Partida Rol por web

La mrrshan miraba hacia arriba, concentrándose en la no demasiado lejana voz del humano, aunque sí algo deformada por el eco que le llegaba. Entornaba las orejas y fruncía el ceño intentando imaginar lo que le estaba describiendo. Empezó a dar golpecitos en el suelo con el pie, claramente impaciente, y suspiró exasperada. Lo que había al otro lado no le parecía una salida decente ni por asomo.

Cuando el humano anunció que se iba, Leashrra resolló indignada.

- ¡Un momento! ¡Aún preciso de tus servicios!- exclamó, aunque ya era tarde. Esperó una respuesta que no llegó.

Cerró los puños y dio un pisotón en el suelo. Gruñó y miró a su alrededor. Estaba atrapada y sólo había dos caminos: una puerta hacia un tiroteo, o un conducto asqueroso hacia el agua. Empezó a caminar en círculos, pensando en una solución. Iba mirando hacia la puerta de vez en cuando. Indecisa, se acercó para echar un vistazo al exterior.

Leashrra entreabrió ligeramente la puerta una vez más. Afuera, el tiroteo continuaba pero no sin bajas. 

Dos de los silicoides yacían en el suelo reducidos al un montón de piedras. Sólo su líder y uno de sus secuaces permanecían impasibles con las armas en la mano. Al menos dos humanos habían sido alcanzados y estaban tirados en sendos charcos de sangre. Un joven humano con bigote intentaba sin éxito detener las hemorragias de uno de los heridos.

No notas nada particular al respecto. Ni de coña,vamos.

De entre los que respondían al fuego silicoide destacaba un fornido mrrshan lleno de cicatrices que, pese a sangrar por un hombro, seguía esquivando tiros como un campeón sujetándose el hombro herido con una mano y disparando con la otra. 

En la barra había  un klackon que regaba a los silicoides con chorros de algo que olía a cocktail disparado con una especie de cañón casero hecho con un grifo de cerveza.

El líder silicoide estaba a sólo unos pocos metros de la puerta. 

Inirgol cayó a plomo al estanque salpicando agua en todas direcciones. Varias de las criaturas que nadaban allí plácidamente huyeron aterrorizadas. 

El minero se consoló con el pensamiento de que aquello contaría como su ducha mensual (en Kamikachadonia con toda la restricción de agua por culpa del clima no se podía ser muy limpio aunque quisieras)  pero se asustó al ver su cigarro empapado e inservible. 

Por suerte, Dwalas Inirgol llevaba el resto del tabaco en una caja hermética. El resto de sus posesiones, aunque se estropearan,no valían gran cosa.

-¡Allí! ¡Ayudad a ese tipo a salir del agua!-gritó alguien desde el tanque.

Dwalas no era un buen nadador pero se vio de repente suavemente remolcado hasta la orilla. Descubrió, no sin cierta inquietud, que un trilariano casi transparente con aspecto de medusa nadaba junto al él. 

Una vez en terreno seco, el trilariano le dejó ir. Dwalas se encontró frente a dos soldados de raza indeterminada pero embutidos en sendas armaduras de combate. Sus armas le apuntaban con cautela:

-¿Viene del restaurante? ¿Qué está pasando allí? Si está armado, le sugiero que no intente nada raro.

Sus voces sonaban distorsionadas por los cascos. 

A sus espaldas, el tanque se detuvo. 

Al ver la escena que aún se desarrollaba fuera del lavabo, Leashrra abrió los ojos como platos. Tanta acción junta era algo nuevo para ella. Los silicoides parecían paredes armadas y el grupo de bandidos, o lo que fueran, parecía estar pasando un mal trago. Había algunos humanos heridos, pero Leashrra lo olvidó en cuanto posó su mirada sobre el mrrshan que disparaba a diestro y siniestro con porte heroico. Se quedó mirándolo, mirando sus cicatrices y quizá mirándole el cuerpo en general. Sintió una presión extraña en el estómago, como si estuviera... nerviosa. Qué desagradable.

Le costó un poco dejar de mirar al mrrshan, pero aquel insecto que disparaba licor a los silicoides era también... ¿interesante? Leashrra torció la boca y entrecerró los ojos, insegura sobre lo que tendría que sentir al ver ese panorama. Parecía sacado de una obra de arte grotesco. Como nadie la estaba mirando, no tuvo que fingir que aquello le parecía normal. Porque... no era para nada normal.

Se retiró un poco, aunque sin dejar de observar con atención. Empezó a pensar para sí misma. "Hay un camarada en apuros. Y un mrrshan no puede ser un forajido. Aunque va acompañado de gente muy extraña. ¿Qué habría hecho madre? Bueno, ella no está aquí. Aunque siempre dijo que debemos ayudarnos los unos a los otros. Además, esos silicoides aparentan ser peligrosos. No en el buen sentido... ¿Quién, en su sano juicio, le dispararía a un mrrshan? Un mrrshan como ése. Míralo, es tan fuerte y valiente y fiero. Concéntrate, Leashrra. ¿Qué hago, qué hago?

Antes de que se diera cuenta, ya se había levantado y había abierto la puerta de un manotazo. Al ser consciente de lo que había hecho, miró al líder de los silicoides, se irguió un poco e intentó recomponer rápidamente su expresión regia.

- Eh... ¡Exijo saber qué está ocurriendo!- ordenó casi sin pensar.

Estaba hecho una bolita protegiendo su calva cabeza antes de impactar con el agua. Cuando sintió todo húmedo comprendiendo que no había muerto saco con rapidez su cabeza asustado de ahogarse, aunque también sintiéndose un poco mas liviano de la suciedad que llevaba hace meses.

Se dejo llegar hasta la orilla a pesar que le llenaba de nervios que su socorrista fuera algo parecido a una medusa, por suerte cuando llego a la orilla mudo salir enseguida del agua y de ese trilariano. Aunque no pudo relajarse mucho tiempo hasta notar a dos soldados apuntándole a quemarropa.

“Vengo del restaurante, hay un tiroteo y no vengo armado por mas que una llave de mecanica y un soplete.” Respondio rápidamente mientra levantaba sus manos y los miraba con total rendición.

Calmandose un poco se puso a explicarse mejor. “Hay un tiroteo hecho por cuatro Silicoides rocosos, locos y armados que empezaron a disparar en el restaurante sin importarle nada. Yo por suerte pude ocultarme en el baño y luego salir por el ducto. Pero no estaba solo había una Mrrshan en el baño, que parecía de la realeza o algo por como vestia. Tal vez trate de salir por el mismo lugar que yo pero eso no lo se era algo fina.” Les informo usando tantos detalles como recordaba. “Ah y a nosotros los que estábamos en el baño no nos descubrieron asi que muy listos no son.” Agrego al fianl aun con las manos levantadas.

Uno de los soldados se llevó una mano a la sien:

-Equipo de contención: hay más gente ahí dentro. Preparad un proyectil de gas lacrimógeno.

El cañón del tanque se giró para apuntar hacia el restaurante con un ruido amenazador. Varios clicks y cloncks sonaron mientras la munición se colocaba en su posición.

El otro soldado miró a Dwalas con desconfianza (toda la que podía mostrar su inexpresivo visor).

-¿Y quién es usted? ¿Qué hacía en el restaurante? ¿Cuál es el nombre de su nave? ¿Tiene identificación? ¿Por qué no ha notificado este incidente a las autoridades?

Se inquietó al escuchar sobre la idea de tirar gas lacrimógeno, pero solo termino reaccionando diciendo algo cuando de nuevo le hablaron.

“Me llamo Dwalas Inirgol, era un minero hace poco en Kamikachadonia.  Me estaba por reunir con unos amigos, luego de terminar unos negocios de reparación en la nave que viajo. El trilariano que opera ahí puede identifícame y a mi amiga Klackon.” Comento rápido no acordándose si tenia identificación o si tal vez se la había olvidado en Kamikachadonia. “No pude hacerlo porque no tenia el equipo, pero me apure en escapar para contactar con las autoridades.” Dijo con una débil sonrisa, al menos esa en parte había sido su idea.

“Tal vez no es mi lugar, pero me parecio escuchar antes de escaparme que algunos de Silicoides estaban heridos por lo que no creo sea necesario disparar con el tanque. Ademas estos aliens no son fuertes contra el gas” comento aunque algo dudando ese ultimo punto.

-Los silicoides soportan presiones de hasta treinta mil atmósferas, comen piedras y no existen toxinas conocidas que les afecten : tendremos suerte si el gas lacrimógeno les coloca...

El soldado se lleva de nuevo la mano al la sien. 

-Ajá. Parece que el tiroteo ya ha terminado lo que probablemente significa que ya no queda nadie para disparar. Vamos a entrar. Le sugiero que se quede aquí... Escuadrón, adelante. Ah, no disparéis al klackon. El superviviente dice que le conoce. ¡Adelante!