Partida Rol por web

El trayecto no fue muy largo o al menos eso pensó Max cuando la ambulacia paró y se encontraron en el hospital. Cuando el doctor le dirigió la palabra miró confuso entre el cadáver de Lana y la anciana.

-Sí, nos vimos en mitad de un tiroteo. Mi novia ha muerto -Dijo con un nudo en la garganta y señalando la camilla donde iba Lana.- Y mi abuelo está malherido, Ekon Boujettif, ¿Podría decirme como está? Por favor. -Necesitaba saber que su abuelo iba a salir de esa bien y se le acumulaban las preocupaciones, pero de momento ni por él ni por Lana podía hacer más, sin embargo si por Debbie.- Acompañaré a la señora Paxton mientras tanto por si me necesita y no se si tengo que hacer algo con respecto a Lana. -Se acercó a Debbie y le habló al oído.- Claro que si usted prefiere llamar a alguno de sus hijos...

Esperó a que no hubiera nadie más alrededor y que hubieran atendido a la señora Paxton para acercarse y contestar a sus preguntas pues confiaba plenamente en ella.

-Supongo que si, pero nada es gratis y no siempre funciona, también lo puedo hacer con objetos y por eso siempre llevo algo de esto -Dijo enseñándole la chocolatina.- Si no repongo azúcar después de usar mis poderes me da el bajón, y en cada oráculo se manifiesta de manera diferente. Pero no controlo lo que veo o lo que puede significar, interpretar las visiones es algo que lleva mucho tiempo, mi abuelo es mucho mejor en ese aspecto, bueno, en todos los aspectos realmente. -Suspiró y miró hacia las puertas interiores del hospital esperando que llegara alguien con noticias.- Por ejemplo: cuando mi abuelo comentó la profecía que el conclave había dicho todos pensasteis en Lana, lo noté en vuestras miradas. -Y lo que no habían sido miradas.- Pero está claro que no era ella, eso no significa que la profecía no vaya a cumplirse, aunque podría no hacerlo... Siempre es un tema delicado. -O como cuando había visto que iban a disparar a la Señora Paxton y al final el disparo se lo había llevado él, lo de ser oráculo no le había traído nada bueno y estaba harto.- Ya bueno, Frederick es un hijo de puta, pero hay más demonios y gente trabajando con ellos como Nicky, yo que usted no me fiaría. No les deseo ningún bien a ninguno, pero ya no es mi guerra.

Luego de ubicar a la señora Paxton en una de las camillas, el médico que la atendía mandó a uno de los internos a averiguar sobre el estado de Boujetiff. Le tomaron la presión, la auscultaron, y la dejaron con el oxígeno mientras iba a revisar otras emergencias que iban llegando. A la derecha, separados solo por una cortina de tela, en otra camilla, podían ver los zapatos y parte del pantalón de otro paciente. Parecía que esa era una noche muy activa en L.A.

EL doctor O'Higgins se acercó hasta donde estaban Debbie y Max. -Dice que es el nieto del señor Ekon Boujetiff, ¿correcto?- Dijo, tomando nota. -Se encuentra aún en quirófano, pero está estable. ¿Sabe si sufre de alergias a algún medicamento? ¿Tiene seguro médico?- Sin levantar la vista de los papeles, siguió hablando. -Respecto a su novia, Lana. ¿Sabe su apellido? ¿Algún familiar? Me temo que debe ser un familiar quien haga el reconocimiento y tome las decisiones respecto a lo que se hará con su cuerpo.-

Escuchó atentamente a Max describir el alcance de sus poderes y cerró los ojos unos segundos.  Casi parecía que se había dormido.

—Maximus, mis hijos están... —bajó la voz y miró a la cortina que la separaba del otro paciente — amenazados de muerte por Iblis, uno de los demonios que dominan los ángeles.  Tengo menos de dos semanas para encontrar algo que dejó a mi Jester, que en paz descanse, o...— arrugó la boca.

»Necesito que vengas conmigo, porque fuimos hace poco a la cabaña, pero el pobre de Jester estaba furioso. Su fantasma, en realidad.  Si, cuando estemos alli, "tocas" a Jester, quizá sepa que es lo que le pasa y pueda ayudarle.  

Era mucho pedir, Maximus tenía sus propios problemas.

—No tiene que ser ahora, ve a ver primero a Ekon, que seguro que tiene muchas ganas de verte, y encárgate de que la pobre Lana...

Puso su arrugada mano sobre la de Max.  

—Mañana saldremos para allá. Intenta que ese señor Ash venga con nosotros. Me interesaría conocer su opinión... profesional.  

...

—Ekon Boujetiff tiene seguro —confirmó. No sabía qué le cubría pero todo podía negociarse —. Y la jovencita, se llamaba Lana Smith. Su familia murió y no tenía a nadie, excepto a su novio Maximus. Él se hará cargo de todo, pero si hay algún gasto... Bueno. Entonces hablen conmigo, me haré cargo. Miró a la doctora por encima de las gafas. "¿Querías algo más, bonica?", parecía decir.

Las noticias sobre su abuelo lo tranquilizaron a medias, hubiera preferido que estuviera ya fuera de todo peligro y descansando del susto, pero mientras estuviera en el quirófano... Por fortuna Debbie estaba más espabilada que él y pudo contestar a todas las preguntas, aunque las de Lana fueron como un puñal porque la señora Paxton sabía más cosas de su novia que él y eso lo entristecía.

-No tiene ninguna alergia que yo sepa. -Fue lo único que pudo añadir para que el doctor pudiera continuar con su trabajo.- ¿Me avisarán cuando salga del quirófano? -Tenía la cabeza dividida entre su abuelo y Lana. Algo de lo que había dicho Debbie seguía resonándole en su cabeza pero no tenía intención de discutirlo mientras no estuvieran solos.- Sí, yo me haré cargo. -Dijo más por el compromiso que sentía hacia Lana que porque realmente fuera capaz de afrontar los posibles gastos, siempre andaba con el dinero justo pero ya se las arreglaría.

Otro tema bien distinto eran los problemas personales de la señora Paxton y aunque Maximus no tenía ganas de nada en aquellos momentos ella siempre se había portado bien y había sido amable con él y con Lana así que quería ayudarla aunque de momento su abuelo era la prioridad.

-No se como contactar con Ash, era la primera vez que lo veía, pero en cuanto mi abuelo se recupere estoy seguro que él si sabrá como. En cuanto a su problema... Su marido casi me mata la última vez que fuimos y ni siquiera llegué a tocarlo. -Y ahora tenía que andar en silla de ruedas, aunque daba gracias por haber salido vivo de allí, la verdad es que la señora Paxton no le estaba pidiendo una nimiedad.- ¿Y si toco algún objeto de su marido? -Dijo como opción, aunque seguramente no sirviera de nada, solo como intento desesperado de no acabar otra vez muerto.- Quizás Ash pueda hablar con él, de colega fantasma a colega fantasma... Pero si no queda otra opción, lo haré. -¿Para que quería aquella maldición si no intentaba ayudar a la gente? Claro que su experiencia le decía que por lo general las cosas terminaban peor, supuso que ni él ni la señora Paxton tenían ya nada que perder.- Así que Iblis... ¿Es el jefe de Nicky? Puede que por eso Lana lo atacara al verlo, quería protegerlo de él. En todo caso deje que me asegure que mi abuelo sale de la operación bien y solo tenga que recuperarse de sus heridas, en cuanto pueda hablar con él le prometo que buscaremos a Ash volveré con usted a la cabaña y conseguiremos que el fantasma de su marido nos diga lo que necesita para salvar a sus hijos. Malditos demonios... Siento mucho que usted y su familia tengan esa carga.

—¡Por favor! —Paxton estaba cada vez más incómoda.  Tumbada en la camilla estaba virtualmente prisionera, incapaz de bajarse de ella sin abrir las piernas más allá de la más elemental decencia y de su mermada elasticidad.  Tiesa como un palo, escuchaba las contestaciones de Maximus y miraba ocasionalmente los zapatos y la pernera del pantalón del paciente que se hallaba junto a ellos. 

—Ekon ya tuvo un objeto de Jester en su mano...—respondió recordando el reloj que el viejo vidente había tenido en sus manos —. Pero no pareció que tuviese ninguna visión, no comentó nada al respecto.

Aunque ella tampoco se habría enterado, de ser así. Ekon era aún más zorro que los espíritus de las leyendas africanas.

El reloj era, en realidad, un regalo de la misma corporación de la que, según sospechaba Debbie, había sido dueño el mismísimo Iblis. Era posible que llevarlo encima hubiese sido lo que había enfurecido a aquello que se parecía a su difunto marido.

—Si, puede que sea mejor que contacte con el señor Ash.  

Espera. ¿Había cogido Tara algo de la cabaña, una figura?. Le dijo que "Era como si alguien la hubiese dejado para tí". ¿Qué hacía esa figura ahí, qué tenía que ver con Jester, con ella, con Tara?.  

Paxton había estado pescando pequeñas pistas con las redes inadecuadas.  

—No. No tiene sentido que Nicky sea empleado...empleade de Iblis.  Pero puede que lo sea del tercero del triunvirato de Los Ángeles, del que no hemos oído nada todavía.

Debbie suspiró roncamente, negó con la cabeza y miró a Max.

—Anda, ayúdame a bajar de la camila. No tenemos tiempo ni para oxígenos ni oxigenas

Antes de que Maximus ayude a Debbie a bajar de la camilla, la venerable señora pudo ver como la persona de la camilla a su lado se bajaba de la misma, y le daba la vuelta a la cortina para quedar frente a ellos. Se trata de un muchacho joven, bastante pálido, que parecía haber recibido una paliza muy recientemente. Tenía profundas ojeras, y mostraba los signos de abstinencia de un adicto.

El chico pareció querer decir algo un momento, pero a pesar de que boqueó un par de veces, no llegó a decir nada. Solo se les quedó mirando una vez más, y finalmente se alejó de allí. Sólo entonces Maximus creyó reconocer al muchacho. Joseph, el hermano perdido de Lana...

La señora Paxton no se estaba quieta a pesar de los cuidados que intentaban darle los doctores y como siguiera así se iba a poner peor.

-Entonces descartamos los objetos de momento, no creo que el resultado fuera diferente, aunque quizás dos oráculos que toquen el mismo objetos obtengan visiones distintas.

Asintió ante lo del fantasma, no se le ocurría mejor mediador con su marido que otro de su misma condición, quizás así ni siquiera tuviera que acercarse otra vez a él y mucho menos tocarlo. En cuanto a Nicky se fió del instinto de la señora Paxton, parecía que sabía mucho sobre los demonios de la cuidad y ahora mismo a Max le daba un poco igual para quien trabajara, seguía pensando que era peligroso para Debbie.

-Es posible, sea como sea tenga cuidado, ahora ya no tendrá a Lana para ir a protegerla. -Se sentía triste y vacío, aquella noche había perdido a su novia y casi a su abuelo. Miró a la señora Paxton con sorpresa cuando esta pretendía bajar de su camilla.- ¡Espere! ¡No puede marcharse hasta que no le den el alta! -Lo que le faltaba, que se muriera la señora Paxton también.- Serán solo unos minutos más, no marcará ninguna diferencia darse prisa pero podría resentirse y no poder hacer nada de lo que pretende.

Mientras Maximus intentaba convencer a Debbie de no bajar de la camilla, la venerable señora pudo ver como la persona de la camilla a su lado se bajaba de la misma, y le daba la vuelta a la cortina para quedar frente a ellos. Se trata de un muchacho joven, bastante pálido, que parecía haber recibido una paliza muy recientemente. Tenía profundas ojeras, y mostraba los signos de abstinencia de un adicto.

El chico pareció querer decir algo un momento, pero a pesar de que boqueó un par de veces, no llegó a decir nada. Solo se les quedó mirando una vez más, y finalmente se alejó de allí. Sólo entonces Maximus creyó reconocer al muchacho. Joseph, el hermano perdido de Lana...

No. No puede ser...

Pero algo le decía que sí. El maldito destino le había llevado a encontrar al hermano de Lana justo la noche en la que esta había fallecido. ¿O quizás no era tan casualidad?

-Es... ¡Es el hermano de Lana! -Dijo a la señora Paxton siguiendo con la cabeza al muchacho.

Empujó la silla con fuerza ignorando el dolor que sentía y comenzó a seguir al chico.

-¡Eh! ¡Joseph! ¡Joseph Smith! ¡Espera! ¡Soy amigo de tu hermana!

Intentó detenerlo mientras lo seguía, ahora mismo era lo único de Lana que tenía y por su recuerdo necesitaba hablar con él y hacer algo, no se veía en la mejor de las situaciones.

—No, no —protestó mientras Maximus salía tras ¿El hermano de Lana?. Intentó bajar de la camilla pero era imposible sin perder la dignidad.

—No se apellida Smith —masculló antes de quitarse la mascarilla de oxígeno. Era tremendamente obvio que lo había dicho para dar más credibilidad al hecho de que conocían a Lana.  

—¡​​​Joseph! —llamó al presunto hermano pequeño de Lana —Tengo cincuenta dólares para darle, así que no se vaya, jovencito.​​​​​​

El chico pareció hacer caso omiso a las palabras de Maximus, el cual calculó que podría intentar hacer una carrera, derrapar, y cortarle el paso antes que se alejara demasiado. Seguramente ganándose también una buena reprimenda por parte de los seguratas del hospital. Sin embargo, no hizo falta, pues la señora Paxton sin ser maga conocía muy bien algunas palabras mágicas.

Joseph se detuvo, inquieto, y lentamente volvió sobre sus pasos. Pareció evaluar con la mirada al joven de color y a la anciana, como un animal que ha sido maltratado por un largo tiempo. Finalmente, pareció reaccionar. -¿Qué quiere a cambio?- Era evidente que aquel joven no había tratado con personas de buena voluntad muy a menudo.

No iba a alcanzarlo a no ser que hiciera una de sus maniobras que solían acabar mal, pero por otro lado tampoco podía dejar que se marchara después de haber compartido tanto tiempo con Lana buscándolo. No hizo falta pues como si Debbie hubiera pronunciado unas palabras mágicas Joseph se detuvo, estaba claro que no había llevado una vida mucho mejor que su hermana y una pequeña parte de Max se alegró que Lana no tuviera que contemplar aquello, aunque conociéndola no le importaría nada, era su hermano querido y estaría dispuesta a ayudarlo.
 
-Bien jugado señora P. -Dijo mientras se acercaba al chico.- Hola Joseph, soy Max, salía con tu hermana. -Hablar en pasado de eso era doloroso. Se llevó las manos al cuello y se quitó el colgante que llevaba.- Esto es tuyo me parece, tu hermana me lo regaló en un intento por protegerme y me salvó la vida. -Con eso seguro que no tenía dudas de su historia, seguro que reconocería el colgante. Ahora quedaba la parte difícil.- Lo siento Joseph, tu hermana... A tu hermana... -Estaba demasiado reciente aún, no pudo evitar balbucear y que sus ojos volvieran a llenarse de lágrimas.- A tu hermana la mataron, pero quiero que sepas que no paró de buscarte e hizo todo lo que pudo por encontrarte, nunca se rindió... -Incluso vendió su alma al diablo faltaba por decir, mejor no entrar en esa parte, ya tenía bastante con la noticia.

—Oh, my — Debbie Paxton no llegó a bajar de la camilla. Sacó la mano del bolso y lo cerró con un sonoro "clac", sin llegar a sacar su cartera. Los ansiados cincuenta dólares con los que pensaba convencer al hermano —si lo era — de Lana se quedaron en su interior. No iba a malgastarlos, eso estaba más que claro.

—Se me olvidó el monedero en casa. Seré tonta.

La astuta señora Paxton había comenzado a tramar ciertas cosillas, pero Maximus se le había adelantado.  Ahora, a saber cómo reaccionaba el chico.

Debbie suspiró y permaneció alerta, por si encontraba alguna manera de calmar al jovencito y enderezar las cosas.  Desde luego, tener el poder de ver el futuro servía de bien poco si no tenías ni la más mínima malicia.

¿Que hubiese descubierto la astuta señora Paxton si Maximus no se hubiera adelantado a hablar con el joven Joseph? Era difícil de saber, ahora teniendo que esperar qué respuesta podría darles el chico luego de recibir de forma tan contundente aquella verdad. Una respuesta que tampoco llegaría, pues en ese instante la alarma que indicaba código azul comenzó a escucharse en el lugar, y los ojos del oráculo se tornaron blancos por unos instantes. Cuando su vista se despejó, el sudor frío bajaba por la espalda de moreno. -No, no, ¡abuelo! ¡Señora Paxton, mi abuelo...!- Max intentó avanzar con la silla de ruedas, pero en su torpeza hizo que la misma volcara y quedara tirado en el suelo.

La distracción había sido pequeña, pero había bastado para que Joseph, el supuesto hermano de Lana, desapareciera de la vista de ambos. Aún así, en la memoria de la mujer quedaría algunos detalles que su ingeniosa mente había captado...

La señora Paxton miraba con tanta atención a Joseph que hasta inclinó la cabeza para mirarle por encima de las lentes.  No se fiaba demasiado del presunto hermano de Lana, su infalible olfato le decía que había gato encerrado. 

Le tenía calado.

Pero tal y como pasaba últimamente, los acontecimientos pasaban con demasiada urgencia y rapidez como para que la venerable jugadora de Bridge pudiese hacer sus cábalas.  Al final acabaría dándole un jamacuco.

—¡Maximus! — bajó de la camilla no se sabe como, sin soltar el bolso, y comenzó a llamar a los médicos a gritos

—Oh, my goodness 

Por la escalofriante reacción de Maximus una podía pensar que Ekon les había dejado. Un gran peso se instaló en el pecho de la anciana y la preocupación hizo que tuviese que apoyarse en uno de los enfermeros.  

La pobre mujer no sabía ni por donde empezar.  Para cuando se giró para ver que hacía Joseph, este se había esfumado.  Supuso que lo encontraría de nuevo, ahora que no les servía para chantajear a Lana, pero no encontró razón para salir tras el, no cuando tantas tragedias ocurrían a su alrededor.

Habían trasladado a Ekkon a una de las habitaciones de UCI. Un médico había llevado a Max a verlo, mientras Debbie se quedó esperando en una sala con asientos más cómodos que las sillas plásticas de la sala de espera habitual. En su mente repasaba la breve escena con el chico que el moreno oráculo había llamado hermano de Lana. Se da cuenta entonces de algo que llamó su atención en el momento, pero que los eventos la hicieron olvidarlo hasta ahora. Estaba segura de haber visto en el costado del cuello del chico lo que parecía el tatuaje detallado de una araña, casi parecía real. En el momento que el joven había girado la cabeza, sin embargo, creyó ver cómo se materialiazaba un nuevo tatuaje por encima de la araña. Como una luna menguante, o la hoja de una guadaña, de cuya punta iba surgiendo una cadena. Antes de perderlo de vista, la señora Paxton había contado al menos dos eslabones formados de aquella cadena...

Al poco, Max regresó a donde se encontraba Debbie. -Mi abuelo...- Tuvo un hipido, y se sacudió la nariz en un trozo de papel. -Mi abuelo está bien. Estable, quiero decir. Bien no está, tiene tantos huecos como un colador. Pero me han dicho que saldrá de esto. Yo... Yo he pedido que lo trasladen. Me voy, señora P. Vuelvo a casa, lejos de hadas, magos, fantasmas, cazadores, y demonios. Me llevaré a mi abuelo. No nos queda nada aquí.- Volvió a sacudirse la nariz, le dio un abrazo fuerte a la mujer, y volvió a la habitación donde se encontraba un, ahora dormido, Ekkon.