Partida Rol por web

Todo lo que sucedía era demasiado fuerte para que pudiera manejarlo solo un chico como Kim, así que decidió acudir a alguien, alguien que le inspirara seguridad y confianza, alguien que fuera capaz de ayudarlo y aconsejarlo y encontró en el prodigioso músico esa figura de fuerza y seguridad.

Al encontrarse, Salvatore conoció su deber, el cual era proteger y guiar siempre a aquel chico, procurar su bienestar y siempre ser su guía y amigo. Él era su mentor y él su pupilo. Mientras estuvieran juntos, todo estaría siempre bien.

Kim estaba fuera de su tienda, sentado en el suelo con las piernas cruzadas mientras anotaba frenéticamente cosas en la libreta de la que no solía despegarse ni un momento desde que llegaron a aquel lugar de caos y locura. Sin embargo, al alzar la vista durante unos segundos en busca de inspiración, se topó con la figura de Salvatore en su campo de visión. Kim se mordió el labio y dudó unos instantes. Desde hacía poco, sentía un vínculo extraño con aquel chico. Pero no estaba seguro de si él también sentiría de la misma forma aquel raro poder que las muñecas le habían otorgado a Kim; no estaba seguro de si Salvatore correspondería a esta alianza.

Tras unos momentos de debate interno, Kim cerró la libreta y se la guardó en uno de los bolsillos de sus vaqueros, incorporándose con gesto cansado. A pesar de lo cuidado que llevaba siempre su aspecto y su apariencia rollo hipster, el joven periodista no podía disimular las enormes ojeras bajo los ojos y el cansancio reflejado en su rostro. Tras estirarse un poco, el chico observó que no hubiese nadie alrededor y se acercó a Salvatore por la espalda, dándole una palmada en el hombro para llamar su atención.

Esto... ¿Salvatore? - preguntó con tono inquisitivo. No dejó que ninguna inseguridad trasluciera en su voz - ¿Podemos hablar un momento?

Aunque se encontraba de pie y de ojos abiertos, la mente del músico no se encontraba allí en aquellos momentos. En vez de eso, divagaba entre misteriosos rincones de sus pensamientos, infiltrándose en antiguos recuerdos y en deseos que yacían obsoletos tras este viaje que había provocado su enojo desde el momento en que Andrea había decidido inscribirse sin consultarle. En esa ocasión, las memorias retratadas en la proyección dentro de su cabeza mostraban momentos tranquilos, sin demasiada importancia para nadie, mas vitales para quien parecía haberse convertido en Humpty Dumpty. 

Concentrado como estaba, no presto atención a las pisadas tras él, y solo se volteó rápidamente para evaluar como reaccionar, su expresión delatando ligeramente su pánico de solo unos segundos. 

Claro... - respondió, intentando sonar recompuesto - Supongo que ahora no necesitamos notitas para hacerlo - sonrió, satisfecho con aquello. No había tantas personas en el campamento con las que creía pudiese ser agradable Y provechoso pasar un rato en compañía. - Adelante, pase usted a mi oficina - señaló su tienda con un gesto en plena regla de etiqueta que pretendía ser burlesco. En aquellas circunstancias la etiqueta era una frivolidad. Una vez él paso, Salvatore también lo hizo, para luego sentarse en el suelo de la tienda. - ¿En qué puedo ayudarte?

Kim le dedicó una sonrisa antes de entrar en la tienda y acomodarse en el suelo, sentándose mientras cruzaba las piernas. Al menos queda gente aquí que conserva su sentido del humor. Menos mal. El chico esperó a que Salvatore entrase y se sentara también y le miró inclinando ligeramente la cabeza hacia un lado, como si tratara de detectar algo diferente en el músico. Tras unos segundos, carraspeó.

Supongo que ya sabrás que aquí hay gente que tiene poderes. Al parecer, los espíritus, las muñecas, o como diablos quieras llamarlo... Nos dan habilidades especiales - esperó durante un momento tratando de encontrar las palabras antes de continuar - ¿Recuerdas que te dije que yo estaba unido con un vínculo especial a otra persona de la expedición, verdad? Te lo puse en la nota, si mi memoria no ha empezado a irse a la mierda. Pues bien, al parecer mi poder es ese, unirme a algunas personas que son... como... ¿guías? No sé muy bien ni cómo explicarlo. Y desde hace unas horas, noto esa sensación contigo. No sé qué demonios ha pasado, pensaba que solo me pasaba con mi amiga especial - Kim le miró directamente a los ojos, expectante. En sus ojos oscuros se veía reflejada una gran curiosidad - ¿Tú también lo notas?

Durante el tiempo que Kim le observó, Salvatore solo le sostuvo la mirada, tranquilo. Había algo en ese chico que lo tranquilizaba. Probablemente era la confianza que sentía podía y debía depositar en él para protegerlo, y la extraña conexión que se tenía entre músicos, sin importar que instrumentos o estilos siguieran. Eran gente que comprendía un lenguaje que no todo el mundo podía entender.

Si, también lo noto. Es un vínculo extraño para mí, debo admitir... No me clasificaría  exactamente dentro del tipo sociable. - admitió relajado - Creo que en este viaje es cuando más he hablado en público durante toda mi vida - añadio divertido, en una pequeña epifanía que le hizo sonreír - Asumo que tu amiga especial es Sasha ¿no? - preguntó, alzando una ceja. - Andrea me ha hablado de ella, me ha dicho que es de fiar.  Parece confiar en ti también... - agregó, aliviado. Lo único que le faltaba era ponerse a discutir sobre Kim con ella. - Recuerdo haberte contado sobre mi habilidad y que tú me dijeras de la tuya, pero, ¿Que más puedes hacer? Yo he logrado reunirme con Andrea, lo hacemos desde que llegamos aquí. 

Cuando Salvatore dice que no se considera un tipo sociable, Kim no puede evitar reírse, mientras flashes de su ajetreada vida social cuando estaba en Los Angeles cruzan su mente. Bueno, él ciertamente sí que lo era.

Sasha es mi amiga especial en esta expedición, sí - el chico con rasgos asiáticos asintió y el flequillo le cayó ligeramente sobre los ojos - Desde el principio tuvimos una especie de conexión y nos hicimos bastante amigos. Puedo asegurar que es de total confianza. Supongo que un vínculo parecido tenéis Andrea y tú, aunque el hecho de ser hermanos lo aumenta muchísimo - Kim sonrió ante la pregunta sobre sus habilidades - Bueno... realmente no puedo hacer nada más. Aparte de tener estos vínculos especiales con Sasha y contigo, solo soy una persona normal. Aunque... - dudó un segundo - Tengo la posibilidad de volver si me matan. No sé muy bien cómo explicarlo, es una sensación que tengo dentro desde que se me apareció una muñeca.

Entiendo. No te preocupes, no espero que todo tenga una explicación en este lugar - contestó serio, pero intentando resultar reconfortante para el chico. - O, mejor dicho, sí la espero, pero sé que nadie me la va a dar. - tras una pausa pequeña, continúa - De todas maneras, me alegro de que tengas a alguien con quién te lleves tan bien dentro de estas paredes de cristal. Hay quienes están solos, y no quiero ni siquiera imaginarme lo que es pasar por esto sin poder confiar ni en tu sombra.

Las cosas se ponían feas en el campamento y mientras al músico le costaba apartar y dividir su mente lo suficiente para distribuirse apropiadamente, más le costaba intentar sonar razonable, amable y dispuesto con el resto de la gente, muchos de los cuales lo sacaban de quicio y le robaban la poca cordura que le quedaba a quien por lo normal se definía como un hombre sensato. Un descanso, una noche tranquila, eso era todo lo que le hacía falta. 

¿Desde que se te apareció una muñeca? ¿Cuando fue eso? - le preguntó, intrigado - ¿Fue ese el objeto que encontraste allí abajo, entonces? Al mío aún busco cuando darle uso... No quiero escoger mal. 

Estar solo aquí tiene que ser una mierda absoluta - el chico asintió ante las palabras de Salvatore, expresando la misma idea de forma un tanto más coloquial - Yo me estoy dedicando a hacer una lista mental de gente en la que sé que se puede confiar. De momento hay pocas en ella, pero espero que vaya aumentando poco a poco. Aparte de los que ya sé seguro que son de confianza, he contactado mediante las notas con un par de personas más para ver si puedo sacar algo de ahí. Pero una de esas personas parece que está mal de la cabeza. En fin... Así podemos ir descartando quiénes están poseídos por el mal - Kim se echó a reír - Suena sacado de una peli japonesa de terror muy mala, ¿verdad? Todo esto de las posesiones...

Durante unos momentos, el chico pareció abstraerse en sus pensamientos, recordando a la muñeca de pelo azul que se le había aparecido al principio de la expedición. Recordaba a la perfección su rostro, sus ojos, la extraña atracción que había sentido hacia ella... Y también recordó con un escalofrío cómo le había atacado. Kim sacudió la cabeza apartando el pensamiento y volvió a fijar su vista en la de Salvatore.

No, no es un objeto que encontré ahí abajo. Lo que encontré abajo... aún no lo he usado tampoco. Es una forma de comunicarme con uno de los muertos, al azar. Y realmente quiero pensar bien las cosas que me gustaría preguntarle a esa persona - el joven se lo explicó a Salvatore con total confianza, como si no le importase confiar en él el as que guardaba en su manga - La muñeca se me apareció al principio de esta expedición, y a partir de entonces... fue cuando noté que podía crear conexiones con algunas personas.

Por lo de mal de la cabeza asumiré que una de las notas fue a parar a Astrid o Aurél, ¿no? – dijo sonriendo – Ni siquiera me hables de las posesiones. Aún me cuesta no creer que sean alucinógenos. Pero habiendo muerto, tu perspectiva de las cosas cambia un poco… Quién sabe, quizás Anabelle sí era un caso real. – su sonrisa se ladeó, sarcástica – Yo también tengo mi propia lista mental de inocentes – dijo volviendo al tema – pero es una lista dinámica. La gente que entra no se ha quedado ahí permanentemente, y sería inexacto compartirla.

Salvatore se toma una pausa, pensando en el objeto. En el de Kim y en el suyo. Quizás podrían hacer buen conjunto de ser bien utilizados. O, quizás, podrían ser inútiles uno al lado del otro. Pero fuera como fuera, le gustaba tener a alguien a quién consultar por el uso del propio.

¿A qué te refieres con comunicarte con alguien? ¿Es una cantidad de preguntas limitada? ¿Deben decirte la verdad? ¿O es solo una manera de mandar mensajes a un muerto al azar? – preguntó, curioso. Pero en cuanto notó la ansiedad que reflejaban sus cuatro preguntas seguidas, soltó una risa avergonzada mirando al chico – Siento parecer ansioso, pero la paciencia nunca ha sido mi fuerte. O, mejor dicho, lo ha sido solo cuando tengo un plan infalible. Cuando estamos como ahora, a la deriva, mi necesidad por más información atropella a cualquier etiqueta que me enseñaran de pequeño. Sin embargo, como tú y Andrea confían entre sí, y me siento en libertad de hablarle de esto, quiero adelantarme a sus preguntas, ¿sabes? – se encogió de hombros. Si la situación del campamento le molestaba, intentaba mantener aquellos sentimientos apartados de la reunión con Kim.

Mi objeto es más simple. Es una llave, que me permite entrar a una habitación con la cual puedo reunirme con quién elija… pero aún no parece el momento adecuado.

Lo mira un poco incómodo, el tema del que quería hablar a continuación no era uno que le satisficiera o le acomodara de cualquier manera, y hubiese preferido quedarse callado a preguntarlo. Pero la charla respectiva a la muerte era inevitable cuando uno se rodeaba de asesinos.

Este lazo que tenemos, que tienes con Sasha. ¿Tiene alguna consecuencia si alguno de nosotros dos muere? ¿O si ambos perecemos?

En efecto, una de mis notas fue a parar a Astrid. Pero visto lo visto, casi que empiezo a arrepentirme - Kim frunció el ceño ante la imagen de Astrid insultando a todo el mundo y descubriendo la identidad de Connors en público. La expresión del chico, normalmente amigable, parecía ensombrecida - Como si no tuviésemos suficiente con gente intentando masacrarnos de noche, encima tenemos que lidiar con estúpidos que no son capaces de sumar dos más dos. La actitud de Aurel y Astrid, si realmente son inocentes, lo está haciendo todo más complicado. Pero bueno, no podemos pedir que todas las personas en este mundo tengan dos dedos de frente, algún tonto nos tenía que tocar.

El chico habló con dureza pero al mismo tiempo absoluta normalidad, como si considerase que aquel juicio sobre Astrid fuese la conclusión lógica a la que llegar tras haber presenciado los últimos acontecimientos. Meditó unos segundos sobre las implicaciones del objeto de Salvatore. Realmente era bastante bueno, porque le daba la oportunidad de hablar con alguien de quien aún no conocían nada.

La llave es muy útil, pero, como tú dices, hay que usarla con sabiduría. ¿Has pensado ya qué tienda vas a elegir? - Kim se frotó la nariz, pensando en su propio objeto - No te preocupes por parecer ansioso, es normal. El tiempo va en nuestra contra. Cada vez que me levanto por las mañanas siento que tengo una jodida diana en la frente... Pero, eso. Que mi objeto es una tabla de ouija. Creo que puedo preguntar todo lo que quiera durante un periodo de tiempo limitado, una vez comience a usarlo. Y sobre la veracidad de las respuestas... Bueno, supongo que dependerán de la inocencia o culpabilidad del muerto. Si es un asesino, seguramente intente cubrirle el culo a sus compañeros. Por eso me gustaría intentar averiguar antes si puedo conocer el nombre del muerto con el que hablo, ¿sabes? Así puedo tener una guía sobre si es fiable o no.

Kim cerró los ojos y permaneció así durante unos instantes, parecía muy concentrado en algo.

Hay algo que no me encaja. Es sobre Aurel. La noche que supuestamente intentaron asesinarlo asfixiándolo con una almohada... Dijo que alguien había evitado su muerte. Dado que tú eres el que protege a la gente por la noche, ¿fuiste tú quien protegió realmente a Aurel, o estaba mintiendo? - el futuro periodista abrió los ojos para mirar de nuevo a Salvatore con interés - También ha llegado a mis oídos información sobre otras personas que me gustaría confirmar, porque así podré saber si esas personas son inocentes o no y reducir el círculo. He oído que Mona insiste en su inocencia en el más allá, y afirma que, si vuelve, podrá sernos de mucha utilidad a "los buenos". No quiere hablar de su poder delante de los otros muertos, pero creo que Andrea sabe algo. ¿Podrías... podrías preguntarle eso de mi parte? Al parecer, algunos de los fallecidos están intentando hacer quedar a Andrea como una de ellos. Pero Mona es la única que la defiende. ¿Por qué?

Y... sobre el vínculo - el chico de rasgos asiáticos le dedicó una sonrisa a Salvatore, pero esta vez parecía más forzada que las que le había visto hasta entonces - Ni Sasha ni tú tenéis que preocuparos. Si algo me sucediera, por lo que tengo entendido, no os pasará nada malo. En caso contrario, si os pierdo a alguno de los dos... Pues algo me sucederá a mí, no sé exactamente el qué. Pero viendo este lugar, supongo que no será nada bueno. 

Sonrió al escuchar decir al chico que no se podía esperar que todos fuesen sensatos. Incluso el que lo dijera como si la mayoría lo fuera resultaba cómico. ¿Cuántas personas a las que pudiese considerar poseedoras de un mínimo de sentido común podía decir que hubiese conocido a lo largo de su vida? ¿5, 6? Y no era que conociera a poca gente, muy por el contrario solía asistir a diversos eventos sociales. Independiente de si nunca formaba más que un lazo superficial con quienes se encontraba en ellos.

Yo no protegí a Aurél, no. Esa noche protegí a Janko y a mí mismo, porque fue el mismo día que alguien me permitió usar mi don dos veces en una noche. – contestó en cuanto Kim formuló la pregunta. – Con respecto a preguntarle a Andrea, no tengo problemas, pero no creo que sea necesario ya. Con Abigael muerta, y según nuestros cálculos, no debería quedar ningún asesino en pie. Si Mona era inocente, ya no hay nada que hacer. Ya está muerta, y probablemente muerta se quede.

Correspondió luego a la sonrisa del joven músico, aunque no se viera particularmente sincera – Yo creo tener una idea de que te pasará. Pero si es así, y es a causa de algún daño hacia Sasha, te pido que no dañes a Andrea. Sé que será difícil, pero confío en que podrás restringirte. – le instruyó, escéptico aún sobre si efectivamente todo llegaría a su fin.

De cualquier manera, pareciera ser que ya estamos a salvo. Lamento que nuestro tiempo fuera tan limitado, y no poder haberte sido de ayuda… Pero si hay algo que necesites o que quieras una vez fuera de aquí, espero que me busques. Sé lo difícil que puede ser vivir del arte, y no me molestaría ser tu mecenas. Te escuché tocar guitarra la otra noche y tienes talento. – sus ojos reflejan su sonrisa, queriendo creer en que saldrían pronto de allí y que el dinero de su familia podría encontrar mejor destino que los caprichos de la prostituta que se hacía llamar su madre – No te voy a costear adicciones ni vicios, claro, pero podrías vivir en paz haciendo lo que te gusta. Eres un buen chico, te lo mereces. – miró su rostro, con un rastro de envidia melancólica – Tienes un buen futuro. 

No sabía que Abigael era una de las asesinas - Kim suspiró. Parecía disgustado por no haber sospechado de aquella mujer, a pesar de las atenciones que Erika le había dedicado - Siempre pensé que Erika se arrimaba a ella porque era inocente, y así podría salvar su culo. De hecho me comuniqué incluso con Abigael para intentar ganarme su confianza, aunque de ese intento de alianza salió más bien poco. 

El chico escuchó las palabras de Salvatore sobre su don y levantó un poco la ceja. No sabía de qué información disponía su mentor, pero tampoco estaba seguro de querer saberla. Era consciente de que, si Salvatore o Sasha morían, algo extraño le pasaría. Pero confiaba en no tener que descubrirlo, ya que hasta ahora se las habían apañado para sobrevivir y todo parecía estar llegando a un final.

Un final... - sin darse cuenta, pronunció estas últimas palabras en voz alta. En seguida se dio cuenta y se rascó la nariz, algo avergonzado - Parece que todo se acaba. Me gustaría que, una vez todos los asesinos hayan sido descubierto, pudiésemos salir de aquí sanos y salvos. Pero tampoco soy tan estúpido como para creer que viviremos felices y comeremos perdices - Kim se echó a reír y se dio una palmada en el bolsillo trasero del pantalón - Por eso, si algo nos pasara, he intentado dejar constancia de todo lo que he ido descubriendo al estar aquí. Creo que va siendo el momento de enterrarlo en alguna parte, ¿sabes? Por si la palmamos, para que exista la posibilidad de que alguien lo encuentre algún día. Quién sabe. A lo mejor me publican el trabajo póstumo y todo.

El futuro periodista miró a Salvatore con una expresión divertida al escuchar su proposición de mecenazgo.

Si todo sale bien y salimos de aquí con vida, tanto Andrea como tú estáis invitados a mi casa a una cena de celebración... Podríamos hacerla temática, ¿no? Con cartelitos de "yo sobreviví a la casa de las muñecas"... No, pero ya en serio. Si sobrevivimos, os buscaré. Me has ayudado más de lo que crees. En cierto modo, nos hemos protegido los unos a los otros, y eso es importante. Es algo que no olvidaremos nunca.