Partida Rol por web

 Kizoku se quedo helada. Avergonzada. Completamente humillada por la revelación tan bizarra y chabacana de sus secretos. Sus mejillas rojas y su expresión de consternación se mantuvieron por un largo rato antes de que pudiera reaccionar ante la situación. Y "reaccionar a la situación" fue simplemente bajar la cabeza en una profunda vergüenza. Quería que aquello se acabase para poder salir de allí y evitar la mirada de sus pares.

 Pero cualquier reacción anterior que la sommelier hubiera tenido quedo a la sombra de su grito de horror al ver a sus compañeros ser ferozmente devorados por aquellas máquinas de horrible aspecto. Horrorizada, cayo al suelo con la mirada clavada en Monokuma.

- ¡Ehhh! ¡Se los han tragado! ¡¿Qué les has hecho?! ¡Se los comieron enteros! ¡Ehhhh!

¡Upupupupu!

¡Eso les pasa por ser unos molestos críos que no paran de hablar y hablar!

Mientras decía estas palabras, los cuatro llenos "Junk-Monokumas" salieron de la estancia escalando las paredes hasta volver a entrar cada uno por su trampilla correspondiente, cerrando estas detrás de ellos. Monokuma parecía bastante alegre con todo lo que había sucedido a su alrededor, no paraba de moverse con la alegría.

¡Bueno! ¡Ahora vamos con el tema lo prometido a costa del Sacrificio!

¡Kazuhiko Yamada! ¡Ven aquí!

No hizo falta a Kazuhiko moverse del atril, sino que este salió volando hacia Monokuma, sin darle tiempo al joven de siquiera moverse; Monokuma sacando una aguja aún más grande, una vez que el pelirrojo estuviera al alcance, es apuñalado a través del ojo por el oso, que le inyecta lo que hubiera dentro de la aguja.

¡No pestañees o será peor!

No sabía cómo sentirme si aliviado o algo molesto de que Me me hubiera ignorado así solo esperaba que ellos estuvieran bien aún dentro de los Junkkumas -¿Ellos están bien verdad?. Al ver como Yamada-kun era arrojado y apuñalado en el ojo palidecía estaba horrorizado y a mi parecer Monokuma cada vez era más violento -¿Realmente era necesario que fuera en el ojo de Kazuhiko?

-Venga ya liberalos  de ahí mapache subnormal- dije desde mi Atril - si me quieren considerar culpable al menos deja que les vea las caras- la verdad es que no tenia ánimos de seguir discutiendo, ya había escuchado toda su conversación de una u otra manera algo malo pasaría.

-Al menos permite que hable con Tsumiko y Tofuna- dije afinando las cuerdas de la guitarra.

Sacando unas inesperadas uñas de su garra, las acerca al otro ojo de Kazuhiko Yamada, tras unos instantes, muestra a todos una lentilla de color rojo. Sustrayendo la aguja del ojo de Yamada, Monokuma la guarda. La situación era tensa y Monokuma no parecía dispuesto a decir si los compañeros devorados estaban vivos o no... aún no era momento para eso.

¡Enhorabuena! ¡Ahora tu cerebro es Rojo!

Ah... y supongo que recordarás cada detalle de lo que pasó ayer a la noche... pero eso es un efecto secundario.

El atril se alejó volviendo a dejar a Kazuhiko en su sitio, si alguien lo viera ahora, vería como tiene los dos ojos rojos, tal y como tenía antes de aquella mañana donde había llegado con un ojo cerrado y cubierto en sangre. Sea como fuere, Kazuhiko no parecía estar del todo contento al saber que ahora su cerebro se había teñido de rojo.

¿A quien viste durante tu estancia en la enfermería?

Luego de recibir el mensaje acusador de Tsumiko Komachi, parecía tranquilo, como si no me importase. Su acción por arrastrarme junto a ella a la desesperación no había servido, tal vez porque estaba seguro de no ser esa persona, o quizás porque no iba a caer en trucos tan bajos e infantiles, o porque ya había leído ese archivo. De cualquier manera, permanecí estoico disfrutando el espectáculo que los demás brindaban, poco a poco salían a relucir lo peor de sus personalidades. 

Las mismas personas que aseguraban que yo era el Ultimate Psychopath, actuaban como tal, habían caído al mismo nivel que Monokuma, pero no los juzgaba por ello. Eso sí, estaba seguro que habría un antes y un después, en las relaciones entre todos, luego de este juicio. 

Dentro de todo lo ocurrido, había algo que me molestaba profundamente, porque pese a no importarme del todo la opinión de mis compañeros, me asustaba el hecho que estuviesen seguros que yo era K. Al parecer era evidente para ellos, pero no lo era tanto para mi, intenté darle vueltas al asunto pero no tuve tiempo alguno, porque Monokuma quería aprovechar este momento de caos, para terminar completamente con la moral del grupo, exponiendo todos los temores de una vez por todas. 

Rápidamente busqué mis datos. Información que no fue difícil de encontrar, pero que deseé nunca haber leído. Desde ese momento todo se volvió oscuro, mi inexpresiva reacción parecía forzada y permaneció allí como si estuviese aferrada a mi rostro.

Mi interés por el Juicio desapareció por completo, no era más que un espectador. De hecho, era menos que eso, era un molde de ser humano presenciando algo que ha sido obligado a ver. Simplemente estaba parado allí sin capacidad de reacción.

Cuando el Director Monokuma me llamó, luego de los sacrificios ofrecidos, ni siquiera me enteré. Solo supe que de un momento a otro, el Oso de Ojo Rojo estaba frente a mi. -Déjame en paz de una buena vez-, es lo único que pasaba por mi mente en esos momentos y anhelaba haber tenido la fuerza para gritárselo, pero en ese instante yo sólo era un muñeco tirado por los hilos de su titiritero. 

Me acercó la aguja a mi ojo, quería arrancar, salir de ese salón pero mi cuerpo no respondía. -¿¡Por qué yo!?... ¿¡Por qué yo!?- Ni siquiera debía forzarme a no moverme, porque me era imposible. El gélido liquido que entraba por mi globo ocular junto al extremo dolor que eso conllevaba, me hicieron darme cuenta de mi situación. Arrodillado ahí frente al director sin nada mas que hacer, al menos eso me trajo de vuelta a la realidad. 

Mi cerebro ahora carmesí, tal vez por todo los vasos sanguíneos que rompió el Director con esa tremenda aguja, me sacó del confinamiento en mis pensamientos, y cuando escuché la pregunta de Monokuma, la respuesta vino de inmediato a mi mente. 

La persona que estaba esa noche en la Enfermería era la misma que entró junto a mí a los Baños Públicos esta mañana. Lo quedé mirando, mientras este afinaba su guitarra, pero no tuve el valor de acusarlo en voz alta, así que cabizbajo, elevé mi dedo para apuntarlo. 

¡Pues al parecer Kazuhiko te vio cometer el crimen!

¡Eso pasa por dejar testigos sueltos!

_{^{¿Votaciones? ¿Qué Votaciones? ¡No hacen falta votaciones!}}

¡Neku Sakuraba ha llegado tu turno!

Extrañamente Monokuma parecía demasiado apurado, sea como fuere; una vez que el oso golpeó el botón con su mazo; el atril de Neku Sakuraba se hundió en el suelo, haciendo desaparecer al músico de una vez por todas. Sea como fuere; ya todos sabían lo que iba a ocurrir, o en el caso de Kizoku Anata, vería de primera mano lo que ocurriría...

No entendías muy bien qué es lo que ocurre, el corazón te late fuertemente en el pecho y apenas puedes respirar; chocas contra los lados de aquel enorme saco en el que estás metidos dentro de aquel monstruo mecánico, el Junk-Monokuma, tu destino es incierto y todo por presentarte como voluntario a aquel trato que Monokuma os había ofrecido y ni siquiera os dijo todas las condiciones.

Entonces sentiste que aquella criatura se detuvo, y no solo eso; algo te había sujetado de los tobillos. De un fuerte tirón, saliste fuera de aquella bestia robótica para quedar cegado por unos poderosos focos. Antes de que pudieras decir nada, unas esposas te amarraba vuestras muñecas y tobillos en una posición un tanto extraña, y si por si eso fuera poco; tu rostro fue cubierto por una careta que no te dejaba ver qué era lo que sucedía en los alrededores. Para finalizar, sentiste el tacto de una manta cubriendo tu torso y en tus manos alguien puso algo.

No entendías muy bien qué es lo que ocurre, el corazón te late fuertemente en el pecho y apenas puedes respirar; chocas contra los lados de aquel enorme saco en el que estás metidos dentro de aquel monstruo mecánico, el Junk-Monokuma, tu destino es incierto y todo por presentarte como voluntario a aquel trato que Monokuma os había ofrecido y ni siquiera os dijo todas las condiciones.

Entonces sentiste que aquella criatura se detuvo, y no solo eso; algo te había sujetado de los tobillos. De un fuerte tirón, saliste fuera de aquella bestia robótica para quedar cegado por unos poderosos focos. Antes de que pudieras decir nada, unas esposas te amarraba vuestras muñecas y tobillos en una posición un tanto extraña, y si por si eso fuera poco; tu rostro fue cubierto por una careta que no te dejaba ver qué era lo que sucedía en los alrededores. Para finalizar, sentiste el tacto de una manta cubriendo tu torso y en tus manos alguien puso algo.

No entendías muy bien qué es lo que ocurre, el corazón te late fuertemente en el pecho y apenas puedes respirar; chocas contra los lados de aquel enorme saco en el que estás metidos dentro de aquel monstruo mecánico, el Junk-Monokuma, tu destino es incierto y todo por presentarte como voluntario a aquel trato que Monokuma os había ofrecido y ni siquiera os dijo todas las condiciones.

Entonces sentiste que aquella criatura se detuvo, y no solo eso; algo te había sujetado de los tobillos. De un fuerte tirón, saliste fuera de aquella bestia robótica para quedar cegado por unos poderosos focos. Antes de que pudieras decir nada, unas esposas te amarraba vuestras muñecas y tobillos en una posición un tanto extraña, y si por si eso fuera poco; tu rostro fue cubierto por una careta que no te dejaba ver qué era lo que sucedía en los alrededores. Para finalizar, sentiste el tacto de una manta cubriendo tu torso y en tus manos alguien puso algo.

No entendías muy bien qué es lo que ocurre, el corazón te late fuertemente en el pecho y apenas puedes respirar; chocas contra los lados de aquel enorme saco en el que estás metidos dentro de aquel monstruo mecánico, el Junk-Monokuma, tu destino es incierto y todo por presentarte como voluntario a aquel trato que Monokuma os había ofrecido y ni siquiera os dijo todas las condiciones.

Entonces sentiste que aquella criatura se detuvo, y no solo eso; algo te había sujetado de los tobillos. De un fuerte tirón, saliste fuera de aquella bestia robótica para quedar cegado por unos poderosos focos. Antes de que pudieras decir nada, unas esposas te amarraba vuestras muñecas y tobillos en una posición un tanto extraña, y si por si eso fuera poco; tu rostro fue cubierto por una careta que no te dejaba ver qué era lo que sucedía en los alrededores. Para finalizar, sentiste el tacto de una manta cubriendo tu torso y en tus manos alguien puso algo.

Confusa y desconfiada, preferí no moverme ni lo más mínimo. A saber qué era lo que había a mi alrededor y lo que preparaba Monokuma

El Atril de Neku aterriza en un escenario, lo único que se encuentra iluminado del mismo es Neku Sakuraba; frente a él, se encuentra su preciada guitarra eléctrica y un público de Monokumas aparecen en frente de él formando hileras con una cierta separación entre ellos bastante evidente, en el inicio de esos caminos, cerca del escenario había círculos de colores, verde, rojo, amarillo, azul y naranja.

Neku no comprendía qué era lo que estaba ocurriendo, ni siquiera cuando nuevos focos comenzaron a iluminar al público; ni siquiera cuando otros nuevos focos iluminaron al resto de "componentes" de aquella banda, unas personas con máscaras de payaso y batas de colores del arcoiris sujetando diversos instrumentos en sus maniatadas manos.

Aquellos integrantes de la banda se encontraban ligeramente separados entre ellos, dejando a Neku en el centro, enfrente del círculo amarillo; por otro lado los otros se encontraban enfrente de los círculos restantes, verde, rojo, azul y naranja.

De la nada, un Monokuma de color completamente azul, comenzó a correr por el pasillo, hasta llegar al círculo de dicho color; una vez que aquel oso robótico pintado hubo llegado, el músico-secuestrado que se encontraba ahí, sufrió una descarga eléctrica, dando un grito de dolor mientras la máscara se le desenganchaba, revelando así a Katsumoto Obinata.

¡GAAAH! - gritó Obinata ante el primer pinchazo del monokuma azul. - _{Sakuraba-kun, no te voy a pedir que me expliques porque mataste a Miyazono-chan, ni porque traicionaste a las dos que estaban dispuestas a encubrirte hasta el fin, incluso no te voy a pedir que me evites el dolor. -} levantó su cabeza, la cual estaba mirando hacia abajo y dirigió su mirada a Neku - _{Solo te voy a pedir, que toques algo memorable. Echo de menos algo de inspiración...}

-Que, que es lo que sucede?-miro a mi alrededor, pero la mascara me impide ver nada-Neku? Porque estas tu aqui? Ese grito a sido de obinata?-intento sacudirme de los grilletes-No puede ser... entonces Neku, n-no lo entiendo, porque?-parecia realmente entristecida-P-pero no, eso no significa que esto aun haya terminado, si pudiera quitarme estas esposas-con toda la fuerza que puedo intento liberarme de ellas, mas la fuerza que tengo aunque sea bastante mayor para la un cuerpo como el mio no puede hacer nada contra los grilletes-M-maldita sea, que es lo que sucede?-de tanto sacudirme la manta se cae, mostrando a los que puedan ver lo que sea que me pusieron en las manos-No te preocupes Neku, debe haber alguna forma, debe haber alguna forma de poder sobrevivir! Algun error que haya cometido Monokuma, cualquier cosa!-.

Ser devorada viva por una máquina no es agradable.

Ni siquiera tuve tiempo de alegrarme de no haber acabado hecha trocitos. Se sentía como un secuestro, estaba esposada, y apenas podía ver a mi alrededor porque llevaba puesta una careta. Pero lo peor no era eso, lo peor era el súbito reconocimiento de la situación en la que estaba. De dónde estabamos. De quién estaba en el centro.

Neku Sakuraba sí que había al final resultado ser el asesino.

Y nosotros formabamos parte del espectáculo en su ejecución.

...¿Ibamos... también a morir?

.............Quizás no fuera tan malo.

.................................Así, dejaríamos de sufrir, y sufrir y sufrir.

......................................De ser traicionados y de traicionarnos.

............................................De hacer amigos que se convirtieran en enemigos. De convertirnos en enemigos de amigos.

Inspiré y espiré profundamente. A diferencia de Katsumoto, yo necesitaba saberlo. Podía notar lágrimas recorriendo mi rostro, aunque afortunadamente, nadie podía verlas detrás de mi máscara. Me tembló la voz al hacer la pregunta: "Neku... ¿Por qué?"

Natsuki no veía nada. Una máscara le impedía ver. Además estaba maniatada y también tenía grilletes en los pies. Aunque en las manos tenía holgura suficiente para sujetar un objeto.

Escuchó las voces de Tafuna-chan, Tsu-chan y Obi-sama. Parecía que finalmente Neku-san era el asesino y estaba allí con ellos. Por algún motivo, Obi-sama aulló.

Natsuki estaba aterrada y ciega, así que tanteó aquél objeto que le habían puesto en las manos. Tenía un cuerpo y un mástil y también cuatro cuerdas. Vale. Era un bajo eléctrico. Natsuki no tenía ni la menor idea de tocar el bajo, así que tanteó el instrumento pinzando una cuerda. Un sonido grave y afinado resonó.

Toooongggg

Probó otra cuerda. Otro sonido grave, aunque algo menos, resonó.

Taaaangggg

Los alternó intentando marcar un ritmo:

Tong - Tang - Tong - Tang - Tong - Tang.

Aquello era fácil. No es que sonara muy bien, pero lo suficiente y solo hacía falta pinzar dos cuerdas alternativamente sin tocar nada más. Incluso Natsuki se permitió alterar la base en algo que empezaba a sonar algo mejor introduciendo pinzar dos veces la mas grave haciendo lo que serían corcheas pero para ella era tocar dos veces en el tiempo que antes tocaba una:

Tong - Tang - Tong-Tong - Tang - Tong - Tang - Tong-Tong - Tang

Si Neku iba a tener que dar el concierto de su vida (o de su muerte), una base tan pobre no sería la mejor opción, pero al menos tendría algo sobre lo que trabajar.

Los secretos, las buenas acciones....todo había sido un error... Las piezas del puzzle se habían convertido en caritas que me miraban y se reían con maldad. El día de la pijamada Sakuraba-chan había hecho "guardia"...aprovecharía ese momento para inspeccionar? 

Estaba enfadada, triste y lo peor es que me sentía utilizada. Había trabajado en algo para él que me había pedido, aunque dudaba que pudiera utilizarlo sin mi. Para comprobarlo miro mi PDA ajena a lo que ocurría a mi alrededor.

Lo que me ponía de los nervios no era  pensar que moriría, eso lo había asimilado esa noche en la enfermería, aún así yo había colocados los clavos de mi cruz por que no habría de pagar por mi crimen, pero aun así el mapache bicolor había decidido usar la experiencia mas traumática  de mi vida para llevar al punto final.

Cuando las identidades de los payasos fueron reveladas una sensación fría me recorrió , el rostro de ellos me hizo sentir la mas grande mierda, les había jugado sucio pero bueno al menos tendría la oportunidad de decir el por que.

-Traicionar yo no traicionó se los dije o no lo escuchaste  sumiso, Tofuna y Tsumiko son inocentes, la verdad no pensaba ganar - algunas lagrimas rodaron por mi mejilla - quieres una explicación, lo hice por dar una oportunidad a Tsumiko y a Tofuna deje las pistas muy obvias y lo cierto es que ya había aceptado mi destino, oye caballero Tsu gana esto y no dejes que te maten, Tofuna  mantente así  eres linda no lo olvides, sumiso  naa Obinata  cuidalas, que si se te ocurre hacer la misma idiotez que yo buscaré la forma de atormentarte, oye gatita espero que no intentes situaciones malas o volveré por ti  y te recuerdo di la pista clave el juicio pasado yo no hubiera maltratado mis manos , lo recuerdas- dije tratando de colocar la mejor sonrisa.

Les había dicho lo que pensaba con sinceridad - Haber Hectopascales no llorén  que tenemos que dar un concierto y el publico se impacienta, - dije dirigiendo mi mirada a los monokumas que esperaban las ultimas notas - Oye Tsu si sales y vez a mi hermana dile que su hermano murió siendo un imbécil que hizo algo idiota, solo omite la parte del asesinato- me preparé para tocar frente el público, sería la ultima canción así que al menos esperaba que fuera la despedida.

Por que había decidido tocar aquella canción, no lo sabía sentía que era lo correcto, al menos una despedida, supongo que Miyazono hubiera podido hacer un buen acompañamiento de violín, una sonrisa amarga se dibujo mientras las notas fluían hasta el final, cuando la ultima nota fue tocada lo único que puede es dar la vuelta y dar las gracias a la banda.

-Hectopascales, tienen un buen ritmo- dije para luego esperar el final que Monokuma tenía planeado - vamos castor da tu mejor golpe, vive al limite y no te arrepientas.

"¿Para darnos una oportunidad... a Tafuna y a mí?..."

Al principio ni siquiera entendí la frase. Su motivo, la razón del ataque... Luego me vino a la mente aquello que Monokuma nos dijo el primer día. "Juegos del Hambre, Battle Royale... Matar o morir... Neku... no..." ...Neku sabía que el juego continuaría irremediablemente, y que cuanto más tiempo pasara, más posibilidades teníamos Tafuna-tan y yo de morir. Aquel pensamiento se le enraizó en el corazón con fuerza, carcomiéndole por dentro, hasta el punto de que decidió actuar. Por amistad... por miedo... por lealtad.

Sacudí la cabeza mientras las lágrimas cubrían mi rostro, protegido detrás de aquella máscara que me habían puesto, aunque esta no podría ocultar el sonido de mis sollozos. "Tonto guitarrista... tonta princesa Sakura... no hacía falta... no hacía falta llegar a eso..." murmuré, justo antes de que empezara a tocar. Ojalá pudiera moverme, ojalá pudiera soltarme de todas esas cadenas que Monokuma nos había puesto a los cinco. No, a todos, todos nosotros, los que estabamos en el escenario y los que seguían en los atriles. Tonto guitarrista... haciendo eso sólo caíste en la trampa de Monokuma... Kaori Miyazono no había hecho nada malo a nadie, no merecía morir... y-y aun si el juego va a seguir y a seguir... al menos podríamos haber seguido juntos... haberlo sufrido juntos... apoyándonos los unos en los otros...

No podía moverme, correr hasta él y abrazarle. Y aun si pudiera, este estúpido llanto me impedía siquiera hablar. La única manera de... de algún modo, transmitirle mi sentimientos, mostrarle que estaba ahí, despedirme de él antes de la inminente ejecución, era con este... instrumento que tenía en las manos. Yo no había tocado nada en la vida... Pero supongo que siempre hay una primera vez para todo. Al menos, tenía que agradecerle a Monokuma la oportunidad. La oportunidad de que al menos, tocáramos una última melodía... juntos...