Partida Rol por web

La guerra terminó pero Kreed quedó casi en ruinas. 

Por suerte, ni los silicoides rebeldes ni los piratas habían sido especialmente despiadados: las bajas civiles habían sido relativamente pocas y sólo había que lamentar pérdidas materiales. 

La central hidropónica había quedado inservible tras el asedio y conseguir suministros para la población no silicoide (que no comía piedras) se convirtió en una prioridad.

Afortunadamente, Sebrance conocía a un chiflado con el peculiar hábito de cultivar mohos nutritivos en medio del desierto. No eran especialmente sabrosos pero gracias a sus dos profundos pozos de lodo se pudo evitar una hambruna. La familia gnolam de los Worl, unos mercachifles-usureros fueron especialmente amables contribuyendo con generosos préstamos a la reconstrucción de la capital.

En la expedición para conseguir los mohos se encontraron al capitán Rrlefang en mitad del desierto junto a una moto gravítica estropeada. Nadie se alegró más de que siguiera con vida que un gnolam llamado Pascal El-Worl que murmuraba cosas sobre deudas sin pagar e intereses astronómicos. Sin embargo, la pequeña granja de moho albergaba otra sorpresa (bueno, también estaba el chiflado muerto junto a dos piratas acribillados pero nadie les dio mucha importancia porque los chacales se habían comido la mayor parte): una destartalada nave de carga llena de abolladuras en cuya bodega de carga había un maldito equipo minero de perforación láser. De marca klackon. 

Y hubo gran regocijo.

Era el día del Triunfo de Kamikachadonia. 

La celebración era en el único lugar lo bastante grande y a la vez resguardado del planeta: el fondo del Gran Socavón. Primero habían pensado en el bar de Kredd pero al final resultó un local muy pequeño.

Los silicoides finalmente habían accedido a firmar la paz. Su líder, Vorkronoa, se mostró especialmente colaborador cuando los piratas le retiraron su apoyo. Era sorprendente lo rápidas que eran las negociaciones cuando sólo uno de los bandos tenía armas.

Los cadetes de la Unión Estelar formaban a ambos lados. A base de saquear los cadáveres de sus compañeros, la mayoría habían reunido uniformes limpios. La sargento Keiroful formaba junto a ellos, le pecho bien hinchado con medallas.

En el estrado estaban los poderes fácticos de Kamikachadonia: la Administradora Houri, el jefe Vorkronoa y Pascal El-Worl (que pagaba todo).

Frente a ellos, la tripulación de la Onyx Flatenroy formaba con sus mejores galas. Había cierta discordia sobre quién era el capitán ahora mismo.

-Con profunda emoción les hablo desde esta improvisada tribuna por medio de estos deficientes amplificadores. ¡Qué significativa es, más que las palabras, la presencia del pueblo de Kamikachadonia que se congrega para festejar la victoria que alcanzamos limpiamente, el día de hoy, victoria que abre un camino nuevo para la patria, y cuyo principal actor es el pueblo aquí congregado! ¡Qué extraordinariamente significativo es...!

-Contenga su entusiasmo, Administradora. El tiempo es dinero y tenemos mucho que hacer con su planeta.

-¡Gggrgroooaaahhgrgggg!

Pero los corazones de la tripulación de la Onyx estaban lejos de allí. Dos días atrás les había llegado un mensaje entrecortado por un primitivo sistema de comunicación láser.

Tripulación de la Onyx... Probablemente ésta sea la última vez que pueda enviaros un mensaje. El Duque está ocupado con una conferencia en su camarote y he conseguido hacer funcionar este viejo aparato de comunicaciones a corta distancia. Pronto estaré demasiado lejos.

En primer lugar, os informo de que en breve me casaré con el Duque Rassh, tal y como se pactó hace tiempo. Volveré a Fieras, supongo, y allí continuaré trabajando para convertirme en una digna sucesora de la dinastía Rn'amara. Todo volverá a ser como antes. El único cambio será mi matrimonio con este condenado criminal que erróneamente lleva el título de Duque.

En segundo lugar, os recuerdo que mi pago está efectuado. En el asqueroso compartimento que sirvió como mi "camarote" en la Onyx dejé mis joyas. Vendedlas y sacaréis un buen precio de ellas, cerrando así nuestros negocios. Así queda pagado el viaje aunque, evidentemente, habéis fracasado estrepitosamente en la misión de protegerme. No olvidéis que me habéis decepcionado profundamente.

Por último... ¿Cómo lo digo...? Vaya, esto es muy incómodo. Tengo que decir que... La travesía que hemos compartido no ha sido del todo decepcionante. ¡Qué digo! ¡Ha sido muy emocionante! Persecuciones, batallas, rescates, negociaciones... ¡Ha sido como vivir una novela de aventuras en primera persona! No tengo palabras para describir lo que he sentido.

... Debo reconocer que, pese a vuestra falta de modales y la visión laxa de la ley y el honor que todos compartís... no sois mala gente. Ha sido interesante viajar con vosotros.

Eso es todo. Espero que... os cuidéis. Y que podáis cumplir vuestros objetivos, ahora que habréis recibido un generoso pago por vuestras acciones. Y también... También espero que nos volvamos a ver. Es difícil que eso ocurra, pero me gusta pensar que, con la facilidad que tenéis para meteros en problemas, algún día nuestros caminos se cruzarán de nuevo.

Debo acabar ya: el Duque saldrá pronto de esa reunión. Quién me iba a decir que un puñado de humanos malolientes, una klackon descarriada y el resto de individuos pertenecientes a sub-especies podrían ser tan... Bueno... Tan sorprendentes.

¡Ah! Una última cosa... Al capitán de la nave: me alegra saber que ha despertado. Me habría gustado conocerle.

¡Y otra cosa! Ni se os ocurra morir por ahí. Quiero que la Onyx se quede como está: hecha una chatarra voladora.

Buena suerte. No perdáis nunca de vista vuestra presa.

Habían tenido que contener a Sebrance para que no saltara a los mandos de la Onyx. 

- Sí... muy significativo todo - Pensé mientras me veía obligado a tragarme toda la pompa y boato que mostraban los kamikachedonios por mantener su hegemonía sobre aquel pedazo de roca espacial que hacían llamar hogar.

Por mi parte, no me sentía especialmente apegado a aquellos que lo único que habían requerido de mí y mi tripulación era material caro a bajo precio y sin garantías de embolso. La Administradora no era más que la típica funcionaria usurera que le trae al fresco las necesidades de los demás, mientras ella pueda cumplimentar cuatro informes que la posicionen bien políticamente y, aún más importante, le dejen las manos limpias.

La presencia de Pascal por allí no ayudaba a mi serenidad.

Esperaba con desesperación que aquello acabase y pudiera hacer dinero con las sobras para continuar la búsqueda de mi hijo por el universo. Saqué un momento una foto que tenía suya en mi cartera e inspiré hondo.

Cuando se me pasó la nostalgia, me acerqué a Tllk. - ¿Qué hay, capitana? - Le dije con sorna. - Por lo menos hemos llegado hasta aquí. Espero que el mando temporal no se te haya subido a la cabeza, porque entonces me veré obligado a arrancártela. - Hacía tiempo que nos conocíamos con la klakon y estaba acostumbrada a mi sentido del humor. A pesar de ir con segundas, no era tan agresivo como pudiera parecer para un oyente ajeno.

Tras la réplica de Tllk, la miré a sus ojos compuestos y, asegurándome que no me oyera nadie, le dije. - Gracias por salvarme la vida tras el tiroteo con los silicoides. - En mi posterior mirada estaba claro que negaría, si hacía falta perjurando, haber dicho esas palabras.

- Caballeros. - Me dirigí al resto de la tripulación. - He de felicitarles por haber llevado la misión a buen puerto, a pesar de las bajas sufridas y desperfectos en la nave, aún a falta de capitán y debiendo obedecer a la segundo de a bordo. - Guiñé un ojo a Tllk. - Los que lo deseen, pueden colaborar con la puesta a punto de la Onyx y enrolarse nuevamente, pues después de Kamikachedonia esperan otros rincones inmundos en el universo donde poder hacer negocios, algunos incluso más divertidos y lucrativos que este.

- ¿Qué me decís?

Todo bien capitán. -dijo Tllk saludando marcialmente con las dos manos derechas.  Que bueno que está usted ya bien.  Fue un honor ser la capitana temporal de la Onyx durante sus momentos más heroicos y emocionantes.  Las antenas mostraban esa alegría.  La mejor tripulación en este brazo de la galaxia.  (El otro no lo conocía) 

Miró al sol saliendo, meditando.  Había estado alegre celebrando con la administradora y los que había rescatado de la Central Hidropónica, bebiendo Xtabentún y Balché como nunca.  Houri había pagado y bien por el equipo minero entregado.  Pero era hora de despedirse de la tripulación que tanto quería (un liderazgo-maternal era su instinto). 

Creo que dejaré la Onyx, Capitán.  Tomaré la tarea de ayudar a armar un acuerdo de Paz con los silicoides.  Estoy segura que una complementariación ventajacomparativesca co-worki-protónica del trabajo en las minas será la solución.  Y pues, tengo un compromiso con aquí la pequeña.  -dio un cariño a la larvita que apenas se movía en su rebozo de fibras naturales.-  Fundaremos una colonia multi-reina, basada en una monarquía parlamentaria.  Señaló con las antenas a un grupo de 7 zánganos intelectuales que por ahí habían andado echando relajo.  Dwalas y Meson los reconocerían como los tahúres de la cantina, otros los conocían como los "de la Moncloa".  Ellos traen ya la Constitución medio-escrita.  

Les dió un abrazo cariñoso a cada uno, a Meson, Dwalas, Sebrance, Kherr, y a Zeke.  -a este último le advirtió con la mirada que ni se le ocurriera tocar a la larvita. - Saben ustedes que serán siempre bienvenidos en la colonia más bella y tolerante del sur de Kami -dijo, imitando a las klackon que habían oído en Mindor 6- Se rió.

Y por cierto capitán, hay un holograma secreto que quisiera ver.  Le aventó las llaves de la Onyx con el gesto con que siempre marcaban un cambio de estafeta.  Está en la compu escondida atrás del panel de mando.   Cuando tengan la pista completa pasen por mí.  Dejaré a las miles de bebas encargadas con sus nanas y me voy con ustedes de sabático-aventura.  Sólo avísenme.  Y caminó al horizonte, sus 2 antenas y 6 patas (incluyendo la artificial) moviéndose alegremente, nostálgica de sus amigos, y esperanzada de verlos de nuevo.  Tenía un futuro brillante, literalmente, por delante. 

Permanecía en silencio mirando al rededor este lugar no era para el, nunca habría querido mostrarse al mundo y menos llamar la atención por lo que así como llego desapareció sin despedirse de nadie. Lo ultimo que se vio de él fue una pequeña estela surcando las Galaxias.

10 Años después
 

Una Cimitarra negra cortaba las nebulosas como cuchillo en la mantequilla, los rumores indicaban que su capitán era un tirano  que disfrutaba esclavizando a cierta raza azul, usándolas como sus sirvientas o concubinas para aumentar los números de la armada Dra'eler.. . . . . (quizás) 

- Señoritas necesitamos un buen blues-