Cuando aquel robot rosado fue destrozado, una llave salió del interior de su fieltro blanco y deslizándose por el suelo llegó hasta los pies de Katsumoto Obinata, a unos cuantos pasos de la zona de la acción; no parece que nadie más la haya visto rodar, pero sea como sea, ahí estaba.
Llave Hope's Peak
Motivo: Quien lo encuentra?
Tirada: 1d4
Resultado: 1
Te recomendaría no enseñarla mucho... XD
Sin duda la muerte de Yamada me dejo impactada, no solo porque de nuevo habiamos caido en los planes de Monokuma y su mierda, sino porque en el fondo durante todo este tiempo habia sospechado de llamada, era el unico del que no conociamos su talento, habiamos encontrado una ficha que hablaba de el (o bueno, supongo que ahora seria mejor decir que de alguien igual a el) y su enorme pasotismo durante sus juicios, pero habia muerto, me refiero, estaba de verdad muerto, no?
Igualmente le debia a el que ahora todos estuvieramos vivos, realmente no tenia rencor a Akio, al fin y al cabo no habia puesto en peligro directo a Tsumiko y al final las cosas habian salido bien, pero en verdad que en estos ultimos dias las cosas se habian vuelto realmente extrañas.
Ademas, aunque no se lo dijera a Tsumiko tenia claro que la intencion de Yoyo no era la de salvarnos, no, justamente al contrario, era matarnos a todos, al fin y al cabo el no sabia que conociamos su alergia, si no hubiera sido por Yamada hubieramos caido directos en su trampa, sin duda intento jodernos a todos incluso en su mismisimo final.
Ya ni te esfuerzas... - suspiró Obinata hacia Monokuma al ver la triste y pésima ejecución que tuvo el pelirrojo. - Se merecía algo mejor, al menos no iba toqueteando cadáveres, aunque si que robaba cartas y no decía su contenido. - se sorprendió a si mismo por lo poco triste que se puso. Siempre era triste ver partir a un compañero, pero después de tantas muertes... Ya se había transformado en una costumbre.
Este caso... Me ha dejado bastante extraño con todos vosotros, creo que quiero estar un tiempo solo y pensar... - su relación con el resto de presentes se había ennegrecido bastante notoriamente, todos los que quedaban allí, de forma directa o indirecta, habían participado en la muerte de YoYo. No dijo nada más, se dirigió al ascensor y de allí iría directamente a su habitación.
Las puertas del ascensor se cerraron tras Obinata una vez que este hubo entrado dentro del aparato, y casi sin esperar ni un mísero instante, el artefacto comenzó a elevarse, permitiendo al joven llegar a la planta principal antes que nadie. Aunque en esta ocasión, nadie tendría que gritar por el ni perseguirle como locos, puesto que antes de que el saliera, Monokuma informó de algo.
¡El Juego de Matanza Mútua ha terminado!
¡A no ser que alguien muera, no habrá más juicios!
¡Y evidentemente ya no habrá más motivos!
¡Las puertas se han vuelto a cerrar!
¡Os deseo que disfrutéis de vuestro encierro eterno!
¡Todas las zonas que podéis visitar ya están desbloquedas!
Kazuhiko Yamada fue ejecutado sin fluslerías ni espectáculo. Sin miramientos, lo más rápido y letal posible, con una excusa barata que el oso se sacó de la manga... no, que venía preparándo desde que creó estas estúpidas nuevas reglas. Cualesquiera que fuese el plan que Takumi Akio había trazado con Monokuma suspirándole al oído en esta misma sala... se volvió contra él. El estafador fue estafado, sí. Tenía lo que se había buscado, sí. ¿Pero lo merecía? No. No y cien veces no.
Nadie merece ver morir asesinada a la gente que ama.
Mientras Takumi Akio gritaba y gritaba el nombre de su amado perdido, aferrado a su mano sin vida, con frialdad Obinata se despidió con palabras desanimadas y se marchó ascensor arriba. Él tampoco se merecía esto, menos que ninguno. Suspiré. De Natsuki Mei aprendí que en momentos como este es mejor dejar tiempo y espacio para dejar curar las heridas. Con Katsumoto era dolorosamente fácil: ya se había ido, dejando claro que no quería saber nada de ninguno de nosotros tres. Por 'un tiempo', que bien podría ser el resto de nuestras míseras vidas.
Yo ya había pasado por esto. La sensación de angustia, dolor y sufrimiento de perder a tus seres queridos. Lo pasé de pequeña cuando mis padres se separaron y lo volví a pasar cuando en el internado le arrancaron la cabeza a mi peluche favorito y lo cubrieron de ketchup simulando la sangre. Pero ninguna de estas experiencias fue comparable a los horrores que había vivido en la Hope's Peak durante las últimas semanas. Día tras día los perdí a todos. Neku Sakuraba, Ainam River, Kizoku Anata, Asuka Mori, Natsuki Mei, e incluso Hana Suzuki, a quien nunca pude tener el gusto de conocer. Igual que me había pasado con Kazuhiko Yamada.
Y ahí seguía Takumi Akio, llorando, y llorando la muerte de Kazuhiko Yamada. Me llevé la mano al rostro para tratar de tapar lo mal y frustrada que me sentía, pero Tafuna-tan no necesitaba verme para saberlo. Así mismo, tampoco necesité que la Ultimate Endurance me dijera tampoco tuvo que decirme lo que estaba pensando. Una parte de mi, oscura y a la que no quería oir, me susurraba la siniestra posibilidad de que Yoshida-san no se hubiera precisamente suicidado para salvar a Takumi Akio o a mí... sino para matarnos a todos, que no sabríamos nada de lo que hizo...
Sacudí la cabeza, tratando de alejar esa posibilidad. Ingenua de mí, que pensé que había podido lograrlo. Un final feliz, uno en el que pudiera salvar una vida. Y lo logré, gracias al cielo que lo logré. Salvar una vida. Pero el final feliz... se nos escapó de las manos. Lo repetiré una vez más. Takumi Akio podría haberse buscado esta situación, pero no la merecía. No podía ni imaginar cuánto estaba sufriendo ahora mismo... O mejor dicho, sí que podía.
Dejé pasar los minutos. No sé cuánto tiempo. Hasta que Takumi dejó de llorar, porque ya no tenía fuerzas. No sé hacer estas cosas. ¿Confortar a alguien? ¿Yo? Cualquiera de los difuntos lo habría hecho mejor que yo. Tampoco sabía si Tafuna-tan también estaba enfadada con Akio-kun. Yo, por ejemplo, lo estaba. Él, de tener fuerzas, lo estaría conmigo. El desánimo y desagrado que si no teníamos cuidado podía convertirse en odio nos asechaba a todos. El duro golpe de estar tan cerca de la luz para luego ser golpeados otra vez, y más fuerte.
Yo no sé confortar a la gente. Menos aún cuando yo también me sentía como una mierda. Pero no podía dejarle ahí. Si por él fuera, se quedaría ahi tirado para siempre, se quedaría ahi a morir. Recordé el primer juicio. Cuando yo estaba hostil frente a todos, y Natsuki Mei y Tafuna Iwa me abrazaron y confortaron, y yo ni siquiera sabía que lo necesitaba. Me dieron un poco de luz. Cierto era, que yo no había intentado matarlas. Cierto era, que Takumi Akio sí que había intentado matar a Tafuna. Cierto era, que yo la había salvado intentando cargarle el muerto a quien pensaba era inocente, sin saber que era el que lo había orquestado todo. Cierto era, que parecía que Tafuna-tan había matado a Yoshida Tadayo y yo había tratado de salvarla de la ejecución de Monkuma. Katsumoto tenía razón, todos habíamos tenido que ver con este caso y no me extrañaba que no pudiera reconocernos tras él. Si algo nos había demostrado este caso es que no siempre hay un sólo culpable. Monokuma había intentado enemistarnos, y de nuevo lo había conseguido. Y ahora su macabro juego de asesinatos había terminado, y el oso había ganado. Sí, Katsumoto lo había definido bien. Salvo Tafuna y yo, el resto nos habíamos convertido en extraños entre nosotros. Ya no eramos compañeros, ya no eramos amigos.
Tal vez hubieramos sido enemigos anoche, y también en el juicio. Tal vez él hubiera estado a punto de hacer algo muy malo para matar a Tafuna, y yo hubiera estado a punto de hacerle pasar algo horrible para salvarla. Monokuma tiñó de rencor, dolor y odio en nuestros corazones. Y sí. Monokuma había, una vez más, ganado la partida, y la guerra.
Pero me dio igual.
Sencillamente me agaché y abracé a Takumi Akio. Me recordó a cuando hice lo mismo con Sakuraba. Al igual que en aquel entonces con Neku, cuando ni siquiera sabía que su razón de actuar así era la culpa que le reconcomía, tampoco tuve esta vez palabras bonitas para decirle a Takumi. Tampoco pude esta vez prometerle que las cosas irían a mejor a partir de ahora. Tan solo me quedé así, en un abrazo que el peliazul seguro que ni quería, pero que necesitaba. Igual que el que recibí yo aquella vez. Tan sólo cuando me separé de él dije algo. "Vamos. No puedes quedarte aquí más frente a él. No debes. Tienes que vivir. Nos lo debes, y te lo debo."
Las lagrimas seguían saliendo mientras seguía gritando ahogadamente en el suelo mi ropa tenía sangre mi boca también pero no me importaba frente a mí estaba aún Kazuhiko sin vida viéndome con las estacas aún atravesando su cuerpo incluso la sangre seguía goteando la ira me lleno -Ya suéltalo el no merece esto- Empecé a golpear el suelo lleno de ira y frustración -Dijiste que no dejaría de ser un Ultimate si lo curaba,y que no seria ejecutado- seguí golpeando el suelo hasta que mis manos ya no aguantaron y empezaron a sangrar y el agotamiento me dejó sin fuerzas para llorar.
Seguía sufriendo en silencio cuando sentí los brazos a mí alrededor intentando darme consuelo pero no funcionaba -Yo debi ser quien muriera no el, Kazuhiko era alguien bueno,no hirió a nadie,nos salvo- mire a Tsumiko destrozado y totalmente ido -¿Crees que me deje enterrarlo?.
"...¿Enterrarle? Huh." Parpadeé. Ni siquiera se me había pasado eso por la cabeza. ¿Cuán bajo habíamos caido que ni siquiera nos planteábamos nunca enterrar los cuerpos? De eso ya se encargaba Monokuma, después de todo. O tal vez los incineraba. No sabía ni creo que quisiera saberlo. Siempre nos habíamos desentendido de eso, demasiado ocupados que estabamos intentando cerrar nuestras mentes y corazones de la matanza en la que continuamente, con votaciones y asesinatos, estabamos participando una y otra vez. "Bueno hay un... jardín en el último piso." le enseñé el mapa de la PDA actualizada, aunque no la miró mucho. "Supongo que podemos enterrarlo ahí..." miré el cuerpo, empalado y ensangrentado. Apreté los dientes. "Kh... Sacarlo... de esos pinchos no va a ser agradable. Nosotras nos encargamos. Akio-kun, tú mejor ve arriba al jardín. Buscale un sitio, y busca las herramientas y todo eso." empecé a empujarle hacia el ascensor. "Seguro que él no querría que le recordases así..."
Aún recibiendo los empujones de Tsumiko no podía dejar de ver el cuerpo sin vida del pelirrojo murió con el traje que le había hecho,murió amándome y a mí lado aún así yo estaba sufriendo pero ya nada podía hacer -Creo que hay que esperar que las estacas se retraigan iré a preparar todo- mire a Tafuna y Tsumiko lo había arruinado de muchas formas -Lo siento,yo hice algo que no tiene perdon,pero lamento lo que hice.
No podía llorar más no tenía las fuerzas -Gracias- fue lo único que pude decir antes de tomar la pistola eléctrica que había comenzado esto,la miraba con rencor pero solo pude guardarla en mi chaleco poco antes entrar al ascensor y oprimir el botón como pude con mis temblorosas manos.
Antes de que el peliazul se fuera, vimos cómo cogía la pistola aturdidora del suelo y se la guardaba. "Sigh..." miré a Tafuna-tan y negué con la cabeza. Al menos lo hizo sin disimulo ninguno, eso era relativamente bueno, porque significaba que la quería como defensa personal, por si 'se nos cruzaban los cables', supongo. "En fin, voy a mandar un aviso por esta cosa antes de que se nos haga de noche." Aún así, decidí avisar por la PDA, incluyéndole a él mismo como destinatario de todas formas. Así al menos todos estaríamos al tanto también del entierro.
De: Tsumiko Komachi
Para: Katsumoto Obinata, Tafuna Iwa, Takumi Akio
Asunto: Enterramiento e informe de situaciónVamos a enterrar a Yamada en el jardín del último piso. Akio-kun va a prepararlo todo y Tafuna y yo vamos a sacar el cuerpo de Yamada de abajo. Aviso también que el costurero se ha llevado la pistola aturdidora otra vez. Por favor, no la uses sobre nosotros.
Katsumoto, si necesitas hablar... o cuando quieras hablar... Sólo avisa ¿vale? Tómate... tómate el tiempo que necesites.
Por último, os pido que continuemos viéndonos todas las mañanas en la cafetería. Servirá para ver si estamos bien y también para poner el común qué sabemos. Si vamos a vivir aquí encerrados... bueno, pues eso.
"En fin, Tafuna-tan... Nos va a tocar sacar el cuerpo de aquí." de mi leal cinturón de herramientas saqué un par de mascarillas de papel y un par de guantes, le ofrecí unos a Tafuna Iwa y los otros me los puse yo misma. "¡Monokuma! ¿Puedes bajar los malditos pinchos, por favor?"
Monokuma se puso colorado por un momento, y con una zarpa tras la espalda, remoloneó un poquito antes de cumplir con la petición de Tsumiko de liberar a Kazuhiko Yamada de su postura final, ensartado por aquellas lanzas.
Si me lo pides así, con tanta educación... ¿Quien soy yo para negarme?.
¡Ala!, ¡Ahí tenéis vuestro pincho moruno sin pinchos!.
Al acabar de decir esa frase, las lanzas se contrajeron, volviendo al interior del suelo de donde habían salido; ancheando aún más los agujeros que, de por sí, ya estaban en el cuerpo de Kazuhiko Yamada. Manchando de sangre los alrededores... y los que estaban en sus alrededores.
¡Bueno! ¡Pues adiós y hasta nunca, espero!
¡Ya no habrá más juicios escolares, matáos entre vosotros si queréis!
Y con esto, Monokuma desapareció detrás de su trono.