Partida Rol por web

No es muy díficil desarmar al sorprendido Hitsuo. Tras un golpe seco con el píe de Suzume, su katana describe un arco desde su mano al suelo. Y antes de que pueda moverse un centímetro para alcanzarla, la katana de Suzume ya se encontraba amenazadoramente cerca de su cuello. Hitsuo suelta un breve chillido histérico casi ahogado. 

- S-se razonable, Suzume. - Dice Hitsuo, nervioso. - Los dos queremos saber que acaba de pasar, ¿Verdad? A-además, aún tenemos que hablar. H-has dicho que me juzgaran en Tres Cráteres, ¿No? - Parecía cada vez más desesperado. El instinto de Suzume le indicaba que aquel hombre ocultaba algo. 

Suzume emite un sonido de negación y aprieta la katana un poco más sobre la piel del traidor.
-Hasta que no empiece a hacer aguas no nos vamos a mover de aquí a no ser que me digas lo que quiero oir. Yo tengo toodo el tiempo del mundo asique cuentame... ¿Qué cruza por tu mente? ¿Qué vas a contarme para que perdone a una sucia rata traidora?

- ¿Que que es lo que te voy a contar? - Dice Hitsuo incrédulo. - Pues verás... - Comienza a decir, aunque no puede quitar la vista de la katana que amenazaba con quitarle la vida con un leve movimiento. - ¿Q-que es lo que quieres saber? - Vuelve a mirar a Suzume, sin embargo parece atento a otra cosa. En el exterior volvían a escuchar sonidos, golpes secos y pequeños impactos (Seguramente de bolas de fuego). La batalla seguía su curso.  

-¿Por qué ayudas a Nueva Emphart a cazar piratas?
Dice Suzume sin bajar la guardia. Se plantea si no será más práctico degollarlo y acabar con su miserable vida pero necesita saber.

Hitsuo tarda bastante en responder, cómo si valorara sus posibilidades. Y al final termina por hablar, algo inseguro. 

- Ya te lo he dicho, a diferencia de los cientos de piratas que se han lanzado al mar, yo quiero sobrevivir. - Frunce el ceño. - No somos rivales para la Nueva Emphart, tu misma lo debes de saber ya. Nos están usando cómo alimento para sus Vinculistas. O nos unimos a ellos o acabaran con todos nosotros. Si queremos sobrevivir, no tenemos otra opción que colaborar. 

De nuevo, Hitsuo hablaba con Suzume pero parecía bastante pendiente de los sonidos de la batalla. Cómo si estuviera haciendo tiempo para que algo le salvara. 

Suzume soltó un suspiro exagerado
-Me aburro. ¿Sabes cuánto me cuesta matarte? Ni te enterarías. Asique vamos a jugar a un juego. ¿A ti te gusta tu vida, verdad? Pues dime algo que no sepa y la conservarás. Soy benévola, me vale cualquier cosa útil que aún no sepa. Pero no juegues porque a mí esa vida que atesoras me importa una mierda.

Hitsuo traga saliva con tanta fuerza que Suzume puede ver cómo la misma le baja por el cuello. Se queda en silencio. Abre la boca en varias ocasiones para hablar pero de pronto la cierra. Lo que fuera que estuviera ocultando le estaba haciendo decidir entre contarlo o la muerte.

- N-no... No debo... - Dice por fin. Mira a Suzume, de pronto aterrorizado. - Si no te lo cuento moriré... pero si te lo cuento moriré igualmente. No merece la pena...

Los sonidos de la batalla se habían vuelto a atenuar, y Hitsuo parece darse cuenta de este detalle. De pronto frunce el ceño, y parece hablar movido de una rabia que se estaba reservando.

- ¿Sabes que? Aunque te lo diga nada va a cambiar. Ganes o no está batalla, los piratas llegarán pronto a su fin y eso es lo que único que vas a saber de mí. - Armándose por fin de valor, dice con decisión. - Mátame. Quizás en vida fui siempre un cobarde... Pero me niego a morir también cómo uno. 

-Vaya...con que sí que tienes algo que contar.
De un golpe seco Suzume le cortó un dedo de la mano que tenía pegada al suelo.
-¿Seguro que quieres que siga? La batalla va para largo y lo siguiente será un ojo. Después puede ser que tu miembro inútil y viejo. Y quizá aún estés consciente cuando te desgarre el ano...

Hitsuo suelta un alarido de dolor cuando la katana cercena su dedo con suma facilidad. Tras soltar varias maldiciones y e insultos dirigidos a la falta de honor de los piratas (Con peores palabras), parece que el mismo sigue negándose a hablar. Su expresión parecía querer gritar determinación, pero Suzume podía saborear ya el temor en su interior.  

Además, estaba harta de aquel cansino viejo, así que antes de que Hitsuo tuviera tiempo siquiera para repensarselo, ya le apuntó con la katana hacía uno de los ojos. Retiró el codo un poco hacía atrás para dar carrerilla a la puñalada y justo en el instante en el que iba a moverlo hacía adelante, Hitsuo comenzó a gritar con los brazos en alto. 

- ¡Basta! ¡Basta! - Dice de forma desesperada. - ¡Hablaré! ¿Vale? Eso es todo lo que quieres, ¿Verdad? - Parece que hace acopio de valor antes de soltar sus siguientes palabras. - Nosotros sólo somos los refuerzos. Tokumoro-Tze partió con un barco repleto de Vinculistas días antes que nosotros. ¡Por eso te digo que los piratas ya no tienen ninguna oportunidad! Da igual lo mucho que corras, Suzume, cuando llegues a Tres Cráteres ya no habrá nada que salvar. 

A Suzume se le congela el rostro por un instante en un rictus de horror. Evita un instante su primer impulso de correr a la cubierta y un toque certero deguella a Hitsuo. No espera ni a que se desangre y corre hacia la cubierta del barco.

Casi de forma inconsciente, Suzume agarra la katana de Hitsuo y se la cuelga del cinto. Cuando se da la vuelta para salir lo único que puede escuchar es cómo la cabeza de Hitsuo cae rodando al suelo y la prostituta arrinconada suelta un grito horrorizada al contemplar la escena. Pero aquello ya no era importante, sin mirar atrás, sale de la habitación para encontrarse sorprendida cómo parte del techo del pasillo se había hundido y los rayos de luna entraban por los agujeros. Había rastros del inicio de un incendio en algunas de la habitaciones, pero parecía que el ambiente seguía estando tan frío cómo cuando había abandonado la batalla entre Vinculistas. 

Por suerte para ella, las escaleras hacía la cubierta seguían ahí, así que Suzume corre hacía el exterior, que se mantenía en un extraño silencio. Una vez que esta fuera, Suzume puede tener una visión periférica de toda la situación. 

Apenas había rastro ya de los colmillos que había visto aparecer con anterioridad, que ahora estaban destruidos o disminuidos. Aquí y allá podía ver en la cubierta esquirlas de hielo o llamas esparcidas. En el centro de la cubierta había ahora un gran agujero, producto de la explosión que seguramente había escuchado antes. A un lado del agujero estaba el Vinculista al que Suzume le había cortado la mano. Ahora agarraba con su mano restante el cadáver de Apoh por el cuello. 

- No olvidaré este insulto, Karma. - Decía lleno de rabia en ese momento. - Mandarme un vulgar esclavo a por mí. Manchas cualquier honor que pudiera quedarte. - Suelta a Apoh cómo un peso muerto en el suelo. 

Karma estaba al otro lado del agujero, en pie pero bastante debilitada y cansada. Parecía que lo único que la mantenía en píe era su rabia. Presentaba quemaduras graves en muchas partes del cuerpo, y apenas estaba cubierta por ropa ya.

Al fijarse en Karma, Suzume también se fija en dónde estaba Kamil. Tumbada en el interior del agujero, parecía haber perdido la consciencia o al menos tenía los ojos cerrados, pero su pecho se movía... Al menos ella seguía viva.

No muy lejos del agujero estaba los restos de los otros dos Vinculistas que habían enfrentado Kamil y Apoh, parecía que el único que seguía en pie era el jefe (Que lamentablemente no presentaba ninguna herida de gravedad ni rastro de cansancio). 

Aún aturdida, Suzume no puede evitar girar la vista hacía su barco, del que ya no provenían sonidos de batalla. La escena a primera vista no parecía prometedora, muchos de sus hombres habían caído, heridos de gravedad o incluso muertos. Pero la batalla ahí había terminado ya que al menos todos los hombres de Hitsuo habían caído también. La única que seguía en posición para seguir luchando a pesar de sus heridas era Vleis, alzándose en la cubierta cómo la mayor protección que le quedaba al barco. 

Y entonces pudo verlo... Y la sangre de Suzume comenzó a hervir con la furia de un volcán. Rodeado de un pequeño corro, entre los que se incluían Nick, Sizuka y Takato, estaba el cuerpo de uno de sus hombres de más confianza. Dante había muerto, atravesado por una espada (Aunque también presentaba graves quemaduras). Apenas pudo aguantar la visión antes de centrar de nuevo la vista en el enemigo que seguía en pie. 

El Vinculista Jefe miraba a Karma y parecía estar cargando un nuevo ataque. Estaba de espaldas a Suzume. 

Cegada de rabia, Suzume se lanza, katana en mano lo más silenciosamente que puede sobre el vinculista. Ésta vez no puede fallar, tiene que atravesarle. Y si no al menos le distraería lo suficiente como para que KArma aplastase su cabeza de demonio contra el suelo del barco.

Suzume corre lo más rápido que puede para darle el golpe de gracia al Vinculista. Por desgracia para ella, cuando se abalanza con su katana, estando a escasos centímetros de él, el mismo se da la vuelta. 

- ¡No volveré a caer en el mismo truco, estúpida pirata! 

Al mismo tiempo que la katana se acerca peligrosamente al cuerpo del hombre el mismo zarandea una mano con desdén y Suzume es impulsada hacía atrás por una fuerza sobrenatural. Sin embargo, la katana acaba de hacer su recorrido sin tocar a su objetivo, y de la misma forma que Suzume lo había presenciado con la katana de Hidenori, una onda de energía sale despedida del hilo de su katana. Dicha onda de energía, sin embargo, parecía mucho más débil que la que Hidenori había liberado, y desde luego no abarcaba tanta área. 

El Vinculista se echa a un lado, sorprendido ante este ataque inesperado. La onda pasa por encima de cabeza, pero el Vinculista se mantiene alerta, cómo evaluando si era buena idea lanzarse al ataque o esperar a ver si Suzume tenía más trucos bajo la manga. 

Y de pronto un sonoro *crack* retumba en el barco y uno de los colmillos de hielo, partido por la mitad por culpa del golpe de la onda de energía, se precipita hacía abajo. Por la dicha del destino, el colmillo se dirige directo hacía el Vinculista que sin tiempo para rechazarlo es atravesado por completo por detrás. A pesar de la gravedad de esta herida, el mismo seguía en píe... Pero Suzume no perdió el tiempo.  

Una par de zancadas fueron suficiente para abalanzarse de nuevo hacía el Vinculista y degollarlo. La sangre comenzó a manar al mismo tiempo que su cabeza salió despedida. Y de la herida surgió algo más, algo que Suzume no podía ver a simple vista, cómo ondas de calor que fluían directas hacía su katana. Cuando el flujo terminó, Suzume pudo sentir el calor que provenía de la misma, cómo si luchara por ser liberado. 

Exhausta, Suzume miró a su alrededor, ante la estupefacta mirada de sus hombres. La batalla había terminado al fin y las sonrisas parecían que estaban comenzando a aflorar en los rostros de sus camaradas. Cuando los gritos de jubilo comenzaron, Suzume no los acompañó, pues ella sabía ya algo que el resto desconocía. Con la mirada fija en el horizonte, pensó si aquello era realmente una victoria o sólo el paso previo a lo que estaba por venir... Eso sólo lo descubriría una vez que regresara de nuevo a Tres Cráteres.

[FIN DEL CAPITULO 3]