Partida Rol por web

La declaración de Phin había desatado el caos en la sala, y a la mayoría les resultaba una locura su decisión... Pero Phin sólo parecía divertirse ante la situación y no era propenso a cambiar de idea. Era algo definitivo.

Por su parte, Koto estaba demasiado confuso para intervenir, desde luego no imaginaba que aquel caos fuera propio de las reuniones de la Mesa. ¿Y que iba a hacer él? Era el nuevo, y el principal sospechoso de estar cooperando con el barco fantasma, desde luego no era el mejor momento para intervenir. Cuando vio que la situación no se podía sostener, se marchó del lugar antes de que todo se complicara más. 

El sueño tardó en llegar para Koto y al despertar la cosa no fue a mejor. 

Pese a la privacidad de la reunión era evidente que la noticia no tardó en estallar como se podía comprobar en el movimiento del puerto esa mañana. Hasta el más débil de los capitanes se veía con fuerzas en ese momento de sentarse en el trono de la Mesa. Algunos se habían marchado corriendo, como si aquello fuera una carrera en busca de un premio. Otros, más cautelosos, iban en busca de alianzas y pactos para unir fuerzas. Y por último, había otra clase de piratas, los que observaban, por supuesto que ellos también se morían de ganas de lanzarse a la mar pero ellos sabían que hacerlo sin ninguna guía era un suicidio. En este último grupo estaban por el momento todos los miembros de la Mesa. 

Como pasear por el puerto parecía una locura ese día, Koto decidió permanecer en el barco, a esperar a que las cosas se calmaran. Pero igualmente pronto tendría que decidir cual sería su próximo movimiento, por lo que tuvo tiempo de sobra para pensar. 

Pero sus pensamientos se interrumpieron ante la llegada de un mensajero. Venía en nombre de Suzume O'Heigh, la hija del rey de los piratas, con la que Koto nunca había intercambiado ninguna palabra. Por el tono de su mensaje parecía evidente que la cosa era urgente, y en pocas palabras especificaba un lugar de encuentro. Pese a la dudas que tenía Koto frente a esta invitación, decidió que sería buena idea informarse de cómo estaba avanzando la situación. Al fin al cabo, ¿Quién estaría más informado que la hija del rey? Con un poco de suerte quizás el propio Phin hubiera sido quien la había mandado. 

Así pues, Koto eligió a varios de sus mejores hombres y se encaminó a través de las caóticas calles del puerto. Por suerte, cuando más lejos se encontraba del mismo, menor era el bullicio de gente. Suzume había escogido una isla que no era propiedad de nadie y en la que pocos se podían fijar. En la costa más cercana a la isla había una barca preparada y un hombre esperando al lado de ella. El hombre le indicó que subiera solo y, en la lejanía, Koto podía ver que en la isla solo había una mujer levantada. Así pues puso rumbo hacía el lugar dejando a sus hombres en la costa.

Tras el corto trayecto, se encontró frente a frente con la mujer.  

Tan pronto como abandonó la gruta, Suzume se puso en marcha. Hizo que le escribieran un mensaje y mandó a Nick a entregarlo. Antes de esperar respuesta, ella ya puso rumbo al punto de encuentro. Lo que necesitaba Suzume ahora era rapidez y si el tal Hidenori no se presentaba pronto ella se marcharía sin más dilación. Al fin y al cabo, Hidenori quizás sería un buen alíado, pero algo le decía a Suzume que ese hombre solo la retrasaría en su objetivo. 

Por suerte, Hidenori no falto a su cita y se presentó en la costa más cercana a la isla con varios de sus hombres. Suzume estaba sola en la isla que había elegido, por lo que Hidenori también vino en la barca solo. 

Tras el corto trayecto, se encontró frente a frente con el hombre.  

Suzume efectuó el saludo más respetuoso que conocía de Genzo. No estaba segura de que fuera el más respetuoso pero así era la vida. Señaló dos piedras con buena apariencia y se sentó en una de ellas.
-Seamos breves y prácticos si no te importa: vengo a proponerte una alianza.

Hidenori agradeció el gesto y le respondió con la contraparte adecuada. Se sentó en la piedra que le señaló y escuchó atentamente lo que Suzume le dijo.

- Está bien. Si me dejáis ser breve y franco, os haré dos preguntas antes de aceptar su oferta: primero, ¿por qué una alianza conmigo? Porque si vamos a ser aliados debo avisaros de que no tengo nada que ver con el barco fantasma ni conozco su paradero. Y segundo, ¿por qué deseáis ser vos quien encuentre el barco fantasma? Es decir, si queréis el trono, por qué motivo.

-Soy la heredera legítima del trono. Para eso me recogió mi padre y para eso me ha criado. ¿Por qué contigo? No me fío de los demás. Y de los que me fío no me pueden ayudar.Yo puede que sepa por dónde empezar a buscar fantasmas. A cambio seré aliada fiel... ¿Alguna pregunta más?

- Sí, tengo una última pregunta: ¿qué gano yo al ayudarte?

-Ayuda en tus cruzadas personales, y hacer algo amable por mi familia, que ya te ha ayudado y está dispuesta a seguir haciéndolo. Necesitas amigos. Todos desconfían de ti y así no se gana dinero ni hombres.

- Justo lo que pensaba... - Hidenori asintió y sonrió amigablemente - Acepto la propuesta de alianza.

Se levantó y volvió a saludarla pero con más respeto y como su igual, como haría con un amigo cercano. Hidenori quería conocer mejor a su aliada, así que con un trato más cercano trataría de conocerla mejor a la par que fortalecería la camaradería entre los capitanes. Pero poco a poco, antes había otros asuntos que solucionar.

- Si me permites continuar con el tema que nos atañe, ¿dices que sabes dónde están los fantasmas?

Cuando fue a la entrevista Suzume eztaba segura de que aquello no iba a funcionar. Un creído de Genzo? ¿Aceptándola como su igual? Por un momento se olvidó de la rabia que sentía hacia su padre, las últimas horas infernales... Algo dentro suyo se despertó y se sintió más libre, más despierta. La rabia aun quedaba, también un poco de la ansiedad, pero se encontraba mejor.Aunque tenía en mente que no se debía dejar llevar y confiar en ese hombre. Debía mantener las reservas. Una parte de ella incluso pensaba: ¿y qué significa que padre confíe en él? ¿Qué significa ya nada de lo que diga padre?

Suzume pasó por alto la pregunta.
-Saldremos de aquí en momentos separados. Nos encontraremos en dos días en la isla de Pa. La pista está cerca. Desde allí organizaremos los siguientes pasos. Hablaremos de tiempos y acciones concretas.¿Te parece?

Hidenori asintió, curioso pero respetando lo que interpretó como recelo por parte de su aliada. Aunque la isla parecía desierta, nunca se sabía quién podía estar escuchando, y quizá lo que tuviera que decirle se podría explicar mejor en aquella isla.

- Comprendido. Supongo, pues, que nuestra conversación termina aquí por ahora. Nos veremos en dos días - Hidenori se despidió-. Que los vientos te sean propicios.

Agachó la cabeza un segundo mientras mantenía el contacto visual a modo de despedida y, cuando volvió a levantarla, se giró para marcharse.

-Disculpame pero tardaremos más que eso. Como una semana. Pero nos veremos allí. Bahía Sur. Que los vientos te sean propicios a ti también.
Respondió a la respetuosa inclinación de Hidenori y volvió hacia su barquita.

Al retirarse temía hacerlo demasiado rápido. ¡Qué ganas tenía de hacerse a la mar por fin! Y la emoción de la caza. Por un momento se olvidó de su enfado y su circunstancialmente impuesta alianza con Hidenori. Casi hasta le parecía buen tío.

El pacto estaba sellado, y cada una de las partes tomó su camino de regreso sin intercambiar ninguna palabra más.

¿Habían tomado la decisión correcta o era un gran error?

Sólo los acontecimientos que estaban por llegar sabían la respuesta a esa pregunta.

[FIN DEL INTERMEDIO]