La vieja camioneta del Nagaraja traqueteaba pesadamente por el rustico camino de tierra prensada. El paisaje rural de la campiña del condado de Devon era de una particular mezcla en partes iguales de tenebrosa oscuridad salpicada de belleza campechana y de pacifico silencio. Los moor se extendian hasta donde daban la vista, solo interrumpidos por algun pueblo ocasional o los omnipresentes y antiquisimos bosques de la zona.
Finalmente, tras un rato de recorrido, llego a la entrada de la propiedad. Se acerco a sus rejas, y antes que pudiera bajar a presentarse y pedir ser invitados, un viejo hombre vestido de guardia salio de una garita oculta tras el alto paredon y abrio raudamente las verjas. Unos 200 metros despues, llego al final del camino, coronado por una rotonda de flores silvestres pulcramente cuidado. Un muchacho se le acerco, extendiendo la mano sin decir palabra. Cuando Shamil le dio las llaves, se inclino a modo de saludo, subio al viejo vehiculo y lo condujo por el camino lateral hasta perderse de vista.
El invitado camino unos metros hasta las escalinatas de la mansion de campo. A los pies de estas, identico a como se veia hacia unos 10 años (la ultima vez que lo vio, de hecho), se encontraba un digno hombre de edad, vestido con un traje negro y una expresion como tallada en piedra.
-Amo Ler saludo con una inclinacion menos pronunciada pero mas gracil que la del valet, completamente a la avanzada edad del mayordomo Bienvenido. Espero que el viaje haya sido ameno.
Con un gesto del brazo, lo invito a subir por las escaleras y entrar en la inmaculada mansion, una obra de arte arquitectonico que probablemente fuera tan vieja como su dueño. Quien por cierto, bajaba de la alfombrada escalera de marmol del recibidor a trote relajado mientras se acomodaba los gemelos de las mangas de su camisa.
-Hermanito! saludo el joven señor con una sonrisa, mientras llegaba al final del recorrido y se plantaba frente al invitado, abrazandolo con fuerza Escuche tu cafetera desde Wessex!
Dante Morgan. "Señor de las Moscas". Beelzebul para los Sabbats. Pielhierro para los Anarkas. Il Cachatore para los Giovannis. El eterno hijo prodigo de la Camarilla, Chiquillo de Karsh el Señor de la Guerra. La Plaga de New York, Pesar de Serafines. Tantos apodos, tantos titulos y honores para la unica persona que estaba parado ahi. Vestido con una camisa de seda azul marino con los dos ultimos botones superiores sin abrochar, colonia italiana y zapatos brillantes como espejo que valian lo que un departamento en West End de Londres, uno de los depredadores mas temibles que habia pisado la tierra se encontraba frente al recien llegado.
Pero para Shamil Ler, todo eso importaba menos que nada. Para el, que lo conocia desde antes que su corazon dejara de latir, su anfitrion solo era "Hermanito".
Nota que el mayordomo lo saluda con mucho respeto, el Nagajara imita su ademan demostrándole bastante aprecio, luego camina y llega hasta la sala donde le recibe aquel viejo conocido.
Cuando uno cierra los ojos, se sume en una oscuridad que solamente es interrumpida cuando uno desea accionar los parpados, sin embargo, para Shamil vivir la vida que le había tocado tras haber derrotado aquella acumulación de células nocivas que repentinamente se habían conglomerado por todo su cuerpo, era simplemente eso, vivir con los ojos cerrados, no queriendo accionar las cortinas naturales que Dios le dio originalmente.
Pero a veces, solo a veces, aun con los ojos tan apretados, podemos observar un poco de luz que se transmite a nuestra visión como una proyección rojiza que intenta colarse por algún lado.
Y esa luz era justamente Dante, o como el prefería llamarle:
- Hermano, te ves excepcional… - le responde con suma cortesía - … ¿han desaparecido últimamente algunas chicas por esta zona? – he ahí esa particular sección de su ser que pocas, realmente pocas personas eran capaces de ver, su lado “humorístico”.
Shamil levanta la mano esperando estrechar la de su viejo camarada.
El Gangrel le dedico una enorme sonrisa que mostraba todos sus dientes.
-Desaparecer? pregunto con picardia mientras le estrechaba la mano de su invitado No que yo sepa, hermanito. Mis gustos son menos... Extremos que los tuyos
Desde los casi 500 años que se conocian, Shamil no podia recordar una sola vez donde Dante pudiera dejar pasar una oportunidad donde meter una chanza, aunque eso lo metiera en problemas. Antes de que el anfitrion pudiera añadir algo, el mayordomo los interrumpio con gran educacion, señalando que la cena estaba servido en el comedor oriental, donde los dirigio.
La alargada mesa de unos cuantos metros estaba servida elegantemente. Solo habia dos asientos: Uno en la cabecera para el anfitron, con una silla tan adornada que casi parecia un trono. A su derecha, casi identica, una silla esperaba al Nagaraja. Una silla y algunos platos con carne servida. Carne que no parecia de ningun animal de granja...
Descansando cerca de la chimenea, inmediatamente detras del sillon de Dante, se encontraba Ascalon, el enorme sabueso negro del Gangrel. Se levanto de inmediato al ver a su amo, y se acerco con un movimiento gracil y señorial. Se permitio mover la cola al ver a Shamil, a quien conocia desde hacia siglos. A pesar de tener un pelaje brillante y hermoso, y un rostro noble e inteligente, la bestia tenia algo raro. Algo que gritaba a cualquiera que supiera interpretar a todo volumen que no era un perro normal.
-Buen provecho! dijo cuando los dos se sentaron, alzando una copa con un contenido rojo espeso: Vitae, servida como si fuera vino Me alegro de verdad que estes aqui. Han pasado bastantes cosas desde que tuvimos que separarnos... Probablemente ya lo sepas si pasaste por Londres, pero Anne esta en problemas. Me alegro, vieja arpia decrepita.
Shamil odiaba sonreír, no porque sienta que es algún tipo de mueca irrelevante ni esas chorradas emos, simplemente lo odiaba porque se había acostumbrado a ocultar tanto sus dientes afilados, que cuando reía sentía una molestia tal que lo hacía por pocos segundos.
Aunque con Dante frente a él, le resultaba casi imposible no sonreír.
Toma la copa con vitae y la bebe tranquilamente, de ser otro vampiro, desconfiaría y lo olfatearía por lo menos tres veces antes de hacer contacto con su gélida lengua, sin embargo, con el Gangrel que tenía enfrente, sencillamente no era necesario, era uno de los pocos tipos que podía considerarlo honorable y caballeroso, incluso para los estándares de la Camarilla, el sobresaldría sobre cualquier vástago hipócrita.
- Sí, fue a visitarme hace poco – responde ante su acotación – me dijo algo sobre una ciudad de Alaska que tenía algunos problemas con una manada del Sabbat, ya sabes que suelen llamarme cuando las cosas están realmente mal, al menos cuando no sabían cómo detener al culto detrás del viejo Jack y también me habían llamado para colocar a esos wraiths que protegen actualmente la Torre de Londres, entre otro par de casos, pero esto es diferente, extraño, curioso… - bebe un sorbo - …cuando se acercan los problemas políticos, sabes bien que prefiero salir de la ciudad para ir a cualquier otro distrito o incluso cualquier otro país, pero por decisión propia, no por pedido de Anne ni de nadie…sin embargo, cazar Sabbats me llama bastante, ya sabes cómo puede tornarse de aburrida la ciudad sin un poco de sangre corriendo por sus calles – vuelve a beber otro sorbo, este un poco más grande y con sus ojos completamente oscuros posados en los de su anfitrión le dice: - imagino que tienes algo más preparado para mí -