sus cacerías y cuyos ojos completamente negros denotaban una violación a la mascarada tal, que solamente salía cuando era realmente necesario y casi siempre con gafas de sol a pesar de que la ciudad siempre contaba con esas nubes que oscurecían al cielo.
- Ya te atenderá – dice la Sheriff tras casi una hora esperando –
Dicho esto, te levantas y sigues a la vástago hacia la parte trasera del teatro, una zona sumida en tinieblas el cual albergaba un refugio secreto para la Reina Anne.
Debían bajar por unas escaleras metálicas, perfectamente escondidas bajo una tapa parecida a los accesos a las alcantarillas.
Tras esto, debían acceder a un elevador el cual era accionado por una tarjeta magnética la cual era portada por Úrsula en un collar.
Una vez más bajan y se encuentran en una sala amplia donde había una figura inconfundible, era tu sire, Alana, quien se encontraba sumida sobre un pergamino, no levanta la mirada a pesar de encontrarte tu ahí.
Úrsula abandona el lugar dejándote solo con ella, estarías bastante cómodo así de no ser porque de repente comenzó a hablar.
- ¿Qué quieres? – tenía un tono arisco, no acorde a la Alana que habías conocido, una vampiresa tranquila, amable, casi tierna -
El tono de Alana me desmonta y tardo unos segundos en reaccionar. Han pasado muchos años desde la última vez que la vi, y varios siglos desde la última vez que fue a petición mía. Pero no, no está molesta conmigo. Está molesta por la pérdida de Erebo. Decido no crispar su paciencia e ir directo.
-Mi señora Vondik -Acompaño el saludo de una breve inclinación. Han pasado muchos años y es prudente volver a la cortesía que hubo entre nosotros al principio, hasta que ella consienta la familiaridad. Después, avanzo lentamente hacia ella mientras hablo, deteniéndome a unos metros-. La reina Anne me ha llamado para partir a Erebo. Busco su consejo, para conocer de primera mano su visión de la situación. ¿Cómo recuperaría la ciudad, mi señora?
Le hablas, seguía sumida sobre el trozo de papel, concentrada, distante, poco atenta a tus palabras.
Largo silencio se asienta en el lugar, afuera las gotas de lluvia caían intermitentes y estas hacían resonar golpecitos calmados en el techo.
Un trueno bastante potente irrumpe en el lugar, esto se tradujo como una especie de detonante ante Alana quien, por fin, levanta la mirada hacia ti.
Había algo en sus ojos, algo que la hacía más atemorizante, mucho más monstruosa en cierto modo, no era la dulce y amable Alana que habías conocido hace tantos años atrás.
- Aléjate de los problemas que no te incumben, no te metas con los magos, no te metas con los danzantes, enfócate en pactar cualquier alianza con cualquier mortal o incluso con algún miembro del Sabbat y saldrás victorioso…ahora largo, tengo demasiado por leer – dicho esto, se escucha al ascensor abriéndose tras un pequeño tintineo típico de este tipo de artefactos –
Ursula te esperaba adentro.
Manteniendo bajo la superficie mi preocupación por el cambio en la actitud de mi sire, asiento dócilmente a sus palabras.
-Gracias, señora Vondik -tercio al entender que la breve entrevista se acaba.
Respetuosamente, y sin darle la espalda hasta haberme alejado unos metros, me dirijo al ascensor con Úrsula. Preocupado por la situación de mi sire, intento leer algún sentimiento en los oscuros ojos de la sheriff, que delate si sabe algo sobre Alana..
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