Sophia se quedó pensativa un instante. Ahora que Abigael estaba muerta y el final de aquella locura parecía tan cercana, había algo que le estaba dando vueltas en la cabeza.
- Oye, Sam. - Dijo, buscando la mirada de su novia. - Andrea me ha explicado cómo funcionaba su alma antes de que se la robásemos y dice que no es necesario que la limpies si sólo la has usado una vez. Dice que no está oscurecida por completo, así que no tendrías por qué matar a un inocente para volver a tu ser*. Entonces tal vez sea mejor no matar a nadie más esta noche. Katia podría encargarse de Goro, sólo por si acaso, pero no sería necesario que tú salieras por la noche.
Y entonces una sonrisa maliciosa empezó a dibujarse en sus labios y apoyaba la mejilla en el hombro de Sam. - Le he contado a Jessie que Michael ha renegado de Aurél y Astrid, para que él lo cuente en el cementerio y malmeter un poco más con Aurél. La verdad es que Jessie no tiene nada nuevo que contar. Aurél se mete contigo en aquel lugar de muertos y pretende aconsejarnos sobre a quién debemos matar y votar. Que siga soñando. - Terminó con una risita.
Tras explicar eso, a la sonrisa empezó a sumarse un brillo ilusionado en su mirada. - Creo que ya te puedo contar cuál es la sorpresa, peeeero no puedes decir nada fuera de aquí todavía. - Exigió, levantando un dedo con un gesto gracioso. Hizo entonces una pausa dramática antes de volver a hablar. - Creo que Andrea nos va a conseguir una entrevista privada en exclusiva con una superviviente del incendio del hotel. - Informó, mientras su sonrisa se ampliaba milímetro a milímetro con expresión exultante y estudiaba el rostro de Sam, esperando su reacción.
*Dice que esto se lo explicó Ara, así que pregúntale a ver ^^.
La verdad es que Atre me hace tantas preguntas que lo había olvidado por completo o.o. Pero bueno, es tu elección si matar como camaleón o simplemente abandonar tu rol de lobo. Claro que esto es solo por ser el último turno XD.
- Que le den a Aurél, y a todos ellos- dijo, con suficiencia y desprecio- Y Jessie que se meta sus cuerdas por el culo. Díselo de mi parte, cuando se cosque de que no estamos en su onda.
- ¿En serio?- preguntó, con los ojos como platos- Si consiguiéramos esa entrevista, y con el material que tenemos, ¡sacaríamos una exclusiva tremenda!-exclamó, entusiasmada- Soph, quizá hasta nos contratan en otra cadena más importante. Y podremos comprarnos una casa, ¡tener un perro! ¡O dos!-añadió, visiblemente feliz- Pero para eso primero debemos salir de aquí, cariño.
- ¿Crees que debería renunciar a eso de pasearme por las noches? Si se supone que el alma de Andrea puede hacer eso, quizás es lo que debería hacer, al fin y al cabo.-tomó a Soph de la mano y la miró a los ojos- No quiero que te pase nada. Y tengo miedo de no poder protegerte si sucede algo más. Pero parece que no queda nadie más que pueda hacernos daño en este sitio... ¿Tú que crees Soph? Ya renunciaste una vez por mí. Yo haría lo mismo por ti, sin dudarlo. Y quiero que termine esta pesadilla, aunque me resulte... Satisfactorio matar a más de un elemento aquí.
A falta de la confirmación de Soph, renuncio a ser lobo si con ello acabamos ya la partida.
Sophia rió feliz al ver a Sam entusiasmada con la sorpresa que acababa de desvelar y rodeó su cuello con los brazos para abrazarla. - ¡Quizá hasta nos dan nuestro propio programa! Una casa con un jardín enorme... Sería maravilloso. - Dijo, con ojos soñadores y voz ilusionada. - Todavía tiene que hablar con la mujer en cuestión y tardará unos días en confirmarnoslo, pero creo que todo saldrá bien. ¡Puede que tengamos que viajar a Washington para hacer la entrevista!
Se puso un poco más seria al darse cuenta de que Sam necesitaba que pusieran los pies en la tierra y en el momento en que se encontraban y se separó un poco de ella, pero tomándole también la otra mano, para escucharla con atención. Se quedó pensativa un instante y después asintió.
- Sí, creo que deberías dejarlo ya y liberar tu alma de esa oscuridad. No te imaginas el alivio que sentí yo cuando lo logré, me quité una carga terrible de encima y sé que tú te sentirás igual. No creo que quede nadie más, y aún si quedase uno, Katia podría encargarse.
Estiró entonces una mano para acariciar la mejilla de Sam con el dorso de los dedos. - Suéltalo ya, mi vida. Recuerda que todavía podremos protegernos mutuamente si vienen esta noche. Hemos hecho lo que teníamos que hacer para sobrevivir, pero seguir matándolos de forma gratuita sólo porque nos caigan mal... - Hizo una mueca. - Nosotras no somos así.
- No, no somos así...-admitió, ligeramente avergonzada, mirando hacia el suelo- Lo dejaré, por nosotras. No puedo volver contigo a casa sin ser la de siempre. No sería lo mismo. -suspiró y se abrazó a ella, apoyando el rostro sobre su hombro, inspirando hondo para oler su pelo- ¿Qué haría yo sin ti, Soph?- preguntó, con la voz temblorosa- No vas a rendirte conmigo, ¿verdad? Ni aunque cuando salgamos de aquí nos demos cuenta de lo mal que está que yo me haya tomado la justicia por mi mano de esta manera tan...-dijo, sin atreverse a terminar la frase- Ahora me parece correcto. Pero eran personas... No sé, Soph. Tengo miedo. Quizá cuando abandone esta sed de sangre la consciencia no me deje vivir tranquila. Pero si vas a estar conmigo, supongo que seré capaz de superarlo y de pensar que en cierto modo valió la pena- argumentó, nerviosa- Sí, lo haré.- emitió un leve jadeo- Te quiero.
Sophia soltó las manos de Sam para rodear su cintura con ellas y apretarla contra sí con calidez. - Y yo te quiero a ti. - Murmuró, buscando sus ojos con un brillo esperanzado en los suyos, que tan sólo se empañaba mínimamente por la preocupación por Sam.
- Hicimos lo necesario para sobrevivir. - Repitió, sin que quedase muy claro si quería convencer de ello a Sam o a sí misma. - Eran ellos o nosotras y no teníamos otra opción. - Empezó a esbozar una pequeña sonrisa. - No me rendiré nunca, Sam. Piensa en todo lo que hemos pasado estos días. Perdiste tu alma, ensuciaron la mía... Y nos mantuvimos unidas. - Negó con la cabeza, convencida. - No hay nada en este mundo que pueda separarnos, cariño.
Deshizo el pequeño recorrido que había hasta llegar a los labios de su novia y sus dedos se crisparon, sujetándose a la cintura de su pantalón mientras la besaba con firmeza. Empezaba a sentir su piel enardecerse una vez más con el calor que bullía en su interior permanentemente desde que aquel tipo se había metido en ella, cuando algo sucedió.
Sus ojos se abrieron de golpe y se separó un poco de Sam. - ¡Joder! - Exclamó, haciendo una mueca asqueada. - ¡Ese cerdo acaba de besarme en nuestro apartamento!
- Tienes razón...-quiso admitir, mirando a su novia con ternura y cariño- Nada en el mundo...-se dejó besar entonces, sintiendo que los labios de Soph eran como un bálsamo para su preocupación y sus dudas. Sí. Con ella se sentía segura, se sentía con los pies en la tierra. Ella era su ancla en el desorden habitual de su mente y sus sentimientos, y si estaban juntas, saldrían adelante.
Notando que el calor de Soph la llenaba, emitió un jadeo, correspondiendo aquel beso, tomándola de su cintura para acercarla a su cuerpo, queriendo percibir cada ápice de su piel. Sam se dejó llevar, hasta que de pronto, Soph se separó de ella, aparentemente sorprendida e incomodada por algo.
Cuando Sam escuchó de qué se trataba no pudo sino entrecerrar los ojos- ¿Pero que se ha creido el porretas comemierda este? ¿A que lo hago volver para ahorcarlo con mis manos? ¡Puto cerdo!- exclamó, visiblemente enfadada, con el ceño fruncido- Joder, ¿cómo se atreve? ¿A que quemo su cadáver para que no lo reconozcan ni sus padres? -añadió, amenazante, quizá en tono jocoso y quizá totalmente en serio- Anda ven... -tomó entonces la barbilla de Soph, con una delicadeza que no cuadraba con su expresión- Ahora voy a tener que desintoxicarte...-susurró, antes de lanzarse, ávida, a por sus labios, besándola, casi furibunda, con el ansia de alguien que no ha comido en días y precisa alimento urgente.
Sophia asintió con firmeza, compartiendo la indignación que Sam expresaba. - ¡Eso le he dicho! Que si vuelve a acercarse quemaremos su cadáver y lo esparciremos. Como lo vuelva a intentar le cortaré los putos huevos a ese degenerado de mierda... - La última palabra se desvaneció en el aire cuando Sam cogió su barbilla, atrayendo toda su atención y haciendo que el asunto del degenerado fuese perdiendo importancia.
- ¿Sí? - Preguntó en voz baja con un tono grave y vibrante, casi ronroneante. - ¿Y cómo piensas...? - No llegó a terminar la pregunta pues los labios de Sam tomaron los suyos con firmeza, despertando de nuevo una oleada de calor que se extendió por todo su cuerpo a toda velocidad. Y todo desapareció de su mente una vez más, dejándolas solas a las dos, en su rincón secreto, al margen del mundo.
La avidez de Sam no tardó en contagiarse a los labios de Sophia, que deslizó las manos por el interior de la blusa de su novia, buscando directamente sus pechos para tomarlos entre ellas. Un jadeo sordo se ahogó en la boca de Sam cuando los alcanzó y sintiendo cómo su estómago se encogía nervioso, los acarició con los pulgares, deseando sentir cómo sus pezones se endurecían bajo ellos.
- Oh Soph...-dijo, gimiendo en su boca- No sabes todo lo que voy a hacerte cuando volvamos a casa... No lo sabes....-amenazó, estemecida, notando cómo su piel se erizaba y sus tiernos pezones endurecían bajo las caricias de su compañera, volviendo a fundirse con sus labios, rozando su lengua contra la suya, con lascivia mal contenida.
Sus manos, ansiosas también, se hundieron por debajo de la tela de sus vaqueros, agarrando sus nalgas, atrayéndola hasia si. La derecha se escurrió tan solo para acariciar su pierna, y acto seguido agarrarla, para elevarla. Entonces Sam esbozó una sonrisa maliciosa, y colocó su muslo entre las piernas de su novia, comenzando a presionar contra su entrepierna, deslizándose suavemente, a sabiendas de que la costura gruesa del pantalón haría por ella lo que sus manos ocupadas no podían hacer en aquel momento.
Sophia sentía toda su piel vibrar mientras el calor se esparcía por todo su cuerpo a través de su sangre. Su respiración se había vuelto irregular y un gemido brotó directamente de su garganta al sentir la pierna de Sam frotando entre las suyas. Una de sus manos se coló por debajo del sujetador, acariciando directamente la piel tersa y dura de su pecho mientras la otra se dirigió a su blusa para desabrocharla con rapidez.
Jadeante, se separó un instante de Sam para bajar la mirada hacia la piel que iba descubriendo bajo su mano y cuando terminó, buscó un instante los ojos azules de su novia, con los suyos encendidos por el deseo. Sus caderas se movían de forma automática, balanceándose y complementando el movimiento de la pierna de Sam, pero Sophia no fue capaz de mantenerle la mirada más de un instante antes de inclinarse hacia delante para empezar a besar su cuello en un camino descendente que terminó en su pecho, tomando el pezón endurecido entre sus labios para acariciarlo con la punta de la lengua.
Gimió, al notar el tacto húmedo de la boca de Soph, apretándola aún más contra su cuerpo mientras su pierna apretaba contra su cuerpo, haciéndose notar. La visión de su novia, ansiosa, acompañando su movimiento, la hizo ensanchar su sonrisa, y la dejó hacer, contemplándola, deleitándose, dejando que acariciase las cumbres de sus senos con la lengua, estremeciéndose cada vez que el aire que brotaba de entre sus labios la rozaba.
La dejó hacer, pero solo hasta que decidió que era hora de cambiar las tornas. Entonces, sus manos se deslizaron hacia arriba, acariciando su cintura, sus costados, y sus pechos, ascendiendo por sus hombros, recorriendo sus brazos hasta llegar a sus muñecas, agarrándola, para apartarla de un suave pero firme tirón, tras el cual, procedió a empujarla hacia atrás, apoyándola contra la corteza de uno de los árboles que la rodeaban, atrapándola, pegando su cuerpo al suyo mientras desabrochaba sus pantalones.
Sam miró fijamente a Soph, con aquella sonrisa aún en el rostro, y llevó una mano a sus labios, acariciándolos, antes de introducir sus dedos en la boca de su amante y compañera, acariciando su lengua con las yemas e incitándola a succionarlos uno a uno, mientras jadeaba al sentir su tacto. Y tras aquello volvió a besarla, con codicia, hundiendo su mano humedecida bajo su ropa interior, acariciándola, en un principio con delicadeza, para comenzar a pellizcar suavemente los labios que cubrían el centro de su placer, aquel brote sonrosado que tanto adoraba de su cuerpo, entre dos de sus dedos, moviéndolos hacia arriba y hacia abajo, hacia un lado y hacia otro, para hacerse notar, para hacerla estremecer, notando aquel delicioso brote, protruir, entremezclado en la carne que contenía la pinza placentera de sus dedos.
De la garganta de Sophia brotó un pequeño sonido de protesta al verse apartada de aquel sabroso bocado que tenía entre los labios. Sin embargo, al levantar los ojos, oscurecidos, con las pupilas dilatadas, se encontró con la determinación brillando en los de Sam y emitiendo una especie de ronroneo se dejó llevar hasta el árbol.
Lamió los dedos de su novia con fruición, succionándolos y dando pequeños mordisquitos en su piel, con los ojos cerrados, entregada por completo a la pasión que movía su cuerpo contra el de Sam, sintiendo su calor a pesar de la ropa y ansiando librarse de ella por completo para sentir también la suavidad de su piel.
No intentó liberar sus muñecas, dejando que fuese Sam la que tomase el control como siempre le había gustado. Sus dedos expertos se movieron con seguridad, sabiendo qué teclas pulsar para que Sophia se deshiciera en sus brazos entre pequeños jadeos que se ahogaban directamente entre los labios de ambas.
Con las manos inmovilizadas, Sophia movía todo su cuerpo, acompasándolo a los movimientos de la mano de Sam. Mientras tanto, sus lenguas libraban una particular batalla en la que no había perdedores, envite tras envite la respiración de Sophia cada vez era más irregular hasta que sintió que no podría soportar ni un segundo más sin acariciar la suave piel de su amante y movió las manos, intentando liberarse de su agarre.