- Tu "condición", eh... - Dice Crow, tras lo que se ríe por lo bajo, aunque termina tosiendo. - ¿Me vas a venir con el mismo cuento que el resto? ¿Quieres que te perdone porque no estabas al pleno uso de tus facultades? - Levanta la mirada, a pesar de la sonrisa Silvano podía sentir el peligro que emanaba de Crow al mirarlo a los ojos. Ojos llenos de ira. - No me hagas reír, Sil. En lo que a mí respecta nunca has estado al pleno uso de tus facultades. - Pequeña pausa. - ¿Y sabes que? Quizás ya también me encuentre en una "condición". - Dice la última palabra entrecomillandola con la mano. - No se si podré controlarme.
Arc mira hacía otro lado, incómodo. No parecía sorprendido ante las declaraciones de Crow.
- Osadas palabras para alguien que está encadenado. -dice Silvano cerrando el cajón de mierda para así evitar reproches. No estaba allí para intentar justificar quién de los dos había sido menos incauto. -¿Y este es tu plan de futuro? ¿Escudarte en la ira para justificar tus acciones? -entona con pesar mientras mira de reojo a Arc. Da un paso al frente para agarrar uno de los barrotes de la celda con intención de observar más de cerca a Crow. - Soy un perro sinvergüenza que ladra bajo la mesa de su ama por un par de migajas de pan. - Dice con especial tono despectivo hacia su persona. - Tú, uno que antepone sus necesidades a las de su señor. Pero si mis palabras no van a convencerte, quizá tenga que hacerlo el azote de la realidad. - pequeña pausa dramática. -Pero la realidad es cruel y en ocasiones exige sacrificios. - baja la voz notoriamente para que solo le escuche Crow. - Ya sabes lo que les pasa a los perros rabiosos, que esperan su turno como corderos que se dirigen al matadero. Tú eliges qué tipo de perro ser. - Dice volviendo a alzar la voz con esa última advertencia.
Crow tarda unos segundos en reaccionar a las palabras de Silvano, pero cuando lo hace es para reírse de forma sonora.
- Oh, Sil, tu insensatez nunca deja de sorprenderme. - Dice aún entre risas. - No sólo tú... - Continua riendo. - ¡Tú! - Repite en alto, remarcando esa palabra mientras que señala a Silvano y muestra una sonrisa de loco. - ...Me vienes con lecciones de moral si no que además terminas tu embriagador discurso con una advertencia que suena especialmente amenazadora. - Se ríe un par de segundos más, aunque a un ritmo más pausado. Entonces se arrastra un poco en la celda, lo poco que le permitía su muñeca encadenada y también susurra para añadir. - Visto que de dar consejos va la cosa, te voy a dar yo uno a ti. - Su sonrisa desaparece por completo de forma instantánea y sentencia. - Rectifica en este instante tus palabras o aquí y ahora yo firmaré tu sentencia.
Silvano se queda unos segundos estupefacto ante la risa de Crow y busca con la mirada a Arc y el guarda para que sus rostros corroborasen aquella situación. La última advertencia de Crow parecía demasiado real pese a que contra todo pronóstico, el hombre no tenía nada que hacer contra Silvano en aquella situación. Quizá esa era su mejor baza, una falsa debilidad difuminada con un tupido velo. Quizá tuviera un arma escondida, quizá no estuviese tullido, quizá pudiera abrirse un camino entre los barrotes oxidados, o quizá pudiera usar magia, quién sabe. Silvano optó por redirigir la conversación hacia un terreno más seguro. Soltó el barrote de la celda tras comprobar el óxido en su mano y retrocedió un par de pasos. -¿Qué diferencia habría entre matarme ahora o hacerme daño más tarde? Si de verdad quieres acabar conmigo, este es un buen momento como cualquier otro. Por contra, si me estás dando esa opción, entiendo que todavía puedo salvarme. -indica Silvano arqueando la única ceja que estaba mostrando.
La mira de desaprobación que le dedicaba Arc a Silvano en esos momentos dejaba claro que no estaba nada conforme con la forma en la que Silvano estaba llevando la situación. A parte de esto, miraba con nerviosismo también a Crow, cómo si temiera que fuera a salir de la jaula en cualquier momento. Y no sólo él, también el adormilado guardia había girado su silla para observar con más atención lo que estaba ocurriendo.
La sonrisa de Crow desaparece tras las últimas palabras de Silvano.
- ¿Estás intentando jugar conmigo, Sil? ¿Piensas que mis amenazas son vacías? Te estoy dando una segunda oportunidad. - Su rostro se vuelve más sombrío y amenazador. - No la desaproveches.
Silvano se queda observando a Crow en la distancia, impasible como una montaña ante una ráfaga de viento. Resopla para sus adentros con intención de acelerar la conversación y vuelve a arremeter con su cantinela.
-Mira, si tienes que decir algo en claro, suéltalo ya porque me estás atacando los nervios. Déjate de insinuaciones y acertijos, que tengo otros menesteres que atender. -pequeña pausa para adoptar una pose más humilde con los brazos relajados. -Sé que las disculpas no curan miembros atrofiados, pero sin con ello consigo aplacar tu ira, espero que sepas encajar la mía. Lo siento. -dice desviando la mirada en dirección opuesta de donde se encontraban Arc y el guardia. Tampoco estaba muy encarado mirando a Crow.
La mira de Crow se mantiene fija en Silvano durante unos segundos, cómo si pudiese ver en su interior y lo analizara en profundidad. Y de pronto, cierra los ojos y sonríe. Con naturalidad, se aleja de los barrotes lo mejor que se lo permite su muñeca encadenada y se vuelva sentar allí dónde Silvano lo había encontrado. Se queda en silencio.
Silvano se queda por momentos sin saber cómo reaccionar. No sabía si encajar alguna otra palabra con Crow o quedarse ahí esperando a que este le dijera algo. Optó por la comodidad del silencio y dio media vuelta en dirección a la salida.
-Ahora todo depende de ti... -dice antes de que Crow pudiera perder el campo vocal de Silvano. Dicho esto, al encontrarse con Arc, Silvano gesticula una pequeña seña con la mano en señal de que iba a subir con intención de abandonar el lugar.
Si Crow había escuchado esas últimas palabras de Silvano, no daba señales de ello. En silencio, Silvano se aleja de la celda y tras hacerle un gesto a Arc, ambos se marchan de las mazmorras. Mientras que subían las escaleras, Silvano no puede evitar fijarse en Arc un par de veces. Sobraban las palabras para darse cuenta de que no estaba nada contento. Una vez terminan de subir las escaleras y están de nuevo en el recibidor, se encara hacía Silvano.
- ¿Se puede saber en que estabas pensando allí abajo? - Suelta con seriedad, en tono incriminador. - Tenía entendido que tu intención era arreglar las cosas.
Ante la declaración de Arc, Silvano se encoge de hombros y mira al suelo con arrepentimiento. Desde luego la reacción de Arc estaba más que justificada, al menos la comprendía.
-Me ha podido la soberbia y la ira. Ante tanta arrogancia no me ha quedado otra que pagarle con la misma moneda. Aunque si él tuviera que cobrarse la misma deuda... -silencio incómodo. Silvano no sabe a dónde mirar para huir de la escena con la vista. -Al menos se ha calmado, no sé cómo tomarme todo esto.
- ¿Calmado? - Dice Arc, poco seguro. - No estoy seguro, tu has pasado más tiempo con él... Pero desde mi punto de vista eso parecía la calma antes de la tormenta. - Suspira. - No se que vamos a hacer contigo, Sil... Crow puede ser un poco irritante a veces, pero tenía sus motivos para estar cabreado. No era el mejor momento de contrarrestar la hostilidad con más hostilidad.
-Puede que me haya sobrepasado con mis palabras. Reconozco que podría haber abordado la situación desde otro punto de vista. Pero ahora ya es demasiado tarde. Será mejor que deje a Crow con su soledad iluminadora, al menos durante esta noche. Mañana será otro día. -dice mientras retoma el paso para abandonar ese tema. Necesitaba ver a Ariadna con urgencia para aparcar ese capítulo de su vida. Todavía no había comprobado con sus propios ojos que estuviera viva.
Aunque Arc no parecía del todo satisfecho con la bronca, era evidente que él tampoco tenía demasiadas ganas de continuar con el tema. De nuevo bajo la lluvia, Silvano y Arc regresaron hasta la posada, y sin pronunciar apenas palabra, Arc guió a Silvano hasta una habitación diferente. Allí estaba Loth leyendo tranquilamente un libro y tumbada en una cama estaba Ariadna. Su aspecto era algo enfermizo y su pelo era un revoltijo alborotado, y a pesar de ello, Silvano seguía viéndola tan pura cómo siempre. Al verlos entrar, Loth se levanta de su asiento, mira a Arc y le hace un gesto con la cabeza para salir. Entonces se dirige a Silvano.
- Os dejo a solas... - Dice con su habitual tono pasivo. Entonces sigue a Arch hacía fuera de la habitación y cierran la puerta detrás de sí.
A solas con Ariadna, Silvano se aproxima a la cama para mirar a su amada de más cerca. Es entonces cuando comprueba horrorizado la cicatriz que rodeaba ahora el cuello de Ariadna cómo si de medio collar se tratase. Sin duda una herida así debería haber sido mortal... Y sin embargo, Silvano podía escuchar la pausada respiración de Ariadna y podía observar que la herida tenía el aspecto de haber cicatrizado hacía ya mucho tiempo. ¿Cómo era posible algo así?
Cuando Loth cerró la puerta, Silvano sintió que se deshacía de una pesada carga. Por fin estaba a solas con Ariadna. Ahora podía comprobar con sus propios ojos cómo se encontraba la chica. Sintió una enorme impotencia al verla tendida de aquella forma tan zarrapastrosa, sin apenas un atisbo de color en sus mejillas. Se acercó a la mitad superior del torso de Ariadna y contempló con tristeza la nueva marca que teñía ahora su piel. Fugaces recuerdos del campo de batalla invadieron la mente de Silvano; a Sweet Lust manipulando su cuchillo con alevosía. Su risa se clavaba en sus tímpanos y nada más que recordaba la espeluznante carcajada de la sombra sonriendo con sus fauces de forma demencial. Recordó entonces la herida de su ojo, horrorizado y entre sudores, como si hubiera despertado de una pesadilla. Se palpó la venda para corroborar que todo aquello había sido real y no fruto de un sueño distante.
Volvió sobre sí, y sintió la necesidad de comprobar la naturaleza de aquella cicatriz. Acercó su cara a la garganta de Ariadna y posó sus rasposos labios sobre el relieve de la cicatrizada piel. Cerró los ojos y siguió el contorno que describía la cicatriz, comprobando sus constantes vitales con la sensibilidad que ofrecían sus labios. Al acabar, se alejó con dos palmos de distancia de Ariadna y volvió a abrir los ojos. A pesar de estar tan cerca de ella, la notaba muy distante debido a su inmóvil condición. No sabía del todo lo que iba a pasar con ella ni bajo qué circunstancias despertaría de su letargo. Recordó entonces retazos de otra época mejor, donde se dedicaba a perder el tiempo mirando las nubes del cielo e imaginando sencillas formas junto a Ariadna. Ahora todo eso quedaba bien atrás, lejos, enterrado bajo una senda de pasos irreversible que no se podía desandar. Miró a Ariadna con su único ojo bueno, dedicándole un vistazo mezcla de lo melancólico y lo melifluo. Acercó sus entumecidos dedos al rostro de Ariadna y se acomodó en el umbral de la cama para poder cogerla mejor. Adaptó su magullado cuerpo al de la chica, encajándolo como una sola pieza que tiritaba de miedo y de dolor. Mientras la acurrucaba entre sus brazos, se dió cuenta de lo cerca que había estado de perderlo todo, no solamente su vida, sino la de Ariadna también. Se quedó quieto en el sitio, realizando movimientos minúsculos para no perturbar la paz de la habitación. Únicamente le apartaba con la mano el pelo que le caía a Ariadna sobre la cara, esperanzado con que despertase con aquellos pequeños estímulos sobre su tez mientras la seguía meciendo con el otro brazo. Al final solo, el tintineo de las gotas de lluvia sobre la ventana y el sollozo ahogado de Silvano rompían el silencio de la estancia.
Segundos, minutos, horas... La percepción del tiempo desapareció por completo para Silvano el tiempo que se pasó tumbado al lado de su amada. La realidad se distorsionó entre recuerdos y realidad mientras que el acariciaba de forma metódica el pelo de su amada. Tal era su falta de fluidez en aquellos momentos, que cuando sintió una perturbación en la cara de Ariadna fue cómo despertar de un sueño. Era algo líquido... Miró a su amada con el corazón en un puño para darse cuenta de pronto de que sus ojos estaban abiertas y que dos finos regueros de lágrimas corrían por los costados de su blanquecina cara.
- Sil... - Dijo con una débil voz. Casi sonaba lejana... Cómo si se tratase de una ilusión creada por la mente de Silvano de ver a Ariadna despertar. - Oh Sil... - Añadió la voz, reafirmando su presencia en la realidad. - Sil... - Una mano lenta y temblorosa subió hasta tocarle la cara a Sil. - ¿Que ha pasado? ¿Q-que te han hecho?
La noticia llega a Silvano como un milagro esperanzado. Al principio no da crédito a sus sentidos, pero poco a poco ve materializada la idea que se había estado forjando en su mente horas atrás; Ariadna estaba despierta. Se quedó aturdido unos segundos, clavado en el sitio sin saber cómo reaccionar, pero un je ne sais quoi lo arrancó del velo y le devolvió su conciencia. Empezó a abrazar a Ariadna con cierta presión de más, como si tuviera miedo de que se esfumara si aflojaba un poco. Temblaba un poco en el sitio, presa de la emoción de ver a la chica despierta. Tenía el rostro congestionado y su voz se negaba a salir de su garganta. Finalmente pudo emitir un par de atemorizadas palabras.
-Nada que se pueda comparar a lo que te han hecho a ti. ¡Estás viva! ¡Estás viva! -se limitaba a decir con repetición entre breves pausas marcadas por una respiración mocosa. Seguía manteniéndola entre sus brazos, cobijada entre el vaivén que describía su cuerpo.