Debbie sintió como tiraban de ella con poco cuidado, le habían puesto la mano en la boca, aunque con tantos gritos que había alrededor uno mas o uno menos no harían gran diferencia. De un momento a otro ya no estaban entre el público del desgraciado evento que había empezado tan común como tantos, sino que se encontraban en lo que parecía ser el estacionamiento de alguno de los teatros que había en Hollywood Boulevard.
Sintió que la metían al interior de un coche con las ventanas tintadas. Era una de esas limosinas, amplia, y con un tenue olor a sulfuro y crisantemos. Frente a ella, un hombre con gafas oscuras la miró. -Buenas noches, señora Paxton. Me alegra que pueda dedicarme unos minutos de su tiempo.- El hombre se quitó las gafas, mostrando unos ojos poco humanos, que parpadearon verticalmente.
Debbie: Parece que tanto Lana como Maximus han fallado en protegerte. Aunque de momento la actitud del hombre no parece ser hostil. ¿Qué haces?
Aaaahmmmmmfff - gritó la pobre mujer al verse arrastrada al interior de un auto. Hasta entonces había estado bastante callada, dejándose arrastrar, sujetando su bolso como si la vida le fuese en ello.
-¿Ésto es por mi hijo? Pues les aseguro que no verán ni un centav...- comenzó a decir pero cerró la boca, sin saber qué decir, al ver los ojos de su interlocutor. Podían ser unas lentillas, efectos especiales, pero en su interior algo le decía que el que tenía delante no era humano. No del todo, al menos.
-Desde luego ¿Cómo negarme a su amable petición? - ironizó con tanta fuerza como pudo, los nudillos se le pusieron blancos de la rabia. ¿Le conocía de antes? Probó, quizá fuese uno de los 'amigos' de Lara, lo sabría por su reacción - ¿Qué quiere ese tal Iblis de mí?
Debbie: ¿Intentas Calarlo o Poner nombre a una cara?
Motivo: Calar a alguien
Tirada: 2d6
Dificultad: 7+
Resultado: 3(+2)=5 (Fracaso) [1, 2]
Prefiero Calarlo, ya me dirá él quién es.
Buf. Vaya TIRADON XDDDDD
El hombre de ojos extraños sonrió a las preguntas de Debbie. -Iblis tiene ambición, pero le puede su malhumor e ímpetu. Está convencido que Jester le traicionó y en venganza quiere acabar con todo su linaje. Andrew, Karen, las pequeñas Amber y Violet... Son unas niñas encantadoras.- Sacó un pañuelo para limpiar distraídamente las gafas de sol.
-Sin embargo, creo que no es necesario llegar a esos extremos, ¿no está de acuerdo, Debbie? ¿Le importa si la tuteo?- Sin esperar una respuesta continuó. -El caso, Debbie, es que considero que tu vida puede ser aún útil para resarcir el pequeño error de tu esposo. ¿No lo cree?-
Debbie: ¿Notaste algún cambio particular en Jester antes de su muerte?
Se asustó bastante cuando empezó a nombrar a sus hijos y se aterró cuando lo hizo con sus nietas. Ésto hizo que se aferrara aún más a su bolso mientras pensaba a toda prisa en como escapar. Hasta que ese hombre habló de Jester.
Entonces se calmó. Una incógnita que la había inquietado durante años pero que, incapaz de darle más vueltas, había dejado sepultada bajo el sedimento de varias décadas, otra vez desenterrada.
El súbito éxito de Jester, que era un buen hombre y aún mejor marido, pero un terrible comercial inmobiliario, siempre le llamó la atención. Al poco del nacimiento de Andrew, fue contratado por la mayor compañía de Real Estate de la costa oeste, gracias a unos "amigos".
Pensó en la mafia al principio, asustada ¿Pero qué delincuentes se reúnen únicamente durante los solsticios? Luego, atando cabos, creyó que lo había captado alguna secta masónica pero ¿Qué podría haberles ofrecido Jester a cambio de su éxito? Y asi, con el tiempo, las sospechas se atenuaron, la suspicacia perdió su filo y el respeto por los fallecidos hizo el resto. Hasta hoy.
-Deje de amenazar a mi famila - le advirtió - Y si, si me importa, prefiero que me hable de usted. Se quedó en silencio unos segundos hasta que finalmente, soltó un bufido despectivo. -Bueno, ¿A qué espera? ¿Qué es eso tan importante que quería decirme?
No ha sido exactamente la respuesta a tu pregunta, pero bueno
El hombre se tomó con humor la actitud de Debbie. -Una mujer con carácter y directa al grano, por lo que veo.- Dijo, y sin embargo no pareció darse más prisa en hablar, sino que siguió limpiando los cristales de sus gafas. Finalmente las guardó en el bolsillo. -Antes del fallecimiento de su esposo, le fue encargado que pusiera a buen recaudo un objeto, el cuál sería reclamado de nuevo cuando las circunstancias fueran favorables. Iblis no confiaba en sus subordinados, en cambio el bueno de Jester era, sin querer sonar redundante, muy bueno.-
Abrió un compartimento de la limosina, de donde sacó una botella, sirviéndose dos dedos del líquido. -¿Desea un poco de coñac?- Ofreció, sirviendo un vaso también para ella, bebiendo el suyo. -Luego, Jester enfermó inexplicablemente. En su lecho de muerte, Iblis logró que le dijera en donde había dejado el objeto. Y guardó esa información hasta hace poco, cuando decidió ir a buscarlo donde Jester le había indicado, y descubrió que... el objeto no estaba allí.-
Se encogió de hombros. -Estoy seguro que no ha sido más que un malentendido. Pero ahora estamos ante un dilema. Iblis quiere cobrar su venganza; yo, por otro lado, pienso que usted al haber pasado tantos años con el buen Jester lo conocería tan bien como para saber en donde podría hallarse el objeto. ¿No está usted de acuerdo?-
Bebió de su vaso una vez más. -En fin, volviendo a lo que nos interesa. Puedo hablar con Iblis para que se mantenga alejado de su familia, a cambio usted consigue el objeto. Le daría dos semanas para ello, señora Paxton. No me gusta hacer amenazas, son poco elegantes. Pero admito que son efectivas. Si en dos semanas no hay resultados... Bueno, igual no ve casi a sus nietas. No tendría que preocuparse por ver a una de ellas, al menos.-
El teléfono de Debbie comenzó a sonar.
Está bastante bien :D Adelante entonces.
¿Qué haces, Debbie? Puedes intentar mejorar el trato a tu favor con un Convencer a un Personaje No Jugador, por ejemplo. O lo que quieras, ¿qué se te ocurre?
'En su lecho de muerte" había dicho, pero ella fue la que estuvo día y noche junto a Jester, mientras la feroz enfermedad consumía su cuerpo y su mente. Y nada raro hubo... Salvo esa última noche, en los que le pareció que su marido hablaba con alguien, los ojos abiertos, sus manos engarfiadas. Un terrible y póstumo delirio, creyó siempre. Hasta ahora.
La piel de los brazos de Debbie se puso de gallina de la impresión, sólo pensar que ese Iblis hubiese estado allí, junto a ellos, llenando los últimos momentos de Jester de terror, de impotencia. A duras penas consiguió tragarse la rabia y sólo lo hizo por sus nietas, pero su voz sonó rasposa y rota.
-Un objeto. Una cosa. Entiendo.. . Una cosa que ese Iblis debía guardar de sus propios subordinados, lo que significaba que ellos también podían usarlo. Tampoco era algo que pudiese dejarse a la vista, ni algo perecedero, ni que pudiese llevarse encima de forma constante. ¿Documentos? ¿Libros?....¿Un pergamino?
-Es usted despreciable. Ni siquiera se ha ofrecido proteger a mi familia a cambio de conseguirle eso. Con éstas condiciones... Lo único que me entran ganas es de encontrar esa cosa....y quemarla. Y supongo que Iblis le echará la culpa a usted. Por su pésima gestión de éste asunto.
Motivo: Amenazar
Tirada: 2d6
Dificultad: 7+
Resultado: 10(+1)=11 (Exito) [4, 6]
El insulto no pareció alterar al hombre, pero incluso aunque mantuvo su expresión inamovible, pudo notarse en el movimiento de sus extrañas pupilas que algo en lo dicho por Debbie, o quizás la manera en que lo había dicho, le había puesto alerta.
-Tiene razón, señora Paxton. Mis sinceras disculpas. Por supuesto, de ayudarme en conseguir ese objeto le puedo asegurar que Iblis no la tocara ni a usted ni nadie de su familia. Entre los nuestros los contratos son sagrados. Así que... ¿Es un trato, señora Paxton?- Su mirada se dirigió hacia el bolso del cual seguía saliendo el sonido el móvil. -¿Va a contestar a eso?-
Con esa tirada, puedes mejorar el trato a tu favor y exponer las condiciones. ¿Alguna petición en particular?
Con deliberada lentitud, Debbie Paxton metió la mano en el desgastado bolso de piel negra mientras aguantaba la mirada del hombre. Rebuscó unos instantes hasta que encontró el móvil y lo agarró, dejando el bolso abierto sobre sus rodillas.
-Hola? Quién eres? - contestó a Lana, la extraña joven había insistido mucho en que intercambiaran sus números, hace ya unas semanas. -Estoy en un parking, por Hollywood Boulevard, no se exactamente donde. - siguió hablando. Estoy bien, mi vida no corre peligro hasta dentro de dos semanas, no te preocupes.... Vale, adios. Dejó el móvil, sin colgar, otra vez en el bolso y miró al tenebroso ejecutivo a la cara.
-Sigue sin gustarme, ese trato. No voy a poner la vida de mi familia en juego de ninguna manera. Usted pondrá a salvo a mis hijos y sus familias desde YA, porque, por mucho que quiera usted respetar los tratos, puede que no tenga la influencia o la fuerza para impedirle nada a su...su Iblis
Básicamente, la única vida con la que pienso jugar es con la mía.
El hombre esperó con aparente paciencia a que Debbie terminara su llamada, luego escuchó las condiciones que le imponía la aguerrida mujer. Pareció meditarlo por algunos segundos, y finalmente hizo un breve asentimiento. -Me parece justo. Mientras esté en la búsqueda del objeto, y una vez haya dado con él, la vida de su familia no correrá riesgo alguno; en caso que algo llegara a suceder durante estas dos semanas, se contaría como un rompimiento del contrato, por el cual usted quedaría liberada de nuestro trato.-
Extendió la mano en dirección de Debbie, más antes de que ella pudiera estrecharla, agregó algo más. -Pero, señora Paxton, si pasada las dos semanas no ha dado con lo que le pido, no podré asegurar la vida de su familia, ni la suya.-
Debbie, éste es el trato que se te ofrece: tu familia a salvo durante las dos semanas y después de obtener el objeto (es decir, se haría vitalicio de lograrlo). ¿Que haces?
¿Qué podia hacer? Si de verdad existía ese Iblis, necesitaría ayuda para escapar de él, ayuda sobrenatural. Tras el ataque hace dos meses, había leído mucho acerca de Iblis, Shaitan.. o como fuese que se llamara realmente. Nadie sabía si era ese Shaitan era un Djinn o algo diferente, pero fuese cual fuese su origen, todas las historias coincidían en su desprecio por la vida humana. Y si no existía, si ese Iblis era humano, pues en dos semanas podría involucrar al FBI y esconder a sus hijos en algún sitio fuera de su alcance.
Alargó su mano hacia el tenebroso nombre, lentamente, venciendo la inmensa resistencia de su sentido común y se la estrechó.
-—¿Como contactaré con usted señor....? —preguntó, esperaba que él dijese su nombre. Deme algo, maldito gamberro, deme algo con lo que pueda cogerle por las... mismísimas.. -—O mejor no me diga nada. —Se lo repensó —No me interesa más que salir de éste auto e irme a casa. ¿Ya tiene lo que quería, no? Pues déjeme salir, ahí mismo tengo la parada del LA metro Bus.
—
La puerta de la limosina se abrió, en una invitación silenciosa para que dejara el coche. Una vez la puerta se cerró de nuevo, el hombre bajó la ventanilla de su lado, tenía puestas las gafas nuevamente.
-Puede llamarme Landon.- El hombre sacó una tarjeta que extendió hacia la mujer, en la cual solamente figuraban el nombre que acababa de darle y dos números de teléfono. Era una tarjeta muy básica y escueta, grabada en cartón azul oscuro y con las letras en plata. -El objeto está dentro de un tubo porta-mapas. Espero con ansias oír pronto de usted.- El coche arrancó, y Debbie quedó sola dentro del estacionamiento.
Debbie, puedes dirigirte hacia la salida sin ningún problema. ¡Sigues viva y sin heridas, enhorabuena!
¿A donde quieres ir, qué quieres hacer?
-¡No pienso llamarle!- le gritó al coche que se alejaba. Memorizó la matrícula y empezó a caminar hacia la salida del parking mientras rebuscaba en el bolso buscando el viejo móvil y hablar con Lana.
-¡Lana! - había tenido que volver a marcar el teléfono de la joven, se había cortado - Estoy en el 108 de Hollywood Boulevard, junto a la parada del Metro Bus. Bajó el tono antes de seguir hablando
-¿Llegaste a oír algo? Dime donde estás y me acerco. Por supuesto, ese tal Landon no era tonto. Seguramente se había imaginado que podría no haber colgado y si eso le daba igual era porque creía que la tenía bien pillada. O porque contaba con ello.
El oficial Chow, escuchando a la joven Lana, no tuvo ninguna duda. -Vamos a por su abuela entonces.- Dijo, ajustándose la placa en su uniforme y siguiéndola en la dirección indicada.
No tardaron en ubicar a Debbie, que esperaba tal y como había dicho en la esquina, revolviendo en su bolso mientras guardaba el teléfono dentro. El agente de policía fue el primero en hablar. -Señora Debbie, ¿se encuentra bien? Su nieta estaba preocupada por usted.- Dijo en tono amable y comprensivo, procurando no asustarla.
Lana y Debbie, ya están juntas, y con el agradable oficial Chow como escolta. ¿Que hacen?
-¡Joshua! - Debbie se alegró sobremanera al ver al agente. Con pasitos cortos y tambaleantes se acercó al policía y tras un par de segundos, se empezó a alejar de nuevo. -Nonono, le confundí con mi hijo, se parece tanto a usted. Giró entonces los ojos hacia Lana y se le iluminó la cara, realmente parecía un poco ida. - ¡Ophelia, pequeña! Mi nieta aquí! Qué milagro es éste..- y se abrazó a Lana. Estoy cansada pequeña, llévame a casa de una vez.
El encuentro se dió más rápido de lo esperado y Debbie había escuchado las palabras de Lana, así que ahora sería un poco de show para hacerle creer al oficial que estaba la corrompida en lo cierto.
Así que tras recibir el abrazo de la mujer, la muchacha soltó algunas lágrimas que reflejaron para el oficial el sentimiento manifiesto que provocó el reencuentro cuando Lana sintió alivio porque su jefe no le cortaría la cabeza.
—¡Abuela! Que alegría...
Y se quedó allí, incluso al escuchar el susurro la joven le dejó un beso en la mejilla a la anciana.
—Muchas gracias por ayudarme, ya estamos juntas y ahora nos toca regresar a casa—dijo en un tono aliviado—. Ahora sí nos disculpa, luego del mal trago y considerando lo cansada que está, nos vamos. Hasta luego.
Sin más que decir, avanzó a paso firme con la intención de irse de allí. Después tocaría llamar a los otros, a ver dónde diantres estaban.
Mientras se alejaban, una vez el agente Chow estuvo fuera de su vista, Debbie se soltó de Lana.
—¿Qué sabes de ese Landon, Lana? - preguntó con voz ronca, parecía algo tensa todavía, como si algo la preocupase mucho.
—Tiene algo que ver con...ese Iblis, me parece. Una mala persona, muy mala. Peor que un vendedor de TV por cable.
Pareció caer entonces en algo y detuvo a la joven agarrándola del brazo. —Maximus! Está herido! ¿Cómo está?
—Que no debes hacer tratos con él si no quieres terminar como yo—respondió directa—. Es del mismo palo que Frederick, mi jefe y ya sabes lo que sucede con este tipo de gente... Incluso ahora mismo debo cuidarte como a mí sombra, es evidente que algo de tí les atrae a estos.
Le confesó al apretar el paso, debían encontrarse con el resto del grupo así que cogió el móvil y decidió llamar al viejo, siempre era bonito cruzar palabras con alguien que te debía hasta su propia alma.
—Maximus herido, está con Tara y otro Oráculo. Aleister llamó al hada, así que este sabe dónde estarán... A ver si atiende al móvil.
Está claro que la idea era salir de allí.
Llamando a Aleister.
Después de una rápida conversación con Aleister, Lana y Debbie tuvieron que esperar un par de minutos hasta poder parar un taxi, que los llevaría a la dirección indicada.
Escena cerrada.