Partida Rol por web

5 de septiembre, 2018

17°

22:31 hs.

Era una noche preciosa, una donde la melancolía de la no vida se acentuaba ante cada paso, cada canto de los grillos y cada estrella observable en el firmamento.

Aunque la ciudad era reconocida por ser principalmente rural, tenía sus zonas urbanas con sus respectivos lugares pomposos y era uno de ellos donde te encontrabas sentado, solo ahí, existiendo, con una amargura tal que solamente un inmortal sin propósito podría entender.

De pronto, llaman a tu puerta, sabias quien era, o al menos, lo intuías, le estabas esperando, abres y notas su presencia, era un hombre delgado, con marcadas canas, mirada penetrante, pómulos remarcados y una boca que denotaba completa seriedad.

Era simplemente un hombre que daba miedo, o al menos asustaría a los más jóvenes en este mundo oscuro.

- Padre Stein – saluda tajante – soy Isidor, teníamos pendiente una reunión para esta noche, espero que esté listo –

Al decir esto, da media vuelta y te deja ver una limosina dispuesta para que puedas viajar en ella junto a él.

Una vez dentro del rodado, se sienta frente a ti, cruza las piernas como buen caballero petulante y notas que iba vestido con un finísimo traje a la medida que se traducía a varios miles de dólares.

- La situación en Erebo es bastante delicada, como ya se lo habrán comentado, tenemos altas sospechas de que un ex miembro de la Camarilla, un tal Yuri Spiridon, decidió brindar su apoyo a los independientes que han llegado no hace mucho a la ciudad y para colmo…nos ha llegado la información de la muerte definitiva del sacerdote de la manada que logro hacerse con el lugar, creemos que se trata de algún Despertado de la ciudad, aunque no descartamos que se trate de alguna treta de la manada para cubrir su incompetencia… - se acomoda el puño - …por eso acudimos a usted Padre, ya que sabemos que cuenta con el tiempo y somos conscientes de sus altísimas capacidades para afrontar a todas las criaturas que tanto dicen pulular en la zona, sin embargo, deseo brindarle un apoyo extra, es decir, un recluta que lo ayude y lo cuide en todo momento, no dudo de que usted sea capaz de ello, pero las filas de Panders están aumentando y es mejor mantenerlos ocupados en algo y es por eso que me gustaría… - el rodado se detiene y el cainita abre la puerta - …que escoja alguno para que vaya con usted a esa ciudad –

Llegan hasta un cementerio de automóviles, la limosina no podía ingresar por lo que debieron caminar un corto trecho de lodo rodeado de óxido y alimañas, una vez lograda aquella acometida, ingresan hasta un predio donde varios cainitas se encontraban reunidos alrededor de una fogata improvisada.

- Buenas noches… - saluda Isidor - …Markus, ¿estos son todos? – pregunta a y un verdadero gigante asiente y tras un poco de silencio, vuelve a hablar.

5 de septiembre, 2018

17°

22:31 hs.

Era una noche preciosa, una donde la melancolía de la no vida se acentuaba ante cada paso, cada canto de los grillos y cada estrella observable en el firmamento.

Aunque la ciudad era reconocida por ser principalmente rural, por lo que toparse con otros cainitas no era tarea sencilla, así que te llamo bastante la atención que un hombre fornido y de ojos brillantes pudo hacerse con tu ubicación.

Iba en una motocicleta, esas grandes y típicas de pandillas que recorrían todo el país, buscando armar algún pleito.

- Sube – dijo con una voz ronca mientras se detenía frente a ti –

Eras un tipo rudo, posiblemente el más fuerte de los alrededores, no te atemorizaban este tipo de rufianes, por lo que acatas su orden más bien por curiosidad que por temor a represalias.

Llegan hasta un cementerio de automóviles, ingresan con la motocicleta hasta un circulo improvisado con varios vampiros alrededor de una fogata.

Eran variopintos, pero todos contaban con el común denominador de parecer chiquillos huérfanos, es decir, todos Panders como tú.

Se mantuvieron ahí, mirándose entre todos, sin oír nada más que botellas, monedas o el crispar de la leña que se iba consumiendo con el pasar de los minutos.

Luego de un buen rato, aparecen dos cainitas, dos de presencia imponente, ambos con el aire pomposo de unos hombres que habían abrazado el poder político o económico para mantener los ojos siempre superpuestos para el desdén.

- Buenas noches… - saluda uno de ellos - …Markus, ¿estos son todos? – pregunta a la mole que te había traído hasta ese punto en su moto -

El gigante solo asiente y tras un poco de silencio, vuelve a hablar.

5 de septiembre, 2018

17°

23:04 hs.

- Muy bien, me presento, soy Isidor, inquisidor principal de la diócesis de Richmond y hoy vengo a reunirlos principalmente para informar sobre la preocupación del arzobispo con respecto a esta particular tendencia de abrazar y abandonar cainitas a su suerte, este tipo de prácticas, si bien, no son prohibidas ya que, como la Espada de Caín, necesitamos soldados para enfrentarnos a los antediluvianos cuyo despertar es inminente…pero tampoco nos conviene tener a tantos Panders sin cumplir con una función que ayude con la causa de nuestra secta, por lo que hoy y ahora, nos hemos reunido aquí para otorgarles la oportunidad de ir a Alaska y apoyar a una manada que a principios de año, se hizo con una ciudad, expulsando a la Camarilla del lugar, hecho que nos llena de orgullo, pero que a su vez nos preocupa a niveles equitativos, por lo que el Arzobispo nos ha pedido que formemos dos manadas para que vayan a dicha ciudad, manadas que estarán formadas por ustedes, excepto un miembro quien servirá como paladín del Padre Stein aquí presente – levanta su palma derecha y la apunta hacia su acompañante – tengan en cuenta que esta tarea es algo sumamente delicado de perpetrar, pero esto les otorgara estatus entre nuestras filas y renombre dentro del Sabbat, por lo que…Padre Stein, por favor, escoja alguno para que lo ayude – da un paso atrás y deja que el sacerdote haga lo suyo -

Me hubiera gustado viajar yo mismo, en mi auto a ese lugar, sin embargo era lo que se podía esperar. Tenia unos jeans negros, una camisa blanca que iba suelta y unos anteojos oscuros. Tenía una pinta algo de chulo, pero me importaba poco. Escuché atentamente. La mayoría de quienes estaban ahí eran basura. Yo llevaba mucho tiempo siendo Pander y estaba orgulloso de eso. Algunos ahí llevaban solo un par de años. 

-Soy probablemente el más viejo de los pander de aquí y además el que más le gusta jugar en equipo. No tengo problemas en seguir ordenes- dije sacandome los anteojos y guardandolos en mi bolsillo- si me permiten, yo me ofrezco a ir a Alaska. Estaba buscando un cambio de aire- 

Asentí y escuché en respetuoso silencio las indicaciones de Isidor y su ostentoso recibimiento. Con cada palabra del inquisidor, notaba el peso de la correa que apretaba una vez más la iglesia sobre mi cuello. De nuevo me convertía en un perro fiel de la secta y además ahora el encargo venía con el deber añadido de hacer de niñera de un descastado. “Estupendo…”

Me ayudé del bastón para abrirme paso entre el lodoso suelo del desguace, erguido con la espalda recta y una expresión de perpetuo disgusto en el rostro.

Observé a los presentes des de la distancia sin hacer ademán de saludarles, hasta que uno de ellos tomó la iniciativa de hablar, orgulloso de su valentía. En respuesta, todo cuanto el chico recibió fue una heladora mirada por mi parte.

*Silencio*

Di unos pasos al frente y empecé a pasearme alrededor de cada uno de los reclutas, escrutando cada detalle de su anatomía y distinguiendo con recelo los matices que exhumaban los colores de sus auras, dejando al bocazas (Joe) en último lugar.

Era tan bueno como cualquier otro. Puede que no me engañara respecto a su antigüedad.

Me puse en frente suyo en actitud desafiante a pesar de que mi estatura era ostensiblemente más reducida que la de la mayoría.

Hice un ademán con la cabeza señalando el suelo donde el aspirante debía arrodillarse y extendí mi mano mostrándole los anillos sin decir una palabra.

“¿Has dicho que eras obediente? Demuéstralo”

El hecho de que el Padre Stein fuera un viejo, ayudaba a que lo de arrodillarme no fuera tan díficil. Como les gustan estas cosas a estos viejos de mierda pensé con una sonrisa, tomé su mano y besé su anillo. No levanté la mirada porque me sentía como esas prostitutas chupa-pollas. Ya era suficiente humillación. Extramente viendo el pulido de sus zapatos, hubiera preferido besarlos a lo de su anillo. 

Satisfecho con la reacción del chico, mi voz grave resonó como si saliera de las profundidades de un abismal pozo negro.

- ¿Cuál es tu nombre y hasta donde estás dispuesto a llegar para hacer cumplir los deseos de nuestro Padre Oscuro?

-Mi nombre es Joe, y me gusta que me digan Joe Pander o Joe el Pander- aclaré al Padre Stain- daría mi no-vida por la causa de la Espada- esa era la respuesta correcta, la realidad podría ser más complicada obviamente- y el Padre Oscuro si así fuera necesario. Nunca he tenido el honor de ser Paladín, por lo que para mi lo sería todo-

Stain seguía eminentemente serio

- Bien, porque este es justamente el precio que exige nuestro Padre.

Y elevando la voz para que el resto de Panders allí presentes lo oyeran. 

- Caín escucha tus plegarias y esta noche satisfará tus anhelos. Si tu devoción es verdadera, repetirás conmigo el juramento:

"Yo Joe Pander, prometo defender a la Secta, su legítimo clero y sus sagradas metas, en nombre del Padre Oscuro."

-"Yo Joe Pander, prometo defender a la Secta, su legítimo clero y sus sagradas metas, en nombre del Padre Oscuro."- no me levanté de mi lugar porque así no me lo había ordenado el Padre Stein, sin embargo no me agradaba seguir de rodillas. Lo dije en voz alta, como para que los "otros" escucharan bien. Al final, me saldría con la mía quizás, me sorprendía que ninguno se hubiese atrevido a intentar partirme la cabeza tras haber insinuado que eran unas basuras. Quizás porque sabían que lo eran. 

Seguí con el juramento: 

-" Estabilidad mediante disciplina. Unidad mediante constancia. Victoria mediante implacabilidad. Probaré mi valor. Lo juro sobre el altar de Caín."

Y mientras esperaba que el chico terminara de repetir las palabras, puse la mano en la parte interior de mi chaqueta, sosteniendo mi bastón debajo del brazo. 

De su interior saqué una estaca ceremonial y la levanté en alto, mostrándose la a los presentes. 

-Levántate.

Le dije a Joe en tono más bajo. 

- Ofreces tu no-vida a Caín, y éste toma tu ofrenda.

Acerqué la estaca al pecho del chico, apuntándo a su corazón y me dispuse a estacarlo públicamente. 

-" Estabilidad mediante disciplina. Unidad mediante constancia. Victoria mediante implacabilidad. Probaré mi valor. Lo juro sobre el altar de Caín."- repetí y todo iba bien hasta que me pidió que me levante, instintivamente uno retrocedería ante una situación así. Sin dudas parecía ser una prueba, pero era una prueba que no me gustaba nada. Sin embargo de nada serviría la humillación pública si no me arriesgaba. El tipo quería probarme y no iba a ser tan cobarde de no aceptarlo. Si me iba a matar, al menos no me iría sin un poco de estilo, así que aunque fuera innecesario con mis manos desgarré mi camisa perfectamente planchada dejando mi pecho algo peludo al descubierto para que pueda clavar la estaca y lo miré a los ojos sin decir nada. 
 

La madera encerada punzó la piel del Pander, atravesando la carne y partiendo en dos su corazón con un golpe seco sobre su pecho. Durante la entera ejecución del salvaje rito, el sacerdote mantuvo un rictus inalterable.

Sin soltar la mano de la estaca que estaba paralizando al chico, abrió la palma sobre el rostro inmóvil del vampiro.

- Yo lloré lágrimas de amor cuando, con mis útiles puntiagudos, sacrifiqué aquello que era la parte primera de mi alegría, mi hermano. Y la Sangre de Abel cubrió el altar, y olía dulce mientras ardía. Pero mi padre dijo: "Maldito estás, Caín, quien mataste a tu hermano. Como yo fui expulsado, Así lo serás tú."

Entonces, la estaca salió nuevamente del cuerpo de Joe y el sacerdote la sacudió hacia el suelo para no mancharse con la sangre que goteaba.

Lo primero que pudo ver el chico al salir del tropor fueron los hundidos ojos de Stain clavados en los suyos.

El ritual había terminado.

- Prepara tus cosas. En breve partiremos hacia Alaska.

Quedé con mis ojos abiertos como platos al estar con la estaca clavada. Era la primera vez que me pasaba esto o al menos que lo recordara. ¿En qué había pensado? Sin embargo, tras algunas palabras la estaca volvió a salir. No puedo decir que respiré aliviado, pero casi. Ahora me sentía mucho mejor, más tranquilo. Los ojos de Stain intensos al verlos allí al salir de ese estado me provocaron algo de terror, sin embargo pude sorportar todo. Sentía mi sangre fluir de dentro mio y me apresuré a curar mis propias heridas y ponerme de pie. 

-Si señor- dije al Padre Stain mientras terminada de recuperarme tanto física como mentalmente. Tendría que sacar el celular y avisar a mis amigos pandilleros que me prepararan una recepción en Alaska. La banda estaba también allá y sería bueno contar con ese apoyo.