Partida Rol por web

La pelirroja no había dado la dirección exacta de donde se encontraba; cada pocos minutos le daba una nueva dirección a Mateo obligándole a cambiar el rumbo hasta que finalmente llegó a lo que parecía ser un local vacío. A través de la ventana podía verse un letrero que decía "cerrado por remodelación", pero por la apariencia y decoloración del lugar parecía que las remodelaciones habían sido interrumpidas permanentemente.

Al entrar, un disparo le sorprendió muy cerca del oído pero que no llegó a rozarle. Detrás de lo que parecía una barra que separaba dos ambientes del local se encontraba Sway, sosteniendo una humeante pistola que soltó al momento. -¡Ay, ay! Perdona, Mat.- Dijo. El aspecto de la joven podría preocupar a cualquiera: llevaba una bata de hospital debajo de una pesada chaqueta que le llegaba a las rodillas, tenía cortes en el rostro y manos, y un vendaje que cubría parte de su cabeza. -Había posibilidades de que la siguiente persona que entrara por la puerta no fuera confiable...- Intentó justificar, nerviosa.

Aunque lamentó dejar a Yenni sola, se dijo a sí mismo que no tenía de qué preocuparse. La chica era capaz de cuidarse sola y si la liaba... Si la liaba, confiaba en que lo llamaría. De todas formas, se metió prisa en buscar a Sway. Entre antes la encontrara, antes podría volver al parque a encontrarse con los lobos.

Por supuesto, la pelirroja le hizo poco caso a lo de no salir de lugares públicos. El local vacío daba mal rollo, pero no pensaba darse el lujo de tener tiempo para sentir miedo. Tan pronto como abrió la puerta, deseó habérselo tomado. A veces olvidaba que el miedo estaba ahí para cosas importantes, como no recibir balazos.

Abriendo los ojos de par en par, siguió la trayectoria de la bala y luego llevó la mirada a Sway, que ya se disculpaba profusamente. Respiró profundo y negó con la cabeza —La próxima vez, recuérdame llamar a la puerta —contestó, quitándole hierro al asunto, mientras cerraba la puerta tras él —Y tu recuerda mirar a quién le disparas —alzó una ceja, mirándola fijamente —Y si disparas... Que sea un poco más a la derecha.

Sonrió un poquito, antes de adentrarse en el local para comprobar el espacio, mirándola de reojo de vez en cuando.

—¿Qué pasó? ¿A quién viste? —dijo mientras comprobaba las salidas y puntos vulnerables del local vacío —¿Y qué te pasó a ti? ¿Qué hacías en el hospital y por qué te escapaste de ahí?

Sway se sentó en el suelo una vez que se sintió segura por la presencia de Mateo. -Creo que es una chica. No siempre es la misma, a veces lleva cabello negro y otras veces es rubio. Creo que conocí a una versión de ella hace dos días, cuando ayudaba a... A un amigo.- Dijo con tono de duda. -Otras veces todo ocurre muy rápido y no veo quien es. Pero siempre termina en oscuridad.- Se estremeció, abrazándose a las rodillas y jugueteando con un colgante, el cual tiene la forma de un ojo, símbolo de Los Renegados. Mateo ha escuchado de ellos, son un pequeño grupo de oráculos y magos que se oponen a la Logia de Oráculos que rige la ciudad.

-Intentaron matarme ayer. O a mi amigo, no lo sé. Cuando nos conocimos le habían disparado y luego nos lanzaron un coche encima. Creo que tuve mucha suerte.- Se llevó la mano a la parte de su cabeza que estaba vendada. -Escuché cuando preguntaban por mi en el hospital. Un hombre, no pude ver quién era, pero sentí terror al escucharlo. Es él. Reconozco su voz, aquí.- Señaló su sien, lo que venía a decir que lo conocía solo por visiones.

El local era pequeño, así que no tardó demasiado en dar su rodeo rutinario para comprobar lo necesario. Tenía solo dos salidas: una era por la que había entrado, y la otra una puerta trasera que daba a un callejón, a la que se accedía siguiendo el pasillo de los aseos. No tenía sótano, pero sí una planta superior de la mitad del tamaño que la planta baja, diseñada como una especie de terraza interior y amoblada con varias sillas y mesas, cuya división hacia el piso inferior era una simple barandilla alta. No era difícil imaginar a algún borracho cayéndose de una planta a otra.

La planta en que se encontraban él y Sway tenía una barra, llena de polvo por su estado de abandono, y seis taburetes frente a esta. Aún quedaban algunas botellas y vasos en las estanterías, pero los barriles bajo esta ya estaban tan secos como los grifos de agua, que hacía un tiempo ya no funcionaban. También habían algunas sillas y mesas en los bordes, y una vieja rocola cubierta por una sábana. La única fuente de luz eran unas ventanas cubiertas en periódicos que daban a la acera.

Una vez acabó su rápido recorrido, Mateo fue hacia la adolescente. Se sentó frente a ella, en el suelo, y escuchó con suma concentración.

—Me alegro de que estés bien —respiró profundo —Debiste haberme llamado cuando te dispararon, pero hiciste bien en irte del hospital cuando reconociste esa voz —le reconoció. Más valía pecar de precavido, especialmente cuando quien actuaba siguiendo sus instintos era un oráculo —¿Y como es eso de la chica con versiones distintas? —frunció el ceño con sincera confusión.

—¿Tu amigo es de Los Renegados? —preguntó, señalándole con la mirada el amuleto que se acariciaba. Sway acababa de llegar, así que dudaba que pudiera tener tanto contra la Logia de Oráculos como para unirse a una oposición activa.

-Es que no sé si es la misma chica.- Admitió la pelirroja. -Es todo tan confuso, ¿sabes? Toda la vida he tenido estos... sueños, visiones, premoniciones o como quieras llamarlo. A veces es como un deja-vu, y todo ocurre tal y como lo vi. Otras veces son elementos, pistas de lo que ocurrirá. A veces todo es solo un barrido, como si estuviera en un coche a máxima velocidad, y la imagen fuera pasando borrosa frente a la ventana.-

Se pellizcó el labio inferior usando el pulgar y el dedo índice. -Creo que aún no deciden quién va a matarme, sólo que lo harán.- La voz surgió temblorosa. Negó luego lentamente, como si el movimiento brusco y rápido pudiera marearle. -No, no es de los Renegados. De hecho me preguntó sobre ellos. Se llama Max, lo conocí hace un par de días.- En ese momento Mateo sintió su móvil vibrar, al mirar el número vio que se trataba de Yenny.

Escuchar a Sway le daba dolor de cabeza. Mateo veía el mundo en blanco y negro, no en escala de grises, así que entender las ideas abstractas y ambiguas de la pelirroja era, para él, el equivalente a que le pidieran interpretar un cuadro de Pollock. Con la misma facilidad que diría que eso era un montón de manchas de colores sin sentido, diría que Sway estaba fatal de la azotea.

Incluso cuando obtuvo respuestas más concretas, su ceño permaneció fruncido —Ahá —dijo, tomándose un momento para procesarlo todo. Por suerte, antes de que el silencio se volviera incómodo, sintió vibrar su móvil. Elevó un índice, para pedirle un momento a la chica, y al ver que se trataba de Yenny se llevó el teléfono a la oreja... Justo para darse cuenta de que la chica le había cortado. Quizás había sido una falsa alarma.

—¿Y entonces de dónde sacaste ese collar? —preguntó, alzando una ceja.

Tras un momento, suspiró pesadamente.

—Mira, hoy escuché a alguien preguntar por el paradero de una pelirroja adivina que había tenido un accidente de coche —Volvió a mirar la pantalla del móvil —La buena noticia es que si está ofreciendo recompensa por información, es que todavía no tiene idea de dónde estás. La mala, es que seguro alguien querrá cobrar esa recompensa más temprano que tarde. Así que antes de salir de aquí, hay que buscar como cubrirte el pelo al menos, porque no quieres que te encuentren. Y buscarte ropa que no sea de hospital —Elevó la mirada, buscando alrededor —Quizás alguien se dejó algo aquí, o hay uniformes viejos, o algo... Si no, puedo llamar a alguien para que te traiga ropa. Y tinte para el pelo, si hay suerte. 

Sway volvió a tocar el medallón. -Yo... Yo conozco a los Renegados, me acogieron cuando llegué de Nueva York. Les debo eso, al menos.- Para Mateo queda claro que, sin embargo, la pelirroja no confía del todo en ellos. Sino, no le habría pedido ayuda a él.

Una notificación en el móvil le indicó que había recibido un mensaje en el correo de voz. Sway palideció un poco por la revelación que le hacía el joven cazador. -Me gustaría decir que te acostumbras a tener la razón cuando puedes ver el futuro... Pero odio tener razón.- Un nuevo mensaje, esta vez de WhatsApp, saltó en el móvil de Mateo. -Ya he revisado, no hay gran cosa en este local. ¿Tendrás alguna gorra o algo? Mientras que no deba cortarme el cabello...- Se tiró de un mechón pelirrojo con nerviosismo.

La gorra le daba un aspecto aún más peculiar a la joven, pero al menos escondía su melena pelirroja, lo que debería bastar de momento. Ayudada por Mateo, ambos salieron del local y subieron a la camioneta del mismo, poniendo dirección hacia el punto en donde debía encontrarse con Yenny y Lonan.

Estacionó al otro lado de la calle, y esperaron. Esperaron por unos largos minutos. Cuando Mateo revisó el móvil, vio que Yenny no haber leído el su mensaje, y si le llamaba, el móvil repicaba hasta caer en la contestadora.

La latina había desaparecido.

Habían días en los que nada ocurría, y días en los que le faltaban horas para hacer todo lo necesario. Hoy era uno de esos últimos. No sabía cómo había pasado de la reunión de Lonan, a acompañar a Yenni, a tener que dejar a su amiga sola para ir a buscar a Sway que estaba, para variar, siendo perseguida por alguien. O algo. Al menos, esta vez tenía una idea de qué era lo que la buscaba.

Por un instante, lo que había durado el camino hasta el lugar de encuentro con Yenni y Lonan, había sentido alivio. La pelirroja estaba bien, entera, y parecía sensata. No había tardado tanto, y llegaría a tiempo para ponerse al día con los lobos. O eso creía. Porque cualquier alivio y seguridad que sentía hasta entonces se desvaneció al darse cuenta de que ninguno de los dos aparecía.

¿Dónde coño se habían metido? Algo tenía que haber pasado. Yenni no había leído su mensaje, y no se iría sin avisarle. Se le podría haber acabado la batería, si no fuera porque no había aparecido en el punto de encuentro. Algo tenía que haber pasado.

Los lobos tendrían que esperar. Solo había una de ellos que ocupaba su lista de prioridades ahora.