Las puertas del ascensor se cerraron, mientras los "Basura-Kumas" seguían a Junko Enoshima, algunos por dentro del hueco del ascensor, otros por el contrario, escalando por aquellas inmensas paredes y perdiéndose entre el techo. Un último grupo de "Basura-Kumas" levantaron el trono de Junko y lo pusieron en el centro de los atriles, justo encima de la única salida viable que tenía la sala y que conocía Takumi Akio.
El final había llegado y Junko Enoshima había logrado salirse con la suya. Ahora el futuro no sería más que desesperación, una desesperación traída por la guerra, la muerte y los Monokumas de Última Generación, el ejército semi-indestructible.
Lo que se podría considerar como un...
Bad Ending
Ultimo Post para todos... este ya es el final...
¡Enhorabuena por haber llegado hasta aquí!.
¡Ya no hay forma alguna de que podáis evitar el daño que habéis liberado!
(Aunque tecnicamente siga en el ascensor, subiendo por el)
Me sorprendí mucho de ver cómo los chicos sencillamente no estaban dispuestos a rendirse. -Por el amor de dios, Katsumoto, Takumi, ¡estáis rodeados de basura-kumas!- les recriminé en mi mente, en mis pensamientos. -¿Qué vais a hacer? ¿Matarla a hilo y dedal, a pluma y tinta?- Pero ahí seguían ellos, enfrentándola, desafiándola incluso. Eramos como hormigas frente a Goliath, y en nuestro caso no teníamos a un David que nos ayudase, a un Ultimate Hope Student que nos salvase.
Y así, Goliath se despidió de nosotros, utilizando unas palabras, cómo no, envenenadas. Segundones y... ex-socios. Socios en su destrucción del mundo, tal vez. En su resurrección. Cómplices de todo el mal que haría. Las personas a las que asesinaría, rompería y destrozaría. ¿Y este iba a ser nuestro gran final? Morir solos... tras haber dejado escapar el mayor cáncer que el mundo podría haber parido nunca La Tierra.
Dejándonos con el más amargo sabor de boca, sólo llenos de arrepentimientos, dolor, angustia y desesperanza. Después de todo... no había nada que pudiéramos hacer, ¿no?
".................."
"No..."
"...Tenéis razón." dije, apartándome del atril. "No da igual." Miré a Tafuna Iwa, miré a Takumi Akio y miré a Katsumoto Obinata. "No da igual. Si vamos a acabar muriendo de todas formas... Al menos, que sea a lo grande." estaba segura de que Akio-kun aceptaría este destino con los brazos abiertos. Reunirse con Kazuhiko... y poder enmendar los errores que llevaron a su muerte. Pero el pobre y bueno de Katsumoto... él no se merecía esto. Había luchado caso tras caso, por encontrar la verdad y evitar que acabaramos ejecutados. Caso tras caso, lo había dado todo para que pudieramos encontrar un final feliz. "Obinata-kun... ...Sé que... no es este el final que querías... que no es esta la Esperanza en la que creías... pero es la única que podemos darte. Tafuna-tan..." me giré para mirarla. Ella ya sabría en qué estábamos pensando ella y yo.
... *las lagrimas habian comenzado a brotar de mis ojos mientras mi mano tomaba el cuchillo, apretando el mango con fuerza* Yo... yo creia que por una vez podria ser feliz, que podria ser normal, lo siento, lo siento a todos, pero, pero no podemos dejar que ella salga viva, yo... lo siento... *estaba llorando sin detenerme ni un segundo, con un rapido movimiento retire el cuchillo clavado en mi frente* Hoy, hoy todos caeremos y con suerte... con suerte yo tambien.
De inmediato una sensacion de peligro os inundo, algo malo iba a pasar, algo horrible, las luces comenzaron a parpadear.
Ya ha comenzado, sabia que despues de tanto tiempo sin que pasara nada malo nada mas quitarlo comenzaria, el unico consuelo es que los desastres no discriminan, no importa si eres victima o agresor, sufriras por ello... chicos *giro mi rostro hacia el vuestro, sobretodo mirando a Tsumiko* Hice bien? Esta bien hacer esto si con ello salvamos al resto de personas, no? Como minimo haremos mas facil su camino, verdad?
(Post 2 de 2. Leed el anterior antes del post de Tafuna primero)
Lágrimas de resignación y arrepentimiento en sus ojos, al igual que en los míos. Me acerqué a Tafuna Iwa, quien se había arrancado de cuajo el cuchillo de la cabeza. La anulación de seguridad que la Academia había desarrollado para contrarrestar la mala suerte de The Ultimate Endurance Student necesitaba el cuchillo en su cabeza para funcionar. Sin él... prácticamente ya podíamos presentir el peligro. El suelo temblaba, las luces malfuncionaban... "No lo sientas..." le dije, secando sus lágrimas. "No llores. Ssshhh..." repetí con calma, tomando con delicadeza las vendas de su rostro, y con lentitud, fui apartando las vendas de su rostro. "Tafuna-tan... las decisiones más importantes son siempre las más difíciles. Claro que has hecho bien, tonta...." le dije, acariciando su rostro directamente una vez que ya no quedaron vendas para cubrirlo. "Claro que has hecho bien..."
"Nosotros ya ibamos a morir de todas formas..." quizás la verdad fuera dura, pero no por ello seguía sin ser verdad. "A nosotros ya no nos quedaba esperanza... Pero al mundo... al mundo todavía sí que le queda, con la Resistencia y los demás estudiantes. El mundo todavía puede sobrevivir. Claro que has hecho bien. Claro que merece la pena intentarlo. Múestrale al mundo el rostro de la Ultimate Endurance, o de la Ultimate Lost Hope cualquier nombre rimbombante con el que quieran llamarte... No pienses que nos has condenado... piensa que has salvado el mundo. Nosotros ya estabamos condenados... Así que levanta bien la cabeza..." La abracé, sin saber muy bien si la que más necesitaba el abrazo era ella o yo. "Estoy... estoy aquí contigo, ¿vale? Si voy a morir, al menos, lo haré con esperanza. Con la esperanza de que hayamos podido detener a Junko Enoshima. Todo, o nada. Prefiero eso a vivir sin vivir... Claro que has hecho bien..."
Cuando me aparté del abrazo, me giré hacia los chicos. "Chicos... Ha sido un placer llegar hasta aquí." miré al costurero. "...Takumi... siento no haber podido terminar la lápida que te prometí..." si iba a tener arrepentimientos, que fueran solo esos. Sólo esos... "Katsumoto..." me acerqué al escritor. "Si vamos a morir... yo... n-no quiero morir sin antes decirte esto. S-sin antes decirte... ...Que te quiero. Y con 'te quiero' me refiero a querer de gustar. Q-que... bueno, que eso. Antes de morir... q-quería que lo supieses. No pasa nada si no es correspondido..."
Obinata se negaba a dejar que todo aquello acabara así. - No, no y no. ¡Mil veces no! Me niego a que esto acabe así. - se puso a rebuscar como un loco por dentro del Monokuma muerto ¡tendría que haber algo ahí dentro! - ¡No pienso caer en la desesperación! ¡No pienso morir aquí sin luchar! - pero parecía que era tarde. Una vez más sus compañeros habían decidido su destino por él.
Todos los recuerdos de la academia se le vinieron a la cabeza. Había sido corto, pero intenso. No se arrepentía de nada de lo que había hecho, pues aún con todas las situaciones en las que le habían puesto, nunca había cedido ni había caído en la tentación de hacer daño a nadie. Aunque ganas y motivos no le faltaron. Pero ahora todo había llegado a su fin y sentía que él nunca había sido dueño de su destino.
Tsumiko se le declaró allí mismo, delante de los pocos que quedaban, cuando supuestamente todo se iba a venir abajo. Obinata no sabía que decir, ni que sentir, ni que hacer. Pero estaba cansado de que los demás decidieran por él, así que decidió por una vez por él mismo lo que iba a suceder. - Qué demonios. - le agarró la cara con fuerza y estampó sus labios contra los suyos, dejando así que su acción respondiera, en vez de sus palabras.
Se separó de ella, la miró a los ojos. - Ha sido corto, pero intenso. Nos vemos al otro lado. - dijo con una sonrisa sincera.
El ascensor continuó subiendo mientras los estudiantes se daban un último adiós, algunos dejaban escapar lágrimas, otros trataban de buscar soluciones en el panel de control o en el Monokuma destrozado, quizás en el Monobarter; y otros se besaban esperando el inminente final. Cada uno tomaba los últimos momentos de esperanza como podían aguantar, mejor o peor, el destino que todos ellos iban a sufrir sería el mismo, una vez que el ascensor subiera y se detuviera en la puerta de salida.
Un sonido metálico, y muy ligero se pudo escuchar proveniente del hueco del ascensor, y luego otro, y otro, y otro. En un abrir y cerrar de ojos, el chirrío del ascensor metálico cayendo en picado se hizo presente, finalizando con un estruendoso crujido del metal, mientras el polvo y el resto del suelo de la sala de juicios se levantaba, cegando a los presentes por unos instantes.
La capa de polvo se levantó, dejando ver, el cuerpo sangrante de Tsubasa Yôshi, o mejor dicho, de Junko Enoshima, ser empalada y aplastada por los hierros del ascensor y de los guardianes "Basura-Kuma" que tenían a su alrededor. Al menos, habían logrado detenerla, y esta vez, quizás sea para siempre y de una buena vez.
E-E-Esto.. es lo que se siente... ¿Uh?
P-Pero y-yo soy... Junko Enoshima...
No... No os dejaré...
Del cielo, calló un "Basura-Kuma" que sin siquiera pensarlo, agarró el cuchillo de Tafuna Iwa y lo destrozó con sus garras, aplastándolo, convirtiéndolo en no más que un pequeño acordeón partido en trozos. Acto seguido, otros "Basura-Kumas" cayeron del cielo, dispuestos a atacar y despedazar a todos los supervivientes que ahí hubieran, pero... algo pasó.
Antes de dar el golpe de gracia a Takumi, Tsumiko y Katsumoto, estos se detuvieron, el brillo de sus ojos se apagó, y uno a uno, comenzaron a caer hacia uno u otro lado. Al percatarse de ello, los supervivientes se fijaron en el cuerpo, ahora completamente inmóvil y con la mirada perdida de Junko Enoshima.
Un segundo temblor ocurrió en aquella sala, y luego un tercero, un cuarto; las vigas de aquel edificio comenzaron a crujir mientras se retorcían, las cuerdas metálicas se soltaban de sus agarres, los remaches salían disparados de sus agujeros, las paredes suelos y techos se agrietaban y las placas del techo se desprendían y caían.
Las luces se movían mientras parpadeaban, apagándose y encendiéndose, algunas pantallas cayeron, los atriles se desquebrajaron, algunas placas del suelo también se hundieron hacia abajo, mostrando la zona recubierta de alambre de espinas donde los Basura-Kumas se arrastraban de un lado a otro.
Y con un quinto estruendo, todas las luces de la academia se apagaron, mientras la estructura comenzaba a ceder sobre sí misma, como si de un monstruoso dragón herido se tratara, la Academia gruñía de dolor mientras se consumía sobre si misma, y aquellos cuatro supervivientes se veían envueltos en la más pura y absoluta oscuridad.