- River-chan, me limité a remarcar un par de cosas que me parecían sospechosas, pero no te ataqué en ningún momento. Siento si mis palabras te sentaron mal - contesté a la chica con un gesto cansado. Después tomé de la mano a Mei para darle un leve toque en la frente para luego acariciarle la cabeza - ¿Qué es eso de que eres las sobras? Serás tonta- le dediqué una cariñosa sonrisa - Mei-chan es Mei-chan, no una sobra, no te infravalores, todos cometemos errores.
Kazuhiko Yamada tenía mucha, mucha razón sobre lo que le había pasado a Neku. Asentí mientras hablaba, estando de acuerdo. Yo no sabía sobre los demás, pero sí que Tafuna y yo habíamos intentado estar ahi para él, y que por desgracia no fue suficiente. El músico no vio otra salida en el mar de terror, desconfianza y desesperanza en el que Monokuma nos había sumido a todos. Pensó que el juego seguiría, y seguiría, y al final movió ficha, aunque fuera no para salvarse a él sino a otros. Me sorprendió lo bien que el Principito Pelirrojo le había entendido, me había parecido que yo había sido la única y reconfortaba un poco ver que no era así. De hecho, lo que verdaderamente me reconfortó un poquito es aquello que dijo en voz más baja, que no había habido votación, así que al menos, por esta vez, podíamos intentar consolarnos con que fue Monokuma (y no Kazuhiko, en eso último yo no estaba de acuerdo) el que directamente le condenó.
...¿Monokuma directamente le condenó? Tafuna Iwa sacó fuerzas y valentía para acusar directamente a Monokuma de romper sus propias reglas. Me quedé sorprendida, no tan sólo no se me había pasado por la cabeza, sino que aun sabiéndolo probablemente no me habría atrevido a plantarle cara al oso. Y no fue ella la única que plantó cara cuando yo no tenía fuerza alguna para hacerlo, también River-chan lo hizo, esta vez a Natsuki Mei. Yo, que estaba ligeramente molesta con la Ultimate Tech Expert por no haberme cubierto cuando estos idiotas se pensaron que mis miedos y experiencias traumáticas no eran mías sino de ella, me vi por ello también completamente sorprendida por su defensa.
De algún modo entre los tres me reconfortaron un poco, dándome fuerzas suficientes para poder decirle a la Gatita al menos una frase en mi defensa. "Traicionar esa confianza habría sido revelar tu escondite o tu otra PDA." dije en voz bien alta, asegurandome de que aun yéndose Natsuki Mei lo escuchara. No fui yo quien destapó su secreto. Fue el idiota de Katsumoto. Supongo que de hecho esta era otra de las verdades que a Yoshida Tadayo no le hizo gracia escondiera. Ajo y agua. Lo hice precisamente para evitar que pasara algo como esto, joder.
"..Sigh..." Si en algo podía estar de acuerdo con el jardinero de marras, era que sí, efectivamente, e incluyéndole a él, estabamos mal. Y cada vez iba a peor. Por ejemplo eso de que citándome con la PDA de Dean no había sido normal, y que lo que había querido realmente Natsuki Mei era intentar matarme... Durante el juicio me pareció una soberana tontería, pero ahora esa idea no paraba de rondarme por la cabeza. Monokuma debía estar tronchándose de la risa por dentro al vernos, y al ver cómo todos nuestros frágiles lazos se habían hecho añicos. De hecho, todo esto de las parejitas era su forma de echar sal en las heridas, y de motivar nuevos y peores asesinatos, esta vez de dos en dos. Deseé con todas mis fuerzas que no acabaran ocurriendo más tragedias, pero en aquellos momentos los ánimos estaban por los suelos, y el pesimismo y la desconfianza empezaba a enraizarse peligrosamente en nuestros corazones.
Kizoku, sumida en un profundo silencio lleno de resignación y remordimientos, no podía superar que se hubieran revelado los secretos. También se encontraba devastada por la muerte de sus compañeros, pero al mismo tiempo había perdido su integridad y su privacidad frente a aquel grupo de personas que intentaba convencerse de que eran sus "compañeros". Sus amigos... quedar expuesta ante ese grupo era como una daga en su corazón. Su pudor y dignidad, destrozados por los caprichos de un oso electrónico.
- Esta... esta bien. Vamos...
Con la cabeza gacha, la sommelier se acerca a Ainam y se dirige junto a ella a la Sala de Juegos. Realmente no parecía que estuviera de humor para juegos o estar con otras personas... pareciera que tenía más ganas de enterrarse bajo tierra y esperar a que todos olvidaran su secreto. Pero como todos los demás allí, estar sola le provocaba temor. Especialmente con aquella cruel motivación que Monokuma les había dado, la cual Anata no quiso ni siquiera mencionar.
No me gusta nada la forma que tiene de referirse a Neku, pero desgraciadamente tenía que darle la razón en cuanto a lo que que era un ser humano despreciable. La pobre Kaori no tenía culpa de nada.
Si claro voy contigo, nos vemos luego chicos.
No tenía humor para seguir oyendo discusiones así que me diriji con Shimada a la enfermeria.
Monokuma no respondió a más preguntas, tan solo siguió simulando el acto de apuñalar con un cuchillo invisible a una víctima inexistente mientras lentamente pasaba entre los adolescentes, se metía en el ascensor y las puertas se cerraban; dejando a los estudiantes en el primer piso del edificio con una pregunta sin resolver y un temor en el corazón.