Te encontrabas en un lugar vacío, hueco, desconocido para ti. Allí solo había niebla y podías ver una muñeca frente a ti, la cual parecía esperarte.
- No pensé que un vivo pudiera llegar aquí. ¿Cómo lo has hecho? - dijo sin más y esperaba respuesta.
Negó un instante algo confuso. -No lo sé...- Entrecerró los ojos alargando la mano tímidamente, como si quisiese tocar a aquella muñeca. Tal vez para comprobar que aquello no era un sueño. Pero se detuvo con claro gesto de duda. Observó la niebla a su alrededor y de nuevo a aquella muñeca. Le pareció exquisita. Con un gusto y unas proporciones casi humanas. Nada que ver con las muñecas de los grandes almacenes que se vendían a miles en fechas navideñas. -¿Qué lugar es éste?...¿por qué estoy aquí?.- Preguntó volviendo a mirar a su alrededor durante un instante, hasta que cayó en la cuenta de algo. -Perdona, pero aún estoy confuso. Soy Michael...-
La muñeca esbozó una débil sonrisa para luego decir - Este es el lugar que queda a medio camino entre la vida y la muerte, aquellos atrapados en una realidad que no entienden. Yo soy solo aquella que puede viajar a voluntad pero este es mi hogar desde hace diez años. Aquí he permanecido, guardando el cementerio que representa este lugar - se acercó a ti y tomó tu mano para ponerla en su mejilla.
Pudiste notar su frío tacto, producto de la porcelana, pero luego algo comenzó a cambiar.
Su figura comenzó a cambiar en la de la chica que había llegado del lado de Luis, aquella joven de rostro triste y melancólico. Besó tu mano y la tomó con delicadeza, como si de una amante se tratara, la acarició con su barbilla y la puso en su cuello - Ámame, por favor. Ámame - dijo casi en un suspiro mientras una fugaz lágrima cayó de su ojo derecho para luego mirarte.
- Soy Mina, una niña me nombró de esa manera hace mucho tiempo. Supongo que estás aquí porque no sabes si estás vivo o muerto, o tal vez sigues atado a tu cuerpo mortal de alguna manera. ¿Qué te ha sucedido? -.
No opuso resistencia a las acciones de aquella chica, aunque su rostro sí que relejaban cierta sorpresa e incomodidad. ¿Se refería a que la amase como mujer?. Ni en sus más oscuros sueños accedería a tal cosa con una cría, y menos con el recuerdo aún presente de su fallecida esposa. Aunque finalmente, no pudo por menos que sentir cierta tristeza por aquel "¿alma en pena?", carente de afecto. Al menos en aquello se sentía identificado.
-No estoy seguro. Sentí como si intentasen arrebatarme de mi propio cuerpo, como si sufriese un infarto...y aparecí aquí.-
Miró de nuevo a su alrededor.
-Entonces, ¿no estoy muerto?.- Preguntó confuso. - ¿alguien me ha traído a este lugar?-
Su rostro reflejaba una profunda tristeza. Cuando te escuchó hablar, solo dijo - Antes yo di el poder a los primeros huéspedes para combatir contra ella, pero también tuve que darles el poder de servirle. Desgraciadamente, esos servidores ganaron. Tal vez aquellos que murieron están haciendo lo mismo que yo - luego escuchó tus preguntas y se abrazó a ti con fuerza.
- Tal vez una parte de ti lo esté, pero puede que otra parte no. Eres el primer humano en pisar este lugar, pues todo lo que quedan son las memorias de las muñecas que murieron en el incendio - lloriqueaba después de estas palabras.
-Shhhh...tranquila Mina.- Dijo dejándose abrazar, más bien de una forma paternal. -Ella...- Reflexionó en voz alta. -¿Te refieres a aquella muñeca de tamaño humano que provocó las convulsiones a nuestra guía?.- Preguntó con cierta duda. La abrazó un instante para tratar de brindar cierto consuelo, aunque no estaba seguro siquiera de poder hacerlo. Fuera como fuese, parecía humana, pero era obvio que hace tiempo que debió dejar de serlo.
-¿Entonces conoces quienes son los que la sirven ahora mismo, de los que hemos venido aquí?. Porque fue "ella" quien orquestó que viniésemos, ¿no es así?-
Asintió mientras parecía alegrarse de recibir ese abrazo - Ella era mi señora, ella me salvó cuando me abandonaron, pero tuve que asesinar para ella, convertir a algunos de los antiguos huéspedes -.
Luego se separó del abrazo para decirte - Ella siempre busca un huésped fuerte que le permita sobrevivir. Tal vez las convulsiones fueron señal de su dominio sobre el cuerpo de quien mencionas - su rostro expresaba mayor severidad esta vez.
- Fueron ustedes quienes decidieron venir, aunque ella aprovecha cada oportunidad que se le presenta. Desea vengarse de todo y todos. Si ella ha poseído a alguien, corren peligro - dijo con premura - Ojalá puedas regresar - dijo alejándose unos pasos, abrazándose a sí misma y dándote la espalda.
Todo el espectácul comenzaba en la tierra de los vivos mientras te sentías un espectador en otro cuerpo y Mina pareció notarlo. Te miró con lástima en sus ojos y te tomó de la mano.
Para que no opusieras resistencia, te dijo - Guiaré tu camino de regreso - y entonces pareción guiarte hacia un lugar más brillante, por el cual atravesaron y, al hacerlo te sentiste nuevamente en tu cuerpo.