Nick agarra el arma que le ofrece Suzume con fuerza y asiente con firmeza. Suzume era consciente de que aquel niño no estaba preparado para aquello y sin embargo no se veía capaz de dejarlo atrás. Al fin y al cabo, tanto en la victoria cómo en la derrota, Nick jamás se perdonaría no haber intervenido.
Aunque estaban en su hogar Suzume tuvo que ponerse en el papel de que estaban en territorio enemigo, así que decidió que avanzarían en silencio y se comunicarían mayormente con gestos. El grupo comienza su marcha en parte guiados por los sonidos de la batalla y en parte guiados por lo que Kamil y Karma podían percibir en el ambiente. Kamil viajaba delante de todos, tras ella iban Suzume, Vleis y el hombre al que le había confiado la tercera katana, más atrás viajaban el resto de los hombres y al final de todos estaban Karma y sus cinco esclavos.
Tras rodear varias de las viviendas que presentaban destrozos, el grupo llega a una calle que desembocaba en el puerto. Allí el grupo escucho voces.
- ¡Sabemos que estáis ahí, no sirve de nada esconderos! - Era la voz de un hombre encapuchado, uno de los demonios.
Por un momento se tensó al pensar que los habían descubierto tan pronto pero entonces se dio cuenta de que el encapuchado no miraba en su dirección, si no que estaba rodeando una casa que aún seguía en pie. Cerca de allí había otro encapuchado que registraba los cadáveres del suelo con aspecto de aburrimiento. Tres esclavos le ayudaban en esta tarea.
Kamil, que se había detenido al mirar la escena, se gira hacía Suzume. Habían acordado en el barco que limitarían el uso de la magia en la medida de lo posible, al fin y al cabo, cuanto más la usaran más sencillo sería que fueran detectados.
Suzume le pregunta mediante gestos a Kamil si nota más demonios cerca además de esos dos. Si no los hubiera, mandaría a Otomo, el portador de la tercera katana a intentarmatar al que registra los cadáveres. Ella mientras tanto atacaría al otro. Daría orden de apuntar mientras tanto. Aunq no fueran efectivas las armas de fuego eran un distractor a tener en cuenta.
Tras cerrar los ojos durante unos segundos Kamil niega con la cabeza pero hace un gesto para indicar que va a rodear la zona para evitar sorpresas. Entonces Suzume le hace la señal a Otomo para que avance por un lado mientras que ella avanza por otro, trazando una especie de trayectoria en forma de pinza.
Suzume se acerca al demonio solitario mientras que Otomo se acerca por detrás al que estaba distraído. Por desgracia un paso en falso en un charco de sangre fue suficiente cómo para alertar a uno de los esclavos. Un grito de advertencia y un brazo levantándose fueron señal suficiente para que Suzume acelerara el paso. Mientras que el demonio que registraba los cadáveres se incorporaba alertado, Suzume corrió detrás del otro y lo atravesó con la katana por la espalda. Una oleada de calor recorrió el filo de la misma mientras que Suzume retiraba la hoja, y mientras el cadáver caía al suelo, Otomo salía precipitado hacía atrás impulsado por una fuerza invisible.
Se escuchó un disparo, y durante un instante, Suzume pudo cómo la bala desaceleraba en el aire hasta caer al suelo por culpa de la fuerza de la gravedad. Nick había sido el que había disparado, algo aturdido y apuntando al demonio que se encaraba hacía el grupo de piratas con los ojos cargados de furia. Los esclavos que lo acompañaban retrocedieron asustados.
Sólo fue necesario un manotazo en el aire para que de pronto el suelo vibrara bajo los pies de todos los presentes y una lluvia de estacas de piedra lloviera sobre el grupo desde el suelo. La mayoría consiguió apartarse o cubrirse, aunque a uno le atravesó una la cabeza y cayó muerto casi al instante. Nick, por su lado, se se mantuvo paralizado en el sitio demasiado tiempo cómo para que moverse ya no fuera una opción. En vez de eso, Vleis bloqueo las estacas que se dirigían hacía él, tocando con su katana alguna de ellas haciendo que se desvanecieran en el aire mientra que las otras se le clavaban dolorosamente en el cuerpo.
Al ver esto, el demonio pareció enfurecerse un poco. Al cabo de unos segundos de concentración, el suelo comenzó a temblar de nuevo.
No tenía hombres ni ganas para regalar. Suzume se precipitó katana en mano hacia el demonio, con esperanza de abortar la nueva oleada de estacas. Recordó el fuego de la katana de Hidenori en la playa, aquel día que parecía tan lejano pero sin embargo sentía tan cerca. Recordó el poder de la katana y el fuego.Deseó con todas sus fuerzas que la katana despertara y se alzara contra el monstruo con la misma rabia que ella sentía.
Cómo si sus plegarias hubieran sido escuchadas, Suzume pudo sentir la energía que se desprendía de su katana mucho antes de ver la llamarada de luz cegadora. Cuando la llamas alcanzaron al demonio prácticamente lo pulverizaron de forma instantánea. Al mismo tiempo, de la misma forma que Suzume había sentido cómo la fuerza se iba, noto cómo una nueva fuerza se apoderaba de la katana.
El suelo dejo de temblar y los esclavos del demonio salieron corriendo despavoridos. Aunque sus hombres lo hubieran visto ya una vez, también estaban petrificados, pero la que parecía más horrorizada era Karma... Su expresión que no acababa de encajar en su estricto rostro. Aceleró el paso para acercarse a Suzume, no parecía demasiado contenta.
- Te dije que te contuvieras al usar ese arma. - Dice en tono de reprimenda, y algo menos estricta añade. - Aunque si hubiera sabido que era capaz de algo así quizás no te hubiera dejado siquiera llevarla encima. La energía que ha desprendido ese arma... - Mira a Kamil, que asiente en silencio, aún algo aturdida. Vuelve a mirar a Suzume. - La intensidad con la que la he sentido ha sido abrumadora. No me cabe duda de que todos los vinculistas que hay en esta isla se han percatado de que aquí ha ocurrido algo. No tardaran en poner este lugar en su punto de mira... Hay que acelerar el paso. El sigilo ha quedado descartado.
Suzume asiente, en parte consciente del que había volado el sigilo pero no pudiendo sentirse culpable. Al fin y al cabo el demonio iba a matarlos a todos.
- Recogemos a los que hay en la casa y avanzamos. - Dicho esto se dirige hacia la casa que asefiaban los demonios. -¡QUIEN SEA QUE ESTE AHI. EN MARCHA, HAY QUE HUIR. - Por un momento se acuerda de Nick. - Con esa pistola no se maran demonios. Espero que hayas aprendido la lección.
Nick asiente, aunque aún parecía algo aturdido con lo que acababa de ver. Los hombres que se escondían salen poco después de que algunos de los que acompañaban a Suzume entraran. Estaban algo malheridos pero la mayoría aún serviría de algo para luchar, Suzume conocía a alguno de haberlo visto bebiendo en una de las tabernas del puerto. Sin mediar más palabra que sus órdenes, Suzume remprende la marcha pero es rápidamente alcanzada por Karma.
- No podemos seguir avanzando con un grupo tan grande. - Dice con seriedad. - Somos un objetivo fácil y creo que a ti ya te ha quedado claro que nuestros poderes no tienen dificultad en afectar a grandes áreas. - Mira un momento hacía atrás. - Muchos de esos hombres pueden ser de más utilidad rescatando y protegiendo a los pocos supervivientes que queden en los alrededores.