Partida Rol por web

Nothgoth - Memento Mori

Capítulo 4: Malas compañías

Cargando editor
22/11/2016, 23:04
Braig

Braig parecía bastante aturdido ante el melancólico recital que acababa de soltar Erina. Al cabo de unos segundos, algo inseguro, dice:

- Vaya, gracias. - Sonríe. - Me alegra haber sido de ayuda, sin duda tus palabras son inspiradoras y ansío probar ese jabalí, pero... - Pone cara de preocupación. -  Eso casi ha sonado a una despedida. No creo que sea tiempo aún de pensar en esas cosas... Todos deberíamos luchar por nuestro futuro hasta el final, ¿No crees? Si bien muchos se han convertido en heroes a partir de los sacrificios que han hecho, eso no quita que hayan sobrevivido lo suficiente cómo para que sus sacrificios hayan sido recordados. 

Cargando editor
29/11/2016, 19:49
Erina Goldspark

-Tienes razón, tienes razón.-, asiente. -Pero es importante que la causa sea la correcta y que el corazón esté en el lugar adecuado. Y... Sin importar qué tan grande sea el problema, tiene que haber una forma de hacerlo caer antes de que sea tarde.-, frunce el ceño, determinada. -No es ninguna despedida: ¡Vamos a comer un buen estofado, cuando tengamos la oportunidad! Pero primero hay que hacer suficientes buenos actos como para merecerlo.

Se alista un poco y le sonríe. -Voy a seguir con mis quehaceres. Nos vemos pronto.-

Cargando editor
29/11/2016, 21:47
Director

Aunque parecía algo aturdido por las prisas de Erina, Braig se despide de ella y le desea suerte durante el día. Mientras Erina se alejaba no pudo evitar sentir cómo la culpa la recorría... Aunque Braig no lo supiera en ese momento, aquella sería la última vez que la vería en mucho tiempo... O quizás jamás se volvieran a encontrar.

A pesar de lo rutinario del día de su partida, Erina acabó mucho más estresada y agotada que nunca. El pensamiento de que en cualquier momento aparecería Mr. Salzinni para decir que algo había salido mal no dejaba de atormentarla. Pero a pesar de sus miedos, la media-noche llegó, y tal y cómo habían acordado, se reunieron en los establos cada cuál con sus respectivos equipajes. La perspectiva de robar un caballo no era de lo más atractiva, pero no iban a llegar muy lejos sin él. El grupo aprovechó el cambio de guardia para colarse y se dividieron en varios grupos de jinetes cómo si de una patrulla cualquiera se tratase (No les convenía que nadie les viera salir corriendo del campamento). 

Cuando la distancia entre ellos y el campamento fue suficiente, pusieron a los caballos al trato y se reunieron en un punto alejado de la mano de Kihn, pero fácil de encontrar a juzgar por sus características. Allí pasaron los que le quedó de noche y repasaron una vez más la ruta a seguir a juzgar por el camino que estaban tomando los Golem. Por suerte para ellos, según cómo se mirara, los Golem estaban siguiendo una dirección bastante definida... Así que si iban en la dirección contraria, tarde o temprano deberían encontrarlos de frente. 

El viaje no comenzó demasiado prometedor. No habían podido rapiñar demasiados suministros y los pequeños pueblos por los que pasaban apenas tenían cosas a la venta pues temían quedarse sin suministros para el invierno que estaba casi al caer. Sin embargo no tuvieron tiempo de pasar hambre antes de que la acción llegara hasta ellos.

Fue durante la mañana del tercer día de viaje cuando de pronto Erina sintió un escalofrío mientras que estaba tumbada en su saco. Al principio no le presto demasiada atención puesto a que el frío había sido su compañero durante los últimos días. Sin embargo, el escalofrío no tardó en convertirse en algo continuo, cómo la sensación que el polvo llevado por el aire producía al rozar la piel. Erina, consciente a lo poco natural que era aquello, cerró los ojos y se concentró. Y entonces pudo sentirlo en la distancia, una masa sin forma que avanza a gran velocidad a una distancia considerable de allí. A medida que la masa se movía, podía notar que no era una única entidad, si no que se trataba de cientos de entidades distintas de diferentes formas y tamaños. 

Erina abrió los ojos, se incorporó y la energía desapareció de su mente. No veía nada en la lejanía, no escuchaba nada, no sentía nada... Fuera lo que fuera aquello, sólo podía sentirlo. Estaba segura de que sólo podían ser los Golems y sin embargo había algo extraño en ellos... Su velocidad. Sólo se había encontrado con Golems una vez durante su viaje, pero en dicho encuentro había podido comprobar que eran tan lentos y torpes cómo indicaban los escritos sobre ellos. Los seres que había sentido eran rápidos y parecían organizados... 

Erina volvió a cerrar los ojos. Si, podía seguir el movimiento de aquellos seres de nuevo, podía incluso imaginarse su trayectoria. Se aseguró varias veces pero no tardó en estar segura... No iban a pasar por allí. Tendrían que alcanzarlos ellos. 

Volvió a abrir los ojos y miró a su alrededor. Sus compañeros aún dormían salvo por Cormac y Samantha que habían ido a buscar leña para una hoguera matutina.