Partida Rol por web

No se preocupe, doctor Blackwood -digo en un tono amable-. Mientras no pulses la autodestrucción, cuenta con que te deje observar lo que necesites. Cuando esto termine.

Claramente mi mente trabaja más rápido de lo que puede. Estoy acostumbrado a la acción física, a organizar un combate, pero esto... no debería distar tanto. Lo primero, reconocimiento de los miembros.

Dahlia, nos veremos cuando esto termine.

Le dije, bien serio. Sabía que probablemente intentaría aferrarse a mí. Que después de esto se enfadaría, pero en ese momento no era un miembro de mi equipo y cazar al hacker era prioritario respecto de informar. Quién sabe hasta dónde podría acceder.

Tenemos mucho cerebro, pero falta músculo, y en mi interior es algo que maldigo y miro hacia donde se encuentra Lord Thomas. Pero niego con la cabeza, no nos sobra el tiempo.

Salgamos.

Y no dejo lugar a quejas o réplicas, ni siquiera espero alguna respuesta, comienzo a salir del lugar.

La silla del subinspector se separa del suelo unos centímetros y levita en dirección a la salida, donde se posa a la espera del resto del equipo recién formado.

El mecanismo de desplazamiento es muy silencioso.

Allí, una doctora lo esperaba, y se acerca a su lado.

- Bien. Veo que no tienes problemas con los mecanismos. ¿Quieres que te acompañe por si surgiese cualquier complicación, o el equipo que te acompaña puede supervisarte? - Mira al doctor Arthur - No debería haber ningún problema, pero si fuese así, es importante que alguien formado esté cerca, o pueda acudir a la mayor brevedad.

Jade... Jade...

Tu imagen de Dahlia y lo que sucede en esta sala se desdibuja y tu visión se traslada a otro lugar...

Aferro a Anna por la muñeca y tiro de ella en una frenética carrera por alcanzar al grupo de se marcha.

-" El dios máquina nos ha localizado, y al parecer tenía infiltrados a dentro del bunker, pero confía en mí, sígueme, creo que está pasando algo importante, luego te cuento el resto".- Con un gesto rápido cambia la muñeca por la mano y continua corriendo aferrando su mano con fuerza.

-"¡ Por cierto, ¿ya sabemos quien es el tipo al que herí?".- Dice casi sin aire mientras esquiva a personas y desciende las escaleras a la carrera.

La conformidad del miembro del consejo presente me permitiría continuar con aquella misión que yo mismo me ofrecí, misión que aún no sabría la manera de llevarla a cabo aunque no estaría solo. Esperaba que mis habilidades y tenacidad sirviesen de algo en un situación que el castillo de acero se desmoronaba como si estuviese formado de naipes.

Por otro lado, la periodista metomentodo no estuvo conforme, normal, no podía meter sus narices y conseguir una exclusiva. En parte tenía razón, y en parte no. Complicado. Demasiado para mi gusto. Y por si fuese poco, el patán de Petrus por no llamarle inútil, montó el número delante de todos haciendo gala de la autoridad ofrecida por su apellido, ya que por sus habilidades y utilidad, como que no.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz del profesor comunicando de forma diplomática que Amadeus había perdido a la pequeña de vista. Lo cuál enarqué una ceja, y por supuesto ni se me pasó que yo mismo fuese a buscarla. Ya me costaba lidiar con adultos, no había desarrollado la paciencia necesaria para hacerlo con una niña.

Hice lo propio para poder contestar al profesor. - ¿Qué le parece el mismo Amadeus? Pero esta vez, que lo haga mejor. ¿Qué le parece profesor? - Le dije con mi tono habitual, un tanto brusco, como siempre, pero esta vez con urgencia, ya que 42 salió de la sala, y yo le seguiría poco después, tenía cosas que hacer y perder el tiempo charlando no era una de ellas.

Esta vez es Frederick quien aporta algo, respondiendo a George - ¿Qué le parece el mismo Amadeus? Pero esta vez, que lo haga mejor. ¿Qué le parece profesor?

En este momento, pueden ver como Phileas llega a la planta baja, acompañado por Anna Charrón.

Anna forma parte del equipo de ingeniería del Búnker. Muchos la podrían definir "experta en trastos", pero sin llegar a mancharse las manos como sí podría hacer Frederick. 

Quienes la conocen desde hace muchos años recuerdan que no hace mucho no era tan reservada, pero algo sucedió que le agrió el carácter. 

Sin embargo, sigue siendo una mujer de gran energía que se vuelca en su trabajo, hasta el punto de estar pluriempleada. Trabaja con Utolsó en la central de comunicaciones, Conoce a Arthur por coincidir con él en el departamento de Tecnología y a algunos de los nuevos llegados por supervisar la instalación de los chips de traducción. Quizás sea por su afán en querer hacer demasiadas tareas dispares que no llega a destacar en ninguna de ellas.

- ¿Señores? - Saluda formal y algo rígida al Consejo y mira a su alrededor, tratando de situarse rápidamente en la escena.

No llegaste a conocerla antes de dicho cambio de humor, pero algo llegaste a escuchar de un lío de faldas. Era muy personal, de modo que no le prestaste mayor atención.

Por otro lado, lo que escuchas a tu alrededor sencillamente es... Caos.

No es una persona brillante, pero sí muy trabajadora y constante. Una buena compañía para tratar temas sencillos, aunque nunca fue rival para ti en ajedrez. Sin embargo, su carácter se agrió después de una traición. Algo tan mundano como un lío de faldas con uno de los últimos llegados. Algunos lo considerarían una tontería, pero después de aquello, ella cambió. 

Por lo que la conoces, es mejor no mencionarle dicho episodio.

Crees recordar que Miguel Santos llegó a hablarte de ella. Una de esas tonterías en las que ocasionalmente se sumerge él solo hablando. Como si te importara quién tiene un lío de faldas con quien. 

No era algo que te interesara en lo más mínimo.

Ese tipo de cosas no te importan lo más mínimo, pero tal vez al ser tu compañera de trabajo, ha sido uno de esos datos inútiles que tu mente asimiló.

Hace algunos años, cuando Anna era más "flexible", llegó un hombre. Hadmud Efrein Hareb. Ambos tuvieron una historia, o al menos eso pensó ella. La veías en el trabajo saliendo siempre que podía uno o dos minutos antes para pasar un rato con él, y un par de veces se ganó un tirón de orejas por estar mirando a las musarañas en horario de trabajo. 

Desconoces los detalles, pero por lo visto el sentimiento no era mutuo. 

Es un episodio de su vida que probablemente Anna no quiera recordar.

Desde entonces se centró en el trabajo y nunca pierde las arrugas en el entrecejo.

Sin embargo... y tal vez precisamente porque la conoces algo mejor... Hoy tiene mejor cara que de costumbre. Más relajada. Quizás sea solo que le guste sentirse útil.

La escena frente a ti no dista mucho del caos de arriba. 

La ajente Williams está tratando de escoltar a los dos Skynet, en anciano con alzheimer fundador de este sitio y su hijo de expresión arrogante junto con una enfermera y a la periodista Dahlia hacia la derecha, a una de las escaleras, o como poco, fuera del escenario.

En el centro quedan los dos miembros del consejo, el androide y el Lord. 

Cuando cruzabas el último tramo para llegar hasta aquí, Lord Thomas hablaba en voz baja con el Dr. Arthur, aunque más que hablar parece una pelea de perros extremadamente educados.

Cuarentaydos, el hombre de las piernas biónicas con el que tuviste un pequeño enfrentamiento en el comedor, ha sustituido éstas por una silla-cacharra de alta tecnología que lo aísla del exterior con capacidad para levitar y movimiento autónomo. Su estado de salud efectivamente parece delicado. Se acaba de desplazar desde el escenario hacia la salida de la izquierda, donde se encuentra con una doctora y cruzan algunas palabras.

Arthur y Frederick siguen a 42 y presumiblemente Utolsó lo hará también. Sea lo que sea lo que han hablado, llegas justo a tiempo antes de perderles.

- Señora Charrón. Muchas gracias por bajar. Estaba a punto de solicitar que fueran a buscarla - La agente deja de lado momentáneamente a los Skynet para hablar una vez más al Consejo. - Ella fue la primera recomendación de Utolsó, además de una de las encargadas de comunicaciones. Su colaboración sería estimable.

Dahlia, aprovechando la falta de atención de Deborah, se aleja del grupo al que la habían asignado directamente hacia las escaleras. Cuando otro agente la interrumpe, espeta sin muchos miramientos:

- Me voy ¿No era lo que querían? Voy a por jade.

Pero antes de comenzar a subir las escaleras, se detiene y alza la voz para que el subinspector la escuche por encima del jaleo.

- ¡Me sigues debiendo una cita! y espero que tengas algo interesante que contarme. - Para acto seguido, desaparecer en los andamios, rumbo ascendente.

- ¿Boton de autodestrucción? Je, esa sí que es buena. - Comenté, respondiendo al bueno humor del recién ascendido subinspector, y después caminé detrás suya. En aquel momento vi bajar a Anna Charrón, que al parecer sería la última integrante de nuestro equipo, a la cual saludé con una amable inclinación de cabeza. - Hola Anna ¿Qué tal estás hoy? - Pregunté con la familiaridad nacida de haber trabajado juntos un par de veces en el centro de desarrollo tecnológico. 

Observé la escena de Dahlia, a la cual no le permitían acompañarnos. No me gustaba nada el secretismo, pero temí no poder hacer nada en aquel momento. Pero dado que ya había dejado clara mi postura en la asamblea, seguramente podría dar el todo por el todo. Me acerqué a la reportera y le hablé en susurros para que solo lo escuchase ella.

Después seguí detrás de 42, esperando para marcharnos a realizar nuestra misión.

- Tal vez puedas reunirte conmigo más tarde, entonces seguramente podré contárte algo. - Susurro a la periodista al pasar junto a ella.

Me mantuve en todo momento en silencio, mientras los protocolarios hacían lo suyo y otros perdían los papeles, pensando que simplemente por ser hijo de alguien tenia mas derecho que otros, algo por lo que ya luche años atrás, pero evidentemente era casi imposible de erradicar. Sorprendido abrí los ojos por el trato de; aquel sujeto a observación, le hizo a Nadia y como ella volvía a su cargo, algo que me hizo bajar la mirada para observar al Doctor Skynet.
Como me gustaría poder conversar con ese hombre, lastima que ni siquiera creo que sepa de mi existencia...

Mientras mi cabeza se debatía en hacer algún tipo de ademan o gesto hacia las personas congregadas las ultimas palabras de 42 me sacaron de ese tipo de pensamientos inútiles.

-¿En verdad hay un botón de autodestrucción? Si es así solo espero que no tenga fácil acceso, no mientras estemos nosotros aquí.-Comenté totalmente convencido de que era plausible y cabal tener un botón de pánico en el bunker por si llegara el momento, aunque por lo que mas tarde comentara el Doctor Arthur, al parecer era una de las bromas acostumbradas para romper el hielo, algo que nunca e llegado a interesarme en aprender. Pero antes de conocer la verdad sobre las palabras del subdirector, Anna hizo acto de presencia y su gesto relajado hizo que enarcara una ceja para terminar saludándola.

-Hola de nuevo, espero que no te importe que te haya recomendado como...-Mire por un momento la maquina donde se encontraba 42 y su sistema de suspensión.-Voluntaria.-En ese mismo instante recordé que Miguel haba sufrido una bajada de tensión y instintivamente busque a Hazarda con la mirada, pues ambos no estaban muy lejos del otro. Ni siquiera me pare en pensar en la niña, la periodista o los miembros del consejo.

Antes de desaparecer en los andamios, ha asentido. No tiene tiempo para responderte, pero te ha escuchado.

Anna se esfuerza en hacerse una idea de la situación. 

- Está bien, pero no puedo comprometerme. Tengo cosas que atender, por lo que necesito que alguien más nos acompañe, y así podré irme sin violar los protocolos de Alerta. Quiero que Phileas Verne nos acompañe.

- Id los seis. Ya mismo y sin más discusiones. 

Despejad este lugar.